Publicado originálmente en socialemocracia.org
Reciéntemente, un articulista de Libertad Digital afirmaba
que el protocolo de Kyoto era un fraude, basándose en dos afirmaciones,
una bastante acientífica y otra ideológica pero dentro de lo posible
discutible.
Citando al autor, Jose Carlos Rodríguez, alguien al que
respeto por saber responder en artículos sin necesidad de fiskear,
expondré el primero de sus argumentos, el que considero acientífico.
La temperatura de la Tierra se determina casi en su totalidad por el
comportamiento del sol, pero también está condicionada por el efecto
invernadero, que aporta 153 watios por metro cuadrado. De ellos, 150 se
deben al vapor de agua y los otros 3 a otros gases, principalmente el
CO2. Sólo una parte de éste es producido por el hombre. Con estos
datos, ¿le parece que es la actividad del hombre la que causa el
calentamiento global?
Esto no és exáctamente así, el balance energético de la tierra es la
radiación solar incidente: 340 W/m^2 menos la energía que radía la
tierra (por tener una temperatura superior a la radiación de fondo), y
la energía reflejada por la atmósfera y la superficie, lo que se llama
el “albedo” planetario y que es de unos 101 W/m^2.
A la parte de la energía que la tierra radía hay que restarle el efecto
de los gases invernadero. Si no fuera así, la tierra tendría una
temperatura mucho más baja que ahora, ya que en total hay una reducción
de la emisión de unos 150 watts/m^2. Sin estos gases la historia
biológica de la tierra hubiera sido diferente y para la vida tal y como
la entendemos debemos considerarlo un efecto beneficioso.
Y es verdad que el mayor gas invernadero
es el vapor de agua, que es responsable de ese efecto natural de entre
el 36-70%, y por orden el CO2 que es responsable de entre el 9-26% y el
metano con un 4-9%, entre otros.
Eso parecería favorecer el argumento del autor, pero
sintiéndolo mucho no es así. El vapor de agua no es algo que
diréctamente estemos produciendo los humanos, la concentración de vapor
de agua en la atmósfera es la consecuencia y no la causa del
calentamiento global, y este actúa como amplificador positivo. Es
decir, la actividad humana no produce diréctamente incrementos de vapor
de agua atmosférico, es el calentamiento producido por el resto de
gases invernadero lo que hace aumentar ligéramente la concentración de
vapor de agua atmosférico. O sea, que si mantenemos a ralla el resto de
gases invernadero el vapor de agua seguirá en niveles preindustriales,
si bajamos la concentración de gases invernadero, como ocurre al inicio
de los períodos glaciales, el vapor de agua disminuye y amplifica el
efecto de disminución de la temperatura, y si quemamos carbón a
espuertas el vapor de agua se incrementará y aumentará el efecto del
calentamiento global. El vapor de agua es un factor no directo y lo que
hace es amplificar el efecto del resto.
Pero además lo preocupante de todo esto no es que el vapor de
agua influya en 150 W/m^2. Lo preocupante es el balance energético,
porqué podríamos preocuparnos de la influencia solar 340W/m^2, y de
hecho hay quien dice que esto del calentamiento global es culpa del
sol, que ha tenido hace unos años su máximo del ciclo radiativo y ha
pasado de los 340 a 340,1 o 340,2 W/m^2, ya que el incremento del
brillo solar es de décimas de watt por metro cuadrado, como ya traté en
un anterior artículo.
Aquí lo preocupante es lo siguiente, el equilibrio energético
de la tierra sin la influencia de los gases de origen antropogénico
mantenía la atmósfera en pleno equilibrio, con el incremento de la
concentración de estos gases este equilibrio es lo que lo ha roto, y
este equilibrio energético se mide en unidades de watt/m^2, entre 0,86
y 1 watt/m^2. El desequilibrio energético de la tierra tiene las
siguientes componentes.
+ 0,1-0,2 watts/m^2 achacables a una mayor actividad solar (que es cíclica y que está entrando en declive).
+ 1,48 watts/m^2 por el incremento de 280 a 380 partes por millón de CO2
+ 0,45 watts/m^2 por el incremento de 750 a 1750 partes por mil millones de CH4
+ 0,15 watts/m^2 por el incremento de 260 a 314 partes por mil millones de N2O
+ 0,2 watts/m^2 por el resto de gases de efecto invernadero
-2,0 watts/m^2 por el efecto de areosoles y los cambios en gotículas de las nubes que las hacen más reflectants
+0,4 watts/m^2 por el efecto del hollín producido en la quema de combustibles fósiles
Es decir de todo el efecto neto tenemos +2,68 watts/m^2 debido a gases
invernadero de origen antropogénico y a la quema de combustibles, -2,0
watts/m^2 debido a los aerosoles que producen mas nubes y que estas
sean reflectantes y entre una y dos décimas achacables a la actividad
solar. En total una oscilación con margen de error entre 0,78 y 0,88
watts/m^2 que añadiéndole efectos menores (cambios en la cobertura del
suelo, disminución de la reflectancia del suelo debido al retroceso de
glaciares) dejaría la predicción entre 0,80 y 1,00 watt/m^2.
Como he dicho antes la medición del balance energético
de la Tierra es de 0,85 watts/m^2. Por tanto sí que es preocupante esos
2,68 watts extras que producen los gases invernadero extras que hemos
producido los humanos en el período industrial. Se puede afirmar y de
hecho todas las evidencias científicas lo afirman: la actividad humana
es la causante de este calentamiento global.
Para explicarlo en términos sencillos, haciendo un paralelismo entre la
tierra y la economía doméstica, es como si una persona tuviera unos
ingresos de 340 € mensuales fijos y estará en equilibrio financiero si
todos sus gastos son de 340€, si son más se empobrecerá, si son menos
irá acumulando capital ahorrado, un día descubre que le van sobrando 1
€ al mes y no sabe porqué, cuando se pone a cuantificar ve que le han
subido el sueldo una décima de €, y que su primo de Murcia le ha
incrementado el regalo que le hace al més de comida ahorrándole 2,68 €
pero que en cambio descubre que le han subido la factura de la luz en 2
€. Este señor tendrá más o menos unos 0,80 – 1,00 € extras cada més que
se irán acumulando. En el caso de la Tierra, ese watt extra no se puede
guardar en una cuenta en Suiza, o meterlo en un calcetín, ese watt
extra calienta la Tierra hasta llevarla a un nuevo punto de equilibrio
térmico.
Por lo tanto cualquier esfuerzo dirigido a reducir las emisiones de
gases invernadero es más que imprescindible para intentar paliar el
calentamiento global. El protocolo de Kyoto
pretende una reducción de emisiones de gases invernadero de un 5,4%,
cifra que puede ser considerada pequeña, pero ante un incendio
cualquier reducción en el aporte de combustible por pequeña que sea
siempre es positiva, mas si la tendencia es a incrementar ese
combustible. En el artículo de Jose Carlos afirmaba que estaba muy
contento porqué el mercado había conseguido que EEUU solo incrementara
sus emisiones en un 0,0007% al introducir mecanismos de eficacia
energética. Es una lástima, según el protocolo de Kyoto para conseguir
el modesto efecto deseado, EEUU tenía que reducir sus emisiones en un
8%. Pone el ejemplo de España, que ha aumentado un 38% sus emisiones,
como fracaso del protocolo. España tenía la posibilidad de aumentar sus
emisiones un 15% para estar dentro de los compromisos de Kyoto y en
cambio no lo ha hecho. No lo ha hecho porqué el estado no ha asumido
esto con seriedad, y por supuesto, el mercado ni se la ha
repampinflado, considerando que nuestras empresas son bastante
ineficaces en su consumo de energía. Pero aún así, medidas como las
nuevas normas constructivas que obligan a poner doble cristal y a
utilizar placas térmicas para calentar el agua son mecanismos que a
largo plazo ayudarán a que no nos alejemos demasiado de Kyoto.
Mecanismos que no los produce el mercado, porqué es ligéramente más
barato no poner doble cristal o placas para el constructor (en cambio
es mucho más barato para el comprador aún con el sobrecargo de precio
de la vivienda por estas normas constructoras).
Kyoto no es una estafa, Kyoto es imprescindible, Kyoto es muy
modesto y pacato, pero siempre es mejor hacer poco que no hacer nada y
más ante un cambio climático que requiere actuaciones tempranas para
que los efectos que se están produciendo ya pero se propagarán a largo
plazo se puedan atenuar todo lo posible. Sino sí que estaremos
comprometiendo el futuro económico, un futuro que está ya aquí, ya que
el calentamiento global afecta ya a sectores económicos como la pesca,
el turismo y en menor medida la agricultura, y que afecta a los
ecosistemas en su conjunto y puede comprometer la vida de centenares de
millones de personas. No me preocuparía tanto de que el aplicar Kyoto
hiciera retroceder las espectativas de crecimiento del 3,3 al 3,1 del
PIB durante cinco años para España si con eso evitamos o paliamos los
efectos del calentamiento global a largo plazo que supondrán mucho más
que esas 2 décimas del PIB.
En futuros artículos veremos también como mecanismos de reducción de
las emisiones de gases invernadero son positivos económicamente incluso
para una economía donde la energía y el coste de los combustibles
fósiles irá creciendo progresivamente y que cuanto antes se implanten
ayudarán a acercarnos a los escenarios de futuro más optimistas.
Reálmente los que abogamos desde la racionalidad a aceptar las
evidencias científicas y actuar ante ellas no estamos por los
escenarios más catastróficos, los firmantes del manifiesto Heidelberg
que más tarde se sumaron al manifiesto en favor de Kyoto buscan esa
racionalidad en utilizar la ciencia de forma racional para que esta nos
permita seleccionar las mejores políticas. Y en este caso Kyoto es
mejor que no hacer nada. Incluso para la economía a largo plazo, pero
eso ya sabemos, que el buen funcionamiento de la economía a largo plazo
no interesa a la cultura empresarial corporativa, donde no importa
comprometer ni la economía ni la calidad de vida de las personas por
unos beneficios inmediatos.