Nos levantamos con resaca futbolera. Bueno, para quien miramos el fútbol con cierta distancia, es decir, sin desconfianza pero tampoco lo abrazamos con la pasión de una religión, la victoria del Barcelona es una buena noticia. Si, como en el tema de las moscas, los cronistas deportivos nos llevan diciendo que este Barcelona juega amando el fútbol, habrá que creérselo, no por dogma de fe, sino porque quienes (presuntamente) entienden de esto dicen que es así.
Que no cunda el pánico que no voy a hablar de fútbol, aunque Messi es bien mono, la verdad. En los alrededores de la victoria, más concretamente en el salón de mi casa, una hincha madridista ha dicho que Guardiola es gay y que está liado con Jordi González. Echando mano de los breves datos biográficos que dispongo de Guardiola le he contestado que tiene una hija, engendrada, al parecer, a la manera tradicional. Lo que en si no significa que no sea gay, la verdad, pero que es una presunción iuris tantum (es decir, que admite prueba en contrario) de que la orientación sexual de Guardiola es otra distinta a la que el maledicente hincha madridista ha dicho (maledicente por el tono en que ha dicho que era gay, y supongo que coronándolo con lo de Jordi González, el ínclito presentador de la Noria, que ya es mala leche).
El otro día, tras un genial partido de Els Mariners (Nota: podéis seguir la Super Ibérica de Rugby - lo siento, de este deporte si soy fan- en el dial 1 de Canal +, los viernes a las 7.30 de la tarde, incluso al grito de otro amigo mío, que cuando ve rugby en la tele llama a su compañero de piso diciendo “Nena, corre, que están echando porno“) nos sentamos, tras la enésima cerveza, a hablar. Bueno, mis tres amigos se pusieron a hablar en modo retroalimentación de lo malísimo que era ZP y de que todos los males del mundo provenían de él, de lo que deduje que o bién era nuestro querido presidente la Puta de Babilonia o bién el monstruo sobre el que esta va montado, si no el Anticristo. Cuando dejaron de elucubrar sobre en que fecha sería el fin del mundo (o, en su defecto, el fin de la civilización occidental) me preguntaron, supongo que como experto en la materia, si Fulanito era gay. En honor a la verdad, desactivo las gafas ultrarrosas cuando entro al vestuario. No me mola, en general, ir buscando a quien ya le rizan los pelicos en el pubis los síntomas habituales del gremio, salvo por el placer de mirar, nada más, y menos aún en el vestuario del equipo en el que juego. Cada uno sabe donde está cada uno y todos saben donde estoy yo. Así que le dije a quien me lo preguntaba que dejara en paz a esa persona, que si era o no era, no era asunto suyo. Mi tocayo me dijo que más le valdría reconocerlo, aduciendo de manera muy elocuente las razones que le llevaban a pensarlo: todas ellas eran pruebas circunstanciales contra las que cabía una explicación plausible.
Lo que me lleva a aquella famosa anécdota del uso de mariposón por parte de Alfonso Guerra con respecto a Mariano Rajoy. Bueno, eso, como se dice en mi tierra, son otros Pérez, pero no demasiado alejados en parentesco. Ni Guardiola, ni la entidad para la que trabaja se han mostrado homófobos, más bién al contrario. El Barça es el primer equipo de la Liga española que cuenta con una peña LGTB lo cual, dicho sea de paso, encaja con su marca (por lo abierto, por lo elegante, por lo cosmopolita). De mi compañero de equipo sobre el que este otro me pedía opinión otro tanto, siempre, lo se, me consta, se ha mostrado muy respetuoso. Mariano Rajoy encabeza un proyecto homófobo.
Lo que me lleva a la coherencia. Me parece mal, ya me pareció en su momento, que todo un parlamentario como Guerra usara esa táctica rastrera, de la que luego tuvo que disculparse. Igual que me pareció mal que la hincha madridista especulara con tan mala baba sobre la homosexualidad de Guardiola, de la misma manera que me parece mal que mi compañero de equipo me pida que le aclare su elucubración sobre otro compañero. Es mala baba y morbo mezclados en un cóctel explosivo, ciertamente.
Sin embargo, no me parecería nada mal que a un lider de un partido homófobo (como el PP) o de una organización homófoba (la jerarquía de la Iglesia Católica, por ejemplo) o que a un cantante, escritor, actor (¡Mel Gibson!) juez o banquero homófobo lo sacaran a patadas del armario, sin morbo, sin mala baba, con pruebas sobre la mesa o mas bien impresas en la portada de un periódico, precisamente porqué se ponen de ejemplo de lo que no son. En esos casos el outing me parece más que justificado.
Porque dime tú que tiene de homófobo que el Barça gane la copa de Europa ….