La Cataluña enmoquetada
@ 19 Nov. 2006 - 21:30:06Esta semana se ha constituido el nuevo Parlamento de Cataluña. Una nueva legislatura que no podía comenzar peor. De los chicos de Carod-Rovira va a depender la política lingüística, el control (que no dirección) de los medios de comunicación públicos y la representación exterior de la Generalidad. Los comunistas, por su parte, asumen el Departamento de Interior para “poner a los Mossos d’Esquadra al servicio de los débiles y no de los poderosos”. Y para acabarlo de arreglar, ha llegado Benach, auspiciado por el PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero y ha gritado “Visca Catalunya Lliure”. Después de llenarse la boca con buenas palabras, apelando a su condición de presidente de todos los diputados del Parlamento de Cataluña, Ernest Benach ha aprovechado su condición para reclamar la independencia de Cataluña.
Yo también quiero una Cataluña libre. Una Cataluña libre de personajes que insultan o desprecian a quienes ni somos ni pensamos como ellos. Una Cataluña libre de salvadores de la patria. Libre de ataduras y complejos, libre de perjuicios que limitan la capacidad de creación y de pensamiento. Quiero una Cataluña libre en la que nadie se sienta superior o con más autoridad para decir a los otros como tienen que sentir, pensar o actuar. Libre para poder decidir si queremos hablar en castellano o en catalán sin que nadie te acuse de ser nacionalista o facha. Quiero una Cataluña libre del poder político que critica el centralismo de Madrid para imponer el centralismo de Barcelona.
Quien ha hecho posible que Ernest Benach pueda gritar desde la presidencia del Parlament esa proclama independentista es Pepe Montilla. Montilla es un hombre acomplejado por no haber nacido en Cataluña y por no pertenecer a la burguesía pija a la que pertenece Maragall. Durante esta campaña electoral ha tenido la necesidad de hacer meritos, de conseguir más puntos en ese carné imaginario de buen catalán que acostumbran a expender los nacionalistas catalanes. Por eso ahora ha ungido al interlocutor de ETA en Perpignan como número dos de su gobierno entregándole el control absoluto sobre la cultura, la política lingüística, el deporte (selecciones deportivas incluidas) y las relaciones exteriores de la Generalidad.
En estos momentos en los que la deriva nacionalista del PSC se ha hecho tan evidente, considero muy significativo que haya irrumpido en el escenario político de Cataluña una nueva formación de izquierdas que vaya al Parlamento a defender lo mismo que, desde el centro derecha ha defendido siempre y en solitario el Partido Popular. En esta legislatura, los partidos de Piqué y Rivera deben unir esfuerzos para que el centro derecha y la izquierda no nacionalista en Cataluña trabajen coordinadamente como lo hicieron en el País Vasco en defensa de la libertad y la Constitución, Carlos Iturgaiz y Nicolás Redondo. Me parece una buena noticia que Albert Rivera vaya a utilizar el castellano en sus intervenciones. Yo le seguiré hablando en catalán, la lengua en la que ambos nos hemos comunicado hasta ahora. De igual manera que cuando debata con Antonio Robles, diputado de Ciutadans, lo haré en castellano por la misma razón. No me parece ningún despropósito que Robles y yo podamos debatir en el hemiciclo del Parque de la Ciudadela en la misma lengua en lo que lo hacemos frente a un café en la mesa de un bar.
Los nacionalistas han utilizado durante demasiado tiempo la lengua como arma arrojadiza. Los diputados, como el resto de catalanes, debemos poder utilizar cualquiera de las dos lenguas oficiales en Cataluña sin que nadie nos llame la atención por ello ni nos acuse, como lo hizo Pujol, de poner en peligro la convivencia por el simple hecho de expresarnos en castellano. Yo lo hago. Mi lengua materna es el catalán y lo utilizo en mis intervenciones en defensa de la libertad que tienen los ciudadanos para utilizar el castellano y en contra de las multas y las cuotas lingüísticas. Quiero una Cataluña libre para poder utilizar la lengua que me venga en gana. Escribo en castellano en este blog y no he recibido pocas críticas por ello. De hecho, soy el único diputado en el Parlamento catalán que tiene blog en lengua castellana.
El presidente del Parlamento de Cataluña, además de reivindicar la “Cataluña libre”, apostaba en su discurso de inicio de curso por alcanzar la utopía. Su utopía se resume en ser el presidente de un parlamento de un Estado soberano e independiente. Benach, como el resto de dirigentes políticos nacionalistas, prefiere reivindicar la libertad de Cataluña antes que reivindicar el derecho de los catalanes a ser libres. Por eso no podemos permitir que nadie nos diga en que lengua debemos escribir, hablar o amar. Hablar en catalán o en castellano en el Parlamento de Cataluña es una elección personal. Desde siempre, el nacionalismo catalán ha convertido la lengua y la identidad en una bandera política. Dejemos que la gente (incluyendo a los diputados en el Parlamento de Cataluña) se exprese con total libertad en la lengua que quiera y combatamos con todas nuestras fuerzas a quienes quieren imponer un monolingüismo y una idea de país que sólo existe en su Cataluña enmoquetada.