Carlos Silva, es el candidato nº 2 de la lista de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, en las próximas elecciones Locales. Carlos es profesor de inglés de Secundaria en un instituto de Hospitalet, ciudad donde vive desde hace casi veinte años. Está casado y tiene dos hijos.
-¿Qué te llevó a pertenecer a Ciutadans?
Aunque soy una persona a la que le gusta hacer las cosas de manera racional y meditada, me afilié a la entonces asociación Ciutadans de Catalunya nada más enterarme de la lectura del primer manifiesto por parte de los intelectuales promotores de la plataforma siguiendo un impulso absolutamente espontáneo. Después hablando con más gente he descubierto que a muchos les pasó lo mismo. Simplemente estábamos esperándolo, era necesario, no nos lo tuvieron que decir dos veces ni tuvimos que pensarlo mucho. Sentíamos la vida política catalana como una realidad cada vez más opresiva y compartíamos el sentimiento de que ya no era suficiente con quejarnos en la intimidad, sino que era necesario actuar.
-¿Qué hace diferente a C’s?
Ese sentimiento compartido al que me refería. Sentimiento de que es imprescindible un revulsivo, desde la racionalidad y el sentido común, en la vida política catalana. Un proyecto que sea compartido por amplias capas de la población que quiere ver como la política se convierte en el lugar donde se gestionan de manera sensata sus problemas como ciudadanos únicos, diferentes, sin intentar aleccionarles ideológicamente o manipular sus sentimientos que son, por definición, un ámbito personal y privado.
-¿Y entonces, Ciutadans, es un partido de izquierdas o de derechas?
La vocación de Ciutadans es, como decía, claramente inclusiva. No pretendemos ideologizar o manipular sentimentalmente al ciudadano. Tampoco oprimirle imponiéndole una visión totalitaria de la realidad. La mayoría de veces lo que se esconde detrás de la necesidad de clasificar la realidad o las actitudes en términos de izquierda o derecha, no es más que el intento de reducir la vida a simples etiquetas planas, sin contenido, que permitan manejar con facilidad esa realidad pero al precio de empobrecerla hasta dejarla irreconocible. Con frecuencia se utiliza este debate en relación a nuestro partido para intentar descalificarnos situándonos lo más a la derecha posible del espectro político. El intentar descalificar a alguien diciendo que es de derechas me parece que, básicamente, descalifica al que lo dice, tanto como si alguien intentara descalificar a otra persona acusándola de ser de izquierda. Francamente, creo que ese no es el debate. Sin embargo, y para dejar las cosas claras, me acojo a la definición que en repetidas ocasiones, aunque a muchos les gusta ignorarlo interesadamente, el partido ha hecho de si mismo: somos un partido de centro izquierda que en lo social nos situamos en la tradición de la socialdemocracia, creemos en la necesidad de que las administraciones públicas compensen y regulen los desequilibrios del sistema. Al mismo tiempo, en el terreno personal, nos sentimos cómodos en la tradición liberal, en el respeto escrupuloso de los derechos individuales de cada uno de los ciudadanos, derechos que nunca, bajo ningún concepto, pueden verse disminuidos en base a proyectos ideológicos de corte totalitario, como viene ocurriendo, cada vez de forma más evidente y dolorosa, en Cataluña.
-¿Qué opina del apagón informativo que sufre C’s en la gran mayoría de medios de comunicación catalanes?
La respuesta es tan evidente, que no sé si merece la pena. Yo diría que los partidos del establishment tratan simplemente de mantener sus respectivas parcelas de poder y ven con autentico pánico la posibilidad de que C’s, desde su punto de vista, les arrebate una parte del pastel que ellos consideran que les pertenece en propiedad. Lo realmente triste e incomprensible de esta cuestión es el papel de los medios de comunicación como puras correas de transmisión del poder político. Esta perversión del papel esencial de los medios como fiscalizadores del poder y su conversión en palanganeros de la clase política es una característica verdaderamente peculiar y única de la prensa y televisión españolas y, sobre todo, de los medios del oasis catalán.
-¿Qué tiene ciutadans que tanto molesta a otros partidos?
Yo diría que un compendio de todo lo dicho hasta ahora: un proyecto inclasificable e incomodo, una amenaza a un status quo que se tambalea por nuestra simple presencia, un cúmulo de intereses que van de lo económico a lo ideológico aunque, en la mayoría de ocasiones, sean indistinguibles los unos de los otros y se sostengan mutuamente.
-Hace unas semanas, un profesor de Hospitalet y militante de Ciutadans, fue objeto de una agresión. ¿Qué opinas de las frecuentes agresiones y amenazas a miembros del partido?
Que nos dan la razón cuando denunciamos la baja calidad de nuestra democracia, una democracia que es sólo fachada si no es capaz de garantizar la libertad de sus ciudadanos, libertad que debería ser su principio básico, su condición sine qua non. En resumen, un motivo más, principal, para seguir adelante.
-¿Qué opinas que en la escuela pública se den 23 horas de catalán y solo 2 horas de castellano?
Es el reflejo palpable de la situación de dominio y de opresión tanto económica como cultural de la parte mayoritaria de la población a manos de una minoría con el poder tanto económico como político en sus manos y que utiliza la lengua como herramienta de control.
-¿Cuál es la realidad política en Hospitalet, a la que se tiene que enfrentar Ciutadans?
Creo que la realidad contra la que tenemos que luchar es la indiferencia de una buena parte de la población que por costumbre siguen votando a un mismo partido a pesar de que este ya no represente lo que ellos piensan y a aquellos que por cansancio se han alejado de la política. Hemos de convencerles de que pensamos como ellos y que su abandono es visto con buenos ojos por los partidos en el poder. Tenemos que demostrarles que Ciutadans es un proyecto de apertura y de participación, un proyecto serio, consistente que afrontará todos aquellos problemas que realmente les preocupan sin demagogia y sin miedo a tomar decisiones.
-¿Qué te parece lo más urgente a realizar en el ayuntamiento de L’H?
Creo que, aun valorando los cambios notables sufridos por la ciudad en las últimas décadas, es necesaria una renovación del poder político que lleva gobernando la ciudad durante casi tres décadas. El estancamiento en el poder sólo conlleva la creación de intereses, clientelismo, corruptelas, redes de influencias. En democracia es esencial el cambio, la renovación. Por ello, C’s lanza como unas de sus propuestas principales tanto la limitación de mandatos como la elaboración de listas abiertas como mecanismo de regeneración de la vida pública.
-Ciutadans incide mucho en la supresión de publicidad institucional. ¿Qué prioridades tenéis en la destinación de este dinero?
C’s siempre ha mantenido que deben aplicarse en la vida pública aquellos mismos principios racionales, de sentido común, que se aplican en el gobierno de cada uno de nuestros hogares. El gasto en propaganda institucional es indefendible si no se justifica como una pura estrategia de poder. El dinero debe emplearse en cualquiera de aquellas cuestiones que afecten a la vida real, cotidiana, del ciudadano. La propaganda no es, ciertamente, una de esas prioridades del día a día. En cuanto a en qué gastarlo, lo que sobran son deficiencias a corregir, proyectos que llevar adelante. Ciertamente, con el gasto en publicidad del ayuntamiento de Hospitalet se podrían mejorar las prestaciones en muchos servicios públicos desde bibliotecas a guarderías, desde asistencia a dependientes a atención a la infancia fuera de horario escolar.
-Por último, ¿Te atreverías a hacer una porra sobre los concejales conseguidos por los otros partidos en las municipales?
Vamos allá. El PSC pasa de 16 a 13 o 14. El PP de 4 a 5. ICV pasa de 3 a 4. CiU se queda igual. ERC desaparece y nosotros aparecemos con 2 o 3 concejales.