6ª de La Magdalena en Castellón. Miguel Ángel Perera pega un zambombazo de verdad y rompe los equemas de José Tomás
29.02.08 @ 22:15:18. Archivado en Toros, Crónicas
Frente a dos excelentes y terciados toros de Zalduendo con bastante más trapío que los de la tarde anterior, el extremeño cuajó con capote y muleta dos soberbias labores con infinita firmeza, sedoso temple y larguísima, inaudita intensidad. Cortó tres orejas de gran peso y salió a hombros por generación espontánea, sin locura alguna de la gente ni por preconcebidos partidismos. Con otro de los tres mejores toros de la corrida, el quinto, aunque tardó en romper, José María Manzanares pinchó una creciente y preciosa faena con mucho empaque y mecido primor, logrando los muletazos más bellos y sentidos de la feria, por ahora. Tanto el alicantino con el segundo toro como El Juli con los suyos, no lograron triunfar por su deslucido juego. El madrileño anduvo magistral en los tres tercios con el que abrió plaza, sin que los tendidos, muy fríos con Julián, se percibieran de ello. Todo esto aparte las feas hechuras y las dudosas cabezas que exhibieron los dos primeros toros de la tarde, por lo que parte del público llegó a creer que, nuevamente, íbamos a ser víctimas de otro timo ganadero.
Castellón de la Plana. Plaza del Paseo Ribalta. Sexta de feria. 29 de febrero de 2008. Tarde agradable aunque progresivamente fresca con tres cuartos de entrada. Seis toros de Zalduendo, muy desigualmente presentados, desentonando en cuanto a trapío se refiere del buen conjunto hasta rozar el escándalo los dos primeros que, además, apenas dieron juego. Tampoco lo dio el aún peor aunque bien hecho cuarto. Pero el tercero fue muy noble pese a mansear en los primeros tercios. Como asimismo el más completo sexto aunque se rajó al final. El de más trapío fue el quinto que, una vez “hecho” por su matador, rompió a bueno por los dos pitones. El Juli (lirio y oro): Buena estocada, aviso, petición menor y gran ovación. Pinchazo y estocada de efectos fulminantes, silencio. José María Manzanares (carmín y oro): Estocada caída, silencio. Pinchazo, media muy tendida trasera y descabello, aviso y gran ovación. Miguel Ángel Perera (burdeos y oro): Estoconazo trasero caído, oreja. Estocada caída, dos orejas, Salió a hombros.
En un para mi nada sorprendente “si tu bueno, yo mucho mejor”, Miguel Ángel Perera llegó ayer a Castellón y, con enorme suerte con su lote de la desigual corrida de Zalduendo, dio inapelable respuesta al triunfo obtenido por José Tomás en la tarde anterior. Aunque no se llenó la plaza, a muchos de los asistentes todavía les pesaba el recuerdo de lo acontecido con el de Galapagar y en cuanto Perera se hizo presente con el capote ante su primer toro, muy cerca de donde yo estaba empezaron a surgir sonidos de asombro y hasta de estupefacción: “Anda, si éste se coloca aún más comprometido que Tomás y se queda mucho más quieto, lancea con mucha más limpieza y temple – despacísimo, hasta dormir el tiempo – y, encima, se los pasa aún más cerca con el capote que nunca se deja enganchar y, no digamos, la muleta. Y, para mayor asombro, liga mucho más pases seguidos, infinitamente mayor cantidad, y no se pasea tanto como el de Galapagar, ni se trabaja para nada ningún misterio, ni casi nada sabíamos aquí de él… ¿Porque no tiene tanta y tan exagerada propaganda ni en la prensa, ni en la radio, ni en las televisiones ¿”. “Pero, este tío, ¿quién es?”...
Ante la insistencia, hubo que decirles allí mismo, en los tendidos de la plaza, que no creyeran que Miguel Ángel Perera venía desde Marte, ni desde Júpiter, ni desde Venus, ni desde Urano, ni desde Saturno, ni desde Plutón, ni siquiera desde la Luna. Que venía simple y llanamente desde la ciudad española de Badajoz. “Pero, oiga” - me respondían y seguían preguntando - “nosotros creíamos porque lo habíamos leído y oído que José Tomás era de otro mundo, de otra galaxia, que cada vez que torea lo hace como si quisiera morir. Que por eso le llaman el novio de la muerte y hasta el quinto evangelista”. Pues ya ven ustedes que todo eso son zarandajas, exageraciones y mentiras. Que aquí nadie sale para que le mate un toro y menos él que para evitarlo los elige pequeños y con los cuernos nada puntiagudos aunque a veces los toros, todos, hieren y hasta matan. Que en esto, se sale a lidiar y a torear lo mejor que cada cual sabe y puede. Y que ya han podido comprobar que este muchacho tan joven, natural de la tierra extremeña, este mozo tan alto, tan serio y tan formal, lo que hace es, cada vez que lo toca un buen toro y hasta con los que no son tan buenos, torearlos infinitamente más quieto, con más temple y con más intensidad que en su vida lo haya hecho el de Galapagar. Como también se habrán dado cuenta ustedes, que Perera no se deja enganchar el capote y la muleta ni remotamente la cantidad de veces que últimamente se los enganchan a José Tomás, aunque, la verdad sea dicha, anteayer no tanto como casi siempre. ¿No han visto ustedes a Perera en sus limpísimos lances de recibo al tercero y en sus más de tres pases cambiados ligados a otros tantos de pecho en el inicio de la faena de muleta?; ¿han llegado a contar la cantidad de pases que ha cosido uno a otro sin moverse ni un centímetro de donde estaba con las dos manos¿, ¿no se han dado cuenta de que en su quite por quietísimas gaoneras no se dejó enganchar el capote salvo cuando, por pasarse en el número de largas de remate, el sexto toro le pisó el capote y se llevó la tela rosa entre los cuernos? . ¿Y el faenón que siguió inmediatamente después, aún más largo, más completo y mucho mejor si cabía que el anterior que terminó enroscándose al toro que hizo no solo el 8 sino el 8.888 a su alredeor?. “Y, oiga, señor”- siguieron interrogándome – “¿por qué, entonces, no sabíamos nada de este torero a la vez tan singular y tan normal?”. Pues porque de este torero no se ha hecho tantísima y tan alocada propaganda en todos los medios habidos y por haber como de José Tomás y, como quien dice, solo lleva un cuarto de hora en esto aunque los últimos cinco minutos del año pasado ya cantó lo que podía ser capaz de hacer. “Pues, muchas gracias, amigo, por la información”. Y se fueron de la plaza tan felices al tiempo que a Miguel Ángel Perera se lo llevaban en volandas por la Puerta Grande de la plaza de Castellón.
Pero antes, hubo otro momento lucido en la corrida. Aunque mejor decir resplandeciente. La preciosa faena que le hizo José María Manzanares al quinto. Otro toro que rompió a bueno por cómo le enseñó Jose Mari a embestir antes de comenzar su armoniosa, su aterciopelada, su primorosa sinfonía muletera. Ora con la derecha, ora al natural, o en sus pases de pecho, o en las trincheras, o en los ayudados por bajo y por alto de un final algo tardío, razón por la que el toro dejó de danzar tan mecido como le habían acariciado con la muleta y no colaboró nada a la hora de que lo matara Manzanares, por lo que pinchó y no pudo triunfar, pero sí dejar la plaza perfumada de azahar. ¡Qué hermosura, qué pasrsimonia, qué modo de andar, qué belleza tan grande, qué manera de torear yéndose con todo el cuerpo para delante y a compás¡.
Lo que no fue bonito ni agradable ni grande fue la pésima presentación de los dos primeros “zalduendos” que soltaron. Ni que la gente no se diera cuenta de la obra de filigrana técnica que un magistral Juli tuvo que emplear para, primero bregar, luego ir haciendo poco a poco y, finalmente, torear con la muleta al animal que abrió el festejo, al que, además, mató divinamente, pese a lo cual, muy pocos pidieron la oreja que se mereció. Y aún peor lo que pasó con el segundo y, luego del primer triunfo de Perera, con el cuarto que fue el peor de la tarde y que ni Manzanares ni El Juli consiguieron sacarles nada lucido ni digno de recordar.
“No nos importa, señor”, me replicaron mis amables vecinos cuando se lo señalé, lamentándolo, al encontrarnos más tarde por la calle. “...Nos vamos encantados con el descubrimiento de Miguel Ángel Perera que torea como un ángel verdadero aunque como si fuera un sencillo mortal. Y también con esas caricias celestiales que le he hecho a su segundo toro el joven José María Manzanares que, la verdad, nos han sabido a Gloria”. Pues vayan con Dios, amigos. Y que sigan disfrutando en las próximas Fallas, si es que van, porque también allí actuarán los dos. Qué dirán ahora los de la tomatosis de la prensa. Pues que hablarán del gran triunfo de Perera, pero no de que superó al mejor José Tomás de Castellón. Pero, ¿qué más creéis que se atreverán a hacer?.
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Comentarios:
!Qué arte más grande tienes, mi niño¡.
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