Trailer

Fotogramas de la película

Sinopsis

Larry ha dejado su trabajo como vigilante en el Museo de Historia Natural de Nueva York para ser inventor. Un día, decide acercarse al museo, pero sorprendentemente sus piezas favoritas (y antiguos amigos) han desaparecido. Gracias a la llamada de socorro del vaquero Jedediah, Larry descubre que la colección ha sido trasladada al Smithsonian, el famoso complejo de museos de Washington. Allí, Iván el Terrible, Napoleón y Al Capone amenazan a los nuevos inquilinos y aspiran a conquistar el mundo.

En 2006, por fin descubrimos qué ocurría cuando se cerraban las puertas del museo más famoso de Nueva York. "Noche en el museo" entró en la lista de las películas más taquilleras de la historia en Estados Unidos por su combinación de efectos especiales, aventuras para toda la familia y estrellas de Hollywood. Una fórmula que se repite a lo grande en su secuela. Dirigida como su predecesora por Shawn Levy (La Pantera Rosa), la película traslada la acción al gran complejo de museos del Smithsonian (Washington), uno de los visitados del mundo. Allí, vemos como los villanos de la humanidad cobran vida, al igual que grandes héroes de la aviación, soberanos egipcios y famosas estatuas.

El reparto vuelve a contar con Ben Stiller (Tropic Thunder), esta vez reclamado por sus viejos amigos para recuperar el orden en un nuevo museo. A su lado, la incorporación de Amy Adams, que cambia de registro dando vida a la aventurera Amelia Earhart después de ser nominada al Oscar por "La duda (Doubt)". También repiten Robin Williams como Teddy Roosevelt, Owen Wilson como el pequeño vaquero Jedediah o Steve Coogan en el papel de Octavio. Los nuevos personajes corren a cargo de Hank Azaria (Y entonces llegó ella), Christopher Guest, Alain Chabat (Astérix y Obélix: Misión Cleopatra) o Jon Bernthal.

Crítica

El museo es, como tantas otras, una institución fósil que opone lo físico a lo virtual, lo tangible a lo digital. Es como una especie de solar de resistencia que reivindica el contacto visual directo con la ciencia y con el arte, sin la interferencia de un monitor de ordenador o de una imagen de alta definición almacenada en los sótanos de la red. "Noche en el museo 2", además de ruido y efectos visuales, añade a la simpática intrascendencia de la primera entrega un anhelo nostálgico, una reivindicación de lo viejo, de una cierta manera de consumir el saber que no ha de ser por fuerza desplazado por el vendaval ultratecnológico. La convivencia es posible. O al menos eso es lo que parece querer decirnos Shawn Levy, que se aplica el cuento inundando su película de alucinantes efectos especiales pero brindando a la vez con el cine familiar aventurero y fantástico de los 70 y los 80 (¿Alguien se acuerda aún de "Se nos ha perdido un dinosaurio" y otras atracciones infantiles cinematográficas, máso menos afortunadas, de la Disney?), como apelando a la convivencia entre lo viejo y lo nuevo, defendiendo un cine infantil del siglo XXI que no tiene porque espantar a los espectadores del siglo anterior.

El Museo de Ciencias Naturales está a punto de echar el cierre porque se ha quedado obsoleto ante las nuevas corrientes de ocio digitalizado. Pero lo obsoleto se resiste a morir, a jubilarse, a ceder el sitio. Lo divertido de "Noche en el museo 2" es precisamente eso: El entretenimiento al fin y al cabo no es tal sino tiene corazón y alma. En un museo o en una sala de cine. Esa melancolía de presente que ya es pasado inyecta un plus de sentimentalismo entrañable a esta segunda entrega que, sin embargo, funciona como toda secuela contemporánea de maquinaria pesada que se precie. La historia es lo de menos: lo importante es el tamaño: más y más grande. Y Levy cumple con creces. Más personajes, más bicharracos y más recursos digitales al servicio del tíovivo. Se exprime aquí la fórmula hasta sus últimas consecuencias. Cobran vida las figuras de cera, las maquetas y los animales disecados, como en la primera parte, pero también lo hacen los cuadros, las pinturas (impagable la plástica brillante de la secuencia en la galería de arte) o los artilugios mecánicos y aeronáuticos.

El resultado es aún más vistoso que el de la digna primera parte. "Noche en el museo 2" es una muy disfrutable película infantil, lo suficientemente grandiosa en lo visual como para ganarse también el favor del público adulto. Es un parque temático condensado en el largo y ancho de una gran pantalla, una película de sentimientos nobles que ataca las recetas oficiales del éxito y que aplaude la felicidad vocacional por pequeña que sea sin aspavientos. No hay una gran historia debajo de la fenomenal ensalada de trucos digitales, pero está en el lado bueno de la balanza, en el del cine infantil-familiar que se reconoce humano, divertido y entrañable a pesar de todo.

La guinda del pastel es la espléndida Amy Adams, otro plus respecto a la primera entrega. Su estimulante y talentosa presencia ennoblece cualquier película. "Noche en el museo 2" no es una excepción.