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Se muestran los artículos pertenecientes al tema Lengua y cultura/Llengua i cultura.

24/07/2009

Perquè Amèrica no parla català

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Més que no pas l’exclusió de colonitzadors catalans de la conquesta d’Amèrica, mite bastit pel nacionalisme català d’inicis del XX i no desmentit fins dates recents, va ser la cojuntural presència majoritària de castellanoparlants a Amèrica, l’evangelització i, per damunt de tot, els processos d’unificació nacional posteriors a l’emancipació de les colònies, els que van establir el castellà com a llengua hegemònica a Amèrica.

De José María Sevilla Marcos: «El Lulismo en España a la muerte de Cristóbal Colón» (Memòries de l’Acadèmia Mallorquina d’Estudis Genealògics, n.º 18, 2008 , pp. 17-27), citant les conclusions de l’estudi de R. Pinya i Homs: La debatuda exclusió catalano-aragonesa de la conquesta (Barcelona: Generalitat de Catalunya. Comissió Amèrica i Catalunya,1992.):

 

La “debatida exclusión catalano-aragonesa de la conquista de América” ha sido y sigue siendo un tema candente entre las reivindicaciones de Cataluña respecto de Castilla y que dio lugar a un importante trabajo realizado por el Prof. Romà Pinya i Homs, por encargo de la Generalitat de Catalunya en la “Comissió Amèrica i Catalunya, de 1992” .

Los resultados a los que llegó el Prof. Pinya Homs en sus conclusiones fueron que, por una serie de motivos, se tuvo que encargar el reino de Castilla-León de la progresión inicial de la conquista y evangelización de aquellos territorios de ultramar. Estos motivos fueron:

 

1)Predominio atlantista del reino de Castilla, que estaba en proceso de colonización de las Islas Canarias. Argumento esgrimible ante la rivalidad con Portugal, sancionado por el Papa Alejandro VI.

2) Ausencia de atractivo para ambos reinos de la repoblación demográfica hacia los nuevos territorios descubiertos. Fue necesario hacer fuertes concesiones a los colonos para que se establecieran en las Indias, siendo menos atendida esta llamada por los catalanes y aragoneses, ya que padecían un déficit demográfico mayor que en Castilla.

3) Si bien existió la contribución de catalanes y mallorquines a la conquista y evangelización de las Islas Canarias en el siglo XIV, fue Castilla en el siglo siguiente, al disponer de naves más avanzadas, las carabelas, la que se hizo cargo de forma exclusiva de la ocupación y culturización de las mismas.

4) A pesar del importante despliegue de catalanes en el  segundo viaje de Colón, va a resultar discontinua su presencia en el nuevo mundo, debido a dos razones: una, la decepción que produjo la experiencia antillana, y, en segundo lugar, la conquista del reino de Nápoles y de las plazas del norte de África que trajo consigo una importante atracción de los catalanes hacia aquellas tradicionales zonas de interés en su historia.

5) A pesar de existir una cierta “leyenda negra” de algunos cronistas castellanos hacia los catalanes, que tenía por finalidad alimentar el exclusivismo castellano, enalteciendo las hazañas de sus conquistadores, nunca Cataluña quedó excluida de la colonización.

6) La colonización catalana en América se incrementó en la medida que aumentara la presión turca en el Mediterráneo.

7) La “Ordenanza” que, según el cronista Herrera,  “prohíbe que no puedan pasar a las Indias sino los naturales de la Corona de Castilla”, el mismo Herrera reconoce que este exclusivismo nunca fue dirigido a los catalanes. Los “privilegios” castellanos desaparecieron a mediados del siglo XVI por la consideración de “españoles” a todos los que ahora ampara la actual Constitución Española. La consolidación del “estatus de español”, desconocido en los diversos ordenamientos jurídicos hispánicos de origen medieval, aparecerá en 1534 y definitivamente en la Cédula Real de 1564, al considerar como extranjeros en las Indias a los que “han ydo de fuera de estos Reynos de Castilla y de Aragón”.

8) Los “privilegios” castellanos desaparecieron a mediados del siglo XVI por la consideración de “españoles” a todos los que ahora ampara la actual Constitución Española. La consolidación del “estatus de español”, desconocido en los diversos ordenamientos jurídicos hispánicos de origen medieval, aparecerá en 1534 y definitivamente en la Cédula Real de 1564, al considerar como extranjeros en las Indias a los que “han ydo de fuera de estos Reynos de Castilla y de Aragón”.

 

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24/07/2009 11:04 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

19/07/2009

La riquesa de les llengües, 10: variació, dret i criminalística

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Els trets lingüístics que aplega una persona són tan definitoris de la seva idiosincràsia com qualsevol altra característica individual. Per la seva aportació a la definició del perfil d’un subjecte, l’estudi de la variació lingüística s’ha convertit en una eina utilíssima per a la criminalística, fins al punt d’arribar a desenvolupar-se’n una especialitat específica de peritatge lingüístic amb aplicacions forenses: la lingüística forense, una jove disciplina lingüística que, com diu l’equip del Laboratori de Lingüística Forense (ForensicLab) de l’Institut Universitari de Lingüística Aplicada (IULA-Universitat Pompeu Fabra) «inclou tota una sèrie d’àrees de recerca i estudi que tenen a veure amb l’ús de l’evidència lingüística en diferents àmbits», entre els quals destaquem els següents:

    * L’ús d’evidència fonològica, morfològica, sintàctica, discursiva, terminològica per identificar parlants d’una determinada varietat lingüística, estil o registre.

    * L’anàlisi de la imitació en la producció de textos amb finalitats criminals.

    * La determinació/atribució d’autoria, tant de textos orals com escrits, i la detecció de plagi.

Des de fa uns anys, l’Idec de la Universitat Pompeu Fabra convoca un Diploma de postgrau en Lingüística Forense (Peritatge Lingüístic Forense).

Per saber-ne més d’aquest camp d’intersecció entre el dret i la lingüística, podeu llegir a Googe Books el manual introductori Lingüística forense, lengua y derecho. Conceptos, métodos y aplicaciones, d’autoria diversa, editat per la directora d’aquest postgrau i del ForensicLab, la M. Teresa Turell.

Els que busqueu més morbo, al web Criminalística teniu la descripció de diversos casos reals d’aplicació forense de la lingüística.

 

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19/07/2009 12:46 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

08/07/2009

07/07/2009

09/02/2009

La riqueza de las lenguas, 8: la diversidad, filón para el estudio científico de la facultad del lenguaje y de la evolución de la especie humana

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Conclusiones generales del estudio de José Luis Mendívil Giró (Universidad de Zaragoza) «¿Qué nos dice la diversidad de las lenguas sobre la facultad del lenguaje? Apuntes para una teoría paramétrica minimalista», un enfoque al que ya se refirió, citando a Kayne, Juan Carlos Moreno Cabrera en su artículo «Gramáticas y academias. Para una sociología del conocimiento de las lenguas» (Arbor, CLXXXIV, 731 mayo-junio 2008), resumido aquí:

Hemos concluido pues que la diversidad lingüística, especialmente la diversidad estructural, nos enseña que la FL de cada persona es distinta (aunque serán muy semejantes en personas que hablan la misma lengua). El hecho de que dicha FL varíe sistemáticamente nos habla de un sistema constreñido, esto es, nos habla de un número finito de posibles configuraciones entre sus componentes. Es por ello que hemos propuesto que el estudio de la diversidad estructural de las lenguas es una vía de acceso privilegiada para desentrañar los componentes, factores y propiedades que integran esa facultad humana.

El modelo presentado sería compatible con el escenario evolutivo planteado por Piatelli-Palmarini y Uriagereka (2004), quienes relacionan la propia diversidad lingüística no sólo con el surgimiento evolutivo de la morfología (flexiva), sino con el propio surgimiento de la sintaxis humana moderna. De ser correcto su especulativo planteamiento, la diversidad de las lenguas no sólo sería, como hemos concluido, una puerta de acceso privilegiada a la FL humana, sino también la clave de su propia evolución en la especie.108

Al margen de esa conclusión general, lo que realmente es relevante de esa propuesta para la que hemos esbozado en estas páginas es la vinculación que estos autores establecen entre la variación lingüística (más bien habría que decir protolingüística) y el surgimiento de la morfología.109

 

[NOTAS:]

108. Incluso sugieren que el mero hecho de la existencia de la diversidad de las lenguas indica que, frente a otras propuestas, la FL y más concretamente la FLN [facultad del lenguaje en sentido estricto, según sus siglas inglesas] sería el resultado de un proceso evolutivo reciente en la historia de la humanidad: “The fact that variation exists, in itself, is a strong argument for the recent evolution of FLN. It would appear that variation in something which is used (even if partially) for communication purposes should have been weeded out by evolution, assuming it doesn’t aid communication. However, if FLN has emerged very recently and core variation is tied up to it, evolution hasn’t had the time to eliminate it” (Piatelli-Palmarini y Uriagereka 2004: 367).

109. El término protolingüístico del texto no se refiere al uso estándar en lingüística histórica de protolengua, sino a la noción evolutiva de protolenguaje (véase Bickerton 1990) que designa la FL anterior a los humanos (según el modelo de Bickerton, un sistema consistente esencialmente en un léxico y una pragmática rudimentaria, pero sin sintaxis).

 

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09/02/2009 14:06 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

16/01/2009

Dades i bibliografia de la Unesco sobre extinció i salvaguarda de llengües

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(Podeu llegir la traducció al català daquest diagrama al Diari per a Tècnics Lingüístics.)

L’exploració d’aquest portal de la Unesco permet l’accés a nombroses dades, recursos i projectes sobre les llengües com a patrimoni immaterial, sobre la seva situació i sobre la seva salvaguarda.

Un exemple dels seus continguts:
Language Vitality and Endangerment
UNESCO Ad Hoc Expert Group on Endangered Languages
Document submitted to the International Expert Meeting on UNESCO Programme Safeguarding of Endangered Languages
Paris, 10–12 March 2003

Versió en francès del document citat, de la qual en traiem aquest extracte:

La diversité linguistique est indispensable au patrimoine de lhumanité. Toutes les langues, quelles quelles soient, offrent un témoignage unique du génie culturel des peuples.

La mort dune langue représente donc une perte pour lhumanité tout entière. Sur les six mille langues répertoriées dans le monde, beaucoup sont menacées de disparition. Il faut impérativement mettre en place une documentation, adopter de nouvelles politiques linguistiques et produire de nouveaux supports pour redynamiser ces langues. Les efforts de coopération entre les populations concernées, les spécialistes des langues, les ONG et les pouvoirs publics sont indispensables pour juguler cette menace. [...]

Une langue est en danger quand elle est en voie dextinction. Elle est mise en danger lorsque ses locuteurs cessent de la pratiquer, réservant son usage à des domaines de plus en plus restreints, et quelle ne se transmet plus de génération en génération. [...]

On estime que 97 % de la population mondiale parle 4 % des langues du monde et,inversement, 96 % des langues du monde sont parlées par 3 % de la population mondiale (Bernard 1996, 142). Notre hétérogénéité linguistique est donc pour lessentiel sous lintendance dune petite minorité de la population mondiale.

Même les idiomes qui comptent plusieurs milliers de locuteurs ne sont plus appris aux enfants ; plus de 50 % des langues du monde perdent des locuteurs. Selon nos estimations, 90 % dentre elles pourraient être remplacées par des langues dominantes dici la fin du XXIe siècle.

Une langue peut être mise en danger par des forces externes, à linstar dune domination militaire, économique, religieuse, culturelle ou éducative, ou par des forces internes, comme la perception négative quune communauté a de sa propre langue. Les pressions extérieures engendrent souvent des pressions intérieures dont la juxtaposition donne un coup darrêt à la transmission des traditions linguistiques et culturelles entre les générations. Beaucoup de peuples autochtones, qui associent leur condition sociale défavorisée à leur culture, ont tendance à croire que cela ne vaut pas la peine de sauvegarder leur langue. Ils renoncent à leur langue et à leur culture dans lespoir de vaincre la discrimination, daccroître leurs revenus, dacquérir une plus grande mobilité ou de se faire une place sur les marchés mondiaux.

Une langue qui meurt entraîne la perte irrémédiable de connaissances uniques sur le plan culturel, historique et environnemental. Chaque langue témoigne à sa façon de lexpérience humaine. Cest pourquoi la maîtrise des langues, quelles quelles soient, peut apporter une réponse aux questions fondamentales de demain. A chaque fois quune langue meurt, nous perdons une partie des éléments qui nous aident à comprendre la structure et la fonction des langues, la préhistoire de lhumanité et à maintenir la grande variété décosystèmes dans le monde. Les populations concernées risquent surtout de considérer cette disparition comme une perte d’identité culturelle et ethnique (Bernard 1992 ; Hale 1998).

Les mesures prises pour éviter la disparition dune langue et sauvegarder la diversité linguistique ne se révéleront positives que si lon attribue un rôle significatif aux langues minoritaires, en fonction des nécessités de la vie contemporaine, tant sur le plan local que national et international. Cela conduira à leur usage quotidien dans le commerce, léducation, lécriture, les arts et/ou les médias. Pour ce faire, il convient dobtenir lappui économique et politique des communautés locales et des gouvernements nationaux.

[...]

 

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16/01/2009 11:26 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

28/11/2008

La riqueza de las lenguas, 7: el mito del castigo de Babel

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«Existe una teoría singular de los orígenes del lenguaje en la obra de un pensador árabe del siglo XI, lbn Hazm. Los lenguas no pueden haber nacido por convención, porque para establecer las reglas los seres humanos habrían tenido necesidad de una lengua precedente. Existió por lo tanto al principio una lengua dada por Dios, y tan rica de nombres y de sinónimos que a través de ella Adán ha podido nombrar sin ambigüedad todas las cosas del universo. Pero entonces esa lengua debe comprender todas las lenguas. La confusión que habría seguido no debería entonces responder a la invención de nuevas lenguas, sino a la fragmentación de aquella lengua única que existía ab initio, y en la que estaban contenidas todas las lenguas por venir.

El don recibido por Adán era el multilingüismo. Precisamente por esto todos los seres humanos son capaces de comprender la revelación, en cualquiera que sea la lengua en la que se expresen.

En tal caso, y una vez más, Babel no representaría la herida de la que se debe sanar, sino el don primordial que debemos reconquistar

(Umberto Eco: «La búsqueda de la lengua perfecta en la lengua europea», ClC, n.º 4, pp. 133-147 Servicio de Publicaciones, Universidad Complutense de Madrid, 1999.)

 

 

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28/11/2008 15:55 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

15/07/2008

La riqueza de las lenguas, 5: el miedo de los hablantes de lenguas subalternas (o carta abierta a Mario Vargas Llosa)

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[Traducido, con permiso del autor, del original en catalán publicado en Vilaweb. Los enlaces son nuestros]

Carta abierta a Mario Vargas Llosa

El escritor peruano, firmante del «Manifiesto por la lengua común», tendría que saber que los que lo han firmado nos dan miedo. Miedo por su fuerza, por el extremo autoritarismo que muestran, por su alergia a la diversidad, por su espíritu colonizador.

TONI STRUBELL

Escritor

Querido señor:

Quien más quien menos ha repasado estos días la lista de los que dan apoyo al «Manifiesto por la lengua común». Morboso de mí, ha sido mi caso. Confieso que la presencia en la lista de gente del campo de la cultura, especialmente de la literatura, ha cautivado especialmente mi atención. Estoy encantado de que Luz Casal y Ramoncín se hayan borrado diciendo que ellos van a favor de la cultura, no en contra, y que los han engañado. Chapeau! Pero he visto que hay un nombre que permanece y destaca, no sólo como firmante sino como promotor; es el suyo: Mario Vargas Llosa. Era previsible, pero no por eso deja de ser terrible. Terrible, digo, porque habiendo leído su libro La ciudad y los perros extraña muchísimo que alguien con la sensibilidad de denunciar las situaciones de abuso y de imposiciones que en él se denuncian sea hoy capaz de suscribir un manifiesto que tan ostensiblemente ataca a los débiles en nombre de los poderosos. Debe de ser que todo el mundo evoluciona, en un sentido u otro.

El manifiesto que ha suscrito dice que todo lo que es público en el Estado tiene que ser en castellano, porque es la «lengua común». No sé si sus promotores son lo bastante conscientes de hasta qué punto esta aseveración denota una voluntad de imposición brutal. Porque eso no es una defensa, sino un claro ataque. Equivale a sustraer a mi idioma todo futuro, toda posibilidad de desarrollarse en el ámbito público. Es lógico, pues, que me haya quedado pasmado al ver cómo alguien de la Cultura, con mayúscula, es capaz de suscribir un manifiesto así a estas alturas del siglo XXI. Ciertamente, lo que usted ha suscrito implica que piensa que mi idioma no vale nada. Y seguramente es cierto que el catalán no puede rivalizar con su hiperidioma, en términos de premios Nobel en los estantes y número de hablantes. De acuerdo. Pero quizás pueda sorprenderle saber que, por ejemplo, el catalán sí que se encuentra entre los primeros veinte idiomas del mundo con respecto a volumen de uso en la red. Es decir, tampoco somos exactamente un «patués», como querrían ustedes. Y si no tenemos más peso, seguramente debe ser del todo ajeno a ello el hecho de que durante muchos años haya sido una lengua proscrita —hecho del cual fue usted testigo directo—. Pero mucho me temo que esta línea de argumentación no le causará ni frío ni calor. O quizás es usted de esos a los que les encanta lo de «Ahora hacen los nacionalistas lo que Franco hacía». ¡Hay que jorobarse!

Me limitaré, pues, a hablarle de aquello que su manifiesto evoca. Y es el miedo. Porque sí, tengo que admitir que me dan miedo los que han podido firmar una burrada así. Miedo de su fuerza. Miedo de las muchas cosas que comparten acríticamente con los franquistas. Miedo del extremo autoritarismo del mensaje que han lanzado. Miedo de la inmensa sensación de indignación que causan a tantos familiares y amigos, realmente afectados por la voluntad de aniquilación que ustedes demuestran. Miedo, también, de su alergia a la diversidad.

No sé en qué ambientes se movió usted cuando vivió entre nosotros, en Barcelona, pero piense que esta tierra que le acogió ha pensado, cantado, querido y llorado durante mil años en la lengua catalana. Nuestros abuelos no sabían castellano, y bien que tuvieron una sabia cultura con su pequeño lugar —también— en la historia de la humanidad, que ahora quieren ahogar. ¿Por qué nos quieren quitar lo que tienen todos los países normales? ¿Qué les da derecho a decir que no somos nada?: ¿la fuerza?, ¿el antiguo imperio?, ¿la arrogancia del progre globalizado?, ¿la larga oleada del anticatalanismo? No se engañe; eso que los mueve tiene un nombre, ahora y siempre: espíritu colonizador. ¿Por qué contra el catalán todo vale? ¿Se ha detenido alguna vez a pensarlo? Para usted, ¿cuántos millones convierten una cosa en «común», y cuántos la condenan a la nada? ¿Qué tara tenemos, nosotros los catalanohablantes, que haga eliminable nuestra lengua en el ámbito público? Permítame decirle que no veo ninguna diferencia entre lo que predican ustedes y lo que hacen los chinos en el Tíbet.

Sepa usted, autor de La ciudad y los perros, que mientras luchan con furia para que el reino del castellano sea absolutoa un lado y otro del charco—, quizás se están ustedes esforzando en balde. Porque tienen ya mucho ganado. De entrada, nosotros, los catalanes, no podemos llevar una vida normalmente en catalán en nuestra propia casa, como sí pueden llevarla ustedes en castellano. Por lo tanto, no sueñen más utopías porque ya las tienen aseguradas. En la actualidad, el Estado sólo emite un 97 % de su publicidad institucional en castellano. ¿No es bastante? ¿Tan insaciables son? Además, disponen de instrumentos de castellanización masiva en nuestro territorio, como son La Vanguardia, el Grupo Planeta y casi todo el parque de cines y cadenas de televisión. Por cierto, un canal de TV firmante de su manifiesto actualmente no tiene ni un triste minuto de programación en mi lengua, por si eso los consuela. Y pueden respirar tranquilos, porque la Guardia Civil está muy activa desmontando repetidores de TV3 en el País Valenciano sin que ningún manifiesto suyo lo haya denunciado. Francamente, no sé de qué se quejan. Con respecto al espacio común, pueden perder cuidado, porque ningún cantante catalán les robará un solo segundo de espacio televisivo español cantando en mi lengua. Todo es para ustedes. ¿Todavía quieren más?

Pero lo que seguramente más causa su queja, supongo, es el tema de la enseñanza, ¿verdad? Pues sí, en la enseñanza pública en Cataluña el idioma vehicular es el catalán, como lo es el neerlandés en Holanda o el danés en Dinamarca. Como ustedes, nosotros tampoco queremos que se acaben creando dos comunidades segregadas en este país nuestro. Queremos una sola comunidad en que todo el mundo conozca por igual tres idiomas. Y ésta es la realidad que todas las encuestas y estudios revelan que se cumple magníficamente. Y si usted no es lo bastante sensible para darse cuenta de ello, al menos tenga la decencia de respetar nuestra sensibilidad y de identificarse un instante con los subalternos. Como hizo cuando escribió, hace ya tantos años, La ciudad y los perros. Una lectura de verano infinitamente más recomendable y culta que el manifiesto que acaban ustedes de redactar.


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26/03/2008

La riquesa de les llengües, 4: vida, assetjament, abandonament i mort de les llengües

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L’Avui acaba de publicar, en la seva versió en paper, una entrevista a la Carme Junyent (ecolingüista i creadora del GELA) justament ara que jo estava llegint, gairebé en paral·lel, diverses obres seves i el treball de doctorat del Pere Comellas, dirigit per ella, entorn a quelcom tan crucial per al futur de les llengües com són les actituds lingüístiques dels parlants més joves i en l’àmbit de l’ensenyament.

Per si us interessa i no la coneixíeu, teniu aquí una descripció més detallada del procés d’extinció de les llengües (i de la catalana en concret), de la pròpia Carme Junyent, de la qual voldria destacar unes línies que em permetran introduir una recent novetat editorial i lligar alhora aquesta entrada amb el següent lliurament d’aquesta sèrie:

I és que els processos de substitució lingüística tenen tants trets en comú que és inevitable pensar que, de la mateixa manera que anem plegats cap a l'extinció, hem de capgirar el nostre destí conjuntament... amb la col·laboració imprescindible dels parlants de llengües majoritàries que hi tenen a perdre tant com nosaltres i als quals, com a nosaltres, se’ls està negant un coneixement i una informació imprescindibles per poder assumir un paper responsable en la preservació de la diversitat lingüística.

Als parlants de llengües majoritàries —també majoritàriament monolingües o bilingües només de llengües internacionals—, no només se’ls nega la percepció de les llengües com a patrimoni de la humanitat, sinó que, com hem vist tants cops en aquesta bitàcola, se’ls està inculcant un concepte purament capitalista, colonial i neoliberal de les llengües, segons el qual el valor d’una llengua es mesura en funció del seu potencial d’universalització (d’expansió, globalització i deslocalització, de fet; o del que Karen Woolard anonema «ideologia de l’anonimat») i en la capacitat productiva de la seva comunitat de parlants (sense esmentar mai quins són els beneficiaris reals d’aquesta productivitat); un concepte reduccionista que relaciona el «progrés» dels ciutadans amb l’abandonament lingüístic de les llengües més locals, amb menys pes demogràfic o econòmicament més febles.

Pel que fa al català i la seva projecció escrita, ja ho deia, de fet, la Carme Chacón: «Catalunya ha de ser el primer editor en català i castellà [...] el català no ha de suposar un fre», per molt que el castellà sigui no només un fre sinó tota una marxa enrere per al català, gràcies a aquest bilingüisme asimètric/diglòssic (trampós, de fet) que els reduccionistes tant celebren i que els monolingües mai adoptarien.

Sortosament, de tant en tant, hi ha al món mostres de lucidesa en parlants de llengües majoritàries com el lingüista madrileny Juan Carlos Moreno Cabrera, no només capaç de reconèixer els paranys del discurs de la grandesa i universalitat de les llengües colonials, i de descriure’l i analitzar-lo (1 i 2), sinó d’afirmar ¡a El Mundo!, sense embuts, quelcom de tant evident com que «Según la definición que yo hago del nacionalismo lingüístico, no existe ni el vasco, ni el catalán ni el gallego. A ningún catalán se le ocurriría pensar que su lengua se hablara en Málaga. Y sería extraño que el catalán fuera la lengua oficial en Castilla. Sin embargo, que el castellano se considera lengua oficial en Cataluña se considera normal. Y no, es tan anómala una cosa como la otra. En la ideología nacionalista españolista, cuando hay un paso que pueda poner en duda que el castellano sea dominante, hay protestas».

Però el més curiós de tot no és trobar aquests oasis intel·lectuals en el desert, sinó constatar la paradoxa que, en l’actual competició pel podi de la primera divisió de les llengües, els teòrics i estrategs de la francofonia, la lusofonia i la hispanofonia abracen el discurs de la diversitat per justificar les seves ambicions expansives, com ben aviat veurem aquí.

Silvia Senz (Sabadell)

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26/03/2008 17:41 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

25/02/2008

La riquesa de les llengües 2: tots els beneficis de la promoció de la diversitat

Ja ho dèiem fa ben pocs dies: la perversió del discurs del multilingüisme, de l’interculturalisme i de la defensa dels drets lingüístics en societats cada cop més complexes (lingüística i culturalment) és, hores d’ara, l’estratègia desplegada pels interessats en perpetuar l’estatus d’hegemonia de la llengua castellana a Espanya, i per reclamar-hi un estatus equiparable al de l’anglès (o almenys al del francès) en el món.

Una mostra ben clara és el groller parany de l’escola pública catalana que la presidenta de la Comunitat de Madrid, Esperanza Aguirre, vol obrir a la capital «en atenció» a la demanda que hi ha per part de la comunitat catalana instal·lada a Madrid —confonent, com sempre, l’essència del que és públic amb els criteris propis del sector privat empresarial—, amb un afany exemplificador/distorsionador ben palès en aquesta genial paròdia del nois del Polònia.

Afortunadament, la reacció del Departament d’Educació mostra que no som tan babaus d’empassar-nos l’ham: ha ofert d’ampliar el suport perquè els alumnes estrangers puguin aprendre la seva llengua i cultura d’origen en horari extraescolar:

El Departament d’Educació potenciarà les classes extraescolars destinades a aquells alumnes que volen aprendre la cultura i llengua d’origen pròpia. A Catalunya en el curs 2007-2008, 1902 alumnes estudien la llengua materna com a activitat extraescolar als mateixos centres docents. Les llengües que actualment es poden aprendre són l’àrab, el xinès, l’amazig, l’holandès, el portuguès i el romanès. El director general d’Innovació, Joan Badia, ha explicat que des del Departament s’han signat convenis amb institucions, consolats o associacions perquè els alumnes puguin aprendre la seva llengua amb l’objectiu de preservar la “riquesa lingüística” del país.
Actualment, les llengües maternes més esteses entre l’alumnat català són l’àrab, l’amazig, el romanès i el xinès (mandarí). En total, els alumnes d’origen estranger a Catalunya procedeixen de 155 estats diferents, però parlen més de 250 llengües. A banda de potenciar les classes extraescolars, el Departament, fruit d’una resolució del Parlament de Catalunya, està treballant per incorporar com a llengua extraescolar el quítxua, que es parla a països com Equador, Bolívia, Xile o l’Argentina, i en un futur l’urdu, que es parla majoritàriament a l’Índia i el Pakistan.

Per sort, al Govern de la Generalitat de Catalunya encara li queda un bri de discerniment del que és públic i del que és privat, i del que significa veritablement, des d’un punt de vista educatiu, harmonitzar els diferents papers de les llengües (cohesió social, funcionalitat i enriquiment cultural). I ha demostrat que té, a més, clara consciència de la necessitat d’allunyar-se d’una polarització castellanoparlants/catalanoparlants que no només és nociva, sinó que ja no respon a cap realitat social (vegeu 1 i 2).

Per cert, de la notícia citada, no es perdi el lector la lectura de la relació entre respecte a la diversitat i millora dels negocis, un fet que encara moltes empreses (no cal dir les editorials catalanes) ignoren i que fa que no promoguin com cal el desenvolupament i implementació empresarial de les tecnologies lingüístiques que tan fàcilment podrien franquejar els obstacles de la diversitat.

Ja ho comentava en Miquel Pueyo a El fantasma de la mort del català (pp. 77 i 78):

[...] moltes empreses, multinacionals o no, són cada cop més conscients dels inconvenients que els planteja pretendre funcionar en una sola llengua —l’any 2000, al Regne Unit, l’Informe Nuffield va demostrar a les empreses britàniques que confiaven excessivament en l’autosuficiència del seu monolingüisme anglès [el mateix que passa amb el castellà a les empreses espanyoles que operen a Espanya i Amèrica Llatina] i que això els estava fent perdre un 20 % d’oportunitats de negoci , davant dels competidors que podien atendre els clients en les seves respectives llengües—. Per tant, l’ús de la llengua del client és una estratègia intel·ligent de proximitat que augmenta la seva satisfacció i que en facilita la fidelització. L’experiència de grans empreses catalanes que posen a disposició dels seus clients webs multilingües per interaccionar amb ells i per a les seves transaccions econòmiques [...] demostra que entre un 80 % i un 98 % d’aquesta tria, l’opció es la llengua catalana.

 

 

Actualització (03/03/2008): Per la seva banda, com recollia recentment el diari digital Directe!cat, el Departament de Governació i Administracions Públiques ha començat a distribuir entre els assistents a les fires internacionals el llibret informatiu Catalan, a business opportunity (en anglès) explicant l’oportunitat de negoci que ofereix la llengua catalana i el potencial del mercat en català.

 

Silvia Senz (Sabadell)

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25/02/2008 13:13 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

22/02/2008

La riquesa de les llengües 1: el Dia Internacional de la Llengua Materna

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Ahir, 21 de febrer, l’Any Internacional de les Llengües (2008) es va obrir amb la celebració del  Dia Internacional de la Llengua Materna, una diada anual instituïda l’any 1999 per la Conferència General de la UNESCO, per tal de cridar l’atenció sobre la fragilitat de milers de llengües que, durant els darrers segles, s’han anat convertint en llengües marginals en un context de consolidació de llengües oficials i de llengües de comunitats lingüístiques més poderoses des del punt de vista demogràfic, econòmic o mediàtic.

És, doncs, no només una data de celebració del multilingüisme, sinó de quelcom molt més necessari en temps de globalització uniformadora i reduccionista: de reivindicació de la sostenibilitat del patrimoni lingüístic de la humanitat. Perquè amb la desaparició d’una llengua, «perdem el coneixement col·lectiu, únic i mil·lenari, transmès per aquesta llengua [...]. Això pot incloure esferes del coneixement humà com la història, generalment oral, l’ecologia, la biodiversitat, les plantes medicinals, les pràctiques espirituals, la literatura oral, l’humor, les cançons, etc. També implica la pèrdua de la identitat social i cultural, ja que el símbol d’identitat grupal més poderós és la llengua». (Llengües d’Amèrica. IV Fòrum de les Llengües Ameríndies/Lenguas de América. IV Forum de las Lenguas Amerindias, Casa Amèrica Catalunya-ACCD-Linguapax-Linguamón, Barcelona, Km 13.774, 2007, cap. «Diversitat cultural i patrimoni cultural immaterial a Amèrica Llatina i el Carib», p. 174.)

Tanmateix, no falta qui (1, 2,* 3...) en perverteix i capgira el contingut reivindicatiu, en una acomodació del discurs de l’ecolingüística al neoliberalisme aristolingüístic que, en combinació amb el nacionalisme espanyol, té a Espanya usos estratègics tant en la legitimació de l’estatus de privilegi de la llengua castellana de portes endins, com en la legitimació del seu estatus de llengua internacional «de primera divisió» —i de les accions coordinades i les polítiques cultural, exterior i econòmica* que la promouen— de portes enfora (fet que ben aviat analitzarem en aquest blog). Com denunciaven Joan Moles i Jordi Palou a «Salvar les llengües americanes: el que fem malament, sabem fer-ho millor?» (o. cit., pp. 36-46), no debades els governs europeus —l’espanyol inclòs—, els seus polítics, els seus intel·lectuals i els seus mitjans de comunicació han construït un doble discurs, ple de cinisme, sobre les llengües:

1) el políticament correcte, segons el qual s’elogia la diversitat lingüística («Què boniques, importants i bla, bla, bla que són les llengües dels altres! Com més exòtiques, rurals, petites, folklòriques, aïllades... més boniques i interessants!»);

2) el NIMBY (not in my back yard), segons el qual la diversitat lingüística està molt bé, però sempre que no hi haguem de destinar gaire recursos, no entorpeixi l’avenç nacional i internacional de la nostra pròpia llengua, i puguem confinar-la en reserves lingüístiques (per a les llengües que encara malden per perviure) o en museus antropològics (per a les que ja han «traspassat»). Una actitud de la qual, per cert i paradoxalment, no estem exempts els catalanoparlants a l’hora d’implicar-nos en el qüestionament dels estralls de l’herència lingüística colonial i post-colonial de l’espanyol més enllà de les nostres fronteres.

Potser que ens ho fem mirar.

Silvia Senz (Sabadell)

 

 

*Recomanem als lectors d’A&C que llegeixin també amb atenció els encertats comentaris al peu d’aquestes notícies.

 

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22/02/2008 14:22 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

21/12/2007

Bon Nadal, dit de més de 300 maneres

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Via aquest web. Però n’hi deu haver moltes maneres més...

 

Acholi - Mot ki Yomcwing Botwo Me Mwaka Manyen

Adhola - Wafayo Chamo Mbaga & Bothi Oro Manyeni

Aeka- Keremisi jai be

Afrikaans - Geseende Kerfees en ‘n gelukkige nuwe jaar

Ahtna - C’ehwggelnen Dzaenh

Aklanon - Malipayon nga Paskwa ag Mahigugmaon nga Bag-ong Dag-on

Albanian - Gëzuar Krishlindjet Vitin e Ri!

Aleut - Kamgan Ukudigaa

Alsatian - E gueti Wïnâchte & E glecklichs Nej Johr!

Alur - Wafoyo Kado Oro & Wafoyo Tundo Oro manyeni

Alutiiq - Spraasnikam & Amlertut Kiaget!

American Sign Language

Amharic - Melkam Yelidet Beaal

Amuesha - Yomprocha’ ya’ nataya

Andalusian - Felíce Pahjcua y Felí Año, or Felí Navidá y Próhjpero Año Nuevo

Angami - U kenei Christmas mu teicie kes a-u sie teicie
kesa-u sie niepete keluo shuzaie we

Apache (Western) - Gozhqq Keshmish

Arabic - I’D Miilad Said ous Sana Saida

Aragonese - Nabidà! & Goyosa Añada benién

Aramaic - Edo bri’cho o rish d’shato brich’to!

Aranés - Bon Nadau!

Arawak - Aba satho niw jari da’wisida bon

Armenian - Shenoraavor Nor Dari yev Soorp Janunt

Aromanian - Crãciunu hãriosu shi unu anu nãu, bunu!

Araucanian - Wi tripantu in che

Asturian - Bones Navidaes & Gayoleru anu nuevu!

Assamese - Rongaali Bihur xubhessaa lobo

Ata - Maroyan na Pasko woy kaopia-an ng Bag-ong
Tuig kaniyo’t langon mga sulod

Aukan - Wi e winsi i wan bun nyun yali

Aymara - Sooma Nawira-ra

Azeri - Tezze Iliniz Yahsi Olsun

Bafut - Mboni Chrismen & Mboni Alooyefee

Bahasa/Malaysia - Selamat Hari Natal dan Tahun Baru

Bamoun - Poket Kristmet & Poket lum mfe

Banen - Enganda ye hiono mes & Hion Hios Hes

Bandang - Mbung Mbung Krismie & Mbung Mbung Ngouh Suiie

Basque - Zorionak eta Urte Berri On!

Bassa - Ngand Nwi Lam & Mwi Lam

Batak Karo - Mejuah-juah Ketuahen Natal

Bemba - Kristu abe nenu muli ino nshiku nkulu ya Mwezi

Belorussian - Winshuyu sa Svyatkami i z Novym godam!

Bengali - Shuvo Baro Din - Shuvo Nabo Barsho

Bhojpuri - Naya Sal Mubarak Ho

Bicolano - Maugmang Capascuhan asin Masaganang Ba-gong Taon!

Bislama - Mi wisim yufala eerywan one gutfala Krismas
& mo wan hapi New Year long

Blaan - Pye duh di kaut Kristo klu munt ug Felemi Fali!

Blackfoot - I’Taamomohkatoyiiksistsikomi

Bohemian/Czech - Prejeme Vam Vesele Vanoce a Stastny novy rok

Brahui - Arkas caik xuda are

Breton - Nedeleg laouen na bloav ezh mat

Bulgarian - Chestita Koleda i Shtastliva Nova Godina

Bulu - Duma e bo’o

Bura - e be Zambe e Usa ma ka Kirisimassu

Catalan - Bon Nadal i feliç any nou!

Cantonese - Seng Dan Fai Lok, Sang Nian Fai Lok

Carib - Sirito kypoton ra’a

Carrier - Zoo dungwel & Soocho nohdzi doghel

Carolinian - Ameseighil ubwutiiwel Layi Luugh me raagh fee

Cebuano - Malipayong Pasko ug Bulahang Bag-ong Tuig!

Chamorro - Filis Pasgua & Filis Anu Nuebo

Chaha Bogem h n mh m & Boxem as nana-h m

Chamba - Wi na ge nyare Su dome Kirismass

Chavacano - Felices Pascua y Prospero Anyo Nuevo

Cherokee - Danistayohihv & Aliheli’sdi Itse Udetiyvsadisv

Cheyenne - Hoesenestotse & Aa’e Emona’e

Chichewa - Moni Wa Chikondwelero Cha Kristmasi

Chiga - Mwebare khuhika - Ha Noel

Choctaw - Yukpa, Nitak Hollo Chito

Cornish - Nadelik looan na looan blethen noweth

Corsican - Bon Natale e Bon capu d’ annu

Cree - Mitho Makosi Kesikansi

Creek - Afvcke Nettvcakorakko

Creole/Seychelles - Bonn e Erez Ane

Croatian - Sretan Bozic

Dagbani - Ni ti Burunya Chou & Mi ti yuun

Damara/Nama - Khiza

Danish - Glædelig Jul og godt nytår

Dibabawon - Marayaw na Pasko aw Bag-ong Tui g kaniyo tibo na mga soon

Dinka - Miet puou yan dhiedh Banyda tene Yin

Dine/Navajo - Ya’at’eeh Keshmish

Divehi - Ufaaveri aa ahareh

Dschang - Chrismi a lekah Nguo Suieh

Duri - Christmas-e- Shoma Mobarak

Dutch - Vrolijk Kerstfeest en een Gelukkig Nieuwjaar!

Egyptian - Colo sana wintom tiebeen

English - Merry Christmas & Happy New Year

Eritrean - Rehus-Beal-Ledeat

Esperanto - Gajan Kristnaskon & Bonan Novjaron

Estonian - Rõõmsaid Jõulupühi ja Head uut aastat

Ethiopian - enkuan le berhane ledtu adrswo

Éwé - Blunya na wo

Ewondo - Mbemde abog abyali nti! Mbembe Mbu!

Faroese - gleðilig jól og eydnuríkt nýggjár!

Fali - Use d’h Krismass

Farsi - Sal-e no mubarak

Fijian - Me Nomuni na marau ni siga ni sucu dei na yabaki vou

Finnish - Hyvää Joulua or Hauskaa Joulua - 0nnellista uutta vuotta

Flemish - Zalig Kerstfeest en Gelukkig nieuw jaar

French - Joyeux Noël et Bonne Année!

Frisian - Noflike Krystdagen en in protte Lok en Seine yn it Nije Jier!

Friulian - Bon Nadâl e Bon An Gnûf

Fulfulde - Jabbama be salla Kirismati

Gaddang - Mangamgam Bawa a dawun sikua diaw amin

Galician - Bon Nadal e Bo Ani Novo

Gari - !Soalokia God i gotu vasau, mi lao ke ba na
rago vanigira ara dou i matana!

Gciriku - Mfiyawidi yaKrisimisa & Marago ghaMwaka waUpe

Georgian - Gilotsavt Krist’es Shobas & Gilosavt akhal ts’els

German - Fröhliche Weihnachten und ein glückliches Neues Jahr!

Gikuyu - Gia na Thigukuu njega Na MwakaM weru wi Gikeno

Gitskan - Hisgusgitxwsim Ha’niisgats Christ gankl Ama Sii K’uuhl!

Golin - Yesu kule nongwa kaun umaribe ongwa ena mone di mile wai wen milo

Greek - Kala Christougenna Ki’eftihismenos O Kenourios Chronos

Greenlandic - Juullimi Ukiortaassamilu Pilluarit

Guahibo - Pexania Navidadmatacabi piginia pexaniapejanawai paxainaename

Guambiano - Navidadwan Tabig tugagunrrigay & Sru pilawan kasrag utunrrigay

Guarani - Avyaitete ahi ko Tupa ray arape qyrai Yy Kapyryin rira

Guarayu - Imboeteipri tasecoi Tupa i vave! & Ivve ava Tupa
rembiaisu toyuvirecoi turpi oyeaisusa pipe!

Gujarati - Natal ni shub kaamnao & Saal Mubarak

Gwere - Osusuku Omusa & Masuke Omwaka

Gwich’in - Drin tsal zhit shoh ohlii & Drin Choo zhit zhoh ohlii

Han - Drin tsul zhit sho ahlay & Drin Cho zhit sho ahlay

Hausa - Barka da Kirsimatikuma Barka da Sabuwar Shekara!

Hawaiian - Mele Kalikimaka & Hauoli Makahiki Hou

Haya - Waihuka na Noeli & Waihhuka n ‘Omwaka

Hebrew - Mo’adim Lesimkha. Shanah Tova

Heiban - Ati kalo gathje uwa gigih

Herero- Okresmesa ombwa Ombura ombe ombwa

Hiligaynon - Malipayon nga paskua & Malipayon Nga Bag-ong tuig

Hindi - Shubh Naya Baras

Holo - Seng-tan khoai-lok!

Hmong - Nyob Zoo Xyoo Tahiab

Hungarian - Kellemes karácsonyi ünnepeket és Boldog újévet!

Hungduan - Maphon au nitungawan. Apo Dios Kituwen baron di toon

Iban - Selamat Ari Krismas enggau Taun Baru

Ibanag - nga Pascua

Icelandic - Gleðileg Jól og Farsaelt Komandi ár!

Igbo - Ekelere m gi maka Keresimesi na ubochi izizi afo ozo

Ikiribati - Te Mauri, Te Raoi ao Te Tabomoa nakoimi nte Kirimati ao te Ririki ae Bou

Ilocano - Naimbag a Pascua ken Naragsac nga Baro nga Tawen!

Imbongu - Gotenga malo Jisasi Karaist

Indonesian - Selamat Hari Natal & Selamat Tahun Baru

Inuktitut - quviasupvisiutsiarit arraagurmilu nutaami !

Inupiaq - Annaurri Aniruq & Paglaun Ukiutchiaq

Inupiatun - Quvianaq Agaayuniqpak

Iraqi - Idah Saidan Wa Sanah Jadidah

Irish - Nollaig Shona Dhuit

Iroquois - Ojenyunyat Sungwiyadeson homungradon nagwutut & Ojenyunyat osrasay

Italian - Buon Natale e Felice Anno Nuovo

Japanese - Shinnen omedeto. Kurisumasu Omedeto

Javanese - Sugeng Natal lan warsa enggal

Jèrriais - Bouan Noué et Bouanne Année

Kabyle - Assegwas ameggaz

Kadazan - Kotobian Tadau Do Krimas om Toun Vagu

Kahua - Na vagevageha surireua na Kirisimasi ma na harisi naoru

Kala Lagaw Ya - Ngi ngayka Koei trimal Kaz

Kambaata - eman haaro wegga illisholce

Kamba - Ithiwa na Kisimsi Kiseo & Na Mwaka Mweu Museo

Kannada - Hosa Varushada Subhasayagalu

Karelian - Rastawanke Sinun, Uvven Vuvenke Sinun

Kaqchiquel - Dios tik’ujie’ avik’in

Kashmiri - Christmas Id Mubarak

Kawalib - Amirnar Krismas Gi

Khasi - Krismas basuk & Snem thymmai basuk

Kimeru - ugie na thigunku ijega na mwaka jumweru

Kinyarwanda - Umunsi Mwiza

Kirundi - Noeli Nziza & Umwaka Mwiza

Kom - Isangle Krismen & Isangle beng i fue

Konkoni - Khushal borit Natalam

Korafe - Keremisi ewewa

Korean Sung Tan Chuk Ha

Kosraean - Tok Tapeng & Engan ya sasu

Koyukon - Denaahto’ Hoolaank Dedzaanh Sodeelts’eeyh

Krio - Appi Krismes en Appi Niu Yaa

Kuanua - A Bona Lukara na Kinakava

Kurdish - Seva piroz sahibe u sersala te piroz be

Kwangali - Kerekemisa zongwa & Erago moMumvho gomupe

Kyrghyz - JangI jIlIngIz guttuu bolsun!

Ladin - Bon Nadel y Bon Ann Nuef

Lakota - Wanikiya tonpi wowiyuskin & Omaka teca oiyokipi

Lamnso - Kisheri ke Kisimen & Vijung ve kiya kefiyki

Lango - Afoyo Chamo Mwake & Apoyo Mwaka Manyeni

Latin - Pax hominibus bonae voluntatis

Latvian - Prieci’gus Ziemsve’tkus un Laimi’gu Jauno Gadu!

Lausitzian - Wjesole hody a strowe nowe leto

Lebanese - Milad Saeed wa Sanaa Mubarakah

Limburgisch - ne gooie keersmès en e zaolig nujjaor!

Lithuanian - Linksmu Kaledu ir laimingu Nauju metu

Livonian - Jovi talshpivdi un Vondzist uto aigasto

Lower Tanana - Bet’oxdilt’ayi bedena’ ch’exulanhde dranh ninoxudedhet

Lozi - Kilisimasi ya nyakalalo & Silimo se sinca sa tabo

Luganda - Amazalibwa Agesanyu & N’Omwaka Omujaa Ogwemirembe

Lugbara - Enyaa Krismas moke dika efii eli o’diru ria moke

Luhya - Isuguku Indahi & Nu Muhiga Musha

Luo - Sikuku Mar Higa Kod Mor & Mar Kiga Manyien
Luritja - Wai! Nyuntu Larya?

Luxembourgeois - Schéi Krëschtdeeg an e Schéint Néi Joer

Macedonian - Srekan Bozik I Nova Godina

Madura - Pada salamet sabhala bengko areja

Makassar - Salama’ Natal & Selamat Tahun baru

Malagasy - Arahaba tratry ny Krismasy

Mambwe - Kristu aye namwe umu nsikunkulu ino iya Mwezi

Malayan - Selamat Hari Natal

Malayalam - Christumas Mangalangalangal & Puthuvalsara Aashamsakal

Maltese - Nixtieqlek Milied Tajjeb u Sena Tajba

Mandarin - Kung His Hsin Nien bing Chu Shen Tan

Mandobo - Mepiya Pagasaulog sa pagka-otawni Jesus aw maontong kaling Omay!

Mangyan - Mayad paq Pasko kag

Mansaka - Madyaw na Pasko aw malipayong Bag-ong Tuig kamayo, mga lumon

Manx - Nollick ghennal as blein vie noa

Maori - Kia orana e kia manuia rava i teia Kiritimeti e te Mataiti Ou

Marathi - Shub Naya Varsh

Margi - Use aga Kirismassi

Marshallese - Monono ilo raaneoan Nejin & Jeramman ilo iio in ekaal

Mataco-Mataguayo - Lesilatyaj ihi Dios ta i ppule ye, Letamsek ihi wichi ta Dios ikojejthi ta i honat e

Maya/Yucateco - Utzul mank’inal

Medlpa - Enim Mutuiyo!

Meithei - Krismas Hlomum & Kumthar Lawmum

Mingrelian - k’irses mugoxuamant & axal ts’anas mugoxuamant

Mongolian - Zul saryn bolon shine ony mend devshuulye

Monégasque - Festusu Natale e Bona ana noeva

Moro - Nidli pred naborete nano

Moru - Medu amiri ovuru Yesu opi amaro

Muyu - Lip Ki amun aa Natal Kowe

Naasioi - Tampara Kirisimaasi

Naskapi - miywaaitaakun mikusaanor & kiyaa maamiyupiyaakw minuwaach pipuun

Ndjem - Mbeya mbeya Ebiel & Mbeya mbeya mbu

Ndogo - Esimano olyaKalunga gwokombandambanda! & Nombili kombanda yevi maantu e ya hokwa!

Ndonga - Okrismesa iwa & Omude Mupe wa Punikwa

Nepali - krist Yesu Ko Shuva Janma Utsav Ko Upalaxhma Hardik Shuva & Naya Barsa Ko harkik Shuvakamana

Newari - Nhu Da Ya Vintuna

Nii - Nim Ono

Niuean - Monuina a Aho Kilisimasi mo e Tau Foou

Norweigan/Nynorsk - eg ynskjer hermed dykk alle ein god jul og godt nyttår

Norweigan/Bokmål - God Jul og Godt Nyttår

Notu/Ewage - Keremisi dave be

Nyanja - Kristu akhale ndi inu munyengo ino ya Christmas

Nyankore Mukhulukhe Omwaka

Occitan - Polit nadal e bona annada

Ojibwe (Chippewa) - Niibaa’ anami’egiizhigad & Aabita Biboon

Oneida - Wanto’wan amp; Hoyan

Oriya - Sukhamaya christmass ebang khusibhara naba barsa

Orokaiva - Keremisi javotoho

Oromo - baga wagaa hara isinin gaye

Palauan - Ungil Kurismas

Pompangan - Malugud Pascu at saca Masayang Bayung Banua!

Pangasinan - Maabig ya pasko & Maliket ya balon taon

Papiamento - Bon Pasco i Feliz Aña Nobo

Pashto - De Christmas akhtar de bakhtawar au newai kal de mubarak sha.

Pennsylvania German - En frehlicher Grischtdaag unen hallich Nei Yaahr!

Pohnpeian - Peren en Krismas & Peren en Parakapw

Polish - Wesolych Swiat i Szczesliwego Nowego Roku.

Portuguese - Boas Festas e um feliz Ano Novo

Punjabi - Nave sal di mubaraka

Pashto - Christmas Aao Ne-way Kaal Mo Mobarak Sha

Q’anjob’al - chi woche swatx’ilal hak’ul yet yalji Komami’

Quechua - Sumaj kausay kachun Navidad ch’sisipi & Mosoi Watapi sumaj kausay kachun

Quiche’ - Dioa kkje’ awuk’

Rapa-Nui - Mata-Ki-Te-Rangi & Te-Pito-O-Te-Henua

Rarotongan - Kia akakakaia te Atua i runga i te rangi Teitei,
e ei au to to teianei ao, e kia aroaia mai te tangata nei.

Rengma - Anu keghi Christmas nu amapi kethighi wa salam pi nthu chupenle

Rheto-Romance - Bella Festas daz Nadal ed in Ventiravel Onn Nov

Romani - Bachtalo krecunu Thaj Bachtalo Nevo Bers

Romanian - Craciun fericit si un An Nou fericit!

Rongmei - Mei kathui nata neila mei Khrisrmas akhatni gai mei tingkum kathan tu-na arew we

Roviana - Mami tataru Kirisimasi koa gamu doduru meke qetu qetu vuaheni vaqura ia
Russian - Pozdrevlyayu s prazdnikom Rozhdestva i s Novim Godom

Salar - YangI yilingiz gotlI bulsIn!

Sambal - Maligayang Pasko at Masayang Ba-yon Taon!

Sámi - Buorit Juovllat ja Buorre Oddajahki

Saamia - Muwule Omwaka Enjaya

Samoan - Ia manuia le Kilisimasi ma le tausaga fou

Sango - Gloire na Nzapa na ndouzou aho kouè, Na siriri na ndo sessé na popo ti ajo so amou nguia na

Santali - Raska nawa Serma

Saramaccan - Nuan wan suti jai o!

Sardinian - Bonu nadale e prosperu annu nou

Scots Gaelic - Nollaig chridheil agus Bliadhna mhath ur!

Secoya - Sihuanu’u Ejaerepa aide’ose’ere & Sihuana’u huaje ametecahue

Semandang - Selemat gawai Natal

Seneca - a:o’-e:sad yos-ha:-se:’

Serbian - Sretan Bozic. Vesela Nova Godine

Sicilian - Bon Natali e Prosperu Annu Novu !

Sinhala - Subha nath thalak Vewa. Subha Aluth Awrudhak Vewa

Slavey - Teyatie Gonezu

Soga - Mwisuka Sekukulu

Songe - Kutandika kua Yesu kuibuwa! & Kipua kipia kibuwa!

Sorani - Newroz le to Piroz be

Sorbian - Wjesole hody a strowe Nowe leto.

Somali - ciid wanaagsan iyo sanad cusub oo fiican.

Sotho/North - Mahlatsi a Matswalo a Morena le Ngwaga o Moswa

Sotho/South - Litakalerso Tse Monate Tsa Kere Semese Le Mahlohonolo a Selemo Se Secha

Slovakian - Vesele Vianoce a stastny novy rok

Slovene - Vesele bozicne praznike in srecno novo leto

Sorbian - Wjesole hody a strowe Nowe leto

Spanish - Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo

Sranan - Wan switi kresneti nanga wan bun nyun yari!

Subanen - Piak Pasko Pu Piag Bago Tawn

Sudanese - Wilujeng Natal Sareng Warsa Enggal

Suena - Kerisimasi kokopai

Surigaonon - Malipayon na pasko sanan bag-on tuig!

Swahili - ºKrismas Njema Na Heri Za Mwaka Mpyaº

Swazi - sinifisela khisimusi lomuhle nemnyaka lomusha lomuhle

Swedish - God Jul och Gott Nytt År

Tagalog - Maligayang Pasko at Manigong Bagong Taon

Tahitian - Ia ora i te Noere e ia ora na i te matahiti ‘api

Tagakaulu - Madyaw Pagsalog sa Pagka-otaw ni Jesus & Aw mauntong na bago Umay!

Tala Andig - Maayad ha pasko daw bag-ong tuig

Tamazight - Asseggwas Ameggaz

Tarifit - Asuggas Asa’di

Tamil - Nathar Puthu Varuda Valthukkal

Tanaina - Natukda Nuuphaa

Tayal - Pqaquasta ta. Pquasta hentang na Jesu

Telugu - Christmas Shubhakaankshalu & Nootana Samvatchara Subhakanshalu

Thai - Suksan Wan Christmas lae Sawadee Pee Mai

Tlingit - Xristos Khuwdziti kax sh kaxtoolxetl

Tok Pisin - Meri Krismas & Hepi Nu Yia

Tokelau - Ke whakamanuia te Kirihimahi & Tauhaga Fou fiafia

Tonga - Kristo abe anduwe muciindo ca Christmas

Tongan - Kilisimasi Fiefia & Ta’u fo’ou monu ia

Toraja - Salama’ Natal & Selama’ taun baru

Trukese - Neekirissimas annim oo iyer seefe feyiyeech!

Tshiluba - Diledibua dilenga dia Mfumu - Tshidimu tshipia - tshipia th silenga

Tswana - Keresemose o monate le masego a ngwaga o montsha

Tubetube - Yayaliyaya Yesu sikabi kaiwena

Tumbuka - Kristu wabe namwe munyengo ya Christmas

Turkish - Noeliniz Ve Yeni Yiliniz Kutlu Olsun

Tutchone/Northern - Ut’ohudinch’i Hulin Dzenu & Eyum nan ek’an nenatth’at danji te yesohuthin ch’e hadaatle sh’o

Ukrainian - Veseloho Vam Rizdva i Shchastlyvoho Novoho Roku!

Umbundu - Natale, Natale, Oyo O Natale & Eteke Lio Bowano, Illimo Ciwa

Urdu - Naya Saal Mubarak Ho

Uvean - Italo fa ide tau fou nei eseke

Uyghur - YanghI yiling ahlqIs bolgey!

Valencian- Bon Nadal i millor any nou

Vespi - Rastvoidenke i Udenke Vodenke

Vietnamese - Chuc Mung Giang Sinh - Chuc Mung Tan Nien

Votian - Yvaa rashtagoa! & Yvaa uutta vootta!

Waray-Waray - Maupay nga Pasko ngan Mainuswagon nga Bag-o nga Tuig!

Warlpiri - Miri Kirijimiji & Nyuntunpa Ngurrju nyayirni yapa

Welsh - Nadolig LLawen a Blwyddyn Newydd Dda

Yup’ik/Central - Alussistuaqegcikici

Yupik/Siberian - Quyanalghii Kuusma & Quyangalleq Nutaghamun Aymiqulleq

Xhosa - Siniqwenelela Ikrisimesi EmnandI Nonyaka Omtsha Ozele Iintsikelelo Namathamsanqa

Yiddish - Gute Vaynakhtn un a Gut Nay Yor

Yoruba - E ku odun, e ku iye’ dun!

Zarma - Barka da Issa hay-yan hann & Barka da djiri barey-yan

Zaza - Newroz’a tu Piroz be

Zia - Kerisimasi wosewa

Zime - El ma ka bar vra aso vei Lu & El ma ka kim na mireu

Zulu - Sinifesela Ukhisimusi Omuhle Nonyaka Omusha Onempumelelo

 

21/12/2007 12:49 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

11/12/2007

Una vuelta de tuerca al concepto de lengua propia y a la propiedad de su uso

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A día de hoy, es de sobras conocida la enorme carga ideológica que han arrastrado tanto la afirmación como la crítica del concepto de lengua propia (contrástense, al respecto, las dos definiciones de estas dos versiones de la Wikipedia/Viquipèdia: 1 y 2) y la gran capacidad legitimadora de políticas lingüísticas y culturales que este ha adquirido.

Después de una azarosa historia como neologismo jurídico eminentemente glotopolítico, la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos (firmada en 1996 en Barcelona, en el marco de la Conferencia Mundial de Derechos Lingüísticos) lo consagró de este modo en el Artículo primero de su Título preliminar:

1. Esta Declaración entiende como comunidad lingüística toda sociedad humana que, asentada históricamente en un espacio territorial determinado, reconocido o no, se autoidentifica como pueblo y ha desarrollado una lengua común como medio de comunicación natural y de cohesión cultural entre sus miembros. La denominación lengua propia de un territorio hace referencia al idioma de la comunidad históricamente establecida en este espacio.

No es en absoluto banal que se defina la lengua propia en relación con una comunidad de hablantes inscrita en un territorio y con el desarrollo y evolución de la lengua que sirve de nexo a esta comunidad. A fin de cuentas, como dice la profesora Carme Junyent (especializada en ecolingüística y procesos de sustitución lingüística), «nadie se puede imaginar una lengua con 10 millones de hablantes que no convivieran, y para hacer posible la convivencia es imprescindible un territorio». (Llengües Ameríndies. IV Fòrum de les Llengües Ameríndies/Lenguas Amerindias. IV Forum de las Lenguas Amerindias (Casa Amèrica Catalunya-ACCD-Linguapax-Linguamón, Barcelona, Km 13.774, 2007, cap. «Las aportaciones de la ecolingüística», p. 201.)

En efecto, las lenguas se desarrollan en los territorios (habitados por la especie humana, es obvio), adquieren homogeneidad gracias a la convergencia lingüística de los hablantes que conviven en una comunidad, y se diversifican de manera progresiva no sólo en el tiempo, sino también en el territorio, en un continuo espacial sin barreras que permite que los vecinos se entiendan, pese a las diferencias. A este respecto, señala también Carme Junyent (o. cit., p. 202 ):

[...] el sentido común nos dice que, de la misma manera que no hay nadie que se vaya a la cama hablando latín y se levante hablando catalán, tampoco se da el caso de un siglo en que se empiece hablando latín y se acabe hablando catalán, porque el vínculo con las generaciones tiene la misma fuerza homogeneizadora que la convivencia. Y si no podemos poner fronteras entre generaciones, tampoco las podemos poner entre territorios, porque la convivencia no implica aislamiento. Si no intervienen otros factores, lo que ha sido habitual en la historia de la humanidad son los reajustes territoriales que han comportado zonas de transición entre variedades ininteligibles. De hecho, la única frontera real entre lenguas es la que se produce cuando hay un proceso de sustitución lingüística, cuando muere una lengua [y es reemplazada por otra], porque entonces sí que puede haber casos de incomprensión entre generaciones y/o entre comunidades vecinas. No obstante, esta ruptura es un resultado de la violencia, nunca se trata de un fenómeno natural.

Según lo expuesto, pues, el concepto de lengua propia se fundamenta en los mismos pilares de la génesis y desarrollo de las lenguas: el social y antropológico (conjunto de hablantes con conciencia de comunidad lingüística y cultural), el territorial (espacio delimitado, con o sin reconocimiento político, donde se asienta esa comunidad) y el histórico-lingüístico (proceso de nacimiento y progresión de la lengua de dicha comunidad lingüística en dicho territorio). Ninguna mención a aspectos individuales o políticos que sirvan de referencia para su definición. Y, a pesar de ello, es usual hallar todo tipo de acomodaciones del término lengua propia, fundamentadas en aproximaciones subjetivistas y políticas a este concepto.

Así, con mucha frecuencia se habla de lengua propia para hacer referencia a la lengua materna, o a la lengua de identificación, o a la lengua hacia la que un hablante muestra (consciente o inconscientemente) mayor lealtad en el uso. Es decir, se redefine, a voluntad, el concepto en función de apreciaciones y actitudes subjetivas del individuo, pasando por alto que las lenguas no son en absoluto un fenómeno resultante de una capacidad individual.

En muchas otras ocasiones se habla impropiamente de lengua propia para aludir a cada una de las lenguas oficiales de un territorio, en un intento de acomodación de la geografía lingüística y cultural a la geografía política que se le superpone.

Finalmente, existe también una tendencia —políticamente interesada y oportunista, por parte de quienes pretenden legitimar el establecimiento en un territorio determinado de una lengua ajena a este e históricamente impuesta—, a definir como lengua propia aquella estadísticamente más hablada en un territorio no a lo largo del tiempo, sino en el momento presente, obviando lo evidente: que a dicha situación no se ha llegado por la extinción súbita de una comunidad lingüística (aniquilada, por ejemplo, por una epidemia o por una catástrofe natural) o por el propio trasiego de las comunidades humanas (p. ej., la llegada a un territorio de oleadas masivas de inmigración de otras comunidades lingüísticas), ni por la voluntad incondicionada y benévola de los hablantes de abandonar su lengua, sino por diversos mecanismos de imposición (p. ej., sumisión de la comunidad de hablantes a medidas políticas y culturales encaradas a la minorización de su lengua autóctona y a su sustitución por una lengua foránea, que suele ser la del poder político).

Con todo, cierto es que los procesos de sustitución lingüística a los que se llega por la injerencia política y hasta violenta en el curso natural de la lengua de una comunidad alcanzan en muchos casos situaciones de irreversibilidad, en la que la reposición de la lengua del país —entendiendo país no como realidad política, sino como territorio cultural, histórica y lingüísticamente demarcable—, a menudo muy diversificada, resulta tremendamente costosa. Y costosa no sólo por lo que atañe a las dificultades y dispendios derivados del estudio de viabilidad (véase aquí un caso) de cada proyecto de normalización, de su planificación y de su aplicación —lo que, hablando en términos de cultura y derechos de los hablantes, sería lo de menos—, sino sobre todo por el choque social y cultural al que puede dar lugar la revitalización de esa lengua si se quiere extender su uso a una comunidad anclada en otra lengua no por foránea menos propia del territorio, que además ya ha incorporado parte de la o las lenguas y culturas precedentes. (Léase en este sentido el reciente artículo de Javier Dávila a propósito de la normalización del náhuatl, un caso no generalizable a la situación de otras lenguas amerindias.)

Pero ¿cómo saber si esa lengua extraña se ha adaptado lo bastante a su entorno para ser considerada ya tan propia como las asentadas anteriormente? ¿Por el sentimiento que despierte entre sus hablantes, tal vez? ¿Por su oficialidad? No: por su simple y llana acomodación a la definición oficial de lengua propia.

El ejemplo más cercano de esta acomodación lo tenemos en la misma lengua española, llevada (con todos sus acentos) al continente americano por los conquistadores españoles y, en España, convertida en la lengua nacional hegemónica a partir del reinado de Felipe V, primer monarca español de la dinastía borbónica (con respecto a la lengua catalana, en todas sus variedades española, véanse aquí las fases de este proceso, iniciado con el Decreto de Nueva Planta).

Si nos paramos a observar la situación de la lengua española en sus diversos terrenos de conquista, veremos que en todo el continente americano cumple con los requisitos de la definición de lengua propia, aun siendo una lengua trasplantada a un territorio bien lejano y en el que no tiene origen. Así, todas las diversas comunidades hispanohablantes americanas (salvo las emigrantes a los territorios del norte, hegemónicamente anglosajones) han desarrollado variedades mestizas del español, completamente propias y lingüísticamente descritas . E incluso se han desarrollado en las comunidades de hablantes de zonas fronterizas hablas de transición con otras lenguas de origen tanto indígena como europeo, de tal forma que se restablece ese continuo espacial de las lenguas ancladas en un territorio al que se refería Carme Junyent. Ese desarrollo ha ido, desde luego, en detrimento de las comunidades amerindias y de sus lenguas y culturas (véanse 1 y 2 ), y en muchos casos, revertir ese retroceso no es sólo posible, sino que es una justa reparación a la marginación social, económica y cultural sufrida por los pueblos indígenas. Pero esta americanización del español también ha tenido lugar a pesar del purismo castellanizante del poder y las clases dominantes (véanse 1, 2 y 3 , a modo de ejemplo), que han estigmatizado durante siglos y que siguen estigmatizando la criollización del castellano en América. Y que así haya sido demuestra que el español, pese a ser una lengua trasplantada al continente americano, ha arraigado y dado en él frutos peculiares y propios, y actúa en él como una lengua viva y autóctona, adaptada al nuevo territorio.

En cambio, resulta curiosísimo ver cómo una lengua que tan bien se ha adaptado al «ecosistema lingüístico» americano no ha arraigado en territorios más cercanos. Así, por ejemplo, el español es, en los territorios de habla catalana, una lengua que ha contado con todo el apoyo del poder político —confróntese aquí— desde inicios del siglo XVIII, hasta el punto extremo de que, durante largos periodos del siglo XX, la lengua autóctona catalana fue prohibida y confinada al uso privado y familiar.

Pese a ello, y aun ostentando hoy día un estatus jurídico de lengua común y un extenso uso social en todo el territorio del Reino de España, la lengua española no ha arraigado en absoluto en la mayor parte de los territorios donde coexiste en el uso social con el catalán, no se ha convertido en ellos en una lengua lingüísticamente —aunque sí culturalmente— productiva, que se desarrolla y evoluciona en ese nuevo territorio al margen de la preexistencia de otra u otras lenguas. No es una lengua viva, propiamente, capaz de generar una rama más del español, lingüísticamente descrita como variante geográfica. No ha dado lugar tampoco a hablas de transición en zonas fronterizas, de tal forma que pueda observarse esa dispersión en un continuo espacial de las lenguas que se muestran fecundas en un territorio. No es, pues, stricto sensu, una lengua propia, por mucho que sea la lengua materna (incluso de identidad) de primeras y segundas generaciones de inmigrantes de habla española; por mucho que la situación diglósica y la restringida oficialidad del catalán haga del español una lengua de uso masivo, y por mucho que el español sea la lengua común oficial de los ciudadanos de España.

No lo es como tampoco lo son las otras casi 300 lenguas que se hablan, por ejemplo, en Cataluña, según el seguimiento que realiza el equipo de investigación de Carme Junyent (citada en M. Pueyo: El fantasma de la mort del català, Proa, 2007, p. 81).

Y no lo es a pesar de que parte (sólo parte) de los estudios sociolingüísticos sobre el uso de la lengua catalana en todo su territorio, en constraste con las lenguas con las que convive, utilicen el concepto de lengua propia sin ajustarse a su definición establecida, lo cual no deja de suponer un grave error metodológico.

Todo el español que se oye en Cataluña, por ejemplo, sólo puede identificarse con las variantes de español propias de esas comunidades de inmigrantes hispanohablantes que han ido llegando, por oleadas, desde la década de los cincuenta del siglo pasado, en ocasiones salpicadas de catalanismos, o con la variedad estándar aprendida por el resto de habitantes, que, como todo estándar, no es más que una koiné artificial, un ideal de lengua, que de ningún modo puede identificarse con un territorio y una comunidad lingüística.

Pero no hay un dialecto español de Cataluña, como no lo hay de las Baleares. Y no hay signos evidentes de modificación del español (o españoles) que se habla en las distintas comunidades hispanohablantes de Cataluña, Baleares y las zonas catalanohablantes de la Comunidad Valenciana que permitan reconocer el necesario arraigo y vitalidad que debe mostrar una lengua en un territorio para ser reconocida como propia de este; puede ser reconocida como otra cosa, pero no como propia. Que pueda llegar a serlo en un futuro no es descartable, pero no puede asegurarse tampoco.

Sin embargo, se están operando cambios en la lengua catalana en estas zonas, por influjo de su contacto masivo con el castellano (y lo mismo debe de sucederle al aranés, cooficial en Cataluña, a consecuencia de su contacto constante con el catalán y el castellano), que por una parte muestran su arraigo como lengua propia, y por otra sugieren un curioso proceso de asimilación a la lengua castellana, no fruto directo del desplazamiento forzoso, sino de la impregnación. Pero esto último ya es más bien lingüística ficción, porque los factores que operan en los destinos de una comunidad de hablantes y de su lengua son demasiado complejos y a menudo fortuitos para aventurar nada.

En cualquier caso no deja de ser un fenómeno remarcable este paradójico arraigo del español lejos de casa y esta falta de arraigo, en contrapartida, en territorios vecinos. Pero siendo quizá la explicación más evidente que el proceso de sustitución lingüística de las otras lenguas de España (la catalana en particular) por la castellana ha avanzado muy lentamente a pesar de todo, o incluso ha sido refrenado y está siendo revertido, según sugiere Joshua A. Fishman (citado también en M. Pueyo, o. cit., p. 69), sería necesario detenerse a analizar con detalle las razones de este décalage entre la condición del castellano en los territorios del Reino de España y los territorios americanos, razones que sin duda son complejas e intrincadas. Y ese sería un empeño que desborda por completo la capacidad de esta bitácora y, muy probablemente, mi erudición.

En cualquier caso, valga este intento de conducir a un uso pertinente del concepto de lengua propia y a una valoración rigurosa de lo que, por el momento, puede acogerse a esta denominación y lo que no, más allá de la subjetividad.

Silvia Senz (Sabadell)

03/12/2007

En la casa del náhuatl

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El año que está por terminar trajo, entre tantas cosas, el anuncio hecho por el alcalde de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, sobre su decisión de incluir la enseñanza obligatoria del náhuatl en el sistema de educación primaria local. En esta nota argumento que la medida no es viable en el aspecto material y que es dudosa en el cultural. También sugiero una alternativa práctica y necesaria: la enseñanza de etimologías nahuas.

El 2 de mayo de 2007, Marcelo Ebrard instituyó el Consejo de los Pueblos y Barrios Originarios del Distrito Federal, una iniciativa amplia para “integrar las etnias al futuro de la ciudad”. Lo que más ha llamado la atención de la iniciativa es la “recuperación” del náhuatl, la lingua franca de Mesoamérica hasta aproximadamente finales del siglo xvi, cuando las crisis demográficas de los pueblos indígenas pusieron a las lenguas autóctonas en la vía de la extinción. En el plan de Ebrard, un punto fundamental es la decisión de enseñar el idioma en las escuelas de la ciudad. Aunque parecería que la propuesta llega incluso a ofrecer carreras universitarias bilingües, el proyecto empezaría en el año lectivo 2008-2009, con cursos de náhuatl en las escuelas primarias.

Ahora bien, la idea de fomentar el uso del náhuatl no es nueva y, para no ir más lejos, este mismo año fue abordada desde muy pronto. Aparte del estudio académico de las lenguas indígenas, que siempre ha sido un campo muy activo en el país (el ejemplo más conspicuo es el Seminario de Cultura Náhuatl, fundado por Miguel León Portilla), el uso cotidiano del náhuatl contemporáneo no ha dejado nunca de recibir atención. En preparatorias de zonas rurales de la ciudad se imparte náhuatl como materia optativa. En algunos de los centros de enseñanza popular llamados casas de cultura se ofrecen clases baratas y eminentemente prácticas. En la Universidad Nacional Autónoma de México se imparten cursos de comprensión de náhuatl a la par de los cursos de comprensión de lenguas modernas, como inglés, francés, alemán o italiano.

No es, pues, novedosa ni extraña una iniciativa de fomento del náhuatl. Lo que sucede en este caso es que, como es lo habitual tratándose de ucases, el anuncio formal de Ebrard ha polarizado opiniones, las cuales se han fundado más en simpatías y antipatías políticas que en argumentos pertinentes a la materia. No ha sido gratuito, pues el propio discurso del alcalde ha colocado el tema en un contexto político. Se justifica el estudio obligatorio de náhuatl en las primarias como gesto de reivindicación de los grupos nahuas del valle de México, como algo que se les debiera de mucho tiempo. A grandes sectores de la izquierda mexicana (como de otros lados) les gusta el papel oficioso de defensores de oprimidos, y ¿quiénes más oprimidos que los indígenas y sus lenguas?

El náhuatl está más vivo y es más vigente de lo que parece a primera vista. Le falta articulación, difusión, canales. También voluntad política, sí, y aún corre peligro, pues sólo lo habla un uno por ciento de la población de la ciudad. Pero si la medimos con el interés y la disposición de la gente, no se trata de un objeto arqueológico que tenga que ser desenterrado y “rescatado” del olvido. Entonces, lo nuevo del proyecto de Ebrard es lo elefantiásico. Según cifras de la Secretaría de Educación Pública, en la ciudad de México hay casi un millón de estudiantes de primaria. ¿Se va a enseñar náhuatl a tantos estudiantes? ¿Quién lo hará? ¿Los jóvenes diplomados en lenguas indígenas, siempre insuficientes? ¿Los maestros de primaria, que saben tan poco idioma? Cualquiera que sea la decisión, y cómo se hará para que funcione, falta saber cuánto va a costar. ¿Saldrá el dinero del presupuesto del Consejo de los Pueblos y Barrios Originarios del Distrito Federal? ¿De la Secretaría de Educación Pública? ¿Se pondrá todo a punto para empezar a impartir las clases el próximo verano? Tiene el aspecto de ser un proyecto dispendioso y condenado al fracaso.

Lo anterior es apenas un esbozo de los aspectos materiales. Falta todavía contemplar el lado cultural. El espacio mental del náhuatl es diferente del nuestro. La visión del mundo de quien piensa en náhuatl es otra y no es nada fácil empaparse de ella. Además, el náhuatl sufre el fenómeno común de las lenguas marginales, a saber, la falta de un vocabulario contemporáneo. ¿Cómo se piensa suplir eso? ¿Se pretende que los niños aprendan la lengua clásica, digamos, la lengua histórica? ¿O se espera que aprendan el insuficiente náhuatl moderno, que los propios indígenas han acercado tenazmente al español hasta casi convertirlo en un híbrido de las dos hablas?

Todo esto no significa que la idea no tenga nada rescatable. Como dice el propio Marcelo Ebrard, “hay que ver el náhuatl como una lengua viva”. Viene a cuento aquí citar un acontecimiento editorial y cultural ejemplar. Con el patrocinio de la Universidad de México y del propio gobierno de la ciudad, se acaba de presentar el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por Carlos Montemayor, que se repartirá en buena parte de la zona nahua del país (Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla y Veracruz, aparte de la ciudad de México). El diccionario recoge unos dos mil nahuatlismos vigentes en el habla cotidiana de la región. La obra recuerda que el español de México tiene un gran caudal nahua. Recuerda también que nuestra toponimia es nahua. Ese camino es el único viable, al menos por ahora.

Nuestra lengua, que es como decir nuestra casa, nuestra patria, tiene buena parte de nahua. La toponimia es copiosa. Si se me permite hablar en primera persona, vivo a dos calles de la avenida Cuahutémoc. En mi casa, miro por la ventana de la cocina la sierra del Ajusco y si me asomo por la ventana de la recámara de mi hijo, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Llego a la universidad por el metro Copilco o, si voy por la superficie, recorro Cuahutémoc, paso por Xoco y por Coyoacán. Al norte de la ciudad está Naucalpan, al poniente, Azcapozalco, y al oriente Iztacalco. Al sur Churubusco y más allá, Xochimilco, Tláhuac. Las principales avenidas de la vieja Tenochtitlán siguen siendo vías transitadísimas: Tacuba, Tlalpan, Iztapalapa. No me extiendo ni hablaré, aunque se me antoja, de chocolates, atoles, tamales y demás suculencias cotidianas. Lo que importa aquí es que estas palabras son una presencia al mismo tiempo poderosa y fantasmal. Su vigor muestra lo recia que puede ser un habla fundada en una cultura grande; pero también nos pasan ante los ojos como cosa dada, despegada de su origen puramente americano.

Por ahora, esto es lo que hay que aprender y lo que hay que enseñar en las escuelas: el náhuatl del español, sus usos y sentidos. Las etimologías nahuas del español. No será suficiente para que el náhuatl sea una lengua general de comunicación ni tampoco le ganará muchos titulares a las autoridades. ¿Pero hay alguien por estos días que de verdad se pueda imaginar a los mexicanos hablándose en náhuatl? Ni siquiera hay, con toda honestidad, quien pueda imaginar que llegue alguna vez ese momento. Por ahora, es viable, barato y provechoso incorporar las etimologías nahuas como materia de los programas oficiales. No se necesita capacitar a nadie para impartirlas y bien podemos omitir, pragmáticos, las dificultades que plantea la fonética.

Por ahora. Después, el destino del náhuatl, lo mismo que el destino del español, dependerá de lo bien que todos nosotros sepamos morar y demorarnos en la casa de nuestra lengua.

Javier Dávila (ciudad de México)

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20/11/2007

Optimot: sis consultes lingüístiques en una

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S’ha endegat —tot i que en període de proves, de moment— l’Optimot, un nou cercador gratuït d’informació i consulta lingüística en línia (per a dubtes de llengua catalana i de traducció català↔altres llengües), que permet aplegar en una sola cerca tot un ampli ventall de fonts normatives:

* Diccionari de la Llengua Catalana de l’Institut d’Estudis Catalans (2a edició): és el diccionari normatiu de la llengua catalana.

* Diccionaris terminològics del TERMCAT: són els diccionaris elaborats pel Centre de Terminologia TERMCAT que recullen lèxic especialitzat de diferents àmbits del coneixement. Les fitxes que contenen termes normalitzats presenten el distintiu .

* Nomenclàtor oficial de toponímia major de Catalunya de la Comissió de Toponímia de Catalunya (2a edició): és l’obra que recull els topònims oficials de Catalunya.

* Col·lecció «Criteris Lingüístics» de la Secretaria de Política Lingüística: són monografies sobre convencions i estil.

* Diccionari català-castellà castellà-català d’Enciclopèdia Catalana (3a edició): és un diccionari bilingüe, català-castellà, de lèxic comú.

* Fitxes de l’Optimot: són fitxes que resolen les consultes lingüístiques més freqüents i altres aspectes significatius de la llengua.

Per optimitzar encara més el rendiment de l’Optimot, consulteu-ne l’Ajuda.

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07/11/2007

Diglòssia política: el web de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía

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[Traductor web instantáneo CAT-ES en el menú de la derecha de este blog.]

 

Perquè li diuen bilingüisme quan volen dir diglòssia? El cas del web de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía (del Singular Digital d’avui):

 

El "bilingüisme" de Ciutadans

Ciutadans-Partido de la Ciudadania és una formació que des dels seus inicis s’ha proclamat com un baluard de la igualtat lingüística a Catalunya, però en una anàlisi feta pel Singular Digital, queda palès que el castellà rep un tracte preferencial al seu web. Adoptant el bilingüisme com un dels eixos vertebradors del seu projecte, els portaveus de Ciutadans ens tenen acostumats a l’esperpèntica combinació del català i el castellà en una mateixa intervenció, tant al Parlament com als mitjans de comunicació, i paradoxalment, hi ha exemples que demostren com la balança lingüística del seu portal digital es decanta clarament a favor del castellà.
A la versió catalana del seu web, el text que apareix dins l’apartat «Qui som» està escrit en castellà. Aquest fet passaria per anecdòtic si no fos perquè ve acompanyat d’altres desnivells entre les dues llengües. Sense anar més lluny, a la portada principal del site —en qualsevol de les dues variants lingüístiques—, hi apareixen les darreres 31 notes de premsa elaborades pel partit, i només 5 d’elles estan escrites en català.

Un altre element indicatiu és el doble raser que s’utilitza en les traduccions dels continguts digitals i que també sembla entrar en contradicció amb l’esperit estrictament bilingüe que va engendrar aquest nou partit. Per exemple, si es comparen les dues edicions idiomàtiques del web, es pot comprovar que molts dels continguts que provenen de mitjans de comunicació de parla catalana —articles d’opinió, entrevistes o col·laboracions relacionades amb gent lligada al partit—, a la plana castellana apareixen traduïdes. El cas és que mai no se segueix aquest procediment en la situació inversa. És a dir, que de vegades —no sempre— en la presentació castellana s’ha fet la feina de traduir alguns continguts escrits en català, però, en canvi, en cap cas es tradueix un text originalment en castellà per adaptar-lo a l’edició catalana. Una incongruència que s’agreuja pel fet que els articles provinents del diari El Periódico, que es publica en totes dues llengües, apareixen arreu en castellà.

A la part dreta del site hi ha una secció dedicada als materials audiovisuals. Els que ara estan penjats provenen de mitjans de llengua castellana, però allò que val la pena remarcar és que les frases que introdueixen a mode explicatiu aquests continguts i que serveixen de link per accedir-hi, també estan escrites en castellà, malgrat que l'internauta estigui consultant la plana catalana. De la mateixa manera, en aquest apartat també s’anuncia la futura assistència del president de Ciutadans, Albert Rivera, a un programa de TV2 emès en català, i tant la presentació com la informació linkada estan en castellà.

Sembla ser que el web de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía deixa entreveure algunes esquerdes en la seva pretesa fermesa a l’hora de defensar la paritat lingüística a Catalunya, i que d’aquesta manera, s’apropen a les distincions que sempre els hi han retret amb contundència a aquells que aposten per prioritzar l’ús de la llengua catalana.

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06/09/2007

El Premio Guadalajara de Literatura

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Por segundo año consecutivo, el premio literario que entrega la Feria del Libro de Guadalajara (México) se queda sin su nombre original: Premio Juan Rulfo. En esta nota propongo que se abandone en definitiva el nombre de Juan Rulfo y que a partir de 2008 el premio se llame Premio Guadalajara de Literatura.

En 1991 se entregó por primera vez el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). Con el crecimiento de la feria, el premio había ido ganando prestigio. Su lista de premiados tiene únicamente nombres reconocidos.

Pero, hace poco menos de dos años, la familia de Juan Rulfo pidió que se retirara el nombre del premio, con un argumento baladí: que el ganador en el 2005, Tomás Segovia, había puesto en tela de juicio la estatura intelectual de Rulfo. Si uno lee las declaraciones de Segovia («siempre he pensado que él es un tipo de escritor muy peculiar, creo que es el tipo de escritor que tiene el puro don, es decir, es un escritor misterioso, nadie sabe por qué Rulfo tenía ese talento») y las aclaraciones del propio poeta después del reclamo de los herederos, se queda convencido de que todo esto no fue más que un pretexto tomado al vuelo por la familia para terminar con una relación enturbiada y, además de enturbiada, oscura, pues entre declaraciones parcializadas es imposible sacar la verdad.

Se diría que la peor parte la lleva la familia Rulfo, que aparte de que proyecta una imagen de gente caprichosa y aun absurda, por su intención de convertir el nombre de Juan Rulfo en una marca registrada, ha perdido las batallas legales por reservar «su» nombre. Pero en realidad todos salen mal parados. El premio, porque se desprestigia. ¿A quién le interesa un premio entregado entre sonrojos y que ni siquiera se sabe cómo se llama? La noticia del premio ya no trata sobre literatura, sino sobre el problema de su denominación. También la asociación civil se lleva lo suyo, porque insiste en querer usar el nombre de Juan Rulfo, que es como decir que insiste en meterse en camisa de once varas. ¿O tenemos que creer a la familia Rulfo cuando afirma que los organizadores tienen otras intenciones que las puramente librescas? Ojalá lo supiéramos.

No es todo lo que hay. El premio lleva un largo título: Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe, lo que excluye, según entiendo la geografía, a escritores españoles que se han colado a la lista: Juan Marsé y Juan Goytisolo.

Por si fuera poco, en la convocatoria del 2007 se anota que «el Premio reconoce el conjunto de una obra de creación en cualquier género literario» y, sin embargo, la última entrega fue para Carlos Monsiváis, periodista, cronista y ensayista, un escritor admirable, sí, por su creatividad, lo mismo que por su erudición, su inteligencia y su memoria prodigiosa, pero que uno no pondría entre los grandes creadores de obra literaria en lengua española.

El premio ha ido a la deriva, pues, y ha sido un desorden.

Este 3 de septiembre se anunció el nuevo ganador, que resultó ser Fernando del Paso, ahora sí un creador de literatura. Con Fernando del Paso se tiene la sensación de cerrar un círculo. Del Paso se contó entre los primeros promotores del premio, hace por lo menos 20 años. Además fue amigo de Rulfo, y en los meandros de José Trigo y Palinuro de México se escuchan ecos rulfianos. En la rueda de prensa posterior a la concesión del premio declaró: «acepto este premio con el nombre original, con el nombre de Premio de Literatura Juan Rulfo». En efecto, Del Paso vive en Guadalajara desde hace años y decidió estar presente en la ocasión de anunciar el resultado, a pesar de que pasa por una temporada de cuidados médicos. Su presencia y sus declaraciones ensalzan el premio. Recordó Del Paso, repitiendo a otros, que son los autores los que le dan prestigio a un premio, no al revés, y él mismo lo ha ejemplificado con sus actos.

Es buen momento para cerrar el ciclo y seguir adelante. Que Del Paso sea el último premio Juan Rulfo y que en la siguiente convocatoria, abierta ahora sí a la península ibérica, el galardón se llame, sin más, Premio Guadalajara de Literatura.

Javier Dávila, Ciudad de México

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17/06/2007

Y comí gambas en la Feria con cuchillo y tenedor. (Sobre el concepto de «corrección» en la lengua)

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Hace unos días, mientras me tomaba unas gambas y unas cervecitas en una caseta de la Feria de Sevilla, uno de los allí reunidos me preguntó —con un muchísimo de guasa y un todavía más de manzanilla— cómo era posible que yo, siendo lingüista, estuviera hablando del arcarde, que eso era una incorrección, que lo correcto era decir «el alcalde».[1] Para explicárselo con la misma guasa, pedí un cuchillo y un tenedor y, mientras comenzaba a comerme con ellos las susodichas gambas, le pregunté si ya lucía lo bastante fino como para hablar del «excelentísimo señor alcalde». Y todos nos echamos a reír; incluido el camarero, claro, que al verme pelar las gambas con los cubiertos debió de pensar que no estaba en mis cabales.

El caso es que es ciertamente llamativo lo quisquillosos que podemos llegar a ser en cuanto al concepto de corrección idiomática. Quienes gustan de academias y entes normativos —los que suelen confundir corrección con purismo— defienden esta palabra con pasión, con uñas y con dientes, aunque con pocos argumentos más: «Este uso es incorrecto porque lo dice la Academia»… y sanseacabó. Quienes, por el contrario, creen que tal noción es un invento —los que confunden corrección con imposición— achacan a los primeros un ilegítimo afán de dominación clasista: «No hay formas de hablar más correctas que otras, así que nadie tiene por qué decirles a los demás cómo deben hablar».[2]

En el caso hispano, y haciendo un ejercicio de mera retórica, se podría decir que la Real Academia Española[3] nos ha inculcado a fuego esta noción de corrección dogmática.[4] Claro está, también podría decirse que quienes no creen en este concepto tienen igualmente comido el seso por los descriptivistas del «todo vale», que con idéntico dogmatismo defienden que no existe eso que llaman «la lengua correcta». Y seguiríamos en las mismas. Permítanme, pues, que hable sin retóricas, sin dogmatismos —y principalmente como sociolingüista— sobre este esquivo y polisémico concepto de la corrección en la lengua.

Lo primero que aprende un lingüista es que cualquier lengua, cualquier dialecto, cualquier modalidad, cualquier uso, responde a un patrón perfectamente sistematizado; da igual que quien hable sea un cabrero o un catedrático, da igual que sea chileno o andaluz, y da igual que esté contando un chiste o escribiendo una tesis doctoral. Así, el concepto de corrección, de bueno o malo, de usos mejores o peores que otros, suele traernos al fresco a los lingüistas; para nosotros, lo importante en todo caso es si el uso es gramatical o no. Luego, se puede decir que, desde el punto de vista lingüístico, la corrección no existe; en todo caso existe la gramaticalidad, la pertenencia o no al propio sistema de la lengua.[5]

Sin embargo, lo primero que aprendemos los sociolingüistas —y les confieso que esto me resulta deliciosamente paradójico— es que el anterior postulado de la lingüística teórica es sólo eso, teoría, ya que deja de tener validez en cuanto nos bajamos al ruedo de la práctica. En el día a día, la teoría lingüística descriptiva no llega a explicar por qué, si todos los usos gramaticales son igualmente correctos, la gente opina que los hay mejores o peores; un fenómeno que ocurre en todas las lenguas, exista o no academia normativa de por medio.[6]

Para un lingüista, decir me s’a caío no es ni mejor ni peor que decir se me ha caído. Un lingüista sabe —como descriptivista que es— que el sistema de la lengua española admite este tipo de realizaciones múltiples que se producen sobre todo en el terreno léxico y fonético.[7] Un sociolingüista, por el contrario, sabe —como descriptivista que también es— que los dos usos no son iguales; que, dependiendo del lugar y del grado de formalidad, hay hablantes para quienes me s’a caío es una incorrección, o que incluso lo consideran incorrecto siempre. Esta valoración social de los hechos lingüísticos es lo que diferencia a la sociolingüística de la lingüística teórica. Y a este tipo de paradoja se enfrenta cualquiera que investigue el lenguaje humano en sociedad con espíritu científico. Quien no sea capaz de admitir la paradoja caerá irremisiblemente en la contradicción. [8]

Esta supuesta incongruencia entre un axioma lingüístico (todo lo gramatical vale) y un axioma sociolingüístico (no todo es gramática en la lengua) se explica porque para la lingüística el ser humano es homo loquens; mientras que para la sociolingüística es —además, y principalmente— zoon politikon.[9] Por eso, cuando estudiamos el uso del lenguaje en sociedad, comprobamos cómo el concepto de corrección no sólo existe, sino que puede llegar a adquirir una importancia principal. Nuestra forma de expresarnos es el traje que viste nuestros pensamientos, y todos tenemos una opinión sobre nuestra indumentaria y sobre las indumentarias ajenas. La corrección es, pues, un concepto cultural y social más que lingüístico, es obvio; pero no por ello su existencia y relevancia es menos nítida.[10] En toda sociedad hay usos considerados mejores y peores que otros, y la lengua —una herramienta social donde las haya— no iba a ser ajena a este fenómeno.[11]

Visto así, el concepto de corrección no es tan difícil de comprender. Basta con recordar las diferencias que existen entre comer con los dedos y comer con cubiertos. Ambas formas alimentan igual, pero ni de lejos podemos decir que sean lo mismo, ni que puedan utilizarse en las mismas ocasiones: una la sabe hacer cualquiera, la otra hay que aprenderla; una sirve para andar por casa, la otra para andar por casas ajenas. Quien no vea esta realidad tendrá problemas a la hora de usar la lengua en sociedad; como los tendría quien sólo supiera comer con las manos y como los tendría quien se empeñara en usar los cubiertos para comerse un plato de jamón en un chiringuito playero. Por eso, lo mejor es no confundir purismo con corrección.

Tampoco conviene confundir corrección con imposición clasista. Hay quien pone en cuestión, por ejemplo, la existencia y utilidad de la denominada norma culta,[12] de un uso formal y prestigioso de la lengua adecuado para determinadas situaciones comunicativas; y ello a pesar de que seguramente la utilice todos los días si ha recibido un mínimo de educación. Son personas que dicen: «El español culto es un invento de los poderosos, ¿es que acaso hay también un español inculto? Además, yo hablo como me da la gana», y cosas por el estilo. Si practicaran lo que predican, irían vestidos con bermudas y chanclas a una boda de postín. No son sino la cara opuesta de los que te sueltan mientras te tomas una cervecita: «No se dice caío, se dice caído; caío es incorrecto». Estos serían capaces de ir de esmoquin a la playa.

Puede que algunos de ustedes piensen que los sociolingüistas no hablamos de usos correctos, sino de usos adecuados, apropiados o admisibles según las circunstancias. Y llevan razón; pero en realidad, y a efectos prácticos, hablamos de lo mismo. Si usted fuera en bermudas a la boda de antes, más de uno pensaría que iba haciendo el ridículo, aunque quizá luego —y por pura educación— le comentara tan sólo que no iba «vestido para la ocasión». Eso sí, es cierto que cualquiera puede romper las normas, que cualquiera puede vestir, hablar y escribir como le venga en gana, pero usualmente sólo son los poderosos quienes pueden permitirse el lujo de convertirse en transgresores; los hablantes comunes y corrientes sabemos por propia experiencia que saltarse las reglas no es tan fácil como parece. Es el precio que pagamos por vivir en sociedad.

Todo esto que les cuento sobre la corrección y el uso de la lengua adquiere especial importancia cuando de la lingüística teórica pasamos a la lingüística aplicada, a la enseñanza. A los niños no se les debe impedir en el colegio que usen su vernáculo, la lengua que aprenden de sus familiares, amigos y compañeros. El purismo prescriptivo en estos ámbitos es un injustificable e innecesario crimen lingüístico[13] (crimen muy académico, por cierto). Sin embargo, poco a poco —y a medida que los niños crecen— hay que ir enseñándoles las reglas que conforman los estilos formales de su lengua, hay que ir mostrándoles la realidad lingüística que se van a encontrar en cuanto salgan del ámbito coloquial de su propio terruño.[14] Por eso, es necesario enseñar a nuestros estudiantes que en el uso de la lengua en sociedad hay normas que no responden a razones estrictamente lingüísticas, pero que conviene cumplir igualmente; hay que enseñarles que, a la hora de emplear su lengua materna o cualquier otra lengua, ni vale todo ni todo vale igual; que hay usos mejores que otros a pesar de que todos sean igualmente correctos; que, en definitiva, una lengua no es sólo el vernáculo, que hay algo más que es preciso conocer y dominar. Ese algo más es la norma culta, compuesta por los usos más formales y prestigiosos de su propia comunidad.[15] Si no enseñamos estas diferencias, estaremos engañando a nuestros alumnos, ya que la norma culta es tan útil y tan necesaria como el vernáculo. El «todovalismo lingüístico», por más anticlasista que parezca, es otro crimen injustificado e innecesario que —como el purismo— también es propio de una actitud paternalista.

En resumen, expresarse con corrección consiste en saber cambiar de registro, en saber amoldarse a las circunstancias; consiste en ser capaces de emplear la lengua en cualquier tipo de situación comunicativa que podamos encontrarnos. Por eso quien habla como un libro no se estará expresando con corrección cuando se dirija a sus vecinos en el ascensor. Y por la misma razón, quien habla como si siempre estuviera en la barra de un bar no se estará expresando con corrección cuando tenga que exponer un trabajo académico en clase, o cuando tenga que leer las noticias en televisión.[16]

Así pues, una adecuada educación lingüística debe conseguir que todos los ciudadanos adquieran de manera eficaz los recursos suficientes para que puedan manejarse en cualquier situación de sus vidas. Si no queremos ser clasistas, démosles primero a todos esta educación —enseñémosles a no avergonzarse de sus vernáculos a la par que les mostramos la reglas que sustentan la norma culta de su comunidad—, y luego dejemos que sean ellos mismos quienes decidan si quieren cumplir, transgredir, cambiar o abolir las reglas de esa norma culta. Esto suele ser bastante simple de aceptar para quienes comprenden que las actitudes de los hablantes hacia su lengua —uno de los motores más poderosos del cambio— están en continua evolución, por lo que las propias reglas lingüísticas no tienen carácter de inmutabilidad.

Quizá por esta razón los sociolingüistas sean los más indicados a la hora de establecer normas y elaborar políticas lingüísticas;[17]carecemos tanto del purismo normativo propio de muchas academias de la lengua, como del escepticismo propio de muchos lingüistas teóricos; los sociolingüistas sabemos que las reglas existen y tienen su importancia, pero también entendemos que la mejor norma —en realidad la única con un mínimo de sentido común— es aquella que mejor se adapta a la propia realidad sociolingüística de los hablantes; aquella que mejor refleja las creencias y actitudes de los ciudadanos hacia su propia lengua.[18]

En fin, cualquiera entiende que la lengua materna se mama, que no hay que reglarla en absoluto y que, además, no te la tienen que enseñar. Sin embargo, también es fácil comprender que los usos formales de la lengua, ya sean orales o escritos, hay que aprenderlos, que son una técnica, una convención que se nos impone por ser miembros de una comunidad donde la variación es moneda corriente.[19] Sin este conocimiento, sin esta educación que todos los ciudadanos deberíamos recibir, es posible que rompamos reglas por puro desconocimiento, que nuestro comportamiento sea malinterpretado sin desearlo, o incluso que demos la impresión de carecer de la mínima educación. ¿Realmente alguien desearía correr ese riesgo? ¿Es este el tipo de comportamiento lingüístico que alguien querría para sus hijos tras pasar años en la escuela?[20]

Yo creo que no.[21] Yo creo que todos tenemos el derecho a poseer un buen ropero lingüístico donde quepan tanto las bermudas como los chaqués, donde quepa tanto la lengua de andar por casa como la lengua de las grandes ocasiones; y luego que cada uno se ponga lo que le venga en gana. Yo creo, en definitiva, que todo el mundo tiene derecho a una educación lingüística completa y cabal, donde la palabra corrección no sea ni anatema ni dogal.

Así que —si me aceptan el consejo— no se dejen confundir ni por académicos puristas ni por escépticos idealistas: tanto los unos como los otros se equivocan porque todos padecen de la misma miopía lingüística. Y, sobre todo, recuerden que lo mejor y más sensato es tomarse siempre este tipo de cuestiones lingüísticas con mucho sentido del humor. Por eso, cuando se topen con alguien que les diga que la corrección en la lengua no existe, sonrían por fuera y ríanse por dentro; seguramente, quien así les hable será una persona culta y de clase desahogada —quizás un catedrático de Yale— que no permitiría que sus hijos tuvieran faltas de ortografía ni que comieran sólo con las manos. Y si se topan con un purista, pues ríanse igual: ¿a quién en sus cabales se le ocurriría comer gambas en la Feria de Sevilla con cuchillo y tenedor?

Luis Carlos Díaz Salgado

Miembro del grupo de investigación Sociolingüística Andaluza,

de la Universidad de Sevilla



[1] La pronunciación de la l final de sílaba como /r/ es un fenómeno muy común en el andaluz coloquial que, poco a poco, parece ir calando en los estilos formales. Sin embargo, todavía es visto como pronunciación vulgar por muchos hablantes andaluces. De ahí que este uso no forme parte de la norma culta andaluza. Veremos lo que ocurre en el futuro.

[2] Este es el punto de vista del famoso divulgador galés David Crystal y el de muchos otros lingüistas anglos, que sienten una especial antipatía por los que denominan language watchdogs (perros guardianes de la lengua).

[3] En la actualidad, existen 50 academias en el mundo que legislan sobre 45 lenguas diferentes. La situación hispana no es, pues, excepcional en absoluto.

[4] La realidad nos demuestra, sin embargo, que el concepto de corrección purista existe también en países donde no funciona una academia normativa. Pueden comprobarlo en este ensayo de Steve Pinker, donde —al estilo de Crystal— se critica a los puristas, o language mavens del inglés.

[5] Así se manifiesta en este artículo, publicado en The New York Times, el profesor de la Universidad de Yale, William Deresiewicz, quien afirma: «In fact, there is no such thing as Correct English, and there never has been» (De hecho, ni existe ni nunca ha existido eso del «inglés correcto»). Luego comprobaremos cuán difícil le resulta mantener esta afirmación que hace al comienzo de su artículo.

[6] Los estudios sobre la conciencia sociolingüística de los hablantes —y sobre las actitudes de aceptación o rechazo hacia determinados usos lingüísticos que se derivan de ellas— se producen en todas las lenguas y son imprescindibles para comprender los cambios que estas pueden experimentar.

[7] La gramática es un sistema más cerrado que el léxico y el fonético, y por lo tanto menos proclive a la variación.

[8] Esto es lo que les ocurre a muchos descriptivistas, como el profesor Deresiewicz, quien para describir el concepto de «inglés estándar» (un inglés normativo donde los haya, y por lo tanto sujeto a un estricto criterio de corrección) nos dice: «Standard English, at least the way Crystal and other “descriptivists” understand it, is something like Correct English without the attitude, the language as it's used in formal contexts […]» (El inglés estándar, al menos según lo entienden [David] Crystal y otros descriptivistas, es algo así como el inglés correcto sin la actitud, la lengua usada en los contextos formales […]). Resulta difícil entender que el inglés estándar sea definido como «el inglés correcto sin la actitud» cuando poco antes se había establecido que «el inglés correcto ni existe ni había existido nunca». Esta contradictio in terminis —motivada por confundir purismo con corrección— es un claro ejemplo de lo que podríamos denominar «la miopía del lingüista teórico».

[9] Que vive en sociedad, en compañía de otros.

[10] Puede que su jefe hable coloquialmente siempre que quiera, puede que no sea ni siquiera cortés, puede incluso que sea muy aficionado a los anacolutos y que hasta cometa faltas de ortografía; pero tenga por seguro que exigirá un comportamiento muy diferente a quien se encargue de responder al teléfono, de atender a los clientes o de redactar una nota para la prensa.

[11] Llama la atención que, viviendo en sociedades tan clasistas y estratificadas socialmente como las del mundo occidental, los descriptivistas se asombren de que los usos lingüísticos también lo sean. No parecen llegar a entender que los hablantes tienden a imitar los usos que consideran más prestigiosos porque creen que eso les interesa socialmente. Criticar sin llegar a comprender la hipercorrección de los inmigrantes que intentan aprender el Standard English para prosperar —como hace el profesor Deresiewicz— es un «menosprecio de corte y alabanza de aldea» que en poco ayuda a los realmente desfavorecidos.

[12] Un ejemplo de esto que les digo.

[13] Son absurdas, por ejemplo, las críticas a la ortografía abreviada que solemos emplear —especialmente los jóvenes— a la hora de enviar mensajes escritos desde el móvil; esta ortografía «coloquial» es utilísima para este tipo de mensajes. Claro está, más absurdo aún sería no exigir una ortografía correcta en clase.

[14] Según el sociolingüista estadounidense William Labov, la adquisición de la primera gramática se produce en la primera infancia, el vernáculo se asimila de los 5 a los 12 años; a partir de los 14 comienza a desarrollarse la percepción social de la lengua, así como su variación estilística. En la primera edad adulta se adquiere un uso adecuado del estándar. Por último, sólo las personas educadas y especialmente preocupadas por el uso de la lengua llegan a adquirir todos los recursos lingüísticos que la propia lengua les brinda.

[15] Como verán, no es tan difícil definir la norma culta.

[16] En estos casos en los que la planificación del discurso adquiere un papel principal —frente, por ejemplo, a la improvisación típica del estilo coloquial— es donde más claramente funciona la conciencia sociolingüística. Una frase como «María es una amiga que le gusta mucho bailar» es propia de un discurso coloquial; sin embargo, si tuviéramos que escribir esta oración dentro de una noticia, seguramente diríamos: «María es una amiga a la que (a quien) le gusta mucho bailar».

[17] A Robert Hall, autor del famosísimo Leave your language alone (Deja tu lengua en paz), donde se rechazaban las políticas de intervención lingüística, le respondió precisamente un sociólogo del lenguaje, Joshua Fishman, con una no menos famosa obra: Do not leave your language alone (No dejes tu lengua en paz).

[18] En una lengua con una variación geográfica tan extensa como la española, es necesario aceptar lo que la propia realidad demuestra: que existen muchas normas cultas. Por ello debemos respetar y fomentar todas y cada una de ellas, sin privilegiar ninguna. De esta forma quedan claros tres objetivos principales: que nuestra intervención en la lengua es mínima; que es necesario dominar los estilos formales de la lengua, y que la norma culta castellana no es la única referencia de buen uso idiomático.

[19] Frente a la variedad intrínseca de todas las lenguas, existe una tendencia a la unidad que se revela en las semejanzas de las diferentes normas cultas. Esta es otra de las paradojas lingüísticas —unidad y variedad a la vez— que muchos no atinan a comprender.

[20] Las numerosas críticas a la falta de competencia lingüística de muchos alumnos de español como lengua materna deberían hacernos reflexionar sobre este punto.

[21] A esta misma conclusión llega el profesor Deresiewicz cuando dice: «The student who says “the bag of books are heavy” should be corrected, but the student who says “he be walkin’ by” needs instead to learn the distinction between his first language and Standard English.» (Al estudiante que dice «la bolsa de libros son pesada» habría que corregirlo, pero el estudiante que dice «él estar paseando» [en algunos tipos de inglés coloquial no declinar el verbo to be es algo relativamente común] lo que necesita es aprender la distinción entre su primera lengua y el inglés estándar.) Como ven, es evidente que el profesor Deresiewicz no permitiría que un estudiante utilizara un coloquialismo en un texto formal. Si esto ocurriera, si el estudiante no apreciara la diferencia entre el vernáculo y el estándar, seguro que no dudaría un segundo en corregirlo, aunque eso significara admitir finalmente que la corrección sí existe y conviene enseñarla.

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13/06/2007

El valor de la cultura (con ce de «copyright»)

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Los estudios econométricos de la riqueza que la cultura y la(s) lengua(s) de un país son capaces de generar están a la orden del día.

En el caso de la lengua española, con un creciente peso demográfico y primacía política y sociolingüística en la mayor parte de países donde se habla, respaldada asimismo por una política lingüística dispuesta a disputar al inglés un lugar destacado entre las principales lenguas francas y a convertirla en motor económico de las comunidades hispanohablantes —capaces de desarrollar y explotar productos en español o relacionados con el español—, los análisis de su potencial económico impregnan también buena parte de los resultados de los estudios nacionales sobre el valor económico de las culturas hispanoamericanas, incluso en el caso de estados plurilingües y pluriculturales.

Pero no sólo la política de promoción y expansión del español deja su huella en estos análisis. Dado que su objeto de estudio son bienes culturales susceptibles de explotación económica, y que buena parte de ellos son productos de creación impulsados por una industria y protegidos por el paraguas de los derechos de autor, estos estudios suelen estar asimismo inscritos en políticas activas de persecución y erradicación de las prácticas que vulneran la propiedad intelectual, contrarias a los intereses ya no tanto del autor como de las industrias culturales.

No es casual, pues, el desarrollo paralelo de análisis nacionales de la contribución de estos elementos identitarios al PIB de cada país, y resultan, por tanto, inevitables las comparaciones.

Recientemente, el Ministerio de Cultura español presentó el trabajo El valor de la cultura en España, en la estela de los publicados en otros países hispanohablantes, como el que desarrolló en México Ernesto Piedras, ¿Cuánto vale la cultura? Contribución económica de las industrias protegidas por el derecho de autor en México (resumido aquí por el autor y reseñado aquí por Luis Fernando Lara, del Colegio de México), cuyos resultados —en especial en lo que concierne al sector de la edición— probablemente interese comparar al lector de A&C con los obtenidos por el MCU.

Silvia Senz (Sabadell)

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13/06/2007 13:56 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

03/06/2007

¿Hasta cuándo, Academia, hasta cuándo? El ninguneo de la RAE a los cantes y bailes flamencos

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Permítanme que comience este artículo de forma antiperiodística. Les confieso que lo que se disponen a leer ya lo han contado antes muchos otros, de forma más completa y cabal e incluso de manera más entretenida. No se llamen a engaño, pues: no les voy a descubrir nada nuevo sobre la discriminación que los cantes y bailes flamencos sufren en el Diccionario de la Real Academia (DRAE), ni sobre las carencias metodológicas de este mismo diccionario. Si se esperaban una perspectiva diferente o novedosa, no sigan leyendo: se aburrirán. Y ahora pido disculpas a la editora del blog por decir esto.

Mucho se habla de que el DRAE es un mal diccionario, y si nos ceñimos al ámbito del flamenco, no podemos sino estar de acuerdo con los que así opinan.[1] Primero, porque de los cincuenta y tantos nombres de cantes y bailes flamencos, la RAE recoge sólo la mitad; segundo, porque la Academia no sigue un criterio uniforme a la hora de definir estos términos; y tercero, porque las definiciones que ofrece son insuficientes y poco esclarecedoras. No es extraño, pues, que muchos se hayan quejado del errático comportamiento lexicográfico que sigue la Real Academia Española al elaborar su diccionario general.[2]

Imaginen por un momento a un japonés aficionado al flamenco —y les aseguro que hay muchos— que, después de asistir a un tablao de Tokio, llega a su casa y se va al DRAE en línea para saber algo más de los cantes y bailes que figuran escritos en su folleto. Imaginen que busca tangos y se topa con que es ¡un baile argentino!; imaginen que busca luego milonga y resulta que es ¡otro baile argentino!; imaginen que —un poco mosqueado ya— busca rumba y comprueba con estupor que lo que acaba de oír en el tablao es ¡un son cubano!; imaginen por último que busca guajira, y se encuentra —ya con la boca abierta de par en par— con que es ¡otro son cubano! Díganme, ¿pensaría nuestro aficionado nipón que la Academia ha hecho bien en no incluir las acepciones flamencas de estas palabras en el DRAE, o diría al estilo de Obélix: «¡Están locos estos hispanos!»?

Y lo peor es que no hablamos de locura, sino de dejación; porque, como recogen los propios bancos de datos académicos,[3] hay testimonios escritos que revelan, por ejemplo, que los tangos flamencos son incluso más antiguos que los argentinos, con los que comparte únicamente la etimología. Por otro lado, la existencia de milongas, rumbas y guajiras —ejemplos de cantes de ida y vuelta[4] está igualmente atestiguada, y es bien conocida dentro y fuera de Andalucía. Y, si no, que levante la mano el que no haya bailado una buena rumbita flamenca poco antes de que se lo llevaran de la fiesta por tomar en demasía. No son los tangos y las milongas únicamente cantos y bailes argentinos, no; como tampoco son la rumba y la guajira exclusivamente sones cubanos. Bastaría con que la RAE incluyera estas acepciones flamencas en el Diccionario para remediar esta parte del entuerto, pero parece que —entre tanto congreso y viaje intercontinental— a nuestros académicos no les queda el tiempo suficiente para realizar labor tan simple. El caso es que, sea por esto o por cualquier otra razón que se me escapa, ya tenemos ninguneados a cuatro cantes y bailes flamencos; desgraciadamente —y como veremos—, no son los únicos.

Casos igual de graves, por lo huérfano que lo dejan a uno, es no encontrar en el DRAE palabras hermosas como cantiñear (que mi procesador de textos insiste en transformar en cantinera). Está derivado este verbo de cantiña, otro cante flamenco que tampoco figura en el DRAE, uno más. Cantiñear es cantar flamenco a media voz, sin explotar, como cantando para uno mismo o al estilo de las nanas. Créanme si les digo que oír a la pareja de uno cantiñear a la par que lee o teclea en el portátil es buen síntoma: una de esas pequeñas alegrías que nos regala la vida en común. Lamento que la RAE los prive a ustedes de darle nombre a este canturrear flamenco que tan grata sensación produce. Como también lamento que los prive de conocer la acepción flamenca del término pellizco, que es la capacidad que tiene el intérprete flamenco de sentir —y fundamentalmente de transmitir— un sentimiento de especial autenticidad y jondura. Tener pellizco es una cualidad altamente apreciada en el mundo flamenco, que la RAE, como en tantas otras ocasiones, pasa inexplicablemente por alto.

Así las cosas, más de uno podría pensar ya que esta dejación académica se produce porque los andaluces seguimos siendo hablantes de segunda para casa tan docta y castellana, pero este no sería un comportamiento científico y moderno; y la Academia es un organismo cientifiquísimo y modernísimo, bien que lo repite la prensa. Podríamos maliciar que la desidia de la RAE se debe a que está más interesada en revender sus diccionarios que en perfeccionarlos, pero este no sería un comportamiento científico; y nuestra academia de la lengua —ya les digo— sabe mucho de ciencias. Podríamos creer que, para la Real Academia, el vocabulario plebeyo no casa bien con su concepción patricia del Diccionario, pero ese no sería un comportamiento científico; y —cómo no insistir en ello— la Academia es ante todo una entidad científica. Podríamos concluir que todo se debe a que en la RAE abundan más las celebridades que los lingüistas, pero eso no sería científico y… No, mejor dejo ya de remedar a Marco Antonio, que es cansino el desvarío shakesperiano, y sigo con la exposición.

Punto y aparte merecen aquellas palabras que, aunque nacidas fieles a la fonética andaluza, el DRAE insiste en disfrazar de castellanas: seguidillas en vez de siguiriyas o seguiriyas, alboreadas en vez de alboreás, granadinas en vez de granaínas; ya puestos, no sé cómo la RAE no se empeña en llamar bacalado al bacalao, sonaría también mucho más fino, dónde va a parar. En fin, costó un verdadero mundo que la Academia aceptara a los bailaores y a los cantaores (que no son ‘bailadores’ ni ‘cantadores’, claro), pero un universo entero será necesario para que admita también a los tocaores (que por supuesto, no son ‘tocadores’). Pobrecitos míos, qué culpa tendrán ellos de que en Andalucía nos comamos las letras y no sepamos nombrar castellanamente a los guitarristas flamencos. Si hasta parece que la Academia les tuviera ojeriza, ya les digo. Porque, no contenta con negarles el nombre a los tocaores, tampoco les permite que puedan estar al toque, aunque los bailaores estén al baile, y los cantaores al cante.[5] Para la RAE, al toque es —exclusivamente— peruanismo por de inmediato. ¡Qué arte y poderío más grande tiene esta RAE, Dios mío! «De inmediato», dicen; y llevan los tocaores toda la vida al toque, y en el casón neoclásico no se enteran ni a la de tres.

En fin, como les decía, de los alrededor de cincuenta tipos de cantes y bailes flamencos, el DRAE recoge chispa más o menos la mitad. Son estos: alegrías, bulerías, cañas, caracoles, carceleras, deblas, fandanguillos, farrucas, jaberas, livianas, malagueñas, martinetes, mineras, peteneras, polos, rondeñas, serranas, sevillanas, soleares, tanguillos, tarantas, tientos, verdiales y zorongos. A las ausencias ya nombradas de tangos, milongas, guajiras, rumbas, vidalitas, colombianas, y cantiñas —casos en los que o bien la entrada no figura en el Diccionario o bien no se incluye la acepción flamenca del término—, hay que sumar las siguientes: bamberas, bandolás, cabales, campanilleros, canasteras, cartageneras, fandangos, garrotín, jabegotes, levanticas, marianas, mirabrás, murcianas, nanas, romances, romeras, saetas, tonás, tarantos, villancicos, zambras y zapateados. Y a todos ellos hay que añadir los términos que no figuran con su grafía andaluza: seguiriyas, alboreás, granaínas y medias granaínas. Disculpen que todavía me asombre, pero es ciertamente increíble que, siendo el flamenco un arte que ha transcendido las fronteras de Andalucía y que incluso sirve para representar internacionalmente a España, no estén recogidos en el Diccionario general del español los nombres de los palos o estilos propios de este arte. Realmente, ¡están locos estos [académicos] hispanos!

Podría añadir ahora que este desinterés de la RAE por el léxico flamenco es el mismo que muestra ante los andalucismos en general; pero prefiero no hacerlo, la verdad, no me tiren de la lengua. Además, en realidad los cantes y bailes flamencos no tienen de andalucismo más que el nacimiento. Estos nombres no son una mera variación léxica de ámbito regional; no estamos ante formas diferentes de llamar a una misma cosa, caso de auto, carro, coche, etc. Los nombres de los cantes y bailes flamencos son la única y exclusiva manera de llamar a realidades antes inexistentes, por lo que su exclusión del Diccionario es una pérdida irreparable para todos los hablantes. Hace bien, pues, la RAE en no tratar a estas palabras como regionalismos ni como tecnicismos, y por ello mismo resulta todavía más evidente cuán incompleta es su labor al respecto, y cuán heterogéneo y falto de coherencia es su criterio lexicográfico.

Les decía antes que no andaría yo muy errado si achacara esta incuria académica al secular ninguneo que la RAE muestra al léxico propio de Andalucía. Si no lo hago, es porque no quiero que suceda como la última vez que hubo quejas al respecto. No insistan, pues; no quiero decirles lo que ocurrió tras la proposición no de ley que se presentó en el Parlamento de Andalucía para fomentar el uso del andaluz en la comunidad y para instar a la RAE a que admitiera un mayor número de andalucismos en su Diccionario. Prefiero no contarles que a los lingüistas andaluces promotores de la iniciativa, encabezados por Antonio Rodríguez Almodóvar, ni siquiera tuvieron que contestarles entonces desde Madrid, porque fueron once catedráticos de Lengua de universidades andaluzas los que, con cifras en la mano, dejaron bien claro que, comparando el número de hablantes de Andalucía con los de México —ese fue el ejemplo que pusieron—, los andalucismos no estaban discriminados en absoluto, sino que su situación era incluso ventajosa.[6] Lo que no llegaron a decir estos catedráticos fue cuál era el número exacto de palabras que, demográficamente hablando, nos correspondía inventar a los andaluces. Podrían haber empezado por ahí, especificando nuestro cupo, y así nos ahorraríamos en el futuro el trabajo de crear para nada. Tampoco explicaron estos mismos catedráticos por qué, en vez de andar con la calculadora en la mano, no se dedican ellos mismos a algo un poco más lingüístico; algo parecido a lo que yo estoy haciendo en estos momentos: a investigar con un mínimo de rigor decenas de palabras nacidas en Andalucía que tienen un uso más que comprobado dentro y fuera de nuestra tierra, y que, sin embargo, no figuran en el Diccionario de la Academia. No, les repito que no seré yo quien hable de este tema, ya sé que no serviría para nada.

La segunda crítica que hay que realizarle al DRAE es la escasa uniformidad existente en la redacción de las definiciones. Es evidente que no todas las voces relacionadas con el flamenco se incorporaron al Diccionario en la misma época, pero aun así es chocante que cada entrada parezca estar redactada por personas diferentes; eso sí, todas ellas con el mismo —y limitado— conocimiento del flamenco. Si yo les preguntara a ustedes qué tienen en común una trucha, un besugo y un atún, seguramente todos me contestarían que los tres son peces. Y llevarían razón, claro; de hecho, pez es el hiperónimo que engloba a estos tres animales. Sin embargo, si usted le pregunta al Diccionario académico qué tienen en común bulerías, soleares y alegrías, no se encontrarán con la respuesta lógica: que son cantes y bailes flamencos. Como si los hiperónimos no existieran, la Academia emplea en unas ocasiones cante, en otras canto, en otras aire musical, en otras copla y en otras canción popular. Así, y según el DRAE, la bulería es un «cante popular andaluz»; la carcelera, un «canto popular andaluz»; la caña, una «canción popular andaluza»; la malagueña, un «aire popular de la provincia de Málaga»; la rondeña, una «música y tono característicos de Ronda», y la serrana, una «canción andaluza variedad del cante hondo». En fin, que parece que los cantes y bailes flamencos no existieran como tales. ¿Ningún lexicógrafo académico se da cuenta de algo tan evidente como esto?

Y nos queda la tercera crítica. La falta de claridad y precisión de las definiciones. En muchos casos no se especifica el étimo de las palabras, por lo que nadie puede saber que bulería,[7] por ejemplo, viene de burlería, y de ahí el carácter festero de esta variedad de cante y baile flamencos. En otras ocasiones, no se aclara si estamos ante un cante, ante un baile o ante ambas cosas, y sólo en algunas entradas se nos precisa qué tipo de métrica y compás tiene el cante en cuestión. Así, si busca usted petenera, se encontrará con que es un «aire popular parecido a la malagueña, con que se cantan coplas de cuatro versos octosílabos», pero se quedará sin saber que la petenera también es un baile. Si busca seguiriya (bueno, seguidilla gitana, según la RAE), conocerá usted la métrica del cante, pero no su compás; y justo lo contrario le sucederá con las soleares, entrada en la que se especifica el compás pero no la métrica. Un auténtico desatino lexicográfico, ya les digo. Puro DRAE.

Bueno, voy a ir terminando; y como ya remedé antes a Shakespeare, voy a cambiar de palo y a intentarlo ahora con Cicerón; a ver si ironizando con los clásicos latinos, los patricios de la lengua se dan por aludidos, que ya sé que no: ¿Hasta cuándo, Academia, hasta cuándo? ¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia flamenca? ¿Por cuánto tiempo se va a seguir burlando de nosotros los cabales este delirio tuyo llamado Diccionario? ¿Cuántos más como yo ahora tendrán que volver a escribir de lo mismo, a insistir en lo mismo, a repetir lo tantas veces repetido? ¿Cuántas tonás tendremos que cantarte, cuántas cantiñas, cuántas seguiriyas, cuántos mirabrás? ¿Cuándo tendremos de una vez el Diccionario que nuestra lengua se merece?

En fin, pura retórica, señal de que he dicho suficiente, así que acabo. Y como empecé de manera antiperiodística, no puedo sino terminar de la misma forma. Disculpen si dejé lo importante para el final:

El ninguneo del léxico flamenco es una de las deudas que, por antigua y por grosera, más mancha el ya manchado prestigio lexicográfico de la Real Academia Española y su diccionario general. Una deuda que los señoritos del idioma no quieren pagar porque a sus reales excelencias no les da su real y excelentísima gana. Una deuda contraída con los más desheredados: con los gitanos, con los jornaleros, con los analfabetos, con los arrabaleros, con todos los andaluces que tuvieron la osadía de utilizar la lengua de sus padres para crear nuevas palabras con las que cantar y bailar sus penas y alegrías. Una deuda con los verdaderos dueños y señores de la lengua.

Luis Carlos Díaz Salgado. Sevilla



[1] El problema que representa un DRAE lexicográficamente pobre estriba, sobre todo, en que el resto de diccionarios generales del español bebe de esta obra académica. Además, el DRAE es el diccionario con más prestigio de todos los existentes, y por eso debería ser científicamente impecable.

[2] Especialmente recomendables son las críticas de José Martínez de Sousa.

[3] El CREA y el CORDE. Ambos se pueden consultar en línea en la página web de la Real Academia Española.

[4] Los cantes de ida y vuelta son la guajira, la rumba, la milonga y la vidalita; aunque ninguno de ellos figure en el DRAE con su acepción flamenca (la vidalita ni siquiera eso). Todos ellos nacieron en América y fueron posteriormente aflamencados en Andalucía. La colombiana, otro cante flamenco también sin sitio en el diccionario académico, es — a pesar de su nombre— un cante nacido en España sin influencia americana, uno de los denominados cantes de levante.

[5] Según el DRAE, cante es la acción de cantar como baile es la acción de bailar; sin embargo, toque no figura como la acción de tocar (un instrumento).

[6] Esta fue la respuesta de Antonio Rodríguez Almodóvar publicada en el diario El País.

[7] También hay quien opina que proviene de bullería, de bulla. En casos como este se echa en falta la opinión académica propia de un diccionario normativo.

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21/05/2007

Perlitas de la lengua oriental

20070521055341-republica-oriental-del-uruguay.jpgSabemos —o podemos imaginarnos fácilmente— cómo las gastan las campañas nacionales de alfabetización en tiempos de autoritarismos. La ideología del período de la dictadura militar en Uruguay (1973-1985) se reflejó en su política lingüística: nacionalismo, xenofobia, patriotismo, afirmación de la autoridad y preservación de la moral y las buenas costumbres. Sin embargo, también puede provocarnos una sonrisa: durante la Campaña Nacional de Alfabetización del año 1982, analizadas aquí por las lingüistas Graciela Barrios y Pilar Asencio a partir de los extractos de la prensa de la época, encontramos algunas perlitas (las negritas son mías).

El objetivo de la campaña: «eliminar el analfabetismo del territorio nacional» (El País, 12/9/1982). Este fue su desarrollo en la República Oriental del Uruguay, según refieren Barrios y Asencio:

Antes del inicio de cursos se realizó un entrenamiento a los maestros que participaron en la experiencia, y se distribuyó material didáctico en diferentes centros de estudio. Los cursos se llevaron a cabo entre el 10/5/1982 y el 8/9/1982; en Montevideo hubo más de 12 000 alumnos inscriptos, 10 000 de los cuales culminaron los cursos. De acuerdo con lo planificado, se anunciaba que «las personas que asistan regularmente a los cursos [...] aprenderán a leer, escribir y comprender lo que leen en un período de cuatro meses» (El Día, 10/5/1982).

Con una finalidad propagandística, las autoridades enfatizaron, en distintos eventos internacionales, que el costo de la campaña sería casi nulo. El mundo entero, y muy especialmente América Latina y el Caribe, se sorprendieron en los cónclaves educativos de México y Santa Lucía cuando la ministra Lombardo de de Betolaza, en la capital azteca, y el subsecretario López Estremadouro, en la isla caribeña, declararon ante sus pares del continente que la Campaña Nacional de Alfabetización no aparejaría prácticamente costo alguno al Uruguay. Un silencio sobrecogedor, según informaciones trascendidas de la propia UNESCO, rodeó las palabras de los jerarcas uruguayos. Un sentimiento de estupor y curiosidad llevó a los ministros de Cultura de todo el mundo y a los funcionarios docentes de distintos países a interiorizarse agudamente sobre las realizaciones uruguayas en ese sentido. La explicación vendría enseguida. Primaria abarca con su infraestructura todo el territorio nacional —no existe paraje donde no se levante una escuela pública—, y además los maestros que ejecutaron la campaña donaron a su pueblo las doscientas mil horas de clase que permitieron que 10 000 nuevos ciudadanos aprendiesen a leer y escribir (El País, 12/9/1982). [...]

La eliminación del analfabetismo constituye un acto de planificación lingüística que responde a una decisión de política lingüística: la de ampliar el acceso a la lengua escrita en la población. El crecimiento del nivel de alfabetización, legitimado mediante un discurso nacionalista, hace posible que la lengua estándar actúe más eficazmente como instrumento unificador de la comunidad.

[...] el discurso oficial de la época, reproducido por una prensa básicamente oficialista, establecía un estrecho vínculo entre alfabetización y distintos referentes de carácter patriótico:

«Asistirán [al acto de clausura de la campaña], con las personas recién alfabetizadas, el cuerpo de maestros, se cantará el Himno Nacional, y luego se continuará con la programación» (El País, 7/8/1982).

«Inmediatamente después de la celebración en el Cine Plaza, los noveles alfabetos, familiares y maestros se dirigirán por la Avda. 18 de Julio hacia la Plaza Independencia para depositar una ofrenda floral al pie del Monumento a Artigas. Cada alumno de los Centros de Alfabetización depositará su flor ante el Prócer» (El País, 2/9/1982).

La actitud de orgullo hacia la lengua estándar se manifestaba en varias referencias a los altos índices de alfabetización que ostentaba el Uruguay de la época:

«La campaña de alfabetización que se está cumpliendo en el Uruguay pone de manifiesto un loable propósito de alcanzar la perfección, poniendo al tope de la escala mundial en la materia, a un país cuyo índice de analfabetismo figura entre los más bajos del orbe» (El País, 2/6/1982).

En el mismo período en que se desarrollaba la campaña de alfabetización, las autoridades del gobierno de facto recorrían el país anunciando los «buenos resultados de la lucha contra la penetración idiomática»: «[...] la Dra. Raquel Lombardo de De Betolaza fue interrogada en torno a la labor que cumplen las autoridades de la enseñanza para evitar la penetración idiomática en regiones lindantes con Brasil.

»Sobre este tema anunció “buenos resultados” de la campaña. “Venimos cumpliendo varias realizaciones”, destacó [...]. “Hay móviles con material didáctico diverso, maestros dedicados a esta actividad y conjuntos folklóricos de coros y bailes quienes así tratan de contrarrestar la invasión idiomática extranjera”» (El País, 14/9/1982).

La campaña de alfabetización masiva subrayó también la estrecha relación existente entre el buen uso del idioma y las buenas costumbres del individuo. El inspector Adolfo Rodríguez Mallarini señalaba que «el éxito total de la empresa alfabetizadora» se obtendría si se lograba «plasmar hombres letrados y dignos» [¡en cuatro meses!, no puedo evitar la acotación]. La vinculación con lo ético conseguiría que quienes hicieran un «buen uso» de la lengua fueran poseedores de una superioridad moral respecto a quienes no cumplen con esta condición.

¿Más perlitas? En el artículo completo: aquí o aquí

Pilar Chargoñia (Montevideo, Uruguay)

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13/02/2007

Interpretación de «Las alarmas del doctor Américo Castro». O sobre la dificultad de divulgar el ingenio borgiano

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El ensayo de J. L. Borges, «Las alarmas del doctor Américo Castro», incluido en el libro Otras inquisiciones (Emecé, Buenos Aires, 1960), donde responde a las palabras que Castro expresara en La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico (Losada, Buenos Aires, 1941), debería poder leerse en la red. Es un texto relativamente corto, no es fácil de encontrar, el autor es universal, el tema, si no universal, sí de la lengua en que nos expresamos: reúne todas las condiciones, o muchas, por las que internet sería un sitio perfecto para que este ensayo fuera accesible a todos. Al pedir los permisos correspondientes a María Kodama y Emecé Editores S. L., estos me fueron denegados a través de su abogado, Mario Orlando.

Por ese motivo redacto lo que califico de interpretación del ensayo borgiano:

 

Interpretación de «Las alarmas del doctor Américo Castro»

de Jorge Luis Borges

 

Desde el comienzo, el autor argentino nos plantea un juego de espejos lingüísticos: si el académico Castro incurre en desmesura al calificar de problema a la variedad rioplatense, él, Borges, empezará diciendo que «La palabra problema puede ser una insidiosa petición de principio». No será menos desmesurado que Castro —que observa «un desbarajuste lingüístico en Buenos Aires»—, al ejemplificar que hablar del problema judío significará un postulado: que los judíos son un problema y por ello cabe recomendar su exterminio. Estos falsos problemas, dice, promueven soluciones que también son falsas, y los compara, para no ser menos que Castro —que lanza la teoría del «lunfardismo» y de la «mística gauchofilia»—, con un clásico de la literatura latina, la Historia natural, de Plinio, donde, al decir que los dragones atacan a los elefantes durante el verano, establece el postulado de que buscan beberles su sangre fría.

Nos dice Borges que, para demostrar la tesis de la corrupción del idioma español en el Río de la Plata, el doctor Castro echa mano a un recurso tan sofístico como candoroso, y lo califica de este modo para no poner en duda, nos aclara, su inteligencia ni su probidad. Castro acumula trozos literarios de autores que usan el lunfardo, sin percatarse de que este lenguaje es caricatural, intencional, un recurso literario: «Con un feca con chele / y una ensaimada / vos te venís pal Centro / de gran bacán». El académico, señala Borges, los califica de «síntomas de una alteración grave», cuya causa remota son «las conocidas circunstancias que hicieron de los países platenses zonas hasta donde el latido del imperio hispano llegaba ya sin brío». Del mismo modo, sigue el autor argentino, se podría argumentar que, según las coplas de Rafael Salillas (El delincuente español: su lenguaje, 1896), en Madrid ya no se habla español: «El minche de esa rumi / dicen no tenela bales; / los he dicaito yo, / los tenela muy juncales...»; comparado con el lunfardo, estos versos son aún más oscuros. Del lunfardo, Borges elige elige un ejemplo especialmente difícil, por su libre juego fonético: «El bacán le acanaló / el escracho a la minushia; / después espirajushió / por temor a la canushia...» (de Luis Villamayor: El lenguaje del bajo fondo, Buenos Aires, 1915).

En otras páginas de su obra, sigue diciendo Borges, el doctor Castro promete un libro más sobre el problema lingüístico de Buenos Aires, y también se ufana de entender un diálogo campero donde los personajes «usan los medios más bárbaros de expresión, que sólo comprendemos enteramente los familiarizados con las jergas rioplatenses». Pero Borges aclara que no hay jergas en Argentina, salvo el lunfardo, al que califica como «módico esbozo carcelario que nadie sueña en parangonar con el exuberante caló de los españoles». Esta última expresión la coloca entre paréntesis, y curiosamente, las oraciones intraparentéticas borgianas suelen ser directas, fuertes; opiniones vertidas dentro del texto que desnudan el pensamiento de su autor como si nos hablara distendidamente frente a un café. El lenguaje argentino no padece de dialectos, sigue diciendo Borges, pero sí de institutos dialectológicos que rechazan las jerigonzas que inventan, como el gauchesco, basados en Hernández y su Martín Fierro, el cocoliche, en el teatro popular de los Podestá y el vesre, en el lenguaje de los estudiantes liceales. Borges ha viajado por varias zonas españolas (Cataluña, Alicante, Andalucía, Castilla) y ha vivido en Valldemosa y Madrid, y dice: «no he observado jamás que los españoles hablaran mejor que nosotros. (Hablan en voz más alta, eso sí, con el aplomo de quienes ignoran la duda.)». Esta última frase es la que suele citarse con más frecuencia cuando se alude a la respuesta de Borges. Lo que en primera instancia puede parecer un sentimiento antiespañol es, en cambio, otro reflejo de la actitud antiargentina del doctor Castro.

Agrega Borges que el doctor Castro atribuye arcaísmo al lenguaje de los argentinos, comparándolo con los usos de San Mamed de Puga, en Orense; si estos olvidaron una acepción de una palabra, pues los argentinos deberán olvidarla también. El español, dice Borges, es facilísimo, nada dificultoso a pesar de sus imperfecciones (predominio de las vocales, excesivo relieve de las palabras, ineptitud para formar palabras compuestas); plantea que es arduo sólo para los españoles y, tal vez, aventura con suprema ironía, sea así porque los turban las atracciones del catalán, del bable, del mallorquín, del galaico, del vascuence y del valenciano; tal vez por un error de la vanidad; tal vez por cierta rudeza verbal (confunden acusativo y dativo, dicen le mató por lo mató, suelen ser incapaces de pronunciar Atlántico o Madrid...). Aquí cabe que nos preguntemos, retóricamente, sobre los sentimientos del escritor argentino: ¿hay molestia, furia, desprecio, o apenas fría ironía de espejos conceptuales?

En otras páginas, Borges enumera las supersticiones convencionales del doctor Castro: desdeña unos autores a favor de otros, niega nada menos que el tango (!) pero respeta las jácaras. Proscribe unas palabras, se resigna a otras... Ataca los idiotismos americanos, porque los idiotismos españoles le gustan más. Pretende arbitrariamente que se usen términos y expresiones españolas, y se equivoca mucho, como cuando dice que los porteños dan a la langosta el nombre de acridio, o cuando revela que taita significa padre en arrabalero.

Por si esta sarta de arbitrariedades fueran insuficientes, el estilo literario del doctor Castro es —y Borges da ejemplos contundentes— comercial, de una superficialidad de pensamiento que incluye el dislate: «Surge entonces lo único posible, el tirano, condensación de la energía sin rumbo de la masa, que él no encauza porque no es guía sino mole aplastante, ingente aparato ortopédico que mecánicamente, bestialmente, enredila al rebaño que se desbanda» (págs. 71 y 72). En la página 31 de su libro, el doctor Castro busca el término justo: «Por los mismos motivos por los que se torpedea la maravillosa gramática de A. Alonso y P. Henríquez Ureña» (pág. 31). Este estilo conjuga términos de la radiotelefonía y el fútbol, dice Borges, y nos muestra este texto de A. Castro: «El pensamiento y el arte rioplatense son antenas valiosas para cuanto en el mundo significa valía y esfuerzo, actitud intensamente receptiva que no ha de tardar en convertirse en fuerza creadora, si el destino no tuerce el rumbo de las señales propicias. La poesía, la novela y el ensayo lograron allá más de un “goal” perfecto. La ciencia y el pensar filosófico cuentan entre sus cultivadores nombres de suma distinción».

A sus errores y escasez culturales —según Borges—, el doctor Castro suma el ejercicio de la pobreza moral al decir: «Lanzarse en serio, sin ironía, a escribir como Ascasubi, Del Campo o Hernández es asunto que da en qué pensar». ¡El doctor Castro —me asombro yo— está hablando de los clásicos de la literatura rioplatense! ¿Cómo reaccionarían los españoles si un académico argentino despreciara a sus autores clásicos, a aquellos que supieron interpretar el alma —y el lenguaje— de su pueblo? Borges se limita a transcribirnos las últimas estrofas del Martín Fierro (1872), del poeta y periodista José Hernández (Buenos Aires, 1834-1886). Parafraseando al doctor Castro, Borges nos pregunta, también en serio y sin ironía, quién resulta más dialectal, si el cantor del Martín Fierro o el pésimo redactor que es el doctor Castro.

Finaliza su respuesta con una de una sorna que nos obliga a hilar fino y comprender que el juego de los espejos ha sido llevado al máximo: el doctor Castro ha enumerado algunos escritores cuyo estilo es correcto; a pesar de la inclusión de mi nombre en ese catálogo, no me creo del todo incapacitado para hablar de estilística.

Touché!

 

Pilar Chargoñia (Montevideo)

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09/02/2007

Inefable RAE: navegar «las altamares», o sea, la nada

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El Diccionario panhispánico de dudas (DPD) es una fuente inagotable de sabrosos absurdos. Algunos ya los tengo señalados en este blog. Hoy hablaré de la entrada altamar.

Esta obrita (¿u obreja?) dice, en altamar:

‘Parte del mar que está a bastante distancia de la costa’: “El suelo se movía como la cubierta de un barco en altamar” (Jodorowsky Pájaro [Chile 1992]). Aunque todavía es mayoritaria la grafía en dos palabras alta mar, no es infrecuente y resulta preferible la grafía simple altamar, ya que, normalmente, el primer elemento del compuesto se hace átono y ambas palabras se pronuncian como si fueran una sola. Como evidencia el género del adjetivo, este compuesto es femenino: la altamar, la alta mar (y no el altamar, el alta mar).

La frecuencia. El Corpus Diacrónico del Español (CORDE) presenta 10 ejemplos de altamar y 631 de alta mar; porcentaje de un uso respecto al otro: 1,58 %. El Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) presenta 68 casos de altamar (casi todos de la prensa, que, notoriamente, no brilla por competencia lingüística) y 439 de alta mar; porcentaje de un uso respecto al otro: 15,4 %. Estos numeritos le sobran al DPD para decir que el uso de altamar no es infrecuente. No es que sea infrecuente: es casi inexistente.

Grafía preferente. Los señores académicos no explican por qué es preferible la grafía altamar, pese a que sea mayoritaria la otra (¡y cómo que lo es!). Tengo para mí que este debe de ser uno de los vocablos de lo que algún cerebro burocratizado ha llamado “norma panhispánica pluricéntrica” para no decir, como haría cualquier lingüista independiente, “norma de las distintas variantes del castellano”.

En realidad, alta mar significa ‘mar profundo’, como aguas altas significan ‘aguas profundas’. Los buenos escritores del pasado, conociendo el instrumento que usaban, decían altas mares o altos mares para indicar el mar abierto, lejano de la costa, donde las sondas con que se medía la altura de la columna de agua situada debajo de la quilla no tocaban nunca el fondo. Pues esto: agua alta, alta mar.

Primer elemento átono, pronunciación en una sola palabra. El DPD quiere justificar su singular preferencia ortográfica con una explicación absurda. Si esta explicación (elemento átono, pronunciación en una sola palabra) fuera norma aplicada a todas las grafías, las obras académicas deberían registrar donnadie (tal como registran donjuán), pero no lo hacen; nos cuenta, en cambio, que debemos escribir don nadie. Seguro que estas divergencias deben atribuirse a los gustillos o gustazos de los distintos redactores de las obras académicas.

Compuesto femenino porque lo indica el adjetivo de «altamar». Pongamos que así sea. La RAE debería explicar por qué considera masculino el compuesto aguamanos, formado evidentemente con un femenino singular y un femenino plural. Es evidente que no hay explicación: es así porque tal es el uso. O sea: la RAE no ha explicado nada respecto al género de altamar.

Resulta cómico que la Academia afirme en una de sus obras que alta mar es un compuesto. Sin embargo, lo hace al escribir: «[...] este compuesto es femenino: la altamar, la alta mar [...]». En fin, terminología lingüística de aprendices.

El DPD, al decir que el compuesto es femenino y no indicar que carece de plural, sugiere que este se da y que solo puede ser las altamares. Si esta aberración no se da, puede que llegue a darse por obra y gracia de la llamada «norma panhispánica» impartida generosamente por la RAE.

Me he preguntado por qué a alguien se le ocurrió escribir altamar. Acaso esta persona oyó campanas, sin localizar el campanario, y, siendo gramático de secano, hizo un razonamiento poco aceptable. Sus campanas debieron de ser las palabra bajamar y ple(n)amar (con sus significados de ‘marea baja’ y ‘marea alta’); su razonamiento debió de consistir en esto: si se dan bajamar y ple(n)amar, ¿por qué no ha de darse altamar? Lo primero que se le ocurre a cualquiera es que altamar o alta mar no significa ‘marea alta’, sino ‘mar profundo’. Ahora bien, esto no tiene relevancia alguna para el gramático de secano.

Lo malo es que mucha gente toma en serio, con total buena fe, lo primero que la RAE publica. Luego, la RAE cantará victoria diciendo: “Está en el uso”. Y así se construye lo que llaman burocráticamente norma panhispánica pluricéntrica.

Jordi Minguell Roselló (Roma)

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01/02/2007

Inefable DPD: sobre las entradas 'aga o agá', 'agá (o aga) kan o jan,' 'kan' y 'sah'

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Las voces que se comentan en esta nota están sacadas, para referencia del lector, del Diccionario panhispánico de dudas (DPD), consultable en la página www.rae.es.

Leyendo esta obra con la intención de encontrar incoherencias o errores históricos y conceptuales, es fácil hacer buena cosecha. Tomo en consideración las entradas (1) aga o agá, (2) agá (o aga) kan o jan, (3) kan y (4) sah. Según el DPD:

agá o aga. 1. Originalmente, ‘individuo que, en ciertos países musulmanes, desempeña una jefatura, especialmente de carácter militar’: «El agá hizo arrojar por sobre las murallas el siniestro crucifijo» (Lugones Milagro [Arg. 1906]). Hoy se emplea como mero título honorífico o de nobleza. Esta voz de origen turco presenta dos acentuaciones en español, la aguda etimológica agá (pl. agás;plural, 1b) y la llana aga (pl. agas;plural, 1a), también válida.

2. agá (o aga) kan o jan. ‘Título del jefe espiritual de una de las ramas de los musulmanes chiíes’. La pronunciación etimológica del segundo elemento de esta locución es [ján], voz del turco antiguo que significa ‘señor o príncipe’; de ahí la grafía agá (o aga) jan, válida, aunque muy minoritaria. Más usual es la pronunciación [kán], que justifica la grafía agá (o aga) kan, la más recomendable en español, pues la voz kan se documenta ya desde antiguo como nombre del jefe o príncipe de los tártaros (→ kan). No debe escribrise Marca de incorrección.khan, grafía que corresponde a otros idiomas, como el inglés o el francés. Como ocurre con todos los títulos de dignidad o cargo, no es obligatoria, aunque sí frecuente, su escritura con mayúscula inicial (→ mayúsculas, 4.31 y 6.9); así, puede escribirse agá (o aga) kan o Agá (o Aga) Kan. Lo que no está justificado es escribir con mayúscula solo uno de los dos elementos de la locución: Marca de incorrección.agá (o aga) Kan.

kan. ‘Jefe o príncipe de los tártaros’: «La derrota del ejército del Kan se debió a que los japoneses fueron siempre feroces y temidos hombres de caballería» (Bonfil Simbiosis [Méx. 1993]). Es voz de origen turco, documentada en español desde época medieval. La grafía kan es la única vigente en el uso, ya que la variante can, frecuente con este sentido hasta época clásica, es hoy inusitada, y la forma jan, más cercana al étimo turco, es muy minoritaria. No debe escribirse Marca de incorrección.khan, grafía que corresponde a otros idiomas, como el inglés o el francés. Su plural es kanes (→ plural, 1g). [...]

sah. ‘Rey de la antigua Persia, hoy Irán’: «El sah de Persia creó premios anuales para los maestros» (Hora [Guat.] 3.5.97). Esta es la grafía recomendada en español para transcribir esta voz de origen persa. Se recomienda evitar las grafías anglicadas Marca de incorrección.shah y Marca de incorrección.sha.

Parece evidente que la RAE conoce muy mal a los turcos. Lo primero que acaso debía decir la egregia institución es que, en turco, se escribe ağa y que esta g con el diacrítico, llamada yumuşak g (= g blanda), no representa ningún sonido consonante, sino solo la duplicación de la vocal precedente. O sea, la palabra ağa representa el sonido /aaá/.

Esta palabra tuvo distintos usos y significados durante el Imperio Otomano. La República turca la abrogó como título de nobleza u honorífico (contrariamente a lo que dice el DPD); actualmente (algo que el DPD no dice), esta palabra es usada por la gente sencilla con el significado que suele o solía darse al castellano maestro o jefe referido a una persona de mayor rango laboral o algo por el estilo.

Lleva relativamente razón el DPD al decir que la acentuación etimológica de ağa es aguda. Ahora bien, la tónica turca (exceptuadas las oraciones negativas) es casi una entelequia para un oído hispano. Por otro lado, dada la estructura aglutinante de esta lengua, el acento tónico prácticamente no es distintivo (exceptuadas las oraciones negativas).

El DPD hace saber que la pronunciación etimológica de kan es /ján/ [¿qué pinta ahí la tilde?]. Bueno, la pronunciación etimológica de esta palabra es doble: /jan/ [escrito han en turco de hoy] y /kaán/ [escrito kaan en turco de hoy]. O sea, el DPD dice lo que mejor le parece sobre esta pronunciación etimológica.

La obrita académica afirma: «la voz kan se documenta ya desde antiguo como nombre del jefe o príncipe de los tártaros» y «la grafía kan es la única vigente en el uso, ya que la variante can, frecuente con este sentido hasta época clásica, es hoy inusitada». ¿En qué quedamos? Otra vez dicen lo que quieren: «la voz kan está documentada desde antiguo» y «la grafía can fue frecuente hasta la época clásica». Naturalmente, la grafía kan (referida al cargo de que hablamos) no aparece ni una sola vez en el corpus histórico de la RAE. ¿Qué importa? Si los hechos no cuadran las afirmaciones, acaso se puedan cambiar los hechos.

Resulta sensacional que el DPD rechace las grafías shah y sha por anglicadas y recomiende sah. La hache final es etimológica, puesto que figura en la palabra persa. Ahora bien, ¿qué significa en castellano? Parece una incrustación etimológica hija, probablemente, del prurito de algún señor que sabe leer el alfabeto árabe. Muy docta esta hache, no cabe duda; pero también inútil y contraria a las mismas normas de la RAE.

Hasta la próxima.

 

Jordi Minguell Roselló (Roma)

Artículo relacionado: «El dígrafo ortográfico italiano zz y su transliteración en las obras de la RAE»

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01/02/2007 14:42 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

14/01/2007

Panegírico de Arrigo Coen

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Este viernes 12 de enero se murió Arrigo Coen. Había nacido en Pavía, en mayo de 1913, de modo que ya tenía 93 años. Su madre fue una contralto mexicana, Fany Anitúa, que en gira constante por el mundo desde antes de la Primera Guerra Mundial, tenía por esas fechas su base en Italia.

Como buen autodidacta, Arrigo Coen había seguido sus intereses a grandes saltos y había llegado a abarcar campos extensos del uso de la lengua, de la parsimonia de la corrección de textos al vértigo de la publicidad y el periodismo. Así, fue un filólogo en el sentido lato del término, hecho en el amor y el ejercicio diario del idioma, y fue sobre todo un maestro, siempre listo para enseñar lo que sabía. En ese carácter de maestro, llegó a muchísima gente a través de la televisión y la radio.

Precisamente en la televisión, si no recuerdo mal desde la segunda mitad de la década de 1970, participaba en un programa, Sopa de Letras, que llegó a ser célebre como pocos y que cumplió una importantísima función educativa y divulgadora que nadie ha podido repetir en los 30 años que han pasado.

Escribió algunos libros. Uno de ellos, Para saber lo que se dice, fue muy leído, uno lo veía a la venta hasta en los supermercados, y llevó a Arrigo a escribir el segundo volumen, que creo que no corrió con tanta suerte. En los últimos años tuvo un programa de radio, daba clases en la escuela de escritores y fungía como asesor de dependencias el Gobierno.

A veces se desesperaba. Por ejemplo, cuando alguien le pedía sus datos para buscarlo, a él le parecía increíble que la gente no fuera capaz de mirar el directorio telefónico. No entendía en qué estribaba la dificultad de abrir cualquier libro de consulta, fuera un diccionario o el directorio telefónico. Si uno abría el directorio y buscaba la página correspondiente, veía ahí su teléfono y su dirección, en una zona de clase media sin pretensiones.

No sé por qué me infundía tanto respeto, que en las pocas ocasiones en que lo tuve cerca nunca me atreví a saludarlo. Lo vi varias veces en la calle Cinco de Mayo, en el centro de la ciudad de México. Le gustaba meterse a La Ópera, un bar de esa calle que hace esquina con Filomeno Mata. Ahí mismo está el restaurante del Club de Periodistas. Una vez, hace por lo menos 20 años, me lo encontré a unos pasos de ahí, frente a la puerta del Banco de México, hablando con el epigramista Francisco Liguori. Pensé que era mi oportunidad. Como Pancho Liguori frecuentaba la librería donde yo trabajaba, me imaginé que me reconocería y de algún modo me presentaría con Arrigo. Elucubré este plan mientras caminaba hacia ellos, pero en el momento apropiado no detuve mis pasos y ni siquiera volteé la cabeza. Lo cuento ahora lleno de arrepentimiento. Años después me encontré de nuevo a Pancho Liguori, en otra librería. Se acercó a mí con sus grandes zancadas, me tendió la mano y me dijo: «Tú me conoces». «Claro —le contesté—. Lo conozco muy bien.» Detrás venía una mujer muy guapa, entiendo que su hija. Quise preguntarle por Arrigo Coen, del que no había vuelto a saber nada. Pero tenían prisa y corrieron los dos rumbo a otra sección de la librería. Hasta el día de hoy guardo la imagen del maestro y la muchacha hermosa.

Liguori murió años más tarde, en el 2003, creo que el mismo día que otro estudioso de nuestra lengua, Nikito Nipongo. Ahora se murió Arrigo Coen. Yo me pregunto si seremos dignos del lugar que dejan vacante. Ya lo dirán nuestros hijos.

Javier Dávila (Ciudad de México)

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14/01/2007 11:02 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

22/11/2006

DRAE, atributos y utilidades

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En el menú lateral de la bitácora Lenguaje, de la lexicógrafa y periodista Margarita Marroquín, albergado en el diario digital salvadoreño La Prensa Gráfica, se está realizando una encuesta con el fin de averiguar qué función atribuye el usuario al DRAE. Estas son la cuestión planteada y las opciones de respuesta:

¿Cuál es la función que cumple para usted un diccionario de la RAE?

• Normar el uso y el significado de los términos de la lengua

• Explicar el uso de los vocablos del español

• Todas las anteriores

• Ninguna de ellas es válida

Los resultados de las 35 votaciones realizadas en el momento de redactar esta nota —ojalá les lleguen más— no son, creemos, nada sorprendentes:

La mayor parte de los que han respondido (un 42,8 %) no sabe exactamente cuál es el cometido del DRAE, o, ante la duda, le atribuye todos los posibles.

Un 25,7 % le da la finalidad de un diccionario normativo: recoger el correcto uso y grafía de los vocablos del español.

Un 17,1 % le da al DRAE el valor de un diccionario de uso, una percepción no muy alejada de lo que es la vigésimo segunda edición, que incorpora extranjerismos «crudos» en uso.

Un 11,4 % considera, como los redactores de El País, que el DRAE recoge (y, por tanto, «da permiso» para usar) las palabras que existen; las que no recoge no existen ni pueden usarse, por tanto.

Sólo un 2,8 % da otras funciones al DRAE, sin posibilidad de especificar.

Sería interesantísimo contar con encuestas más amplias que desvelaran la imagen que los hispanohablantes tienen de nuestras academias de la lengua y de sus obras (el Diccionario, la Gramática y la Ortografía). Qué duda cabe que descubriríamos ideas sorprendentes, confusas y hasta disparatadas; sobre todo si se los interroga también sobre las obras académicas de nueva planta (el Diccionario del estudiante, el Diccionario panhispánico de dudas y el Diccionario esencial).

 

 

 

Y a propósito de la utilidad del DRAE: aquí puede descargarse gratuitamente DraeÚtil, un widget para maqueros, de unos 200 KB, que facilita el rápido y completo acceso a la versión electrónica del Diccionario a través de Internet y desde Dashboard, sacando partido de las opciones de consulta que tanto el Tiger como la Academia brindan.

 

 

 

Silvia Senz (Sabadell, Cataluña, ¿España?)

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22/11/2006 14:39 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

03/10/2006

Breve y disparatada teoría sobre las inexplicables razones de algunos silencios

Las academias de la lengua hispanoamericanas —generalicemos, que el espacio también es oro— se han llamado a silencio. Sus intervenciones son pocas, incompletas, elitistas. La omnipresente razón económica de las faltas de intervención en el ámbito cultural es de sobras conocido por todos. Otra razón posible, sutil y agazapada: la falta de pasión, esa que hace superar obstáculos a fuerza de persistencia. A los españoles, en cambio, esta pasión les sobra. España aúna la pasión con el comercio, allí —les hago un guiño de picardía, lectores— se «hace», «valoriza» y «defiende» el idioma «que les pertenece». A «nosotros», el mundo ancho y ajeno desparramado al oeste del Atlántico, nos gana la modorra, la molicie, la pereza ancestral...

Una variante lingüística regional es la mezcla de los idiomas que las masas migratorias han amalgamado. El lenguaje, todo lenguaje hablado y escrito por cierta cantidad de gente durante cierta cantidad de tiempo —y no es necesario precisarlo más— sí genera identidad. La lengua está subsumida en la cultura y confiere identidad. Decir que una lengua no confiere identidad es decir que a un grupo humano se le puede imponer una cultura que le sea ajena. Se puede hacer, cómo no..., a la fuerza.

A las academias de la lengua hispanoamericanas sólo les queda resistir, hacer investigaciones exhaustivas y de muy bajo perfil, en ámbitos públicos o privados. El sistema educativo, principal meta de su labor, no llegará a conocer su titánica tarea, ni a valorarla, siquiera por el mero hecho de verse reflejada en ella.

Son muy pocos los conocedores y estudiosos de la lengua, los lingüistas y académicos, españoles o hispanoamericanos, que conocen el trabajo publicado por José del Valle. Son muy pocos los que ven los riesgos de la comercialización del idioma español. Cuidar la lengua —en sus variantes regionales, siempre— enriquecerla, mimar a los escritores y autores que la usan con soltura y regocijo..., ¿para qué?

Paciencia, nos piden algunos, paciencia, tenemos las normas que dictaremos sobre el español neutro o internacional. ¿Ah, sí? Claro, nos dicen, desde los principales medios de comunicación os diremos qué hacer; estamos unidos, la lengua es una sola, nos entendemos perfectamente: todos miramos las mismas telenovelas, los mismos culebrones, la misma contracultura... ¡Yo no!, quisiera gritar. Tranquilos, nos dicen, tranquilos, que tenemos la prensa, y desde ella nos hemos de entender... Tenemos, insisten en machacarnos, los subtitulados de las películas que veis en familia los fines de semana y fiestas de guardar... Y aún falta, pienso para mi coleto, que me digan que tenemos la televisión por cable y sus aguadas traducciones al maravilloso y único español estándar.

La mayoría de los editores —y el nexo entre la industria del libro y los medios de comunicación o multinacionales es evidente— son gestores culturales que se encuentran abocados a la comercialización de la cultura para subsistir. El idioma español es un negocio que se planifica desde la península ibérica, con el aval de las multinacionales y el silencio de las academias hispanoamericanas; las editoriales —nacionales o extranjeras— publican libros «vendibles». ¿Y la cultura?

Mmm... No nos hagamos mala sangre, más bien elaboremos una propuesta fantástica, para reírnos un ratito:

● Estandarícese regionalmente la lengua desde las academias correspondientes para estudiar las variantes, conocerlas, investigarlas...

● Responsabilícese a los editores que, sin ver más allá del criterio comercial, deciden no publicar los libros aprobados por la crítica especializada.

● Restrínjase la edición de libros, revistas, periódicos, blogs, folletos, etc. a las publicaciones cuidadosas que formarán el corpus del idioma.

● Penalícense los malos usos lingüísticos (faltas de ortografía, esencialmente) sobre cualquier soporte, analógico o digital, desde los ministerios de educación correspondientes.

Soñar puede costar bien poco. Gracias a todos por aguantar hasta aquí; me estaba haciendo falta un desahogo.

Pilar Chargoñia, Montevideo, Uruguay; valchar@dinet.com.uy

03/10/2006 13:25 Enlace a esta entrada.Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura No hay comentarios. Comentar.

18/09/2006

Escribir en español latinoamericano

20060918121049-el-reino-de-las-indias.gif Desde nuestra separación política de los países colonizadores europeos, en América Latina se han escrito diferentes historias, muchas de ellas paralelas y algunas no tanto (comparemos, por ejemplo, a Bolivia con Surinam). Estos mismos paralelismos y divergencias los encontramos en nuestras economías o políticas aplicadas y, de la misma forma, en las lenguas habladas.

Para nadie es un misterio que en este campo las diferencias locales, regionales o nacionales son marcadas, no solo en el aspecto léxico sino muchas veces en lo sintáctico y morfológico. Estrictamente, fuera de romanticismos y de políticas lingüísticas o educativas tendientes a la homogeneización, en algunos casos con pleno derecho (y apelando a criterios de inteligibilidad) se podría reclamar el estatus de lengua para una «variante» del español hablado, digamos, en Argentina. La heterogeneidad lingüística del español en América (y en general de todas las lenguas que ocupan un territorio amplio) es un asunto arduo de estudiar, de analizar y de deslindar.

Pero dejemos esos apasionantes problemas a los dialectólogos y ocupémonos de algo que podría ser más asible: «escribir en español latinoamericano». Se dice que la escritura es un «método de intercomunicación humana que se realiza por medio de signos gráficos que constituyen un sistema». Además, ese sistema puede ser «completo» cuando «puede expresar sin ambigüedad todo lo que puede manifestar y decir una lengua determinada por medio de la oralidad» (Enciclopedia digital Encarta). Esta conceptualización no acarreó mayores problemas teóricos a lo largo de los años, pero el número de estudiosos que iban llamando la atención sobre las divergencias de correlación entre estos dos modos de expresión (oral y escrito) ha ido en aumento. Veamos lo que nos dice Walter Ong (Oralidad y escritura. Fondo de Cultura Económica. México D. F., 1987) sobre esta diferenciación:

La escritura, consignación de la palabra en el espacio, extiende la potencialidad del lenguaje casi ilimitadamente; da una nueva estructura al pensamiento y en el proceso convierte ciertos dialectos en «grafolectos» (Haugen, 1966; Hirsch, 1977, pp. 43-48). Un grafolecto es una lengua transdialectal formada por una profunda dedicación a la escritura. Esta otorga a un grafolecto un poder muy por encima del de cualquier dialecto meramente oral. El grafolecto conocido como inglés oficial tiene acceso para su uso a un vocabulario registrado de por lo menos un millón y medio de palabras, de las cuales se conocen no solo los significados actuales sino también cientos de miles de acepciones anteriores. Un sencillo dialecto oral por lo regular dispondrá de unos cuantos miles de palabras, y sus hablantes virtualmente no tendrán conocimiento alguno de la historia semántica real de cualquiera de ellas.

La misma situación sucede con el grafolecto denominado «español general» o «lengua española general». Y aquel grupo que en grado superlativo ha estado en relación directa con las letras (el grafolecto español, inglés u otro) son seres tan notables, que a su dialecto se le dirá «culto» y servirá como referente que imitar. Este dialecto en su forma escrita puede ser visto y leído en muchos textos académicos y literarios y escuchado en programas de televisión por cable muy interesantes, pero sin muchos televidentes. Y aquí sucede una simpática paradoja: si bien la influencia del habla y escritura «culta» puede sentirse en todos los estratos sociales, esta influencia queda desdibujada/deformada por la carencia de referentes directos cuyo ejemplo seguir (al menos, esto sucede en mi Perú natal). La gente sabe que «hay» una forma de hablar y escribir «correctas» y cada uno intenta (consciente o inconscientemente) hablar «mejor». Los profesores de educación primaria y secundaria desempeñan un papel preponderante en esta situación, pues «su» dialecto español será casi copiado por sus alumnos (en especial, el del profesor de lenguaje, lengua, gramática, comunicación o cómo llame la moda al curso donde se trata de nuestra lengua). Este tira y afloja de la norma española, con el habla y calidad de enseñanza de los profesores, el entorno de los alumnos y otros factores más, tiene un correlato dramático en los niños, cuyos hábitos de lectura en español y conocimiento consciente de la gramática resultan muy pobres (y nuevamente estoy hablando de mi Perú y de Lima, en especial). Pero otra vez nos estamos desviando del tema y hemos de regresar. Creo que actualmente ningún normativo enunciará que tal dialecto hablado en aquella zona de América no pertenece a la lengua española. Me parece percibir, como nunca antes, una intención de «abarcamiento» y de considerar a las variantes y distintos léxicos como «riqueza» y parte del acervo español y ya no como «deformaciones» de la norma, condenadas al ostracismo y la ley del hielo. No queda otra además, so pena de que surjan las lenguas peruana, mexicana, argentina, boliviana y etc. Aun así, la heterogeneidad no ha sido mayor en estos últimos tiempos, por efectos de la globalización económica y de los medios de comunicación masiva, que han venido en auxilio de los normativos para mantener una unidad idiomática. Claro está, unidad con fines de comunicación, y no por la preservación de la «pureza idiomática». Es así que los comunicadores han creado un léxico y reglas gramaticales que, al fin y al cabo, son utilizados solo por ellos. Si los normativos se mesan los cabellos al ver cómo se maltrata la lengua culta en casi todos los estratos sociales, los comunicadores se solazan del éxito «panamericano» logrado, importándoles muy poco las consecuencias que pudiese ocasionar su artificial construcción. Y tan artificial como esa gramática «comunicativa» son todas las gramáticas invariables con fines homogeneizantes. Y, por efecto contrario, esa «gramática» estructurada, aunque no simétrica y con gran cantidad de alternancias fonológicas, léxicas, semánticas y morfosintácticas, y que incluya todas pero todas las variantes hispanoamericanas (y yo no sé si seguirá llamándose en última instancia «gramática») sería la única que podría reclamar para sí el «español latinoamericano». Y pues, escribir en español latinoamericano es tanto el producto de alguien influenciado por alguna lengua originaria de esta parte del continente y que escribirá «del Fernando su casa», como quien escribe desde alguna universidad manteniendo una rigurosidad nacida en la península ibérica. Hay que pensar mucho sobre la «legitimidad» de un autor, si luego de soslayar un buen número de reglas normativas, y si claramente esa escritura es contraria a la norma culta, y sin embargo, sirve a los propósitos que el autor se propone (comunicativos o expresivos) y, además, es regocijadamente captado por sus lectores. Alguien diría que todo vale si el mensaje es captado. La estética y la literatura es un asunto diferente, pero no ajeno. Todo escrito vale por su mensaje y su construcción, y en la medida en que los lectores aprecien, distingan y se sientan impresionados por la combinación exacta de ciertas palabras, entonces, hablamos ya de belleza, placer o estética, en suma, de literatura.

 

Fernando Carbajal (Lima, Perú) 

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19/08/2006

El problema del dilema, más allá de la lógica

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El dilema

El dilema es otro silogismo expandido. Se emplea como arma en contra de un adversario, a quien se intenta poner en la obligación de admitir una de dos alternativas, ambas de las cuales le obligaría a aceptar una conclusión que no quiere admitir.

Quizás el ejemplo más conocido es la pregunta que los fariseos ponen a Jesucristo, cuando le preguntaron si es lícito para un judío pagar el tributo al César, o no.

La forma del dilema suele ser una proposición disyuntiva combinada con dos proposiciones condicionales, ambas de las cuales llevan a la misma conclusión:

O A o B.

Si A, entonces C.

Si B, entonces C.

Por tanto, si A o B, se sigue C.

Un judío debe pagar el tributo al César, o no debe pagarlo.

Si lo paga, admite la justicia del dominio romano, que es injusto.

Si no lo paga, no cumple la ley romana.

Por tanto, si lo paga o no, obra mal.

El dilema es una arma valiosa para debatir, pero no es tan fácil construir uno bueno. Las alternativas presentadas tienen que ser las únicas posibles, y ambas tienen que llevarnos a la misma conclusión.

Se puede atacar un dilema alegando que existen otras alternativas; o demostrando que una de las alternativas realmente no conduce a la conclusión.


problema. (Del lat. problēma, y este del gr. πρόβλημα). 1. m. Cuestión que se trata de aclarar. 2. m. Proposición o dificultad de solución dudosa. 3. m. Conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin. 4. m. Disgusto, preocupación. U. m. en pl. Mi hijo solo da problemas. 5. m. Planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos. ~ determinado. 1. m. Mat. Aquel que no puede tener sino una solución, o más de una en número fijo. ~ indeterminado. 1. m. Mat. Aquel que puede tener indefinido número de soluciones.

dilema. (Del lat. dilemma, y este del gr. δίλημμα, de δίς, dos, y λῆμμα, premisa). 1. m. Argumento formado de dos proposiciones contrarias disyuntivamente, con tal artificio que, negada o concedida cualquiera de las dos, queda demostrado lo que se intenta probar. 2. m. Duda, disyuntiva.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados http://www.rae.es/


Yo tenía una estupenda profesora de Historia, de Literatura... de todo, vaya, porque era de aquellas personas cuyo bagaje cultural no sólo era enorme, sino que continuaba creciendo sin parar y estaba vivo; con una cabeza muy bien amueblada.

Un problema —nos decía muchas veces—, lo que tenéis no es más que un problema, muy gordo, si queréis, pero un problema, no un dilema. Un dilema es lo que tenía Hamlet, hiciera lo que hiciera, matar a su tío, el asesino de su padre o tenerse por loco, toda solución era mala; vamos, que no había solución alguna.

Desde entonces, esa palabra, dilema, la tenía yo respetuosa en cajón bajo llave para cuando uno estaba, como se suele decir, entre la espada y la pared: ser o no ser, mentir o dejar que muera gilipollas, suicidarse o malpasar la vida...

Pero el DRAE me informa de que no es más que una duda, una disyuntiva, un problema (gordo o pequeño) . Ay, mi Mariaelena del alma, si te hubieran contratado para esa entrada como lexicógrafa, cuántos matices habríamos ganado en nuestra lengua, porque, quiéranlo o no ustedes o los académicos, existen en esta vida problemas, gordos y pequeños, y dilemas.

En los diccionarios de la RAE, en el 83 aparece por primera vez como 'problema o situación ambigua' además de su definición dialéctica o lógica, recogida aquí y ejemplificada en la primera cita; en el 92, en sentido figurativo, es 'duda, disyuntiva'.

Ana Lorenzo. Rivas, Madrid, España.

Añadido el 21 de agosto

Gracias a Gonzalo G., les pongo aquí «la definición de la Moli, siempre más atenta al uso».

2 («Encontrarse, Estar, Verse, Poner en un») Situación de alguien cuando tiene forzosamente que elegir entre dos soluciones, ambas malas: ‘Me puso en el dilema de aceptar sus condiciones o marcharme’. (véase Disyuntiva).

Pero no puede uno dejar de preguntarse por qué el DRAE, si no encontró otra más adecuada, no adoptó esta definición, que hace que nuestra lengua gane o al menos no pierda en matices.

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24/07/2006

Ecología de la competencia discursiva: el delicado equilibrio del ciclo de la(s) norma(s) lingüística(s), la educación, la lectura, el lenguaje de los medios y el control de calidad de los textos

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Hace unos pocos días, en el balance que la Fundación del Español Urgente (Fundéu) hacía de su primer año de existencia, Joaquín Müller, director de la institución, decía de la situación del idioma en los medios de comunicación:

«No es alarmante pero sí al menos preocupante», porque se observa «cierta despreocupación» por el uso correcto del español y hay «una falta de sensibilidad hacia el idioma, y eso parece ilógico» dado que el idioma «es un instrumento básico del periodismo».

Y el director de la RAE y presidente de la Fundéu, Víctor García de la Concha, aseguraba:

esa falta de sensibilidad que ha observado la Fundéu «es un pecado “contra natura” porque los medios de comunicación escritos y orales son nada más y nada menos que lengua, están hechos de palabras», y son estas empresas las que deben tener «una mayor conciencia de la responsabilidad» que supone el patrimonio de la lengua, compartido por veinte países.

En una noticia posterior sobre la Memoria de la Fundéu del 2005, García de la Concha y Alberto Gómez Font (coordinador general de la Fundéu) concluían:

El exceso de confianza que suele tener el periodista en sí mismo, la premura con la que se trabaja y «el fallo del sistema educativo de base» son algunas de las causas que están detrás de los errores que se cometen a diario en los medios de comunicación de habla española [...]. «Hoy llegan a la universidad alumnos que, en otras épocas, no habrían superado el bachillerato elemental», dijo el director de la RAE tras subrayar la importancia de unos buenos planes de enseñanza. La inseguridad en las concordancias, la abundancia de leísmos, el empleo de queísmos (supresión de la preposición de en expresiones como estar pendientes que, estar seguros que), mezcla constante del estilo directo e indirecto (más en la prensa escrita) y una entonación inadecuada en los medios audiovisuales, son algunos de los errores detectados por la Fundéu en su Memoria del 2005.

Hoy, en cambio, Francisco Muñoz, secretario general de la misma Fundéu, extrae las siguientes conclusiones del seminario «Los medios de comunicación y su papel de directores del futuro de la lengua española», organizado por la Fundéu y celebrado durante los días 20 al 22 de este mes en San Roque (Cádiz) y en el que participaron también Alberto Gómez Font y Humberto López Morales (secretario general de la ASALE):

[...] hasta hace muy poco los medios de comunicación no se habían preocupado por «preservar la norma culta del lenguaje», lo que ahora es cada vez más usual, sobre todo en los medios escritos, y mediante los manuales de estilo.
El secretario general de la Fundéu aseguró que los conferenciantes se mostraron optimistas sobre el uso del lenguaje que hacen los periodistas e incidió en que, en la mayoría de los casos, el registro culto de los autores de narrativa tiene la misma calidad que la de los medios escritos.

(Los subrayados son nuestros.)

¿En qué quedamos? ¿Tanta prisa hay por legitimar a los medios de comunicación como nuevos instrumentos de legislación lingüística (también en Latinoamérica) y unidad idiomática, y a los libros de estilo periodísticos como nuevas biblias del buen español global, que ni tiempo tienen los agentes de la actual política lingüística española de pactar juicios comunes? ¿Les valdría como sugerencia recuperar el no tan viejo discurso, según el cual la norma culta y unitaria del español escrito se fija en el uso mediante los efectos sinérgicos de una exigente y continuada instrucción lingüística de los hablantes, del fomento adecuado y esforzado de la lectura y de una esmerada expresión idiomática de los medios de comunicación masiva (en los que no debería perderse definitivamente de vista la figura del corrector profesional)?

Sirvan también, como guía de declaraciones más congruentes por parte de nuestras autoridades lingüísticas, estas palabras del lingüista Francisco Marcos Marín en el capítulo «Pluralidad del español en los Estados Unidos de América» del Anuario 2005 del Instituto Cervantes, El español en el mundo:

La escasa dedicación a la lectura afecta a todas las lenguas, pero más a las más débiles y, especialmente, afecta a través de la prensa diaria. Con un bajo índice de lectura de los diarios, roto además a favor de los contenidos deportivos, la prensa en español vive en situación limitada y se sostiene gracias a un decidido apoyo de las comunidades locales y sus anunciantes. Las bajas cifras del libro y la lectura en España y en Latinoamérica son conocidas, la cultura en español es, en buena medida, una cultura oral. Las lenguas cuestan dinero; una lengua internacional, como el español, reditúa en el terreno económico, pero padece en el cultural, lo que aconseja, si se quiere mantener como seña de identidad, que esos beneficios se inviertan en cultura.

 

Silvia Senz (Sabadell, Cataluña, aún en España)

29/05/2006

No sabemos inglés, pero ya somos políglotas

En lo’ pueblô de mi Andalusía

lo’ campaniyerô en la madrugá

me dêpiertâ con su’ campaniyâ

y con su guitarrâ me hasen yorá.

Villancico popular


Bueno, espero que ustedes hayan entendido y apreciado el comienzo del villancico (por cierto precioso, óiganlo si tienen la oportunidad; lástima que yo no escriba música fácilmente, pero me lo anoto en tareas pendientes y trato de hacerles llegar la partitura). Está escrito según la ortografía andaluza. Como lo oyen. Dice García de la Concha «que considerar el andaluz como una lengua propia, tal y como reivindicó recientemente una nueva asociación, es “un soberbio disparate, porque es español puro”», y estoy de acuerdo con él.

¿Cómo es posible que se quiera hacer de una ortografía un millón? ¿Es que nadie les ha dicho que la ortografía es lo que nos mantiene unidos a pesar de las múltiples pronunciaciones y a pesar de la diferencia del léxico? ¿Es que se muere Lázaro Carreter y ya no hay ningún lingüista que pueda hacer que la gente ponga los pies un poquito en la tierra? Porque miren el diálogo de besugos al que nos enfrentamos: «Qrizao, la eñe no ezîtte n’andalú... ezîtte la ni ete bié la ortografía d’arriba qe ê muxo mâ perfetta qe la tuya...Êtta hexa por êppertô...», le dice uno a otro en los comentarios al pie del sitio donde se expone la ortografía andaluza; y el otro replica: «Pueh ehqribe la ese y si qiereh la pronunsia qomo zeta porqe la grafía máh adequada qisá fuese çe sedilla. De toh modoh la sibilante máh usada en Andalusia eh la apicodental, y el fonema qe máh se le aprossima eh la ese. No podemoh qreá una grafía initelihible: Se trata de fasilitá el abla andalusa, no de asé heroglífiqoh fonétiqoh.
»Otra qosa, no puedeh tradusí un nombre propio. Yo soy Crysaor, el iho de Medusa: C (o K)-R-Y-S-A-O-R
»Finalmente, me sua la poyaq lo qe dise qada ehppeerto (porque no ai qonsenso). Yo pronunsio la eñe i se la ehqusho pronunsiá a toh los seviyanoh qon loh qe ablo. No te deher arrahtrá por la iqonoqlahttia de qeré dehtruí el sinbolo de la lengua ehpañola ¡qoÑo!» (los subrayados son míos).

De todas formas, quizá la cosa no empieza aquí, a lo peor empezó con la maravillosa ocurrencia de no defender que el valenciano no era una lengua independiente del catalán; por si ustedes lo dudaban, o sus corazoncitos pueden más que sus cerebros, no, no lo es: es la misma. Llámenlo catalán, valenciano, llámenlo equis pero, por favor, no hagan de las diferencias políticas leyes lingüísticas; no dejen que la defensa de sus particularidades culturales les lleve a arrojar la cultura por la ventana.

Fíjense ustedes: el portavoz del PP, Rafael Maluenda, defiende en el debate de las enmiendas al estatuto posiciones de ésas que uno dice: «Si no lo veo, no lo creo»: «Maluenda señaló que si el Estatuto de Autonomía “dice que la lengua propia de los valencianos se dice [sic] valenciano y que nuestro idioma es el valenciano, la universidad debe admitirlo así”, de forma que, según manifestó, “nosotros no tenemos que ponerlo en el Estatuto como lo dice la universidad, sino todo lo contrario, porque es nuestra carta magna”». A mí me recuerda un poco a un poema de un autor alemán, Christian Morgenstern, que conocí gracias a Primo Levi en su libro Los hundidos y los salvados. En este poema, La realidad imposible, el protagonista es atropellado en una zona donde el tráfico está prohibido; queda malherido, pero con todo y con eso, tras mucho reflexionar, llega a la conclusión de que lo que no está permitido no puede ocurrir. (Esta teoría utilizada por los psicólogos y traída a colación por Primo Levi para explicar el porqué de la negación del pueblo alemán a la existencia de los horrores del holocausto, pueden consultarla, con poema incluido, en esta bitácora, para empezar.) Bueno, cabezonería la de Maluenda, ¿no? Lo que no está permitido por mi cabeza, no puede existir, diga lo que diga la universidad, con todos los catedráticos y especialistas que tenga.

Pues nada, yo propongo que, en vista de tanta escisión del catalán y del español dentro de la península, la RAE, la Fundéu, el Cervantes y quien quiera apuntarse comience una campaña de traslado de la enseñanza del español como lengua extranjera desde este mismo verano: vayámonos a las Américas, a las Centrales y a las del Sur, que tienen un rico sistema lingüístico que aún se mantiene bajo la misma ortografía y sin tanta tontería y tanta gana de hacer agujeritos molestos, llevando la contraria al sentido común allá donde exista vacío legal.

Por si se han quedado con las ganas de aprender andalú, no dejen de visitar este enlace: curso dandalú. Aprovechen para tomarse un fino y unas tapas de ibérico.

Y como dice un amigo, les propongo lo que él me propuso, en vista de que por aquí no tenemos tanta diferencia que nos permita una escisión así, a lo comunidad autónoma —aunque mi madre diga que sacando el vocabulario y la pronunciación chula del chotís...— :

Mecagontó. A partí de txa i pa lo suncesivo me proclamo lingüít·ticamén independán de cualquié otro ésser umano y pienso de jablá en Angélico, mi own idiómar. Si sus queréi de adherí, proposo de folmá una grupasión de trabaho.

Atentamén,

 

Ana Lorenzo (Rivas Vaciamadrid, Madrid, España); con la inestimable ayuda de Silvia Senz Bueno (Sabadell, Cataluña, España) y Ángel Espinosa Gadea (Alicante, España), que no necesariamente comparten las opiniones de la autora, pero que le han proporcionado enlaces, ideas, documentación y mucho ánimo.

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25/05/2006

Ricardo Soca presenta en Montevideo “Nuevas fascinantes historias de las palabras”

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Para los pocos que aún no lo conozcan, Ricardo Soca es un periodista uruguayo, corresponsal de la Agencia France Presse (AFP) en Montevideo, su ciudad natal, donde se radicó en el 2004 después de haber vivido veinticuatro años en Río de Janeiro.

Entre 1988 y 1990 fue corresponsal en Brasil de la agencia de noticias estadounidense United Press International (UPI), y entre 1990 y 1997, del diario madrileño El País. Entre 1997 y 2004 se desempeñó en la corresponsalía carioca de la agencia alemana de noticias (DPA).

En 1996, con la llegada de la internet al Brasil, creó «La página del idioma español», un sitio web sobre nuestra lengua que hoy cuenta con una media de 12 000 visitantes diarios.

Participó en seminarios sobre la lengua española en España y Estados Unidos, así como en el II Congreso de la Lengua Española, celebrado en el 2001 en Valladolid.

En el 2002 inauguró el boletín de divulgación etimológica de su autoría, La palabra del día, que es enviado por correo electrónico y actualmente cuenta con 154 000 suscriptores.

En el 2004 publicó en Río de Janeiro el primer tomo de La fascinante historia de las palabras, en el que recogía los textos ya enviados a través de ese boletín, una serie que se completa con el segundo tomo, Nuevas fascinantes historias de las palabras. Esta segunda entrega será presentada en Montevideo el próximo jueves 25 de mayo, a las 19 horas, en la librería Puro Verso (18 de Julio, 1199, esquina Cuareim) por el escritor uruguayo Carlos Liscano.

Pilar Chargoñia (Montevideo, Uruguay)

16/05/2006

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...

Me llega a través de una amiga el siguiente artículo de Ferran Toutain: «La incorrección de la corrección», publicado en la edición catalana de El País, y es para mí una sorpresa. Constato con admiración, y no sin algo de fascinación y cierto espanto, que o en Cataluña no tienen ni idea de cómo andamos en Madrid (iba a decir el mundo castellanohablante, pero ya no me atrevo a hablar de más allá) o en Madrid no sabemos nada de cómo hablan en Cataluña, por mucho que yo tenga allí familia y amigos, y vaya para allá de vez en cuando.

Parece ser que allí hay catalanes que creen que el fenómeno de duplicar inútilmente... todo: alumnas y alumnos, compañeras y compañeros, amigas y amigos... (porque últimamente lo veo siempre antepuesto, el femenino) es marca de la casa o denominación de origen de la cuna del cava. Pues no, no nos envidie usted, señor Toutain, qué más quisiéramos nosotros. Ayer, sin ir más lejos, le contaba yo a una amiga y mamá que ha estado un año fuera algunos cambios; nos reíamos mucho con uno de ellos. «¿De verdad es el Ampa?», me decía, incrédula. «No, peor —decía yo entre risas—, ahora es la Ampa (Asociación de Madres y Padres de Alumnos), con la, en femenino. Adiós al agua, al águila... Todo en forma femenina, no vayamos a discriminar.» «Pero tendrán que duplicar la a final, por aquello de alumnos y alumnas.» «Dirás alumnas y alumnos.» Más risas. Ya hemos apostado en qué va a parar todo esto. Yo, barruntando, digo que gana AMPTUYTAYA (Asociación de Madres y Padres y Tutores y Tutoras de Alumnas y Alumnos); ella, más puesta en cuestiones de leyes, me advierte: «Olvida lo de tutores; progenitores, Ana, ahora se lleva lo de progenitores» y su apuesta es AMPAPROPROAYA (Asociación de Madres y Padres y Progenitores y Progenitoras de Alumnas y Alumnos). Lindos nombres, ¿no? Al menos en vez de sonar a mafia, se prestan a canciones étnicas.

Muchos esperamos una reacción de los poetas, de los homicidas, de los idiotas ante tanta tontería. «Silencio en la sala. Acusado, si sigue así no tendré más remedio que expulsarle por desacato.» «Es que yo no soy presunto homicida, señora jueza, soy homicido.» «Abogada, ¿qué puede decir a favor de su cliente?» «Con todo el respeto, su señoría, mi cliente es un idioto

Es cierto que el Diccionario Panhispánico de Dudas (RAE: Diccionario Panhispánico de Dudas. Madrid: Santillana, 2005, o en línea en www.rae.es), en su entrada «Género» (n.º 2), en el punto 2, «Uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos», deja muy claro que «el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: “El hombre es el único animal racional”; “El gato es un buen animal de compañía”. [...] Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva [...]». Es un consuelo que el DPD deje tan clara su postura ante un uso que se extiende y que realmente va en contra de esa economía lingüística que muchas veces ha hecho evolucionar a la lengua, no solo a la española o castellana; es tranquilizador ver que esta vez no se limita a aconsejarnos, sino que nos deja ver cuál es la norma que hay que seguir. Pero es una lástima que no se mantenga con ese carácter toda la obra.

¿Norma, sí o no? Yo sí la quiero. Primero, porque la hay, no nos hagamos los tontos, o cuántos de ustedes son capaces de no corregir a su hijo si este le escribe, por ejemplo, «mamá, felizidadesen tu cunple ce cunplas muchoss mas». Bueno, estoy de acuerdo en que se nos cae la baba y lo guardamos con las faltas, con el dibujo, que es más bonito que cuando crecen, y hasta con la mancha de mermelada de mientras merendaba a la vez que pegaba las lentejas para poner los ojos, pero coincidirán conmigo en que más pronto o más tarde le diremos que felicidades es con c, que en es una palabra y que se escribe separada, que esa n- la cambie por una m- siempre antes de la -p, etcétera. No dejaremos que escriba ojo con h ni había sin ella, ¿no? Pues con las mismas, no sé por qué íbamos nosotros a poner y quitar normas al buen tuntún. Claro que la lengua evoluciona, y claro que las normas se adaptan, pero despacito, con tranquilidad, y sin empobrecer la lengua quitándole matices a sus sustantivos y expresiones, o añadiéndole trabajos mecánicos, aburridos y malpagados a la pobre.

Y eso de quitar y poner me recuerda algo que comenzó con la Ortografía (RAE: Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 1999) y que continúa con el DPD y a lo que alude el señor Toutain en el artículo que ha dado lugar a este otro: los acentos diacríticos y la reforma que ha habido en la RAE, que según Toutain ha sido ejemplar, pues, según sus palabras, «La Real Academia ha reformado algunas de sus reglas en los últimos tiempos; ha eliminado, por ejemplo, los acentos diacríticos cuando no resultan imprescindibles, y tengo entendido que en las escuelas adoptan rápidamente este tipo de novedades [...]». Pero yo no tengo más remedio que decir que 1) la eliminación de los diacríticos se ha hecho solo cuando no hay riesgo de anfibología en los casos de solo adj./sólo adv. y los demostrativos este, ese, aquel, aquellos, esta, esa, aquella, aquellas adj./éste, ése, aquél, aquéllos, ésta, ésa, aquélla, aquéllas pron. En cambio, en los casos de sí/si, mí/mi, tú/tu, dé/de, sé/se, té/te... y muchos más, no se aplica esta regla nueva. ¿Es que el riesgo de ambigüedad es menor en solo y en los demostrativos? No lo creo. ¿Se ha facilitado algo con esta nueva regla? Pues... ahora hay gente que ya no pone ningún acento diacrítico, con lo que yo me he encontrado con cosas como: «si, estoy de acuerdo, si vamos a ir por la tarde si deberíamos llevar esa y sí...». También me he encontrado con textos en que el escritor no ha debido de saber qué hacer y ha decidido acentuar uno de cada tres demostrativos que cayera en sus garras, sea o no pronombre y haya o no riesgo de anfibología, así que yo me lío a quitar tildes a *ésta casa y no bendigo a la bendita Real casa por haber causado tanto follón. Pero para embrollo el de los colegios: a ver quién es el guapo que dice ahora a los alumnos que le pongan el acento solo si perciben riesgo de anfibología —antes tendremos que tratar de explicarles que no les estamos hablando de conocimiento del medio, que es como se denomina por estos lares a las ciencias naturales—. Porque ¿y si lo percibe solo un hablante? ¿Y si el hablante que escribe no lo percibe y los que lo leen sí? ¿Y si nadie lo percibe, pero el profesor sí y pone una falta al alumno? ¿Y si nadie, ni el profesor, lo percibe, nadie pone la tilde, llega el cuento a un concurso, gana, se publica, hay ambigüedad, nadie lo entiende, se manda la duda al servicio de consultas de la RAE, esta le pone la tilde...? En definitiva, ¿realmente estos cambios evitan vacilaciones al hablante común, o generan una distinta?

Una norma clara, pues, y las licencias y las rebeliones que a ustedes les dé la gana.

Ana Lorenzo (Rivas Vaciamadrid, Madrid, España)

06/05/2006

Norma, libros de estilo, cultura escrita y monopolios lingüísticos

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Hablábamos hace poco de la visible laxitud y dosificada lentitud con la que la RAE y academias asociadas asumen su cometido de autoridad reguladora del idioma, teóricamente centrado tanto en estudiar, encauzar y depurar los usos del registro escrito de nivel culto de la lengua, como en establecer criterios claros de corrección lingüística y un modelo de lengua internacional (una norma culta hispánica común), que asegure la unidad idiomática, la comunicación entre todos los hispanohablantes y el desarrollo de negocios fundamentados en la lengua española. (Dejamos para otra ocasión comentar la falta de una labor divulgativa de lo que es la norma académica y de un enfoque didáctico de las propias reglas de uso de la lengua española, que exigiría textos específicos y comprensibles no sólo para estudiantes, sino para cualquier hablante de a pie, sin o de precaria formación o, sencillamente, no especialista en lenguaje.)

Probablemente sea esta una tarea demasiado vasta para una sola institución (entendiendo el conjunto de las academias como un solo cuerpo) y se requieran sinergias diversas y complejas, que permitan aunar esfuerzos coordinados con otras entidades académicas (universitarias) y estudiosos del lenguaje, pero tampoco parece que haya intención de promover políticas decididas y sobre todo ágiles y eficaces en este sentido.

Tradicionalmente, en las épocas en que los trabajos académicos se han revelado insuficientes para cubrir las necesidades de los hablantes, han sido los productores de textos los que han tomado en su mano la tarea de normativización, creando códigos de escritura que guiaran a quienes trabajaban con el lenguaje, especializado o no. Al margen de las academias, en el mundo de la imprenta nació y se estableció, por ejemplo, la norma ortotipográfica española, heredera de la francesa. Y para llenar el vacío normativo se crearon también los libros de estilo periodísticos y editoriales españoles, los manuales de ortografía y ortotipografía, y los diccionarios de dudas y errores, que han inspirado (y mucho) el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) académico. De hecho, la propia proliferación de este tipo de obras de referencia adaptadas a cada tipo de texto (oral o escrito, general o específico...) es indicadora de una labor normativizadora y normalizadora, ambivalente, insuficiente o incluso deficiente, mal establecida y mal divulgada por los organismos generadores de normas (RAE, ISO...).

Precisamente, con la aparición del Panhispánico, la RAE parece haberse propuesto poner freno a esta «competencia lingüística privada» de los productores de texto, publicando lo que, por una parte, es una compilación de dudas de amplio alcance geográfico y de soluciones «no coercitivas» —más que dictarse normas y desecharse firmemente usos, se desaconsejan o recomiendan opciones e incluso se ofrecen soluciones «a la carta» para un mismo problema de grafía, lo que permite en muchos casos amplios márgenes de maniobra (o de nueva duda) al profesional del lenguaje y ataja las discrepancias, porque si uno no está de acuerdo con la primera opción, puede estarlo con la segunda—; y, por otra, una obra de referencia que sirva de modelo común a todos los hispanohablantes pero sobre todo a todos los medios productores de textos en español. Como decía el coordinador general de la Fundéu, Alberto Gómez Font, en el Congreso Internacional de la Lengua Española de Rosario, «[...] en Zacatecas, con el patrocinio del Instituto Cervantes y con José Moreno de Alba y Humberto López como padrinos, Álex Grijelmo y yo presentamos un proyecto, luego conocido como “Proyecto Zacatecas”, en el que proponíamos la redacción de un libro de estilo común para todos los medios de comunicación hispanohablantes. Aquel proyecto se transformó dos años después en el embrión de una gran obra que ayer se presentó oficialmente aquí, en Rosario: el Diccionario panhispánico de dudas». En el caso de algunos medios de comunicación, parece que el DPD se está asumiendo en este sentido: como una referencia común para todos los medios; por de pronto, El País y El Periódico de Catalunya incluirán a partir de ahora en sus libros de estilo las sugerencias de las academias, y la Academia está llegado a acuerdos con otros medios para «librar juntos la batalla por la unidad de la lengua». Incluso la Fundéu, organismo dedicado a «colaborar con el buen uso del idioma, especialmente en los medios de comunicación», que preside el director de la RAE, ha incorporado las recomendaciones del Panhispánico a la última edición del Manual de español urgente y suponemos que esos criterios debe de aplicar en el cumplimiento de sus convenios de examen del lenguaje periodístico de diversos medios de comunicación, de formación de lingüistas especializados en el uso del lenguaje periodístico, y de asesoría de los profesionales de la publicidad, y en la corrección de textos necesaria para obtener el sello de calidad lingüística de pago que otorga.

En estas fechas, justamente, está celebrándose en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España) un seminario organizado por la Fundéu y la Fundación San Millán, que reúne a profesionales y periodistas de España y América, dedicado a analizar el uso del español en los medios de comunicación de Estados Unidos. Otro de los objetivos de ese seminario es «la preparación de la segunda edición del Manual de Estilo de la National Association of Hispanic Jounarlists/Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ/ANPH), una guía del buen uso del español para los medios de comunicación de los Estados Unidos y que pretende ser el embrión de un futuro libro de estilo común para todos los medios que en el mundo publican o emiten en nuestro idioma. En este punto del seminario tendrá un papel relevante la Asociación de Academias de la Lengua Española, que estará representada por Humberto López Morales, su secretario general». Es de suponer, pues, que esa segunda edición del manual de la NAHJ (de cuya primera edición es coautor Alberto Gómez Font, autor también del Manual de español urgente) también recogerá las directrices académicas. Si cuaja, además, la idea de la presidenta de esta asociación estadounidense de periodistas hispanos, Verónica Villafañe, de crear un certificado de calidad en el uso del español para los profesionales estadounidenses, un certificado que «vendría avalado por el Instituto Cervantes o la Fundación del Español Urgente y tendría que renovarse cada cierto tiempo, aunque no de manera obligatoria», también los actuales criterios académicos que aplica la Fundéu alcanzarían a los periodistas de Estados Unidos. Habrá que ver si la consecución de este documento, que «certificaría el buen uso del idioma por parte del periodista, además de que le aportaría un plus de calidad al medio de comunicación que lo contratase», equivaldrá a constreñir la libertad estilística del periodista al margen que le permitan los criterios lingüísticos que fundamentan esa certificación; o, por decirlo más claramente, si obligará a usar en exclusiva los criterios de la RAE, plasmados por la Fundéu y la NAHJ en sus libros de estilo y sus avales, sin margen posible de crítica o disensión.

Sea como sea, lo cierto es que va a apostarse fuerte por la promoción del modelo académico de español en Estados Unidos a través de los medios, ya que, en palabras del presidente del BBVA (entidad fundadora, junto con la Agencia Efe, de la Fundéu), Francisco González, «Reforzar el español en los EE. UU. es clave para la economía del siglo xxi. [...] Y para el éxito de esos esfuerzos, el papel de los medios es esencial, como canales para mostrar los logros de la cultura y la sociedad de habla española, como auxiliares eficaces para la educación en español y para el progreso y la mejora de la comunidad hispana de los Estados Unidos. Y, también, para fijar y difundir una norma de español». Estas mismas palabras suscribe el director de la RAE, Víctor García de la Concha, al declarar que «es difícil encontrar en los Estados Unidos aliados mejores para llegar a la gran masa de hispanohablantes, que los medios de comunicación».

(Nuevamente, dejamos para otra ocasión, o para expertos hispanoamericanos independientes, la valoración del grado de hispanidad —las connotaciones históricas del término panhispanismo recomiendan desechar la palabra panhispánico— del Diccionario panhispánico de dudas, que ya se ha planteado en algunos foros —por ejemplo, el seseo se acepta en la pronunciación pero, aun siendo abrumadoramente mayoritario, no ha trascendido a la norma escrita—. Y planteamos simplemente nuestra duda sobre la eficacia real del DPD para asentar un modelo de lengua unitaria —si es que siquiera lo definea través de los medios. Una duda que se fundamenta, entre otras razones, en el hecho de que la producción y consumo de textos diversos en la Red —e incluso de obras de consulta lingüística gratuitas— y los puentes de comunicación entre los hispanohablantes —especialmente entre las clases cultas— que Internet propicia escapan de esta vía de difusión mediática y pueden contribuir a conformar un modelo distinto.)

Por lo que se refiere a las editoriales de libros (españolas al menos), pese a esta expansión del Panhispánico en las editoriales mediáticas, la acogida de esta obra —como de la Ortografía de la lengua española de 1999 y de las últimas ediciones del Diccionario de la RAE— ha sido muy tibia. A pesar de que el DPD ha «tomado prestado» (sin permiso de sus autores ni reconocimiento de sus fuentes en una bibliografía) mucho material de otras obras de consulta anteriores, que, en cierto modo, condensa y amplía, y de que ahora por fin puede accederse al DPD en línea y gratuitamente, las soluciones que aporta se presentan insuficientes y contradictorias para muchos profesionales de España y América. Correctores, traductores y otros profesionales continúan consultando las obras de referencia y los recursos terminológicos no académicos que, antes del DPD, les garantizaban soluciones, y siguen haciendo prevalecer los criterios de otras autoridades sobre los académicos; en el campo de la ortografía, la ortotipografía y el estilo, sin duda, los de Martínez de Sousa, por desgracia insuficientemente conocido en Hispanoamérica y aún marginado de la Academia.

En el campo de la edición de libros tampoco se avista ningún acuerdo entre Academia y productores comparable con el que se ha establecido con los medios de comunicación, y probablemente ni siquiera se llegue a plantear; por diversas razones: 1) las propias editoriales son tradicionales productoras de buenas (y a menudo superiores a las académicas) obras de referencia en materia de lenguaje, y muchas viven justamente de eso; 2) los libros, por su volumen de consumo, no tienen el reconocido papel difusor de un modelo de lenguaje que tienen hoy los medios a través de sus libros de estilo, y no son, pues, una buena plataforma de expansión de la norma académica; 3) salvo en el caso de los libros de enseñanza de español —y sólo si finalmente se acuerda elaborarlos según un modelo unitario de lengua—, el español que se emplea en los libros, por su variedad temática y estilística, por sus muy diversos usos y por los muy distintos perfiles de lector, ha de ser forzosamente diverso y polimorfo, y por esta razón la cobertura normativa académica resulta insuficiente; 4) los ejecutores de normas, esto es, editores de textos y correctores —pese a contar cada día con una formación tipográfica, lingüística y profesional más pobre—, tienen una larga tradición de independencia de los dictados académicos y de autorregulación, entre otras razones porque han de someter a diario las normas a una variedad de casos tan amplia y de tan compleja solución, que sólo las que se basen en criterios consistentes y polivalentes pueden salir airosas.

(He de confesar que esta perspectiva, personalmente, me consuela. Si ya me es difícil tener que aplicar ciertos criterios caprichosos de editores «creativos» en mi trabajo de traducción, edición o corrección de libros, verme obligada a seguir según qué dictados académicos podría acabar por completo con mi moral.)

Silvia Senz Bueno (Sabadell, Cataluña, España)

 

 

Artículos relacionados:

«RAE, autoridades y dilemas del corrector americano»

«Sombras del panhispanismo»

«Sobre el mercado del español en EUA, el prestigio social de la lengua, la calidad lingüística de los medios y la capacitación profesional»

«Prestigio y calidad lingüística: el futuro del mercado de la edición... en EUA»

«Políticas lingüísticas de las academias de la lengua hispanoamericanas (o la falta de ellas). Primera parte: ¿Prescripción o descripción?»

«El español, una lengua multinacional. (Por la norma mediática, hacia una unidad de mercado en lo panhispánico)»

«Ecología de la competencia discursiva: el delicado equilibrio del ciclo de la(s) norma(s) lingüística(s), la educación, la lectura, el lenguaje de los medios y el control de calidad de los textos»

«Del purismo al desconcierto»

«Escribir en español latinoamericano»

«El expolio del oro de las palabras. La rebelión brasileña contra los corsarios del idioma, y otros acontecimientos de la mercantilización del español, a pie de página»

 

 


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19/04/2006

¡ELE! Uzea, ejpañó pa lo’tranjero. («Opá, yo vi jazé un negozio»)

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Leo una más de las últimamente ya abundantes noticias sobre las nuevas vetas de explotación de la lengua (¿española, castellana...? That is the question), descubiertas por el fino olfato de algunos empresarios y dirigentes políticos españoles (con la connivencia académica). Ya se sabe que una sabia combinación de panhispanismo y de patrimonialización del español «genuino» (en las dosis convenientes para cada ocasión) abre muchos mercados e infinitas posibilidades de negocio; amén de asegurar la pervivencia de una institución, la RAE, centrada ahora en ese nuevo papel de mediador diplomático-empresarial entre Europa y América con su moderno lema «Unidad en la diversidad» (que ya lo de limpiar, fijar y dar esplendor quedó para Mr. Propper, mucho más eficaz en estas lides, ande va a parar).

Para quien tenga ganas de seguir este hilo, vayan ahí otras informaciones de no menos interés:

Sobre definición de panhispanismo.

 

Sobre el sentido y la necesidad del panhispanismo en el futuro de la industria de enseñanza del español a extranjeros y la industria editorial subyacente..


Sobre el modelo de español que convendría enseñar a los extranjeros y sobre el que se enseña.

 

Sobre el reciente acuerdo para crear un Sistema de Certificación Internacional de Dominio del Español como Lengua Extranjera.

 

Sobre la filosofía, los precedentes, el origen y el debate en el Congreso de Rosario de este sistema de certificación internacional del español, y sobre los criterios en que se basará.


Y sobre otros proyectos —no tan «panhispánicos»— paralelos:

* El Centro Internacional de Estudios Superiores del Español (CIESE) de Comillas (Cantabria, España), que tendrá como objetivo la formación superior de profesores de español.


* La Fundación de la Lengua Española (Castilla-León, España), un proyecto que pretende convertir la comunidad de Castilla y León en un destino líder mundial de la enseñanza del español, a través de una oferta global, integrada y coordinada con otras instituciones.


* El Plan del Español para Extranjeros de Castilla y León (España), cuyo objetivo es convertir esta comunidad en referente mundial en la enseñanza y la defensa del español.


* La colección editorial «Premios Castilla y León de las Letras», plasmación reciente de los objetivos del Plan del Español que impulsa la comunidad de Castilla y León (España).


* El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (España) y sus cursos de español de negocios para extranjeros.


* La amplísima oferta de la Universidad de La Rioja (cuna del español) de cursos, posgrados y maestrías virtuales de formación de expertos en didáctica del español para extranjeros.

(Sigue aquí.

(Aclaración: El título de esta nota es un homenaje —¡que viva la Axarquía ...!— a una de las mejores canciones que ha dado la diversidad hispánica a la música moderna. Para que luego digan algunos que la lengua española es bastante homogénea...)

 

Silvia Senz Bueno (Sabadell, Cataluña, España)

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23/03/2006

El dígrafo ortográfico italiano zz y su transliteración en las obras de la RAE

20060323163043-rae.gifEste dígrafo representa en italiano dos sonidos: el africado dental sonoro (como el dígrafo tz en la palabra catalana tretze) y el africado dental sordo (que se obtiene pronunciando en una sola emisión los sonidos representados en castellano por la t y por la s).

Representaré el sonido africado dental sonoro con /dz/, y el africado dental sordo, con /ts/. Representaré las vocales abiertas con acento grave (por ejemplo, è, ò) y las cerradas, con acento agudo (por ejemplo, é, ó). Indicaré la sílaba tónica con un apóstrofo que la preceda.

Han penetrado en el español algunas palabras italianas que se escriben con zz. Las obras académicas las recogen sin atenerse a un criterio sistemático y no explican el porqué. Es acaso probable que esta ensalada no responda a una decisión científica, sino a los criterios distintos de los distintos redactores.

Tomo en consideración las indicaciones del DRAE 2001 y del DPD.

MOZZARELLA. Esta palabra italiana suena /mó-tsa-‘rèl-la/. El DRAE 2001 la escribe con cursiva por considerarla voz extranjera, pero sin indicar su pronunciación. El DPD propone mozarela como adaptación gráfica.

Mal servicio se ha hecho al italiano: el hablante español, al ver esta grafía, pronunciará la típica z española; el hablante latinoamericano, una sibilante sorda. Desaparecen la /ts/, la /è/ y la geminación de la l del italiano, con lo que se produce un monstruito fonético.

PIZZA. Esta palabra italiana suena /’pi-tsa/. El DRAE 2001 la escribe con cursiva como palabra extranjera, sin indicar su pronunciación. La misma obra registra en redondo pizzería, como voz castellana.

Aquí se hace buen servicio al italiano y mal servicio al castellano, puesto de que una palabra extranjera (pizza) se hace derivar una palabra castellana (pizzería). ¿Habrá que pronunciar la primera a la italiana y la segunda a la hispana o a la latinoamericana? Si pizza es palabra extranjera que debe escribirse en cursiva, ¿qué sucede cuando se escribe pizzas? Porque el caso es que pizzas es un monstruito: un plural castellano de una palabra extranjera. Propongo escribir pizzas (s de redonda). EL DPD, taimadísimo, no registra ni la una ni la otra. Ahora bien, si el DPD propone mozarela, ¿por qué no ha de proponer piza y pizería? Se habrán olvidado o no se habrán atrevido con dos palabras de difusión mundial.

ATTREZZO. Esta palabra italiana suena /at-‘tré-tso/. El DRAE 2001 registra atrezo y dice, erróneamente, que deriva del italiano atrezzo (en italiano, se escribe attrezzo). El DPD corrige la etimología errónea del DRAE 2001 y preceptúa: «Es inadmisible la grafía atrezzo, que no es italiana ni española».

Es verdad, pero esto debía tenerse en cuenta al redactar el DRAE 2001. Con la castellanización de attrezzo se pierden la geminación de la t y la /ts/ y se imponen pronunciaciones lejanísimas del original.

MEZZO. Esta palabra italiana se pronuncia /’mè-dzo/. El DRAE 2001 la registra en cursiva como palabra extranjera, sin indicar su pronunciación. Remite a mezzosoprano. El DPD no registra mezzo.

MEZZOSOPRANO. Esta palabra italiana es de género masculino y se pronuncia /‘mè-dzo-so-prà-no/. El DRAE 2001 la registra en cursiva como palabra extranjera, sin indicar su pronunciación. El DPD dice que es «extranjerismo crudo», pero señala que, si bien esta forma está «asentada en uso internacional, se puede adaptar al español en la forma mesosoprano, puesto que el elemento compositivo meso- significa, precisamente ‘medio o intermedio’».

Esta propuesta es de lo más chusco, ya que el elemento compositivo meso- es exclusivo de la terminología científica. Naturalmente, el DPD no introduce meso como sinónimo de mezzosoprano. Parecería lógico que lo hiciera, puesto que el DRAE 2001 da mezo como sinónimo de mezzosoprano.

PAPARAZZI. Esta palabra es el plural italiano de paparazzo, nombre inventado por Federico Fellini para un fotógrafo de su La dolce vita. En italiano se pronuncia /’pa-pa-‘ra-tsi/. El DRAE 2001 no la registra. El DPD propone paparazi, lo que, como en los casos anteriores, impone pronunciar de modo muy distinto del original. No es anormal que un plural entre en castellano como singular. Sin entrar en detalles, puede decirse que al fenómeno se remonta a la época de la formación de la lengua. Ahora bien, acaso pueda decirse que los sustantivos masculinos singulares terminado en –o suenan mejor que los terminados en –i.

PIZZICATO. El DRAE 2001 y el DPD registran la palabra en cursiva. Contrariamente a lo que hace con las palabras italianas de las cuales no indica la pronunciación, en este caso el DPD siente el deber de explicarse: «Por tratarse de un extranjerismo crudo, conserva su pronunciación originaria [pitsikáto]».

JACUZZI. Así aparece registrada en el DRAE 2001. Los académicos dicen que es voz inglesa. No, señora: es palabra italianísima registrada como marca comercial en los Estados Unidos. Dejemos de lado cómo se pronuncia esta palabra en italiano y consideremos cómo se hace en inglés: la j representa el sonido que esta letra representa en inglés; las zz representan una sibilante sonora (como, por ejemplo, la z en la palabra francesa azimut).

El DPD pone las cosas en su sitio proponiendo yacusi. Se ve que los académicos no osaron proponer yacuzi ateniéndose a lo hecho con las otras palabras italianas, ya que la z pronunciada a la española es muy lejana de la sibilante sonora de los ingleses. Ahora bien, la z pronunciada a la española en una palabra como mozarela también está muy lejos del sonido representado en la palabra italiana mozzarella con zz.

RAZIA. El DRAE 2001 y el DPD dicen que esta palabra deriva del francés razzia. Naturalmente, para los franceses esta palabra es aguda y zz representa el sonido sibilante sonoro (el mismo que en la palabra azimut) o bien la africada dental sonora /dz/.

La z de la palabra castellanizada razia conduce muy lejos de la pronunciación original a los hablantes de España. Digamos que el uso castellano ha convertido la palabra en llana. Ahora bien, ¿por qué la sibilante sonora de la palabra francesa razzia se representa con z en la castellanización y la misma sibilante de jacuzzi se representa con s al castellanizar la palabra en yacusi?

No he intentado pedir explicaciones a la RAE sobre su incoherencia. A mí me basta observarlas y actuar en consecuencia. O sea: tomando poco en serio a la RAE.

Jordi Minguell Roselló, periodista (Roma, Italia)

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10/03/2006

Mi estreno con el DPD en línea

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Yo también he decidido estrenarme y he consultado el DPD. Quiero advertir que traduzco textos de hoy, no del futuro, por si a alguien se lo pudiera parecer.

Necesitaba saber si la Real Academia Española había tomado alguna decisión respecto al término inglés router, pero no está, como tampoco están las formas espontáneamente creadas por los hablantes, como enrutador o encaminador. Tampoco está firewall, y el DPD me dice que lo más cercano es pavo real; obviamente, no me sirve. Quizá sí que incluya cortafuegos, pero no. Y digo yo: ¡Qué sería de la red de la RAE sin un router y sin un firewall!

Decido que quizá tendré más suerte y saldré de dudas si busco un término informático más básico; por ejemplo, software. El resultado es el siguiente:

software. Voz inglesa que se usa, en informática, con el sentido de ‘conjunto de programas, instrucciones y reglas para ejecutar ciertas tareas en una computadora u ordenador’. Puede sustituirse por expresiones españolas como programas (informáticos) o aplicaciones (informáticas), o bien, en contextos muy especializados, por soporte lógico (en oposición al soporte físico;hardware): «La Ley de Protección Jurídica de Programas de Ordenador [...] contrarrestará la piratería de programas informáticos» (Vanguardia [Esp.] 14.1.94); «El equipo mínimo aconsejable para poder ejecutar aplicaciones multimedia» (Bustos Multimedia [Esp. 1996]).

¡Uy, vayamos por partes! Me interesa lo de soporte lógico, pero no acabo de ver claro este significado de la voz soporte. Veamos qué acepciones recoge el DRAE:

soporte. (De soportar). 1. m. Apoyo o sostén. 2. m. Heráld. Cada una de las figuras que sostienen el escudo. 3. m. Quím. Sustancia inerte que en un proceso proporciona la adecuada superficie de contacto o fija alguno de sus reactivos. 4. m. Telec. Material en cuya superficie se registra información, como el papel, la cinta de vídeo o el disco compacto.

Descartadas las tres primeras, solo me queda reflexionar sobre la adecuación de la última (que debería ser la segunda si la RAE decidiera de una vez ordenar sus acepciones por frecuencia de uso y no por otros criterios, a veces insondables). Así, la posible definición que resultaría de aplicar la cuarta acepción al compuesto soporte lógico sería algo como ‘material lógico en cuya superficie [....]’. El resultado es un puro engendro: el software no es un material, no tiene superficie y en él no se registra información. Vaya, que la solución que me ofrece el DPD no es correcta según el DRAE.

Por otra parte, no está de más advertir que, según esta cuarta acepción, el papel pertenece al campo semántico de las telecomunicaciones (Telec.). ¡Qué cosas pasan!

Interesante también es la opción presentada para hardware: soporte físico, solución redundante donde las haya. Si soporte es material, es físico, ¿no? Pues esta tampoco me gusta.

Desgraciadamente sigo con mi duda, o con unas cuantas más que trascienden la simple duda terminológica y que me provocan indignación y decepción. Y decido que prefiero usar software y hardware, y a estas alturas ya en redonda. Demasiado tarde para andar con inventos de tan poca validez.

Montse Alberte (Barcelona, España)

07/03/2006

Mi primera consulta al DPD en línea

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He aprovechado que ya puede accederse a la tan reclamada y esperada versión en línea del Diccionario panhispánico de dudas de la Real Academia Española para hacer unas consultas que tenía pendientes para mi trabajo y que aún no había podido resolver.

Consulto la palabra geisha para saber: 1) si el DPD propone una adaptación; 2) cómo recomienda escribirla si no la adapta, 3) y, en este último caso, si permite pluralizarla (geishas).

Me responde esto:

geisha. 1. ‘Joven nipona instruida en diversas artes con el fin de entretener a los hombres’. Voz japonesa (pron. [géisha]) que contiene un grupo consonántico sh ajeno al español, por lo que debe considerarse un extranjerismo crudo y escribirse con resalte tipográfico. Es incorrecta la pronunciación [jéisha], así como la grafíaMarca de incorrección. gheisa.

2. Aunque es palabra asentada en el uso internacional con la grafía geisha, podría adaptarse fácilmente al español en la forma gueisa.

¡Fantástico! Ahora no sé si debo usar «gueisa» —sólo me dice que podría adaptarse (no que debería), dejando la decisión a mi libre albedrío e incluso permitiéndome un margen para crear mis propias alternativas— o «geisha» —esta última con no se sabe qué resalte tipográfico; ¿negrita, cursiva, versalita...?— ni si, en caso de optar por el extranjerismo, puedo pluralizarlo en «geishas», forma muy frecuente, por otra parte. Pero ¿no se suponía que el DPD era una obra normativa que pretendía orientar al hablante sobre el empleo de la lengua española?

Luego he querido aclarar las dudas que me suscita el DPD —ya han hecho bien en llamarlo «diccionario de dudas»— acudiendo al servicio de consultas de la RAE, con la intención también de hacerles notar estas carencias y ambivalencias, y me encuentro con esto:

Con el fin de acometer una reestructuración encaminada a mejorar su funcionamiento, el servicio de consultas lingüísticas permanecerá temporalmente cerrado.

Se pone en conocimiento de todos los usuarios que está disponible, para su consulta en línea, el Diccionario panhispánico de dudas, donde podrán obtener respuesta directa a la mayor parte de sus consultas.


 

¡Hale, otra vez a esperar!

Silvia Senz (Sabadell, Cataluña, España)



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