Me gustaría desde este espacio, lanzar un mensaje de tranquilidad y de optimismo. Nuestras instituciones funcionan, los sistemas de control actuales garantizan los procesos administrativos que las ciudades siguen para planificar y decidir su futuro. Porque cuando hablamos de urbanismo, estamos hablando del futuro de nuestras ciudades, de sus posibilidades de contar con actividades económicas, con vivienda asequible para nuestros jóvenes, con equipamientos como espacios deportivos, centros para personas mayores, hospitales, ambulatorios.... El urbanismo democrático, legítimo, honesto y transparente que la mayoría de las ciudades practica, no puede ser tirado por tierra por actuaciones puntuales irregulares. Siempre debemos mantener un escrupuloso compromiso con los mecanismos de control y la transparencia en la gestión pública, pero cabe recordar que cualquier convenio urbanístico o cualquier modificación de planeamiento, debe ser aprobado por el Peno de la Corporación Municipal con representación plural. Posteriormente sigue un proceso, siempre con información pública, hasta ser aprobado por la Generalitat de Catalunya y siempre sujeto al control de los tribunales de justicia. Estos controles garantizan el proceso y sobre todo defienden los intereses colectivos.
En cualquier actividad humana puede haber error o mala praxis, en la política , en los negocios, en el periodismo, en la medicina, pero sin duda la mala praxis en política no puede poner en duda al colectivo de hombres y mujeres que se dedican a ella, ni tampoco se puede poner en riesgo la capacidad que la ciudadanía tiene de mejorar su calidad de vida a través del ejercicio democrático, de la fuerza de su voto en su ciudad, en su comunidad, en su país.
El urbanismo corrupto fue el que se realizó cuando no había democracia, el que construyó barrios masificados sin pensar en los equipamientos ni servicios, el que enriqueció a especuladores sin escrúpulos condenando a la periferia a la ciudadanía con menos recursos. El urbanismo corrupto es el que cultivó un sistema corrupto .
La memoria es débil pero podemos recordar como estaban nuestras ciudades cuando llego la democracia hace 30 años y como son ahora. En esa transformación todos los ciudadanos y ciudadanas han sido protagonistas porque ha sido su voluntad expresada en las urnas la que lo ha hecho posible.
Es triste que unos hechos lamentables pongan en duda la credibilidad global o pongan bajo sospecha el urbanismo de las ciudades que los gobiernos diseñan para afrontar con éxito los retos que el futuro plantea.
Tenemos instituciones, tenemos tribunales, tenemos autoridades: alcaldes y alcaldesas honestos y honestas que perseguimos lo que entendemos mejor para nuestras ciudades, que lo hemos expresado en proyectos, en propuestas electorales y que estamos ejecutando de acuerdo con nuestros compromisos.
Creo por tanto, que debemos seguir trabajando y, aunque hechos como los vividos duelen y hacen daño, tenemos que recuperarnos colectivamente porque el futuro está lleno de retos y de oportunidades que debemos asumir con rápidez, eficacia y,sobre todo, con la suficiente transparencia para que nadie tenga duda alguna.