Una vez más, los complejos de Francisco Camps y su equipo nos hacen rendirnos ante una evidencia apabullante: que el Partido Popular de la Comunitat Valenciana lleva varios años navegando a la deriva en el proceloso mar del populismo más rampante.
Desde posiciones de indefinición al respecto de la instalación o no del almacén temporal centralizado de residuos nucleares (más conocido como ATC) en Zarra, Camps ha pasado a ceder ante las presiones de un grupúsculo de vocingleros pseudoprogresistas que, sistemáticamente, se oponen a todo lo que pueda aportar más riqueza, empleo y bienestar a una comarca valenciana que, por cierto, ya lleva beneficiándose algunas décadas de las "abominaciones" de la energía nuclear.
La instalación del ATC en Zarra dejaría en la comarca, a modo de lotería, entre 700 y 1.000 millones de euros. Sin contar los puestos de empleo que generaría en una comarca eminentemente agrícola y cuya principal y diferente fuente de empleo es la central nuclear de Cofrentes. Lógicamente, esto no lo ve el colectivo del "no al ATC en Zarra".
Existe gran demagogia en torno a la energía nuclear, auspiciada principalmente por estos colectivos catastrofistas. Pero lejos de ese catastrofismo, la energía nuclear es mucho más intensivamente utilizada en otros países que en España, y me refiero a países que ostentan la categoría de potencia mundial o países punteros de la UE, donde este debate sobre "nuclear no, nuclear sí" está superado desde hace décadas. No voy tampoco a descubrir ahora los riesgos de la energía nuclear y el problema de ubicación de sus residuos, pero todos los estudios indican que, al menos hasta que otras fuentes de energía no estén más difundidas y sus costes ostensiblemente reducidos, la energía nuclear es a día de hoy, la más barata, limpia, segura y eficiente de todas las existentes. El progreso y la economicidad de la energía nuclear, por desgracia, genera molestos residuos: residuos que hasta el momento España envía a Francia a un coste elevadísimo si lo comparamos con el coste de almacenar nuestros residuos en casa.
Una vez planteados los riesgos, beneficios, costes y oportunidad de la operación, al Partido Popular no le queda más que decantarse por un "sí" o un "no". Y, ¿qué motivos tendría un partido de derecha para oponerse al ATC en Zarra, cuando toda la derecha en Europa es favorable al uso de la energía nuclear? Pues simple y llanamente, los de siempre: motivos electoralistas:
En primer lugar, plantear una nueva situación de confrontación con el gobierno, que siempre es divertido y electoralmente rentable.
En segundo lugar, subirse al carro de lo "políticamente correcto" siempre puede ser atractivo a ojos de incautos votantes indecisos, aún a costa de evidenciar una vez más los complejos de un partido que se siente extrañamente incómodo siendo de derecha, y traicionando las ideas y confianzas depositadas en ellos por multitud de electores acomodados en el acrónimo "PP" y el logotipo de la gaviota.
Y en tercer lugar, y esto es oficioso, se habla en la comarca que las empresas de los familiares del conseller Cotino (medio ambiente) son propietarias desde hace al menos dos años de los terrenos en los que se ubicaría el ATC. Y esto sería una nueva y escandalosa puntilla para un PPCV que se encuentra sentado en la boca del volcán, cuestionado por tantos y tantos escándalos de corrupción derivados de las tramas Gürtel, Fabra y Brugal.
Así que, en definitivas cuentas, el PPCV rechazaría la instalación del ATC por motivos netamente electoralistas, y por huir de un nuevo escándalo que, sumado a los cientos ya existentes, supondría un más duro varapalo electoral. Y mientras tanto, nos priva de la oportunidad de revitalizar laboral y económicamente la comarca del Valle de Ayora, y de que la Comunitat Valenciana reciba una cantidad económica de entre 700 y 1.000 millones de euros.
Fernando Chiva, secretario comarcal de comunicación de l´Horta Sur en la Comunidad Valenciana y secretario de organización de Joventuts de CV.
Comentarios
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.