Artur Mas

Cuando hay políticos que no tienen si quiera una segunda oportunidad, Artur Mas (Barcelona, 1957) ha sabido lidiar brillantemente en su tercera batalla para lograr el objetivo para el que parecía predestinado. Su vida y su carrera política parecían redactadas para tal fin: un guión sin máculas, un político que parece prefabricado y al que, ahora sí, le llega su su momento de gloria. Ha soportado siete años en el exilio de la oposición y parece que el tiempo le ha aportado la experiencia necesaria para alcanzar, por fin el asiento que, desde que fue señalado como 'heredero' de Jordi Pujol en 2001, le estaba esperando.

La vida de 'Arturu', tal y como le conocía su círculo más íntimo, fue escrita como un renglón recto, sin obstáculos vitales por esquivar ni penurias en las que cimentar el tesón que le ha llevado hasta aquí. A falta de la historia callejera de superviviencia, el destino de Mas se forjó en las prestigiosas escuelas Aula y Liceo Francés. Avanzadas y de las pocas escuelas mixtas que existían, allí, según recuerda el propio Mas, se creó una parte importante de su "manera de ser: el trabajo, el esfuerzo, la autoexigencia y la búsqueda de la perfección". Una senda educativa que coronó con una Licenciatura en Ciencias Económicas y Empresariales que obtuvo sin entretenerse en la tensión política en las facultades en pleno Franquismo

Si un año marcó la vida del líder de CiU fue 1982. Un punto de inflexión vital y profesional. Ese año se casó con Helena Rakòsnik, con quien hablaba en castellano en los primeros años de su relación. "Mi compañera de los últimos 30 años, madre de mis tres hijos, compañera de penas y trabajos, alegrías e ilusiones con la que espero llegar al final de nuestros días". Con el mismo peinado inmaculado y sonrisa seductora -su entorno niega que se guste tanto como para autollamarse 'guapo', como su personaje en el satírico programa 'Polònia'-, asumió su primer cargo de responsabilidad en la Generalitat: director general de Promoció Comercial. La primer piedra ya estaba puesta.

Mas, al contrario que las revelaciones de Pujol en el Montseny, no descubrió al catalanista que llevaba dentro hasta los 20 años. "Me ayudó el vuelco de la salida de la dictadura a la democracia", admite en el libro 'La máscara del Rei Artur' (La Magrana). Quizás por ello el líder político convive con alguien capaz de renunciar al poder por algo más terrenal: la familia. En su esfuerzo por alejarse de la imagen de persona fría y diseñada para la vida política, Artur Mas acentúa su faceta de padre y marido abnegado. Este episodio lo escribe él mismo: "La foto simboliza la importancia que tiene para mí la familia. Es lo más importante y pasa por delante de todo".

Su salto al ecosistema político catalán nace en 1987, cuando entra en el Ayuntamiento de Barcelona de la mano de Josep María Cullell. Un aterrizaje que llegó precedido de un fracaso empresarial con un todopoderoso: Lluís Prenafeta, mano derecha del 'president' Jordi Pujol. Su salida del mundo empresarial, sin embargo, no pudo ser más acertada. Siete años se mantuvo en la oposición a su futuro rival, Pasqual Maragall. Un tiempo que le sirvió para ganarse la confianza de Pujol. En 1995 entraba por primera vez en las listas de CiU al Parlament. Apenas dos años después ya encabezaba la Consellería de Economía. El resto se escribe solo. Guerra fratricida con Duran i Lleida y, por fin, candidato en firme. Hoy, por fin, president.

El tiempo y el ejercicio del poder le han alejado del propio Pujol. Él mismo y su entorno lo admiten en 'La máscara del rei Artur'. Apenas se llaman y, para decepción del ex president, ni siquiera le consulta las dudas políticas que le surjan. Sin embargo, la confianza que demostró Pujol en Artur Mas, y que puso en riesgo la convivencia de Unió y Convergència, han afianzado su admiración hacia él: "Es mi maestro en la política y en el amor a Cataluña".