No paro de oír lo injustas que son las cosas para todos. No paro de oír frases lacónicas, que me suenan a letanía pseudo-subversiva. Frases como “esto ya no lo dirigen los gobiernos”, “las empresas mandan en el mundo”, “los bancos son el mismísimo Lucifer apuñalando al arcángel Miguel, que somos el pueblo” (vale, esta no la he oído, es una licencia personal...) Y todas las quejas van en una dirección nebulosa indeterminada que me crispa los nervios. Indeterminada en cuanto al objeto de las críticas, porque no nos da por buscar los nombres e iniciar acciones concretas contra ellos, e indeterminada en cuanto a las soluciones, estas últimas por ausentes más que nada.

Recuerdo una frase tan antigua que de tan usada suena manida ya “si no formas parte de la solución, formas parte del problema”.

Pues bien, la situación, los medios de comunicación, la clase política, el movimiento social en las redes y en la calle, me parecen muchas cosas a la vez, pero me parece una ante todo: existe una ausencia total del sentido de la responsabilidad por parte de la sociedad civil. De la gente, vaya. En la calle les colocamos el sambenito de “hijos-de-la-gran-puta” a todo lo que suene a poder, a político y a económico, y santas pascuas. Obviamos lo esencial, lo evidente: ellos también somos nosotros.

Nosotros desde nuestra ausencia de poder, desde nuestra individualidad que no puede conseguir nada, porque somos nadie, resulta que somos el centro de todo. Resulta que además de nuestro rol de ciudadano niguneado por  “El Poder” ( el poder dicho así como suele decirse, en grande, en un símil de dios pagano, como si el poder no fuera al final sangre y carne, como todo), padecemos una esquizofrenia de roles sociales, que parece que nos impide darnos cuenta de nuestra responsabilidad en todo el tinglado que se nos desmonta.

Aquí, en las sociedades occidentales, nosotros somos la fuerza de trabajo (a menudo cualificada) que impulsa la actividad económica de las empresas, las grandes y las pequeñas, nosotros somos los contribuyentes abnegados que pagan los impuestos, nosotros somos los consumidores en trance que consumen absolutamente todo lo que pueden, que renovamos los móviles sin que nos importe que un mineral que los compone provoque guerras civiles en otra parte del planeta (los mismos que compramos móviles compulsivamente luego nos escandalizamos porque nuestra UE bombardea Libia para quedarnos con su petróleo, y hay que escandalizarse, por supuesto, y hay que pedir explicaciones por las barbaridades, por supuesto, pero con coherencia, también por supuesto)

Nosotros somos los que alimentamos el sistema capitalista depositando nuestro dinero en los bancos, y usando nuestras tarjetas visa en nuestros merecidísimos viajes vacacionales. Nosotros, la clase media puteada y jodida por todos los flancos, somos la columna de todo, del Capital (con C capital y diabólica) que obtiene el dinero del flujo monetario privado,  y de la venta de créditos de consumo, del estado al que financiamos, de las empresas a las que consumimos, y de las empresas para las que trabajamos. Nosotros con nuestros 700,1000 o 2000 euros al mes mantenemos todo esto.

Y no queremos darnos cuenta. No vemos que tenemos un poder enorme como trabajadores/consumidores/contribuyentes. Y que debemos responsabilizarnos de él. Yo me siento personalmente responsable por cada parado autónomo que se queda sin trabajo y sin paro.

Pienso: otra familia al borde la ruina, por tu culpa estúpida, y la culpa de todos los estúpidos que no somos capaces de parar la rueda, y pedir que se publique la gestión de recursos y tomarnos el poder de dirigirlos entre todos hacia donde vemos cada día que hacen falta.

Sin nosotros no hay sistema. Si el tinglado está montado para que una familia media ingrese 3000 euros al mes de media entre sus miembros mediante su trabajo y luego ponga 2500 eur en circulación mediante su consumo y sus impuestos, y ahorre unos 500 para su tranquilidad y los coloque de esta manera en el mercado de capitales, todo eso nos convierte en la piedra angular. Vamos, que sin clase media  esto se va a la mierda.

Por si todo eso fuera poco además nos organizamos en ONGs para hacer el trabajo que no hacen los Gs, y acumulamos otras porciones de capital y recursos para ayudar en África, a los pobres locales, o a los enfermos con enfermedades que no interesan a la industria farmacéutica.

Es decir: nosotros mantenemos todo, pagamos todo, subvencionamos todo. Y nadie nos pregunta una mierda. Nosotros estamos en la base y en el sustento de todo y en un acto de estupidez soberana e inmensa llamamos a quienes nos gobiernan los poderosos. Eso en mi barrio (humilde y muy jodido, por cierto) se llama ser puta y poner la cama.

Así que si los gobiernos la cagan, los bancos la cagan, las empresas la cagan, es hora de dejar de acusarles como críos en el patio, y ponernos al mando de la nave. No de pedir lacónicamente “por favor hacernos caso, por favor no nos jodáis la vida”. Es hora de tomar el control de una santa vez. Con una determinación sin fisuras y un par de cojones como los que demuestra aquí Arcadi Oliveras.

Es hora de pararle los pies a la estructura que nosotros como hormigas construimos cada día.

El Sistema (con mayúscula de Dios Incontrolable) ni es Dios, ni es incontrolable. Al revés, NOSOTROS le pedimos que nos controle, pero que nos controle “bien” y que nos haga la vida cómoda. Y nos cabreamos si nos jode la vida cómoda.

Pues bien. No funciona. Esta fórmula no funciona. Así que decidme, sociedad, cerebro colectivo y cabreado ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué modelos sociales nuevos vamos a proponer para hacernos con el control de la sociedad que sufragamos, y mantenemos en marcha?

¿Cómo tiene que ser un Ayuntamiento, cómo tiene que ser la Seguridad Social, como tiene que ser un Gobierno? ¿Quién tiene que decidir los presupuestos? ¿Cómo tiene que ser una empresa? ¿Qué garantías de respeto a los derechos humanos tienen que ofrecer los productos?

Algunos ya hemos empezado a proponer cambios. Cambios fácticos y reales de estructuras de poder. Otros siguen sólo quejándose y criticando a quienes no se les parecen.

En fin, que ahora se nos mueve el suelo bajo nuestros pies, y no sabemos ni por donde, porque no queremos mirar, queremos que esto “nos lo arreglen” y, como no tomemos las riendas, cuando se nos trague la tierra, nos vamos a ir al averno con cara de gilipollas.