«Haré lo que tenga que hacer». Esta es la lacónica respuesta que Mariano Rajoy, probable futuro presidente del Gobierno, ha dado a Melchor Miralles cuando este le ha preguntado si vivirá en el Palacio de La Moncloa en caso de alcanzar el poder.
Rajoy ha visitado los estudios de ABC Punto Radio donde se ha sometido a una larga entrevista. La sorpresa, sin embargo, la deparaba el final. Tras detallar sus ya conocidas propuestas de apoyo a los emprendedores y de recorte del gasto de las administraciones públicas, de hablar de los líos de José Blanco, del matrimonio homosexual, del aborto y de todos los temas de la agenda de actualidad, llegó la escueta respuesta de Rajoy, una respuesta que destila todo menos entusiasmo por hacer del palacio presidencial su residencia familiar.
Rajoy, gallego él, no lo ha explicitado, pero se intuye que podría pensar algo parecido a lo que sí dijo Ana Botella, esposa del presidente Aznar, que La Moncloa «es inhabitable para una familia normal».
Reclusión
No sabemos lo que hará Rajoy si finalmente el Congreso surgido de las elecciones del 20-N lo inviste presidente del Gobierno, pero lo que parece claro es que la residencia de La Moncloa no seduce a nadie de los que la han habitado. Desde que en 1977 Adolfo Suárez la convirtiera en residencia oficial de los presidentes del Gobierno, sus sucesivos inquilinos han ido introduciendo cambios para adaptarlo a sus necesidades y preferencias. Calvo Sotelo hizo despejar una sala en la que poder instalar un piano, instrumento del que al parecer era un virtuoso. Felipe González dedicaba sus ratos libres a cuidar un pequeño huerto y al cultivo y cuidado de su colección de bonsáis. El matrimonio Aznar hizo construir una pista de «paddle» y en el interior una sala de juegos para sus hijos.
Los actuales inquilinos de La Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero, Sonsoles Espinosa y las dos hijas de ambos tampoco parecen estar demasiado a gusto. Especialmente Espinosa. Sus allegados explicaron en un reportaje publicado en la revista «Vanity Fair» que en Madrid ella se sentía como «en una sartén hirviendo». A juzgar por la respuesta que hoy le ha dado Rajoy a Miralles, tampoco el candidato popular y su mujer, Elvira Fernández, están especialmente exultantes con el que todo apunta a que será su próximo hogar. Parece que Rajoy tiene más ganas de convertirse en presidente que de vivir recluido donde lo hacen los presidentes.
