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La encuesta del CIS debería obligar a Herrera y Mañueco a cambiar los planes de campaña en Ávila y Soria
EL CIS decidió hacer al PP un regalo envenenado en el inicio de la campaña electoral, una encuesta fabulosa, que coincide en buena medida con las que manejan en Génova y Ferraz. Los populares, con mayor cautela, filtraron al comienzo de la semana pasada una encuesta con el peor de los escenarios posibles: ajustada mayoría absoluta, más holgada de ganar 11 escaños dudosos en diferentes provincias, entre ellas tres de Castilla y León. La estrategia de la campaña en la Comunidad, después de los resultados del CIS, debe cambiar, porque el PP tiene que combatir dos enemigos: que la euforia no reste apoyos de la oscilante franja del centro y que los desencantados del PSOE, a día de hoy dispuestos a votar a IU y siempre enemigos de abultadas mayorías, se tapen la nariz y apoyen a los candidatos socialistas, aunque esta segunda posibilidad tiene un daño colateral, favorece el bipartidismo, en cuyo caso Rajoy necesita menos diferencia de puntos para conseguir el diputado de más en las provincias castellano y leonesas, donde hay actas en juego.
Esta novedad obliga a cambiar mensajes y a volcarse más en León, Salamanca y Burgos. Las dos primeras no parecen difíciles: los incumplimientos de Zapatero con su provincia, el último la imposibilidad de desdoblar el tramo León-Santas Martas antes de fin de año, la desfachatez no arreglada del ex alcalde y la desunión del partido lo facilitan; en Salamanca se trata más de miedo escénico que de posibilidades reales, porque las fechorías en el Archivo o el incumplimiento del Plan Oeste o con el Centro de la Memoria Histórica les pasará factura. Burgos siempre muestra un comportamiento imprevisible y allí tanto Herrera como Rajoy deberán emplearse a fondo, presentando algunas infraestructuras culturales de la ciudad y manejando con habilidad Garoña, pues sobre la energía nuclear el PP pasa de puntillas en el programa electoral.
Pero el CIS les ha señalado una nueva tarea a los populares, dejar al PSOE sin escaño en Soria y Ávila. Con la campaña diseñada en Madrid este dato les importa poco, pero a Herrera y a Mañueco sí que les debería obligar a cambiar los planes de campaña, involucrando a los consejeros poco activos y movilizando a las bases del partido, porque dejar al secretario de organización del PSCL, Pedro Muñoz, sin escaño en la Cortes sería un duro golpe para las expectativas futuras del partido. Corolario de cumplirse la encuesta del CIS, López por su implicación en la campaña quedará muy tocado.