El PSC no se casa con Chacón
Donde esté Pere Navarro, cerquita, estará Carme Chacón. Con esta significativa frase abría hace algo más de un mes la entonces candidata del PSC-PSOE por Barcelona su mitin de campaña en Terrassa, ciudad del actual primer secretario de los socialistas catalanes, que a esas alturas ya despuntaba como el candidato con más opciones y mejores apoyos en su partido. Chacón tuvo que ir luego prodigando "mimos" con los otros aspirantes para no dejar en entredicho la neutralidad del proceso precongresual del PSC, pero quedó claro que ella, como buena militante del Baix Llobregat, apostaba por el candidato del aparato.
La batalla por el poder en el PSOE, sin embargo, es otra cosa. Ahí no valen componendas, la guerra es abierta y los ganadores casi nunca "integran" al sector vencido, como suele suceder en el PSC. Por eso, los socialistas catalanes hace años cultivaron la muy prudente tradición –tan catalana por otro lado- de no poner todos los huevos en la misma cesta. Y eso valió tanto para el trascendental congreso de 2000, ese que encumbró inesperadamente a José Luis Rodríguez Zapatero y su Nueva Vía, como para las primarias que tres años antes le ganó el catalán Josep Borrell a Joaquín Almunia.
Un referente, el de Borrell, al que Pere Navarro acudió raudo y veloz el pasado lunes para negar que la "niña bonita" del PSC en Madrid, Carme Chacón, vaya a contar con el apoyo incondicional del partido en Cataluña. Lo que sería lógico y natural en cualquier federación del PSOE, es un imposible en el PSC. "Si una militante catalana se presenta al congreso del PSOE, contará con una corriente de simpatía mayoritaria" aseguró Navarro. Qué menos, pensará el lector. Pero, a continuación, Navarro añade la advertencia: el PSC, oficialmente como partido, no puede dar su apoyo a un candidato. Todo un dechado de pruedencia. Con este criterio, el PSC nunca quedará fuera de juego. Pero tampoco podrá aspirar a tener el peso y poder que le correspondería en el socialismo español.
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