Al ser más difícil de detectar, también escasean datos sobre el maltrato psicológico, anque de que la Encuesta de Violencia Machista de Cataluña de la Generalitat (2010) sí revela algunas cifras. Un 10,6% de las mujeres encuestadas dicen que su marido se muestra insatisfecho con todo lo que hacen y un 9,4% creen que les están exigiendo hacer todo lo que él quiere.
El marido de Teresa la sometía a “humillaciones, vejaciones y gritos”, que la hacían sentir “inútil e impotente”, y puntualmente también se produjo algún episodio de violencia física. Al comparar los dos tipos de violencia, afirma con contundencia: “Una persona maltratada físicamente puede morir, pero una maltratada psicológicamente también, porque puedes llegar al extremo de poderte suicidar”.
Ella estaba “muy hundida” antes de decidirse a pedir ayuda. Al separarse, sus padres la acompañaron en un primer centro de atención para mujeres maltratadas, y, hace dos años, se dirigió a uno de los 6 Centros de Intervención Especializada (CIE) con que cuenta la Generalitat en toda Cataluña. La mayoría de mujeres llegan a los CIE, derivadas de servicios sociales, Centros de Atención Primaria o servicios de atención a la mujer. Estos centros proporcionan una atención integral, que abarca el apoyo psicológico, el asesoramiento jurídico, el trabajo y la educación social, la mediación intercultural o la inserción laboral, para que las mujeres desocupadas dejen de depender económicamente de sus ex maridos. Este no era el caso de Teresa, que sigue trabajando a día de hoy, a pesar de que su ex marido la presionó para que dejara de hacerlo.
Muchas de las mujeres que llegan a los CIE sufren exclusivamente maltrato psicológico, según Esther Álvarez, la directora del centro que ha atendido Teresa. Álvarez destaca que una de las principales consecuencias del maltrato psicológico es la dependencia emocional. pone un ejemplo paradigmático: Algunas mujeres tienen “sensación de dependencia económica”, a pesar de que ellas trabajan y su pareja no, porque es él quien administra los ingresos.
Desde la posición de la mujer, es difícil detectar que se está produciendo violencia psicológica. El hombre domina el tempo de la relación y va administrando la violencia “a pequeñas dosis”, como exponen Jordi Valles y Santiago Alcalde de la entidad Heia Psicología al Diario de Girona. Por eso, Teresa, que cuenta con estudios universitarios, se sintió identificada al escuchar a otra mujer maltratada describiendo el llamado ciclo de la “luna de miel”: “Primero hay discusiones y viene, y te pide perdón o te recompensa, te lleva al cine, al teatro... Después, vuelven otra vez las discusiones y, cada vez, este espacio de tiempo sin discusiones es menor hasta que desaparece”.
Una vez tomó conciencia del maltrato que sufría, Teresa presentó tres denuncias contra su ex marido, la primera para impedirle entrar a su vivienda y las otras dos por maltrato físico. Ninguna de las tres ha prosperado y, según Teresa, esto ha ayudado a “hacer más fuerte” al maltratador.
A pesar de haber sufrido mayoritariamente violencia psicológica, no ha llegado a presentar nunca una denuncia por este motivo, por la dificultad de probarla. “El juez te pregunta qué frase te ha dicho? Si te dicen Voy a matarte, salta la alarma. Pero, si te dice otras palabras, que igualmente quieren decir que te matará, dicen que nada” – recuerda.
También critica que la justicia no actúe cuando su ex marido incumple el pago de la pensión alimentaria para su hija o el régimen de visitas. Además, en el momento de recoger la menor, él aprovechaba para continuar vejándola, una situación que Teresa ha aprendido a gestionar mejor con el tiempo. Ahora, su ex marido siempre recoge la menor en la escuela o en casa de su madre.
“Ahora la situación la controlo yo y no él” – concluye Teresa. Buena muestra de esto es que haya aceptado nuestra entrevista para animar otras mujeres a salir de situaciones parecidas.
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