En el 80 Aniversario de la II República

Lunes, 1 Agosto, 2011

La reivindicación republicana se presenta este año especialmente realzada por cumplirse el octogésimo aniversario de la proclamación de la II República. A la relevancia de este hecho han venido a unirse incluso medios de comunicación estatales, TVE ha emitido una serie que lleva precisamente como nombre La República. También, autoridades adheridas al sistema monárquico han querido sacar tajada del acontecimiento, al socaire de cumplirse, al mismo tiempo, el aniversario de la entrada en vigor en España del sufragio universal, es decir, del acceso al derecho al voto de las mujeres que, hasta entonces, podían ser elegidas como diputadas pero no votar. La figura de Clara Campoamor, verdadero ariete y caballo de batalla en la defensa del voto femenino durante las Cortes Constituyentes de 1.931, ha sido en estos días ensalzada desde todos los sectores políticos, incluso desde aquellos que aún hoy siguen siendo hostiles al régimen que hizo posible ese sufragio universal. Fue la II República quien implantó, por primera vez en España, un régimen político auténticamente democrático y, necesariamente, sólo una nueva República hará posible en la España actual una auténtica democracia.

La incesante aparición de escándalos de corrupción política, la falta de transparencia y honestidad democráticas por parte de la mayor parte de los políticos, junto a su ineptitud como gobernantes, están llevando al régimen monárquico a un creciente distanciamiento de los intereses de los ciudadanos, al menos de esa inmensa mayoría de ciudadanos cuya situación económica es cada vez mas preocupante e incierta, habiéndose convertido en objetivo fundamental de los mas poderosos el arrebatarles más y más derechos, adquiridos en el pasado con enormes sacrificios de vidas humanas. Eliminar el estado del bienestar, supuestamente porque no es viable económicamente, es el vehemente deseo de los grandes poderes económicos, a cuyos intereses se pliegan dócilmente nuestros gobernantes del PP y del PSOE, mientras luchan por el poder político, que no por el económico que dejan en otras manos sin disputárselo, asignándose roles de derecha e izquierda, sólo para confundir al electorado y beneficiarse de esa confusión, para conseguir seguir viviendo de la política, en lugar de para la política. El abismo que separa a la clase política de la ciudadanía en general es cada vez mas ancho y profundo. La búsqueda de alternativas al sistema político-financiero se ha disparado en los últimos meses, a medida que las consecuencias de las crisis económica, provocada por el ciego egoísmo y afán de lucro de los mas poderosos, que no tienen otro interés que enriquecerse más y más, y con ello tener cada vez más poder real, ha ido haciendo cada vez mas insostenible el nivel de vida de los económicamente mas débiles. La reforma de las pensiones, el aumento de la edad de jubilación y de los períodos de cotización, todo ello firmado dócilmente por algunos sindicatos que dicen estar al servicio de los trabajadores, a pesar de la mayoritariamente abrumadora opinión en contra de los españoles, constituyen ataques directos a los intereses de gran parte de la población: mejor favor harían a los trabajadores si no quisieran servirles tanto. Inmoralidad e injusticia insoportables Mientras los ciudadanos de a pie son privados de sus viviendas por no poder pagar los créditos hipotecarios, el dinero que procede de los impuestos de esos mismos ciudadanos, que pierden sus viviendas, es utilizado para “prestárselo” , no sabemos en qué condiciones, ni siquiera si lo van a devolver, a los bancos que se han hundido por su mala gestión. La inmoralidad del Estado, y de sus servidores, es tan insoportable como su injusticia. La renovación de la sociedad española pasa necesariamente por un borrón y cuenta nueva, por la desaparición del régimen monárquico que alimenta el actual estado de cosas y cuya responsabilidad alcanza a su mayor representante, por más que la Constitución blinde la figura del Rey al eximirle de toda responsabilidad por sus actos, conformando con ello el mayor agravio imaginable al concepto de democracia, donde nadie puede ser irresponsable de sus actos, ni puede gobernar si no es por la libre elección de los ciudadanos ante los que es responsable. Este mismo sentido de irresponsabilidad empapa todo el tejido de la clase gobernante, y de la mayoría de los aspirantes a serlo. El reciente escándalo de la negativa de los eurodiputados a volar en clase turista, apoyada por los eurodiputados del PP y el PSOE, junto con las denuncias contra algunos de ellos por cobrar las dietas por asistencia al parlamento europeo, cuando lo único que hacen es fichar a la entrada y marcharse a los veinte minutos, demuestran palpablemente el talante “democrático” de muchos de nuestros representantes, cual es su voluntad de servir a los intereses de los ciudadanos, y qué tipo de régimen es el que tenemos. El cambio no es sólo necesario, es imprescindible. El régimen actual, heredero y deudor del franquismo, es ya un pelele hueco al que se le sale el poco relleno que le queda por todas las costuras, y donde nadie parece querer poner remedio a tanto desatino. Al igual que en 1.931, la sociedad española tiene que convertirse de nuevo en protagonista de su propio destino. Los valores auténticamente democráticos tienen que estar presentes en cada rincón de nuestro país, en cada una de sus instituciones políticas, desde el mas humilde de los Ayuntamientos hasta la Jefatura del Estado y del Gobierno, sólo así podrán alcanzarse la justicia y la libertad que ahora son sólo una burla en manos de desaprensivos. La República es la mas genuina expresión de la democracia, es su esencia mas necesaria, y es sin duda la única salida al estado actual de corrupción, de burocratismo y mediocridad, de irresponsabilidad y falta de respeto frente a los ciudadanos, de desgobierno, ineficacia y descaro de unos políticos que han perdido todo pudor en su mayor parte y que sirven a intereses ajenos a los de la inmensa mayoría de los españoles. Luchando por la República luchamos por una España más democrática, o lo que es lo mismo, más justa e igualitaria, más fraternal, más libre y más digna. ¡¡Viva la República!! Ángel Verdura. Secretario General de Izquierda Republicana.

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