Los llaman “los nuevos catalanes”. Una expresión sacada de la historia. Hay la medieval “Catalunya nova”, producto de la conquista. Y también el “castellano nuevo”, converso bajo terribles amenazas. CiU utiliza la expresión con cariño, dijo Àngel Colom, elegantemente vestido con un traje quizás pagado con el dinero del Palau. Colom y un amigo suyo, Eric Bertran (famoso en su día por enviar anónimos) animaron ayer la jornada de la inmigración de CiU.

La cosa empezó con un grupo de rap (o algo así), formado por inmigrantes. Cantó una canción patriótica hecha por ellos en 15 días. Vista la calidad, necesitaban más tiempo. También bailaban o eso pretendían ser su movimientos. Los asistentes corearon la pieza palmeando el “tots som pops”.

Luego, representantes de diversos puntos de globo, todos integrados y catalanizados. Un tenor entona La puntaire: “Que la tierra catalana es la mejor que hay en el mundo”. ¿Cómo negarlo? Ni la del Nilo bañada por su limo era tan buena. Otro dice que es casteller y diable. Todo esto en el CCCB: ¿Es lo que va de Josep Ramoneda a Marçal Sintes?

En eso, una educada joven descubre que hay un periodista (quien esto firma) que no lleva acreditación. Se dirige a él y le hace notar que es imprescindible para seguir en el local. El periodista se siente un “sin papeles”, lo que tiene su lógica en un acto con inmigrantes. Tiene la tentación de aceptar, pero le vence el miedo: ¿Y si le obligan a cantar por Emili Vendrell, a hacer de folre i manilles, a pintarse de negro moreneta? Corrido, se va a la calle, esperando no toparse con los mossos.