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¿Es la nueva norma panhispánica una norma pluricéntrica y multipolar? II: La norma panhispánica como difícil abstracción de lo general en el habla culta

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El malogrado padre del Proyecto de Estudio Coordinado de la Norma Lingüística Culta de las Principales Ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica, Juan Manuel Lope Blanch, sobre los criterios de selección que, en su opinión, deberían aplicarse a todo ideal de norma unitaria (pan)hispánica («La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001):

[...] hace ya más de siete lustros —37 años, para hablar con precisión1presenté a la Comisión de Lingüística y Dialectología Iberoamericanas del PILEI, que me honraba en presidir, el «Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de Hispanoamérica», proyecto que fue acogido favorablemente y, en consecuencia, aprobado por los integrantes de dicha Comisión. Un año después la Asociación de Academias de la Lengua Española, al celebrar su IV Congreso (Buenos Aires, 1964), resolvió «recomendar a las academias que apoyen [el] proyecto», resolución que nunca llegó a hacerse realidad, no obstante lo cual el Proyecto se ha venido desarrollando a lo largo de los años, merced al respaldo de las principales instituciones filológicas del mundo hispánico.

[...]

El Proyecto mencionado nació en mí con el propósito de que pudiéramos llegar a determinar cuáles son los hechos lingüísticos propios de cada norma geográfica —de cada dialecto culto hispánico— que las caracterizan y, a la par, diferencian a unas de las otras. [...]

Modestamente, también yo, como mosquito impertinente, he insistido en la conveniencia de no descuidar el buen uso de nuestro idioma, de tratar de evitar o, al menos, de retardar todo lo posible la «evolución diversificadora», que tanto preocupaba a Dámaso Alonso [...]. Me parecía, y me sigue pareciendo, indispensable conocer cómo son, en nuestro tiempo, las hablas cultas de las principales ciudades del mundo hispánico, en cuanto focos de irradiación lingüística —modelos— dentro del ámbito geográfico correspondiente a cada una de ellas.

Las investigaciones realizadas hasta el momento parecen probar que la unidad esencial de la lengua española [de su modalidad culta] está sólidamente establecida, y que el temor a una posible fragmentación idiomática de nuestra lengua común está muy lejos de corresponder a una amenaza real histórica. [...]

Ahora bien, para lograr esa homogeneidad lingüística entre las hablas de 20 países soberanos, me parece que la aceptación, por parte de todos, de una norma hispánica general sería condición muy favorable. Bien se sabe que el concepto de norma lingüística es un concepto absolutamente relativo; que cada dialecto posee una o varias normas particulares, propias, válidas todas ellas dentro de sus diversos límites geográficos o socioculturales. Me parece obvio el hecho de que dialecto es toda manifestación real del sistema lingüístico abstracto que es la lengua, de manera que la lengua española está integrada por una gran variedad de dialectos nacionales y de subdialectos regionales, comarcales, locales y aun individuales —idiolectos—, cada uno de los cuales, por su parte, estará integrado por dialectos socioculturales diversos. [...] Queda bien claro: cada dialecto tiene su propia validez y se rige por una norma particular válida en su ámbito comunicativo; y el hombre culto, «el cortesano», hace bien en hablar como parece mejor, es decir, de acuerdo con una norma culta superior, pero no exclusiva ni negadora de la validez de las otras normas.

Mas no cabe duda de que esa norma culta, dentro de cada dialecto geográfico, es [...] la que da la pauta y sirve de modelo a muchas de las otras normas, y, sobre todo, la que más contribuye a mantener la unidad fundamental, básica, de la lengua, gracias a su proximidad con otras normas cultas de dialectos geográficamente distintos. En no pocos casos hay menos diferencias entre dos normas cultas de países diferentes, que entre las normas culta y popular de una misma ciudad. De ahí mi interés por estudiar —por lograr que fuera estudiada— la diversidad de «las normas cultas de las principales ciudades de Hispanoamérica».

Y ello fue desembocando en un nuevo océano de cuestiones lingüísticas. Primordialmente, en uno capital, de que me he ocupado ya, aunque siempre muy brevemente, en ocasiones anteriores: el concepto de norma hispánica ideal, dependiente de un ideal lingüístico colectivo. Aunque cabe preguntarse: «¿Existe, en realidad, un ideal de lengua? Y en el caso particular del español ¿existe, en verdad, un ideal de lengua hispánica? No dudo en dar respuesta afirmativa a ambas preguntas. Creo que en el seno de cualquier sociedad humana late —con mayor o menor fuerza— un ideal de lengua superior, una aspiración hacia un idioma perfecto, ejemplar, paradigmático [...]. Es evidente que en cada país hispanohablante existe una norma lingüística ejemplar, paradigmática, a la que los habitantes de cada nación tratan de aproximarse cuando de hablar bien se trata. Suele ella ser la norma culta de la ciudad capital: la madrileña para España, la bogotana para Colombia, la limeña para el Perú, etc. Éstas serían las normas ideales, o ejemplares, nacionales: española, colombiana, etc. Pero ¿existirá también una norma ideal internacional —española y americana—, una norma hispánica? Creo que sí [..]. Será ella la norma que reúna y compendie los hechos lingüísticos propios y comunes de todas las normas cultas nacionales. Norma ideal, por cuanto que no será la norma real de ninguna de las hablas hispánicas. Dicho de otra manera, esa norma hispánica ideal no debe identificarse con ninguna de las normas cultas nacionales. [...] Creo que ya va siendo innecesario reiterar que la lengua española no es sólo la lengua de España, sino también la de otras 19 naciones soberanas. [...] Ese ideal de lengua hispánica, repito, incluirá en su seno las formas y construcciones gramaticales propias de todas las hablas cultas nacionales, pero rechazará lo que la mayor parte de estas últimas rechacen como impropio, anómalo o incorrecto, por más que alguna —o una minoría de ellas— lo acepte como válido.

[...]

Decía líneas antes que la norma ideal hispánica estaría constituida por la totalidad de los hechos lingüísticos comunes a todas las normas nacionales cultas, de reconocido prestigio. Y el caso es que la inmensa mayoría de las formas gramaticales de nuestra lengua son, por fortuna, las mismas en todas partes. Por ello, acercarse a esa norma hispánica, sumarse a ella, no habrá de ser nada difícil. Las diferencias nacionales de carácter gramatical entre las hablas cultas de los diversos países hispanohablantes son pocas, muy pocas. No aludo ahora a las diferencias de carácter léxico, sino a la estructura gramatical del idioma español, incluyendo dentro de ella al sistema fonológico (no al fonético). Existen, sí, algunas divergencias gramaticales entre unas y otras normas cultas de los países hispanohablantes. [...]

Ahora bien, ¿cómo delimitar, cómo definir o establecer la norma hispánica general en los casos en que haya divergencias entre las diversas normas nacionales? Pueden presentarse dos situaciones diferentes: Una, que la forma propia de una de esas normas sea gramatical o socioculturalmente menos justificable que la otra forma en conflicto. Dos, que ambas formas sean igualmente justificables y estén respaldadas, cada una de ellas, por una norma nacional de prestigio. En el primer caso, no deberá haber conflicto: la forma divergente, menos justificable lingüística, histórica o geográficamente, no podrá considerarse como propia de la norma hispánica, aunque sea válida en una —o varias— normas nacionales. En el segundo caso, más delicado, habrá que aceptar las dos formas divergentes como propias de la norma hispánica, es decir, habrá que aceptarse una dualidad o una pluralidad de normas diferentes dentro de la norma hispánica ideal. Trataré de ejemplificar ambas posibilidades, así como, también, de proponer procedimientos o métodos capaces de determinar la superioridad de una forma sobre otra diferente.

[...]

Para determinar en algunos casos los límites de esa norma ideal, creo que puede ser instrumento auxiliar de gran valor la lengua escrita; lengua escrita en general, no sólo la estrictamente literaria, artística. [...] Tal cosa sucedería en el caso a que ya me he referido líneas antes sobre la diptongación de hiatos admisible en la norma culta mexicana —[pjór], [kwéte]— pero inadmisible en la norma hispánica: la lengua escrita, mexicana o de cualquier otra región dialectal, sigue exigiendo la grafía con hiato (peor, cohete, etc.). Y por exactamente la misma razón la norma hispánica rechazaría la eliminación del fonema dental sonoro /d/ en la terminación -ado —[kansáo], [demasjáo]—, pues tanto en España como en cualquier otro país de América la lengua culta sigue escribiendo -ado (cansado, etc.). Y algo semejante cabría decir, aún con mayor razón, de la fricatización y ensordecimiento de la dental -d final de palabra, o, en sentido opuesto, por esmero excesivo, de su ensordecimiento con oclusión tensa, en casos como [salúq], [karidáq] o, por el otro lado, [salút] y [karidát], pues tales voces se siguen escribiendo en todas partes con -d, y no con -q ni con -t. [...]

El académico Diccionario panhispánico de dudas, sobre los conceptos de norma culta y de español general (pp. xii-xv):

La norma culta

El español no es idéntico en todos los lugares en que se habla. En cada país, e incluso en cada zona geográfica y culturalmente delimitada dentro de cada país, las preferencias lingüísticas de sus habitantes son distintas, en algún aspecto, de las preferencias de los hablantes de otras zonas y países. Además, las divergencias en el uso no se deben únicamente a razones geográficas. También dependen en gran medida del modo de expresión (oral o escrito), de la situación comunicativa (formal o informal) y del nivel sociocultural de los hablantes.

Por su carácter de lengua supranacional, hablada en más de veinte países, el español constituye, en realidad, un conjunto de normas diversas, que comparten, no obstante, una amplia base común: la que se manifiesta en la expresión culta de nivel formal, extraordinariamente homogénea en todo el ámbito hispánico, con variaciones mínimas entre las diferentes zonas, casi siempre de tipo fónico y léxico. Es por ello la expresión culta formal la que constituye el español estándar: la lengua que todos empleamos, o aspiramos a emplear, cuando sentimos la necesidad de expresarnos con corrección; la lengua que se enseña en las escuelas; la que, con mayor o menor acierto, utilizamos al hablar en público o emplean los medios de comunicación; la lengua de los ensayos y de los libros científicos y técnicos. Es, en definitiva, la que configura la norma, el código compartido que hace posible que hispanohablantes de muy distintas procedencias se entiendan sin dificultad y se reconozcan miembros de una misma comunidad lingüística.

A pesar de la imposibilidad de dar cuenta sistemática de todas las variedades que de uno y otro tipo puedan efectivamente darse en las distintas regiones de habla hispana, el Diccionario panhispánico de dudas trata de orientar al lector para que pueda discernir, entre usos divergentes, cuáles pertenecen al español estándar (la lengua general culta) y cuáles están marcados geográfica o socioculturalmente.

Cotejo del criterio que Juan Manuel Lope Blanch creía que debía aplicarse a la variedad gramatical y fonético-fonológica del castellano (puesto que consideraba que «no vale la pena detenerse a considerar las diferencias —numerosísimas y profundas— de carácter léxico») en la elaboración de una norma (pan)hispánica unitaria, y el trato que da la actual norma académica a los ejemplos que Lope Blanch expone:

Primera situación. La norma culta mexicana acepta la falsa pluralidad del pronombre átono lo, la en el sintagma se lo con complemento indirecto plural: «(El libro) se los di a ellos», construcción obviamente agramatical, que no aceptará la norma hispánica.

[J. M. Lope Blanch: «La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001.]

***

b) En el español de muchos países de América, es frecuente, especialmente en registros populares o coloquiales, trasladar a la forma singular del pronombre átono de acusativo en función de complemento directo el rasgo de plural correspondiente al complemento indirecto, cuando este va representado por la forma invariable se: ´«¡No entienden que este es mi espacio, es mi lugar! Cuántas veces quieren que se los diga» (Purroy Desertor [Ven. 1989]), en lugar de Cuántas veces quieren que se lo diga. Aunque en algunos países esta transferencia indebida se ha extendido incluso entre hablantes cultos, se recomienda evitarla en el habla esmerada.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Pronombres Personales Átonos, § 6b.]

Por otra parte, la norma lingüística madrileña admite la inclusión innecesaria de la preposición a en el sintagma a por (recuérdese el famoso «A por los trescientos» prebélico), cosa que no deberá formar parte de la norma hispánica general.

[J. M. Lope Blanch: «La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001.]

***

2. a por. El uso de esta secuencia preposicional pospuesta a verbos de movimiento como ir, venir, salir, etc., con el sentido de ‘en busca de’, se percibe como anómalo en el español de América, donde se usa únicamente por: «Voy por hielo y cervezas a la tienda» (Victoria Casta [Méx. 1995]). En España alternan ambos usos, aunque en la norma culta goza de preferencia el empleo de por: «¿Qué haces ahí? ¡Vete por el medicamento, por Dios!» (Aparicio Retratos [Esp. 1989]); «¿Te vas? [...] —Sí, bajo a por tabaco» (MtnGaite Fragmentos [Esp. 1976]). En realidad, no hay razones para censurar el uso de a por, pues en la lengua existen otras agrupaciones preposicionales, como para con, de entre, por entre, tras de, de por, etc., perfectamente normales. La secuencia a por se explica por el cruce de las estructuras ir a un lugar (complemento de dirección) e ir por algo o alguien (‘en busca de’), ya que en esta última está también presente la idea de ‘movimiento hacia’.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. A, acepción 2, § 2.]

Segunda situación: las dos formas lingüísticas divergentes reúnen características o méritos suficientes para ser tenidas como absolutamente válidas dentro del habla culta hispánica. [...] en el caso de la violenta debilitación de empleo de la forma pronominal vosotros (y de su correspondiente posesiva vuestro) en beneficio de ustedes (y de suyo) común en la mayor parte de las hablas hispánicas de alto prestigio: «Hijitos: ustedes deben cuidar sus juguetes con cariño, para que no los rompan»; naturalmente que la aceptación de estos usos no implica, de ningún modo, el rechazo, por parte de la norma hispánica culta, de las formas históricas tradicionales vosotros y vuestro.

[J. M. Lope Blanch: «La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001.]

***

4. Frente a y vos (→ y vos), el singular usted es la forma empleada en la norma culta de América y de España para el tratamiento formal; en el uso más generalizado, usted implica cierto distanciamiento, cortesía y formalidad: «Usted escriba su reclamación en un papel» (Leñero Mudanza [Méx. 1979]); «Ustedes perdonen. Soy el Oficial del Juzgado» (Suárez Dios [Esp. 1987]). El mismo valor presenta la forma de plural ustedes, frente a vosotros (→ vosotros), en la mayor parte de España: «Siéntense, se lo ruego. Ustedes no se conocen: el señor Germán Hernando, el señor Juan Antonio Molero» (Marsillach Ático [Esp. 1995]). En cambio, en todo el territorio americano y, dentro de España, en Andalucía occidental y Canarias, ustedes es la única forma empleada para referirse a varios interlocutores, tanto en el tratamiento formal como en el informal: «Quiero hacerles un presente, expresión de nuestro cariño y simpatía por ustedes» (Aguilera Pelota [Ec. 1988]); «A ver, niños, ¿a ustedes les gustan los dulces?» (Maldonado Latifundios [Col. 1975]).

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Usted, § 4.]

Tal vez sea diferente el caso del voseo propio de algunas hablas hispanoamericanas de indudable prestigio actual, como las del Río de la Plata: no goza del respaldo cultural y social del pasado histórico de la lengua española —de que sí gozan, indudablemente, vosotros y vuestro—, ya que durante el siglo XVI la forma pronominal vos fue siendo arrinconada en España y en América por el cortesano procedente de la metrópoli española. Válido, indudablemente, dentro de las hablas cultas que lo han mantenido hasta nuestros días, quizá su validez no alcanza a la norma hispánica general.

[J. M. Lope Blanch: «La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001.]

***

2.4. Aceptación del voseo en la norma culta. Las diversas modalidades voseantes gozan hoy de diferente estimación:

2.4.1. En líneas generales, la norma culta prefiere el tuteo en el Perú, Bolivia, América ecuatorial —excepción hecha de Zulia y la franja occidental colombiana—, Panamá, México y las Antillas. En estas zonas el voseo carece de prestigio y es indicador de escasa formación.

2.4.2. Salvo en Panamá (→ 2.4.1), el voseo de tipo rioplatense goza de total aceptación en la norma culta centroamericana, pero como fenómeno propio del habla familiar. El tuteo, en cambio, es la norma de prestigio y, por tanto, la recomendada en situaciones de formalidad intermedia.

En Nicaragua y en Costa Rica, donde se suele vosear al hablar, son más prestigiosas las formas de tuteo en la expresión escrita.

En Chile, el voseo verbal es aceptado en la norma culta, pero solo en situaciones de familiaridad; en situaciones de formalidad intermedia es más prestigioso el tuteo. Menos aceptación tiene, en cambio, el voseo pronominal.

2.4.3. En los países del Río de la Plata, el voseo goza de total aceptación en la norma culta, tanto en la lengua escrita como en la oral, y ha sido explícitamente reconocido como legítimo por la Academia Argentina de Letras. En lo que respecta al voseo culto rioplatense, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Se prefieren las formas verbales de tuteo en el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (comiste, mejor que comistes) y en el presente de subjuntivo (hagas, mejor que hagás).

b) Son vulgares las terminaciones en -ís (´comís por comés).

c) Se usan has, sos (no ´sós; tilde2, 1.2) y vas como formas de presente de indicativo de haber, ser e ir, respectivamente. No son propios de la norma culta los presentes ´habés, ´habís, ´soi y ´vai.

d) En el imperativo, las formas del verbo andar (andá, andate) sustituyen a las de ir.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Voseo, acepción, § 2.4.]

Dentro de este territorio lexicográfico quisiera referirme a un solo hecho particular, al que ya me he referido en anterior ocasión, por cuanto que, más allá de su individual pertinencia, ejemplifica adecuadamente una actitud que juzgo peligrosa para la conservación de la unidad fundamental de la lengua española. Se trata de la elección castellana de ordenador para denominar a la máquina que todo el resto del mundo hispanohablante llama computador(a). No creo que importe mucho que en España, no obstante haberse empleado inicialmente la voz computador, se decidiera después sustituirla por ordenador, de ascendencia francesa (que también extranjera es la procedencia de computadora); lo que importa, en mi opinión, es la desatención castellana al hecho de que los demás países hispanohablantes habían optado unánimemente por el término computador(a). Creo que, en beneficio de la unidad fundamental del idioma, todas las normas nacionales deberían tratar de ajustarse a la norma más general, a la que, así, se convertiría en la norma hispánica común, evitando posibles fragmentaciones innecesarias. En el caso particular que he tomado como ejemplo, computadora es la voz propia de la norma hispánica, en tanto que ordenador es un dialectalismo, un españolismo léxico; y así debería constar en el Diccionario de la Real Academia, cosa que lamentablemente aún no sucede: en la 4.ª acepción de ordenador, el DRAE (1992) define a esa «Máquina electrónica...» sin indicar delimitación geográfica de empleo, como si fuera la voz de uso general y común en los 20 países hispanohablantes.

[J. M. Lope Blanch: «La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001.]

***

computador -ra. ‘Máquina electrónica capaz de realizar un tratamiento automático de la información y de resolver con gran rapidez problemas matemáticos y lógicos mediante programas informáticos’. Estas formas son las usadas mayoritariamente en el español de América, por influjo del inglés computer. Según las zonas, existen distintas preferencias: en la mayoría de los países de América se prefiere el femenino computadora, mientras que el masculino computador es de uso mayoritario en Chile y Colombia. En España se usa preferentemente el término ordenador, tomado del francés ordinateur.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Computador.]

ordenador, ra.

(Del lat. ordinātor, -ōris).

1. adj. Que ordena. U. t. c. s.

2. m. Jefe de una ordenación de pagos u oficina de cuenta y razón.

3. m. Esp. computadora electrónica.

ordenador personal.

1. m. Computador de uso individual.

~ portátil.

1. m. Inform. Computadora de tamaño pequeño, diseñada para poder ser transportada con facilidad y dotada de cierta autonomía de funcionamiento.

[RAE: Diccionario de la Real Academia Española, avance en línea de la vigésima tercera edición, s. v. Ordenador.]

 

computador, ra.

1. adj. Que computa (|| calcula). U. t. c. s.

2. m. calculador (|| aparato que obtiene el resultado de cálculos matemáticos).

3. m. computadora electrónica.

~ electrónico.

1. m. computadora electrónica.

computador personal.

1. m. ordenador personal.

[RAE: Diccionario de la Real Academia Española, avance en línea de la vigésima tercera edición, s. v. Computador, ra.]

 

computadora.

(De computador).

1. f. calculador (|| aparato que obtiene el resultado de cálculos matemáticos).

2. f. computadora electrónica.

~ electrónica.

1. f. Máquina electrónica, analógica o digital, dotada de una memoria de gran capacidad y de métodos de tratamiento de la información, capaz de resolver problemas matemáticos y lógicos mediante la utilización automática de programas informáticos.

~ personal.

1. f. computadora electrónica de dimensiones reducidas, con limitaciones de capacidad de memoria y velocidad, pero con total autonomía.

[RAE: Diccionario de la Real Academia Española, avance en línea de la vigésima tercera edición, s. v. Ordenador, Computador/ra y Computadora.]

Frente a los miles y miles de estructuras sintácticas propias del español general, las diferenciaciones dialectales son escasísimas. Sólo recuerdo una verdaderamente profunda y grave, que es la que se refiere a un uso mexicano de la preposición hasta —y de la locución conjuntiva hasta que—, contraria a la norma hispánica general. Grave, por cuanto que llega a significar lo contrario de lo que expresa en el español general: esto es, no el límite final de una acción durativa o reiterada —como en “Estudió hasta los doce años solamente” o “Estuve enviándole libros hasta que se murió”—, sino el límite inicial o el momento de realización de un acto puntual, como “El trabajó hasta los treinta años”, por decir que a los 30 años comenzó a trabajar, es decir, lo que en español general sería “no trabajó hasta los 30 años”; o “Lo ejecutan hasta el domingo próximo”.

[Juan Manuel Lope Blanch: «Variedad y homogeneidad en la lengua española», en Juan Villegas (coord.): Actas Irvine-92: [Actas de XI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas], Vol. 1, 1984 (De historia, lingüísticas, retóricas y poéticas).]

***

2. En algunas zonas de América, especialmente en México, en la zona costera del Ecuador, en América Central y en Colombia, se produce un fenómeno inverso, esto es, la supresión de la negación no delante del verbo en oraciones con hasta, con lo que el enunciado puede interpretarse en sentidos diametralmente opuestos. Así, en estas zonas, una oración como Se abre hasta las tres puede significar que se cierra a las tres (sentido que tendría en el español general) o justamente lo contrario, que se abre a partir de las tres. Para evitar los casos de ambigüedad a que puede dar lugar, se recomienda acomodar el uso de hasta en estas zonas al del español general y colocar la negación correspondiente delante del verbo: No se abre hasta las tres, o bien dejar el verbo en forma afirmativa y sustituir la preposición hasta por a: Se abre a las tres.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Hasta, § 2.]

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¿Es la nueva norma panhispánica una norma pluricéntrica y multipolar? III: La insuficiente descripción de los sociolectos y geolectos del español, y el caso omiso que la norma académica panhispánica hace de los estudios descriptivos

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NOTA PRELIMINAR: El hecho de que las obras normativas académicas obvien, recurrentemente, el requisito básico de ética científica, exigible a todo trabajo intelectual, de citar en una bibliografía final la literatura teórica consultada (aun reconociendo en otros lugares haberla utilizado), hace imposible saber qué estudios sobre el español han manejado y permite realizar afirmaciones gratuitas como la que abajo citamos, pese a las evidencias contrarias, que más adelante se mencionarán.

La Asociación de Academias de la Lengua Española, en su web, sobre sus proyectos panhispánicos:

La nueva función de las Academias de la Lengua

[...] las Academias de la Lengua se han convertido en centros de referencia para la investigación de los más diversos aspectos del español. El conocimiento de las características que presenta actualmente nuestra lengua en todos los países que integran el mundo hispánico permite llevar a cabo una auténtica política panhispánica, que recoge lo consolidado por el uso y, en los casos necesarios, se adelanta a proponer las opciones que parecen más aconsejables en aquellos puntos en los que el sistema muestra vacilación.

José Luis Rivarola (Academia Peruana de la Lengua): «Sobre variedades y normas del español en el marco de una cultura lingüística pluricéntrica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001:

La situación actual del español, como producto de la historia, corresponde a una cultura lingüística pluricéntrica, la cual se define por el hecho de que existen en el territorio de vigencia de una lengua varios centros que constituyen modelos de prestigio y que, por consiguiente, son irradiadores de norma para un país o para una región. Cuántos y cuáles sean exactamente estos centros no se puede determinar hoy por hoy, pues falta la investigación empírica indispensable. Cabe advertir que, por la mayor parte estas normas son de carácter subyacente, para adaptar un término usado en la bibliografía especializada, es decir, que no tienen una codificación explícita, a pesar de lo cual son reconocidas como tales por los hablantes de las correspondientes variedades y tienen un carácter implícitamente prescriptivo. La investigación que puede sacarlas a luz, como paso previo a su codificación, no se agota en la pura investigación dialectológica, ya que lo que interesa es determinar la valoración de los usos y la pertenencia o no de los mismos a los modelos de lengua que tienen vigencia en cada caso.

[...] la posibilidad de una codificación rigurosa de una lengua de cultura es menor cuanto mayor es el número de hablantes para el cual dicha codificación debe ser compromisoria. Naturalmente, entre los polos de una codificación monocéntrica-rigurosa y otra pluricéntrica-tolerante hay una escala continua de más a menos en precisión, o de más a menos en tolerancia; sobre los más y menos de esta escala influye una multiplicidad de factores glotopolíticos.

[...] A la trajinada cuestión de si una codificación pluricéntrica puede favorecer la fragmentación contesto negativamente. Creo más bien lo contrario. Una codificación que ignore las alternativas de lengua culta que se manifiestan en el espacio de su vigencia corre el severo riesgo de no ser aceptada y fracasar en su pretensión de ser instrumento de unidad y consolidación idiomática. En cambio, el pluricentrismo normativo puede ser un factor de integración y favorecer en los hablantes el interés por otros modelos de lengua y estimular en ellos una cierta competencia polilectal.

[...]
Me permito citar a Guitarte (1991, p. 82): «Lo que importa observar es que el policentrismo no supone forzosamente una fragmentación de la lengua. La lengua se puede conservar fundamentalmente uniforme, con variaciones nacionales que no alcancen la categoría de idiomas diferentes, siempre que se mantenga el sentido de pertenencia a la misma cultura».
Por lo demás, la condición necesaria de una codificación pluricéntrica es la determinación lo más precisa posible de las características de todas y cada una de las variedades cultas que ocupan el espacio global de la lengua de cultura en cuestión. En el caso del español estamos todavía lejos de esta meta. Pero pasos decisivos en esa dirección son, por ejemplo, la reciente y magna codificación lexicográfica del español europeo llevada a cabo por Seco (1999) o los trabajos en curso sobre el léxico del español mexicano que dirige Lara (1982, 1986, 1996). Asimismo, cabe mencionar, entre otras, las publicaciones que registran el léxico culto de las principales ciudades del mundo hispánico, en el marco del proyecto dirigido por J. M. Lope Blanch (1986).

 

Visto el contraste entre lo que afirma la corporación que reúne a todas las academias de la lengua española y lo que afirman algunos académicos a título personal, vamos a comparar, tan pormenorizadamente como nos es posible, la situación de la descripción del español y de qué manera la recoge la norma académica panhispánica:

 

Algunos estudios sobre el estado de la geolingüística del español en Latinoamérica, y proyectos apenas iniciados, con notas sobre su acogida en la norma académica panhispánica:

Antonio Torres Torres (coord.): La Géolinguistique en Amérique latine. Hors série n.º 2 de Géolinguistique (2001-2002). Université Stendhal-Grenoble 3, Centre de Dialectologie. 276 pp. (compilación reseñada aquí).

Milagros Aleza Izquierdo: «Algunos aspectos gramaticales en las modalidades americanas de la lengua española», Archivo de Filología Aragonesa, vols. 59-60, 2, 2002‑2004, pp. 1003-1030.

En relación con el tratamiento de la norma panhispánica de algunos casos de variación (citados en el artículo anterior de este serie), Aleza señala evidencias de generalización a todos los niveles (que aventuramos progresiva en virtud de la irradiación de estas modalidades desde centros de difusión de modelos normativos, como lo son los medios mexicanos), que, sin embargo, la norma académica (anclada en el purismo pese a pregonar su fundamento en el español general culto) se resiste a aceptar:

2.6. Relacionado con la confusión entre la función de complemento directo e indirecto, Kany ya señaló la flexión en plural del clítico lo en la construcción se lo dije a usted. Cuando el referente de se es plural, la idea de pluralidad se extiende a la moción de número del clítico: se los dije (a ustedes), para compensar la falta de marca de plural de la forma se. Dicha anómala y agramatical concordancia se recoge en los trabajos actuales, así lo hace Quilis (1992a) en el caso del español de Ecuador, Caravedo (1992) en las costas de Perú, Montes (1992: 524) la registra en Colombia, Bentivoglio y Sedano (1992: 786) la recogen en el estudio de Venezuela, Moreno de Alba (1992: 640) en México. Al habla culta antillana ha pasado dicha forma (Vaquero, 1996a: 63). Lope Blanch (1996: 83) afirma que la errónea construcción es prácticamente general en México; así como lo es también en los países centroamericanos (Quesada, 1996: 108)26 y en Chile (Oyanedel y Samaniego, 1999).

Merece la pena subrayar el contraste entre las siguientes afirmaciones sobre los estudios en torno a la pluralización de las construcciones impersonales con hacer y haber (fenómeno cada vez más extendido) que Ariza señala, y el tratamiento que de ello hace la norma panhispánica académica, del que se deduce o bien desconocimiento de los datos descriptivos disponibles, o, lo que es más grave, falseamiento interesado:

3.6. Como fenómeno general, muy común actualmente en el español hablado en España, señalamos dentro de este apartado la agramatical concordancia de las construcciones impersonales con haber y hacer: hubieron fiestas; hacían muchos años, que ya constituye un lugar común en la descripción de la lengua actual y que sobrepasa ya el límite de lo oral. Demello (1991) contrasta las conclusiones de trabajos anteriores35 con los resultados de las encuestas realizadas para el estudio del habla culta de once ciudades (transcritas y publicadas como materiales para el estudio coordinado del habla culta): Bogotá, Buenos Aires, Caracas, La Habana, La Paz, Lima, Madrid, Ciudad de México, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Chile y Sevilla. Las conclusiones a las que llega el autor apuntan a que el fenómeno de concordancia del impersonal HABER se da cada vez con más frecuencia en el habla culta. Común en Lima, La Paz, Caracas, San Juan y Santiago de Chile; de porcentaje mediano en Bogotá (Montes la subraya de uso general) y La Habana, y rara en Ciudad de México y Buenos Aires (sociolectos bajos). La forma más pluralizada es la de habían.

Habíamos se observa también con frecuencia, aunque por lo general la primera persona es de uso menor.

Informaciones recientes actualizan algunos datos. Así, en el caso de México, Lope Blanch (1996: 83) señala el fenómeno como hecho generalizado en todos los sociolectos del país. También lo consideran de ámbito general Vaquero (1996a: 64) en el español de los países antillanos36, Quesada (1996: 110) en su descripción de los países centroamericanos. Sedano y Bentivoglio (1996: 124), Torroja (1999)37 y Alvar (2001) en Venezuela. Mendoza (1992) y Quilis (2001: 217) han señalado el fenómeno en el castellano andino de Bolivia, y Oyanedel y Samaniego (1999: 1182) lo incluyen dentro de los fenómenos que se están incorporando a la norma culta de Santiago de Chile, por el ascendente porcentaje de uso entre los hablantes cultos.

[Milagros Aleza Izquierdo: «Algunos aspectos gramaticales en las modalidades americanas de la lengua española», Archivo de Filología Aragonesa, vols. 59-60, 2, 2002‑2004, pp. 1003-1030.]

4. Verbo impersonal. Además de su empleo como auxiliar, el otro uso fundamental de haber es denotar la presencia o existencia de lo designado por el sustantivo que lo acompaña y que va normalmente pospuesto al verbo: Hay alguien esperándote; Había un taxi en la puerta; Mañana no habrá función; Hubo un serio problema. Como se ve en el primer ejemplo, en este uso, la tercera persona del singular del presente de indicativo adopta la forma especial hay. Esta construcción es heredera de la existente en latín tardío «habere (siempre en tercera persona del singular) + nombre singular o plural en acusativo». Así pues, etimológicamente, esta construcción carece de sujeto; es, por tanto, impersonal y, en consecuencia, el sustantivo pospuesto desempeña la función de complemento directo. Prueba de su condición de complemento directo es que puede ser sustituido por los pronombres de acusativo lo(s), la(s): Hubo un problema > Lo hubo; No habrá función > No la habrá. Puesto que el sustantivo que aparece en estas construcciones es el complemento directo, el hecho de que dicho sustantivo sea plural no supone que el verbo haya de ir también en plural, ya que la concordancia con el verbo la determina el sujeto, no el complemento directo. Por consiguiente, en estos casos, lo más apropiado es que el verbo permanezca en singular, y así sucede en el uso culto mayoritario, especialmente en la lengua escrita, tanto en España como en América: «Había muchos libros en aquella casa» (Ocampo Cornelia [Arg. 1988]); «Había unos muchachos correteando» (VLlosa Tía [Perú 1977]); «Hubo varios heridos graves» (Valladares Esperanza [Cuba 1985]); «Habrá muchos muertos» (Chao Altos [Méx. 1991]). La misma inmovilidad en singular del verbo conjugado debe producirse en el caso de que haber forme parte de una perífrasis con poder, soler, deber, ir a, etc.: «En torno de una estrella como el Sol puede haber varios planetas» (Claro Sombra [Chile 1995]); «En esta causa va a haber muchos puntos oscuros» (MtzMediero Bragas [Esp. 1982]). No obstante, la excepcionalidad que supone la existencia de un verbo impersonal transitivo, sumado al influjo de otros verbos que comparten con haber su significado «existencial», como estar, existir, ocurrir, todos ellos verbos personales con sujeto, explica que muchos hablantes interpreten erróneamente el sustantivo que aparece pospuesto al verbo haber como su sujeto y, consecuentemente, pongan el verbo en tercera persona del plural cuando dicho sustantivo es plural: ׫Hubieron muchos factores que se opusieron a la realización del proyecto» (Expreso [Perú] 22.4.90); ׫Entre ellos habían dos niñas embarazadas» (Caretas [Perú] 1.8.96); incluso se ha llegado al extremo de generar una forma de plural ×hayn para el presente de indicativo, con el fin de establecer la oposición singular/plural también en este tiempo: ׫En el centro también hayn cafés» (Medina Cosas [Méx. 1990]). Paralelamente, se comete también el error de pluralizar el verbo conjugado cuando haber forma parte de una perífrasis: ׫Dice el ministro que van a haber reuniones con diferentes cancilleres» (Universal [Ven.] 6.11.96). Aunque es uso muy extendido en el habla informal de muchos países de América y se da también en España, especialmente entre hablantes catalanes, se debe seguir utilizando este verbo como impersonal en la lengua culta formal, de acuerdo con el uso mayoritario entre los escritores de prestigio.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Haber, § 4.]

2. Para expresar circunstancias meteorológicas o los grados de temperatura atmosférica, así como cuando se utiliza con expresiones temporales para referirse a un momento situado tanto tiempo atrás como indica el complemento, funciona como impersonal, por lo que solo se conjuga en las formas de tercera persona del singular: «A esa altura de la noche hacía bastante frío» (Benedetti Primavera [Ur. 1982]); «Fuera hace 50 grados bajo cero» (Ortega Artículos [Esp. 1917-33]); «Hace dos días ha amanecido loco furioso» (Prada Hora [Méx. 1979]). En todos estos casos, es impropio hacer concordar el verbo hacer en plural cuando es plural el complemento: ׫De día hacen 10 grados bajo cero» (Tribuno@ [Arg.] 2.99); ׫No ha aumentado desde hacen unos 30 años» (Tiempos [Bol.] 31.3.97). Es redundante, y debe evitarse, el uso del adverbio atrás cuando hacer se construye con un complemento temporal: ׫El concurso fue fallado hace dos años atrás» (País [Ur.] 12.11.01); debió decirse hace dos años o dos años atrás.

[RAE-ASALE: Diccionario panhispánico de dudas, s. v. Hacer(se), § 2.]

(Sobre la pluralización de haber impersonal para el presente de indicativo y su tratamiento en el Diccionario panhispánico de dudas, leáse el artículo de Miguel Rodríguez Mondoñedo «Habían ~ Hubieron ~ Hayn».)

 

Proyecto de Atlas Lingüístico de América Central

El Atlas Lingüístico de América Central (siglas ALAC) es un proyecto de investigación compartido entre la Universidad de Costa Rica y la Universidad de Bergen, que intenta representar el español centroamericano a través de mapas lingüísticos, en los niveles fonético (desde una dimensión pluridimensional), morfosintáctico y léxico.

 

Principales proyectos (aún en curso) de descripción del sociolecto culto del español y de sus polos de irradiación normativa en toda Hispanoamérica:

• Bibliografía e historial del Proyecto de Estudio Coordinado de la Norma Lingüística Culta de las Principales Ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica (ajeno a las Academias), iniciado por Juan Manuel Lope Blanch:

1) Historia del proyecto en Eva Spitzová: «Estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de iberoamérica y de la península ibérica: proyecto y realización», Études romanes de Brno, 21, pp. 61-66.

El proyecto nació en el año 1964 en Bloomington, en el Segundo Simposio del Programa Interamericano de Lingüística y Enseñanza de Idiomas (PILEI). El padre espiritual del Proyecto es Juan M. Lope Blanch, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien, en dicho Simposio, presentó a la Comisión de Lingüística y Dialectología Iberoamericanas un primer plan de un trabajo coordinado de los principales centros filológicos de la América de lengua española, llamado “Proyecto de estudio del habla culta de las principales ciudades de Hispanoamérica”.

La propuesta despertó el interés de los hispanistas asistentes al Simposio y fue apoyada por el PILEI.

En el Tercer Simposio del PILEI, celebrado en Montevideo en 1966, se decidió llevar a cabo el Proyecto. Se constituyó en Montevideo una Subcomisión Ejecutiva del Proyecto que, entre 1966 y 1968, “definió los objetivos de la investigación, así como su metodología, y preparó el Cuestionario que había de servir como guía común para la ejecución de los trabajos”.1

En 1965, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid decidió colaborar en el Proyecto y entre 1971 y 1973 publicó, en tres volúmenes, la versión definitiva del Cuestionario.

Se adhirieron al Proyecto las siguientes ciudades e institutos científicos: Bogotá (Instituto Caro y Cuervo), Buenos Aires (Instituto Torcuato di Telia del CICE y Academia Argentina de Letras), Caracas (Instituto de Filología Andrés Bello de la Universidad de Caracas), La Habana (Universidad de Texas en Austin), Lima (Departamento de Lingüística y Filología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos), Madrid (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), México (Universidad Nacional Autónoma de México), San Juan de Puerto Rico (Instituto de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico) y Santiago de Chile (Departamento de Lengua y Literatura Españolas de la Universidad de Chile).

El objetivo del Proyecto, tal como se expone en el Cuestionario mencionado, es estudiar “el habla culta media (habitual), con referencias a las actitudes formal (habla esmerada) e informal (habla familiar)”. El estudio es “esencialmente descriptivo -sincrónico-, ya que sólo incluirá las observaciones diacrónicas que surjan de la confrontación del habla de las distintas generaciones auscultadas”.2

La documentación se basa en informaciones orales grabadas en cintas magnetofónicas.[...]

Hasta la fecha se han publicado los siguientes volúmenes:

1. El habla de la ciudad de México. Materiales para su estudio. Centro de Lingüística Hispánica, UNAM 1971, 449 pp.; J. M. Lope Blanch, director.

2. El habla culta de Caracas: Materiales para su estudio. Instituto de Filología Andrés Bello, Caracas 1979, 666 pp.; A. Rosenblat, director.

3. El habla culta de Santiago de Chile. Materiales para su estudio, Tomo I. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Chile, 1979, 511 pp.; A. Rabanales y L. Contreras, editores.

4. El habla de la ciudad de Madrid. Materiales para su estudio. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1981, 449 pp.; M. Esgueva y M. Cantarero, editores.

5. El habla de la ciudad de Bogotá. Materiales para su estudio. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá 1986, 692 pp.

6. El habla culta de la ciudad de Buenos Aires, dos tomos, Buenos Aires, 1987, 309 y 531 pp.; A. M. Barrenechea, editora.

7. Encuestas del habla urbana de Sevilla: nivel culto. Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, 1983, 297 pp.; M. A. de Pineda, editor.

8. En México se ha llevado a cabo, además, el estudio del habla popular; en 1972 se empezó con las grabaciones que comprenden un total de cien horas, distribuidas en tres tipos de encuestas; son los mismos como en el habla culta, menos las elocuciones formales, por supuesto. Fueron trans critas, no sin muchas dificultades, y una parte de ellas fue publicada en 1976 bajo la dirección de J. M. Lope Blanch y con el título El habla popular de la ciudad de México: Materiales para su estudio. Centro de Lingüística Hispánica, UNAM, 464 pp.

Existe, asimismo, el proyecto de intercambio de cintas con las encuestas grabadas, de manera que todos los centros dispongan de muestras de todas las ciudades adheridas al Proyecto; sin embargo, por razones de distinta índole —aduanales, de distancia— no ha podido llevarse a cabo hasta el momento.

[...]

Aunque hay que reconocer que el número de estudios que se han servido del material reunido en el marco del Proyecto es considerable, también hay que hacer constar que, mientras no se habían publicado los materiales, el número de hispanistas que pudieron servirse de ellos quedaba reducido a los que tenían acceso a las cintas con las grabaciones, que prácticamente eran los que habían hecho las encuestas. Sólo la publicación de los materiales permite, por un lado, hacer uso de ellos a hispanistas de cualquier país y, por el otro, emprender trabajos comparativos.

En la actualidad están publicados los materiales de siete ciudades, lo que proporciona ya una base sólida para estudios comparativos. Esperemos que en un futuro no muy lejano vean la luz también los materiales de las restantes ciudades adheridas al Proyecto (sobre todo de las que pertenecen a él desde el principio, a saber, Lima, La Habana y San Juan de Puerto Rico) y —lo que quizás es más importante todavía— que los tomos publicados lleguen a un número lo más alto posible de bibliotecas científicas. Hasta ahora, desgraciadamente, muchos de los tomos faltan incluso en las de más prestigio.


[NOTAS DEL EXTRACTO:]

1. J. M. Lope Blanch: Estudios sobre el español hablado en las principales ciudades de América. México, UNAM, 1977, p. 7.

2. J. M. Lope B1anch, El estudio del español hablado culto. Historia de un proyecto, México, UNAM 1986, pp. 98-99.

3. Lope (1986), pp. 99-100.

2) Situación actual del Proyecto en «Estudio coordinado de la norma lingüística culta». Programación de las actividades del Proyecto para el XV Congreso (agosto del 2008).

Como es del conocimiento de nuestra comunidad académica, el 8 de mayo de 2002 falleció inesperadamente el doctor Juan M. Lope Blanch, quien hasta ese momento fungía como coordinador del Proyecto del habla culta, proyecto que él había concebido e impulsado desde 1964. A iniciativa de Elizabeth Luna Traill y Alejandra Vigueras Ávila, de México, los miembros de la Comisión Ejecutiva llevaron a cabo una reunión en la que tomaron una serie de decisiones con el fin de darle continuidad al Proyecto.

La VIII Reunión de la Comisión Ejecutiva tuvo lugar en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, del 1.° al 4 de septiembre de 2003. Asistieron 9 representantes de 7 ciudades: Alba Valencia, Santiago de Chile; Hilda Otálora, Bogotá; Paola Bentivoglio, Caracas; Jorge Murillo, San José (Costa Rica); Ana María González, La Habana II; Joseph Matluck, La Habana I; Elizabeth Luna Traill y Alejandra Vigueras, Ciudad de México; José Antonio Samper, Las Palmas de Gran Canaria.

Los acuerdos más relevantes tomados en la Reunión fueron los siguientes:

1. Dirección del Proyecto. Se decidió reorganizar la dirección del Proyecto y se determinó nombrar un Comité Directivo teniendo en cuenta las áreas geográficas que abarca el Proyecto para la elección de sus miembros. Para el período 2003-2005, dicho Comité quedó integrado por: Elizabeth Luna Traill (América del Norte y Las Antillas), presidenta; Alba Valencia (América del Sur) y José Antonio Samper (España).

2. Cambio de nombre al Proyecto. Como homenaje al Prof. Juan M. Lope Blanch, creador del Proyecto, y su coordinador desde el inicio, se acordó por unanimidad denominarlo Proyecto de la norma culta hispánica Juan M. Lope Blanch.

3. Principios generales del Proyecto. Los participantes ratificaron la vigencia de los principios generales que están en la base de la existencia del Proyecto. Se consideran Principios del Proyecto: a) Estudio del habla culta media habitual formal e informal; b) Aspectos: fonética, fonología, morfosintaxis, léxico y estructuras coloquiales y afectivas; c) Estudio esencialmente descriptivo-sincrónico.

4. Relación con la ALFAL. Los participantes coincidieron en la importancia de mantener un vínculo estrecho con la ALFAL, de modo que los miembros de la Comisión Ejecutiva deberán pertenecer a la mencionada Asociación. Se acordó solicitar ayuda financiera a la ALFAL para poder realizar algunas actividades de la Comisión. Se decidió, también, que la Presidenta del Comité Directivo comunicaría al Presidente de la ALFAL las conclusiones de esta Reunión. (Lo que se hizo en su debida oportunidad).

5. Próxima reunión de la Comisión Ejecutiva. Se convino en que la próxima reunión de la Comisión Ejecutiva tendrá lugar en coincidencia con el XIV Congreso Internacional de la ALFAL (Monterrey, México, 17-19 de octubre de 2005). Para dicha reunión se espera que puedan estar en proceso (o concluidas) las siguientes acciones: a) La página WEB [no existe]; b) Un Banco de Datos con materiales que serán de uso exclusivo de la Comisión Ejecutiva; c) Digitalización de las grabaciones (exceptuando las de la ciudad de Caracas que se encuentran ya digitalizadas); d) Actualización de los materiales: Realizar nuevas grabaciones de entrevistas en las ciudades de Santiago, Bogotá, Caracas y México, dado que fueron los primeros materiales que se grabaron y, por lo tanto, datan de 30 años, aproximadamente; ello permitirá contrastar los antiguos y nuevos materiales y abordar estudios de tipo diacrónico.

6. Observación importante: Debido a los lamentables fallecimientos de Ofelia Kovacci y Antonio Quilis, las ciudades de Buenos Aires y Madrid, respectivamente, no tienen representantes en el Proyecto. Se hará todo lo posible para resolver prontamente esta situación.

3) Luis Fernando Lara: «Juan Miguel Lope Blanch: 1927-2002», Nueva Revista de Filología Hispánica, tomo 50, n.º 2, 2002 , pp. 389-391.

4) Juan Manuel Lope Blanch: «Variedad y homogeneidad en la lengua española», en Juan Villegas (coord.): Actas Irvine-92: [Actas de XI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas], vol. 1, 1984 (De historia, lingüísticas, retóricas y poéticas), pp. 75-81.

5) «Proyectos en curso en la investigación de la lengua española en América. Mesa redonda: Juan M. Lope Blanch. Director del Centro de Lingüística Hispánica. Universidad Nacional Autónoma de México», panel «La lengua española: unidad y diversidad», en Actas del Congreso de la Lengua Española (Sevilla, 7-10 de octubre de1992), Instituto Cervantes, 1994.

6) Juan Manuel Lope Blanch: «La norma lingüística hispánica», ponencia presentada en el panel «La norma hispánica» del II Congreso Internacional de la Lengua Española, Instituto Cervantes-RAE, Valladolid, 2001.

7) Juan Manuel Lope Blanch: «La originalidad del español americano y las lenguas amerindias», en Manuel Ariza Viguera (coord.): Actas del II Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, vol. I, pp. 73-110, Pabellón de España, 1992.

8) Jair de Olivera Souza: «La norma ideal genérica, base para la enseñanza del español», Unidad en la diversidad,Portal informativo sobre la lengua castellana, 26/11/2003.

 

• Bibliografía e historial del Macrocorpus para el Estudio de la Norma Lingüística Culta, de J. A. Samper Padilla y colaboradores, que surge del proyecto anterior de Lope Blanch:

1) J. A. Samper Padilla: «Macrocorpus para el estudio de la norma lingüística culta», Oralia: Análisis del discurso oral, n.º 8, 2005, pp. 105-122.

2) Macrocorpus de la norma lingüística culta de las principales ciudades del mundo hispánico (MC-NLCH). Preparado por José Antonio Samper Padilla, Clara Eugenia Hernández Cabrera y Magnolia Troya Déniz. Edición en CD-ROM. Las Palmas de Gran Canaria, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1998.

3) Información disponible por línea de este macrocorpus, recodificado e incorporado al CREA, proporcionada a la lista Infoling por J. A. Samper.

 

• Bibliografía e historial del Proyecto Panhispánico del Estudio de la Disponibilidad Léxica (Dispolex), dirigido y coordinado por el académico Humberto López Morales:

1) En la web del Proyecto:

¿Qué es el proyecto panhispánico?

Director y Coordinador: Humberto López Morales.

Objetivo : Elaborar Diccionarios de Disponibilidad Léxica para las diversas zonas del mundo hispánico. La homogeneidad de criterios permitirá establecer comparaciones de tipo lingüístico, etnográfico y cultural, dibujar áreas de difusión y, en general, servir de punto de partida para análisis posteriores.

Fases de elaboración de cada Diccionario:

· Selección de la muestra. Está compuesta por estudiantes de nivel preuniversitario (último curso del bachillerato) a fin de que los resultados no se vean contaminados por los tecnicismos adquiridos en el nivel universitario, los cuales se alejan de la norma de la comunidad. El patrón es mantener homogénea la edad y el nivel cultural de los informantes (estudiantes del curso inmediatamente anterior a la entrada en la Universidad) y subcategorizarlos de acuerdo con una serie de variables.

· Recogida de materiales mediante encuesta.

· Transcripción de los materiales y homogeneización de los mismos mediante los protocolos de edición convenidos.

· Cálculo de la disponibilidad léxica global y por campos y grupos de informantes, lo que llevará a configurar los diversos apartados del diccionario.

· Publicación del Diccionario.

2) J. A. Samper Padilla: «El proyecto panhispánico de disponibilidad léxica: logros y estado actual», en Carmen Varo Varo y Miguel Casas Gómez (coords.): VII Jornadas de Lingüística, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2003, pp. 193-226.

3) Juan José Bellón Fernández, Marta Samper Hernández y José Antonio Samper Padilla: «El proyecto de estudio de la disponibilidad léxica en español», en Gerd Wotjak (coord.): Pautas y pistas en el estudio del léxico hispano (americano), Verbuert: Iberoamericana, 2003, pp. 27-140.

4) Clara Eugenia Hernández Cabrera y Marta Samper Hernández: «Léxico disponible, norma culta y norma popular», Archivo de filología aragonesa, Vol. 59-60, 2, 2002‑2004, pp. 1341-1358:

5) Humberto López Morales: «Un nuevo corpus para el estudio del español: la disponibilidad léxica», Oralia: Análisis del discurso oral, n.º 8, 2005, pp. 141-160.

6) Humberto López Morales: «El estudio de la variación léxica», en Ana María Cestero Mancera, Isabel Molina Martos y Florentino Paredes García (coords.): Estudios sociolingüísticos del español de España y América , Madrid, Arco/Libros, 2006, pp. 69-80.

7) J. A. Samper Padilla: «Disponibilidad léxica y sociolingüística», en José Luis Blas Arroyo, Mónica Velando Casanova, Manuela Casanova Avalos (coords.): Discurso y sociedad : contribuciones al estudio de la lengua en contexto social, Castellón, Servicio de Publicaciones de la Universitat Jaume I, 2006, pp. 99-120.

8) Marta Samper Hernández y José Antonio Samper: «Aportaciones recientes de los estudios de disponibilidad léxica», Lynx: Panorámica de estudios lingüísticos, N.º 5, 2006, pp. 5-95.

 

• Bibliografía e historial sobre el Proyecto Varilex: Variación Léxica del Español en el Mundo, iniciado y dirigido por Hiroto Ueda, Antonio Ruiz Tinoco y Toshihiro Takagaki:

1) Hiroto Ueda y A. Ruiz Tinoco: «VARILEX, Variación léxica del español en el mundo, Proyecto internacional de investigación léxica», en Gerd Wotjak (coord.): Pautas y pistas en el estudio del léxico hispano (americano), Verbuert : Iberoamericana, 2003, pp. 141-278.

2) Historia del proyecto: «Estudio de la variación léxica del español . Métodos de investigación», en Homenaje al profesor Makoto Hara. Trabajos reunidos con motivo de la jubilación universitaria, Tokio, 1996, pp. 341-375.

El proyecto Varilex

El proyecto más nuevo en esta línea será, actualmente, nuestro estudio de Varilex (Variación léxica). En el mes de abril de 1993, nos atrevimos a lanzar un llamamiento para formar una red internacional de investigadores con el objetivo de estudiar la variación léxica del español urbano. En el Décimo Congreso de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), el comité organizador nos ofreció la oportunidad de manifestar nuestro proyecto de investigación. Allí explicamos nuestra intención y el resultado de un estudio piloto.

Desde entonces han venido aumentando los miembros y ahora contamos con sesenta y cinco colaboradores que nos ofrecen continuamente datos de su localidad.

El proyecto más nuevo en esta línea será, actualmente, nuestro estudio de Varilex (Variación léxica). En el mes de abril de 1993, nos atrevimos a lanzar un llamamiento para formar una red internacional de investigadores con el objetivo de estudiar la variación léxica del español urbano. En el Décimo Congreso de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), el comité organizador nos ofreció la oportunidad de manifestar nuestro proyecto de investigación. Allí explicamos nuestra intención y el resultado de un estudio piloto.

Desde entonces han venido aumentando los miembros y ahora contamos con sesenta y cinco colaboradores que nos ofrecen continuamente datos de su localidad.

Hasta ahora hemos reunido por correspondencia datos de 237 personas de 46 ciudades pertenecientes a 20 países hispanohablantes, que presentamos a continuación junto con los códigos utilizados en el estudio presente.

A continuación, ofrecemos los nombres de las ciudades encuestadas junto con sus siglas utilizadas en los cuadros siguientes (país-ciudad):

[CUADRO-1]

El cuadro-1 representa la distriución generacional (de cada diez años) de los sujetos residentes en las ciudades investigadas.

3) Descripción, desarrollo y actualidad del proyecto: A. Ruiz Tinoco: «Los informantes en las encuentas de variación léxica», Dialectología, 1 (2008), 83-105.

4) Webs del proyecto: 1 y 2.

5) La base de datos disponible de Varilex y la interfaz de búsqueda.

• Bibliografía e historial del Proyecto Difusión Internacional del Español por Radio, Televisión y Prensa: Unidad y Diversidad de la Lengua (DIES-RTP), dirigido por Raúl Ávila:

1) Proyecto Difusión Internacional del Español por Radio, Televisión y Prensa: Unidad y Diversidad de la Lengua (DIES-RTP). Coordinación general: Raúl Avila.
2) Descripción del proyecto:

A. MOTIVOS Y OBJETIVOS

La lengua española es hablada por más de 370 millones de personas en el mundo y posee una tradición cultural que abarca ya 10 siglos. En la actualidad, su difusión oral, nacional e internacional, se logra fundamentalmente a través de la radio y la televisión. Algunos de estos medios, por sus recursos técnicos, llegan prácticamente a todos los países de habla española y son recibidos por un gran auditorio. Por lo mismo, difunden un lenguaje cuyo uso repercute sin duda en la unidad o la diversidad del idioma. Lo mismo ocurre, en el uso escrito, con el lenguaje de la prensa.

Los medios de difusión masiva, sin menoscabo de los usos regionales o nacionales, necesitan utilizar una norma internacional que no necesariamente corresponde a la académica para ser comprendidos adecuadamente y para contribuir a la difusión de un idioma común: tienen a la vez una necesidad y una responsabilidad. Lo anterior muestra la importancia de estudiar ese lenguaje, lo que no se ha hecho hasta ahora de manera sistemática, mediante la recopilación de muestras estadísticamente confiables. A partir de ese muestreo y de otras fuentes se podría describir esa norma internacional. De esta manera se podría ver en qué medida la radio, la televisión y la prensa se ajustan a ese uso y sería posible suministrar a los responsables de esos medios la información que les permita tomar decisiones en ese sentido.

El proyecto, consecuentemente, pretende abarcar el estudio de las variantes más importantes del español, jerarquizadas por su grado de difusión internacional, nacional y regional a través de los medios. Los objetivos principales son:

a) Describir los aspectos del idioma léxico, fonología y sintaxis comunes a todos los países o regiones hispanohablantes y los específicos de cada uno de ellos.

b) Dar un sustento lingüístico objetivo a las industrias de la lengua (medios y edición de libros, traducciones, doblajes, enseñanza del español a extranjeros y a hablantes de lenguas indígenas, computación).

c) Describir las normas regionales o nacionales para, a partir de ellas, establecer la norma general hispánica.

d) Lograr una comunicación más eficiente entre los países y las regiones de habla española.

e) Fomentar, dentro de la necesaria diversidad regional, la unidad lingüística y cultural de cada país y de la comunidad de países o regiones hispanohablantes.

f) Valorar el uso del idioma español en cuanto vehículo internacional de comunicación y factor de identidad de la comunidad hispanohablante. [...]

3) Raúl Avila: «Televisión internacional, lengua internacional», ponencia en el I CILE, Zacatecas, 1997; en Luis Cortés Bargalló, Carlos Mapes, Carlos García Tort (coords.): La lengua española y los medios de comunicación : [Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, día de emisión, 7-VI-97, Zacatecas], vol. 2, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1998, pp. 911-931.

http://congresosdelalengua.es/zacatecas/plenarias/television/avila.htm

4) Raúl Avila: «Lenguaje, medios e identidad nacional», European Review of Latin American and Caribbean Studies / Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, Amsterdam, vol. 64, junio del 1998, pp. 105-112.

5) Raúl Avila: «Los medios de comunicación masiva y el español internacional», ponencia en el II CILE, Valladolid, octubre del 2001.

6) Raúl Avila: «La lengua española en el espacio internacional», ponencia presentada en el Congreso Internacional sobre Lenguas Neolatinas en la Comunicación Especializada, Unión Latina, Dirección Terminología e Industrias de la Lengua, El Colegio de México, México, 28-29 de noviembre del 2002.

7) Raúl Avila: «La pronunciación del español: medios de difusión masiva y norma culta», Nueva Revista de Filología Hispánica, tomo 51, n.º 1, 2003, pp. 57-80.

8) Raúl Avila: «La lengua española y sus variantes en los medios de comunicación masiva», en Gerd Wotjak (coord.): Pautas y pistas en el estudio del léxico hispano (americano), Verbuert : Iberoamericana, 2003, pp. 11-26.

9) Raúl Avila: «El español estándar y sus variedades en los medios de comunicación», ponencia presentada en el panel «Lengua, dialecto y medios: unidad internacional y variación local», III CILE, Rosario, 2004.

10) Raúl Ávila: De la imprenta a la Internet : la lengua española y los medios de comunicación masiva, México, D.F. , Colegio de México, 2006.

11) Humberto López Morales: La globalización del léxico hispánico, Madrid, Espasa, 2006.

 

• Bibliografía e historial del Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España-(PRESEEA), dirigido por Francisco Moreno Fernández:

1) Definición del proyecto:

PRESEEA es un proyecto para la creación de un corpus de lengua española hablada representativo del mundo hispánico en su variedad geográfica y social. Esos materiales se reúnen atendiendo a la diversidad sociolingüística de las comunidades de habla hispanohablantes.

PRESEEA agrupa a más de 30 equipos de investigación sociolingüística. Es el fruto del trabajo coordinado de investigadores comprometidos con una metodología común para reunir un banco de materiales coherente que posibilite su aplicación con fines educativos y tecnológicos.

Cuenta con el patrocinio y auspicio de la RAE, la ALFAL, la Fundación Comillas y la Univ. de Alcalá. Es de esperar que también se incopore a los nuevos corpus académicos, dado que en uno de sus grupos de trabajo está Guillermo Rojo.

2) Francisco Moreno Fernández: «El español en su variación geográfica y social: informe sobre el corpus “PRESEEA”», en Ana María Cestero Mancera, Isabel Molina Martos y Florentino Paredes García (coords.): Estudios sociolingüísticos del español de España y América , Madrid, Arco/Libros, 2006, pp. 15-34.

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¿Es la nueva norma panhispánica una norma pluricéntrica y multipolar? IV: la acientífica visión de la lengua en los estudios gramaticales de tradición filológica, base teórica del estándar

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Extracto de un estudio de Juan Carlos Moreno Cabrera, cuya lectura íntegra recomendamos («Gramáticas y academias. Para una sociología del conocimiento de las lenguas», Arbor, CLXXXIV, 731 mayo-junio 2008):

 

«Uno de los tópicos más comunes sobre la concepción de los idiomas en las sociedades occidentales es la idea de que las lenguas, para estar desarrolladas, necesitan tener una gramática, un léxico y una ortografía establecidos y elaborados. Cuando no es este el caso se tilda a las lenguas de hablas, variedades lingüísticas, dialectos, lenguas primitivas, lenguas étnicas, etc. Los tres elementos esenciales de la planificación lingüística, según E. Haugen (1966, 288), son precisamente la constitución de una gramática, de un diccionario y de una ortografía. Ellos son claramente definitorios de las elaboraciones culturales de las lenguas naturales, pero, desde una perspectiva estrictamente lingüística y en contra de lo que muchos creen, no son en modo alguno definitorios de éstas últimas, por lo que su utilización para caracterizar las lenguas en general da lugar a resultados claramente erróneos y ligados a una determinada ideología, que pretende imponer una variedad lingüística sobre otras al dotarla de estos tres elementos básicos de la planificación lingüística. En efecto, la competencia gramatical de un individuo no puede ser adecuadamente caracterizada recurriendo a una serie limitada de reglas sintácticas fijadas y rígidas; existen muchos puntos fluctuantes en dicha competencia que dan lugar a una actuación lingüística mucho más abierta, flexible y adaptable que la que se puede caracterizar mediante un conjunto de reglas completamente definidas y constantes.

Por otro lado, el léxico efectivamente usado en una comunidad no es un conjunto cerrado de elementos con uno o varios significados fijos y constantes. Las palabras, en su uso, adquieren continuamente nuevos significados y matices significativos; algunos de ellos perduran y otros son puramente ocasionales y, además, se introducen continuamente palabras nuevas o nuevas acepciones de palabras ya conocidas, lo cual hace que el léxico sea abierto, difuso,lábil y variable. Los diccionarios intentan recoger aquellos elementos que presentan una cierta estabilidad y constancia en una comunidad, pero al hacerlo eliminan un rasgo fundamental de ese nivel lingüístico: su carácter abierto, lábil e indefinido, que hace posible la adaptabilidad continua a las nuevas circunstancias que van sucediéndose a lo largo del devenir social e histórico de las comunidades.

Por último, la ortografía, como conjunto de reglas fijadas de escritura y pronunciación de letras, en el sistema alfabético, no refleja en modo alguno el hecho de que la fonética de las lenguas, como en los dos casos anteriores, es variable, difusa y está repleta de variantes intermedias que cumplen una determinada función adaptativa y distintiva, por lo que constituye un sistema dinámico y abierto del que surgen los cambios fonéticos, esenciales e imprescindibles para el desarrollo de una lengua histórica.

La actividad normativa y estandarizadora de las academias se basa precisamente en estos tres ejes esenciales, considerados como constitutivos de la esencia de las lenguas humanas, aunque, como acabamos de razonar, no lo son en absoluto. Las labores gramaticales y lexicográficas son características de dos profesiones centradas en los tres elementos esenciales de la ideología planificadora (gramáticas, ortografías y diccionarios); quienes realizan esas labores proponen y las academias (integradas en parte por esas personas) sancionan un tipo de reglamentación de las lenguas que se considera natural y reflejo de su esencia misma, por lo que adquieren una aureola científica que se utiliza para justificar los aspectos de predominio político, social y económico que están detrás de determinadas reglamentaciones lingüísticas, que no sólo no se adecuan a la naturaleza misma de las lenguas [...] sino que impiden conocer en su esencia esa misma naturaleza.

Ni siquiera el concepto mismo de lengua en el que se basa toda la ideología de la gramática, del diccionario y de la ortografía, escapa a una serie de presupuestos ideológicos típicos de un tipo de sociedad determinada. [...]

Estas ideas sobre el lenguaje y las lenguas están firmemente asentadas en nuestro pensamiento pero no han surgido del estudio científico del lenguaje humano realizado con los hallazgos lingüísticos y gramaticales actuales, sino que han sido heredadas de una tradición cultural que se remonta a la Grecia Clásica.

[...]

La realidad de las lenguas es muy distinta [...]. Las lenguas no son entidades unitarias conformadas por sistemas homogéneos, sino complejos poblaciones de competencias lingüísticas que están continuamente en interacción y que se adaptan mutuamente de forma constante.

[...]

La institucionalización del conocimiento de las lenguas occidentales modernas, que surge con el nacimiento de las academias lingüísticas típicas de algunos países de la Europa Occidental, se produce a partir del siglo XVI con la fundación de la academia de Florencia (1582), de París (1635), de Madrid (1713), de Copenhague (1742), de Lisboa (1779) o de Moscú (1783)5. Dicha institucionalización está íntimamente relacionada con el proceso de estandarización de las lenguas a través de la escritura y de forma crucial con el nacimiento e implantanción de la imprenta. Era necesario fijar por medio de la escritura las variedades lingüísticas a las que se pretendía dar respaldo oficial; de ahí, la importancia de la ortografía. Muestra de ello son, por ejemplo, la Ortografía Castellana de Gonzalo Correa (1630), las disquisiciones ortográficas sobre el francés de Jacques Peletier (1550) o la ortografía inglesa de John Hart (1569).

Estas actividades se basan conceptualmente [...] en una concepción filológica de la gramática que proviene de la Antigüedad Clásica, según la cual es necesario fijar la gramática de la lengua, y tienen su antecedente más inmediato en el surgimiento de las lenguas vulgares frente al latín como lenguas de pleno derecho tan sistematizables y regularizables como éste. El ennoblecimiento de las lenguas vernáculas europeas aparece materializado a partir del siglo XV y a través de la actividad de gramáticos pioneros como Leon Battista Alberti, autor de una gramática toscana (1437), que no se publicó hasta principios del siglo XX, como Antonio de Nebrija, con su Gramática Castellana (1492) o como William Bullokar, autor de una gramática inglesa (1586). Estos gramáticos intentaron mostrar que sus lenguas vernáculas tenían gramática, como el latín, a pesar de no ser lenguas escritas. Al hacerlo se enfrentaron a una paradoja: “Estos tres gramáticos se vieron envueltos en una paradoja: querían demostrar que sus lenguas vernáculas respectivas estaban ordenadas por reglas, que ‘tenían gramática’. Pero en la medida en que la gramática se identificaba popularmente con el latín, la única forma de hacer esto era mostrando que las lenguas vernáculas tenían las mismas reglas que el latín. La demostración de que las lenguas vernáculas tenían las mismas reglas que el latín pasó a ser de este modo una tarea urgente” (Law, 2003, 241).

Esta situación ha sido y sigue siendo determinante para el conocimiento gramatical de las lenguas europeas. Veamos un ejemplo concreto, entre los muchos que podrían proponerse. Las lenguas griega y latina disponían de una forma verbal sintética pasiva. Por ejemplo, en latín amaris significa “eres amado” frente a amas “amas”. Por consiguiente, los gramáticos latinos, tomando el ejemplo de los gramáticos griegos, incluyeron en sus gramáticas una voz pasiva. Al realizar las gramáticas de las lenguas romances, en las que se perdió la forma sintética de la pasiva y fue sustituida por una forma analítica con el verbo ser, los gramáticos y las gramáticas en general reconocen una voz pasiva, como ocurre en el caso del español. [...] Lo interesante aquí es que el verbo español tiene otras realizaciones diatéticas que también se expresan de forma perifrástica, pero que no aparecen habitualmente en las gramáticas del español como voces del verbo. Un ejemplo claro es la voz causativa, que opone la forma intransitiva de un verbo como ir a su forma transitiva causativa hacer ir. No se suele hablar en español de una voz causativa igual que se habla de una voz pasiva. La razón es que los gramáticos del latín y del griego no reconocieron un morfema causativo sistemático en la morfología verbal de estas lenguas y, por tanto, no incluyeron en sus gramáticas una voz causativa. [...] Es sencillo percatarse de que formas causativas como hacer venir, hacer comer o hacer pesar son mucho menos ambiguas y más consistentes en su significado que las pasivas. A pesar de ello, es fácil encontrar en una gramática del español una referencia a la voz pasiva analítica y muy difícil una descripción de la voz causativa analítica que, como mucho, se encuadra en el estudio de las perífrasis verbales. [...]

Las instituciones relacionadas directamente con la lengua en las sociedades modernas, tales como las educativas y las académicas en general, transmiten a la sociedad una visión de la lengua profundamente inserta en las concepciones filológicas que he explicado en las secciones anteriores de este trabajo y que tiene como consecuencia el establecimiento de una forma de lengua fundamentalmente escrita que se considera correcta y aceptable y cuya adopción oficial en las instituciones fundamentales del estado lleva a la creencia en la incorrección de aquellas formas de lengua que no se atienen a las normas establecidas en las academias y adoptadas en los ámbitos educativos o de comunicación social y culturales en general.

Esta concepción de que sólo hay una norma correcta, necesariamente relacionada de modo directo o indirecto con la lengua escrita es utilizada como un medio poderoso de control social y es una fuente de discriminación y sometimiento (Bourdieu, 1985, 28).

Lejos de eliminar estas falsas impresiones, las instituciones del estado en general y las academias e instituciones culturales en particular, las afianzan y las promueven con el fin de privar de valor y marginar el habla espontánea de la mayor parte de la gente común, lo cual crea un sentimiento de culpabilidad que produce inseguridad y falta de autoestima. Se trata de una violencia invisible que acaba siendo asimilada por los lingüísticamente oprimidos y se manifiesta en el fenómeno de la autorrepresión gramatical (Bourdieu, 1985, 26).

En esta línea, es fundamental tener en cuenta que existe una idea equivocada según la cual la lengua oral espontánea es una degeneración o corrupción de la lengua culta. [...]

Esta idea de la lengua vulgar como degeneración de la culta es absurda, dado que es ésta la que se fundamenta en aquella y no al revés. Aunque los hablantes tengan como modelo más o menos consciente la lengua culta, tal como ha sido inducido por la educación, e intenten atenerse a los modelos oficiales considerados como correctos (y por más que esos intentos tengan sin duda alguna influencia, aunque superficial, en la actividad lingüística de la población), la competencia lingüística automática (la que se utiliza en la mayor parte de las situaciones de la vida cotidiana) se fundamenta en unos hábitos lingüísticos constituidos y adquiridos en la etapa infantil pre-educativa de adquisición de la lengua, que no se pueden modificar de modo sustancial en la vida adulta. Esto nada tiene que ver con el descuido o la indolencia de los hablantes, que hablan a su aire sin preocuparse de la gramática y del diccionario. El habla característica de una comunidad se atiene a una serie de reglas (no coincidentes con las reconocidas oficialmente para la correspondiente lengua culta) tanto fonéticas como morfológicas, sintácticas y semánticas, que permiten un espacio de variación específico en todos los ámbitos y que hacen que un extranjero que no domine todas esas reglas con el conjunto de sus variedades y realizaciones variables, sea inmediatamente reconocido como tal al hablar nuestra lengua. [...] El habla espontánea tiene su propia gramática que normalmente no coincide con la reconocida oficialmente como correcta y que caracteriza una determinada lengua estándar. Por tanto, la lengua oral espontánea (o las diversas variedades de ella) no presenta la misma gramática que la lengua culta pero más relajada, laxa o descuidada sino una gramática diferente, que, por desgracia, los lingüistas apenas conocen, dado que durante la mayor parte del tiempo y siguiendo las concepciones filológicas de la gramática de origen clásico, se han dedicado a describir las lenguas cultas escritas y no las lenguas tal como se hablan espontáneamente.

[...]

«El lingüista Richard Kayne, uno de los especialistas en gramática generativa más reconocidos del mundo, observa, en los diversos dialectos italianos, una serie de sutiles diferencias sintácticas que son fundamentales para el estudio de la sintaxis microparamétrica, en la que se puede observar cómo pequeñas variaciones entre dialectos vecinos (que dan lugar muchas veces a juicios de desviación o incorrección) pueden ayudar a la formulación de los parámetros de la gramática universal. Por ejemplo, respecto de la sintaxis de los clíticos en función sintáctica de sujeto, se han detectado al menos 25 dialectos italianos que presentan distintas realizaciones posibles de este parámetro, que se corresponden con reglas gramaticales diferentes. Según las pesquisas de Kayne y de los estudiosos de la variación sintáctica de los dialectos del norte de Italia, se puede afirmar que hay al menos un centenar de lenguas italianas en esa zona, que difieren de forma sustancial en alguna o algunas reglas de sus gramáticas. Sobre la base de que diferencias sintácticas muy pequeñas pueden ser muy significativas en el estudio de las propiedades universales de las lenguas y de que es casi imposible encontrar dos individuos que compartan exactamente los mismos juicios de gramaticalidad, Kayne llega a la siguiente sorprendente conclusión: “Haciendo una extrapolación a la totalidad del planeta, se puede llegar a la conclusión de que el número de lenguas/dialectos sintácticamente diferentes es al menos tan grande como el número de personas vivas en el momento actual (es decir, más de cinco mil millones) [...]. Se podría objetar que muchas de estas lenguas difieren una de otra de manera nimia [...]. Sin embargo tales diferencias minúsculas podrían ser (o no ser) de una importancia teórica sustancial” (Kayne, 2000, 8).

Kayne observa además que tan solo con 33 parámetros de variación sintáctica pueden obtenerse más de ocho mil millones de lenguas posibles, según estén positiva o negativamente especificadas para cada uno de esos parámetros.

Se supone, por otro lado, que para caracterizar la gramática universal se necesita un número aún mayor de parámetros. La importancia de esta sintaxis microparamétrica que, a través de pequeñas variaciones sintácticas entre variedades lingüísticas, intenta hacer explícitos los principios de la gramática universal, es para Kayne uno de los avances científicos más importantes de la lingüística moderna: “La sintaxis microparamétrica es una potente herramienta, cuya constitución se puede quizás comparar con el desarrollo de los primeros microscopios, ya que nos permite hacer comprobaciones de diversas cuestiones acerca de las unidades más elementales de la variación sintáctica. Y ya que los principios invariantes de la GU no pueden ser entendidos sin tener en cuenta la variación sintáctica, esta herramienta promete ofrecernos pruebas valiosísimas que determinarán nuestro entendimiento de esos mismos principios” (Kayne, 2000, 9).

Es decir, el reconocimiento y estudio de la variación sintáctica como esencial en la naturaleza de las lenguas o variedades lingüísticas humanas es fundamental para el avance de la lingüística. Sin embargo, la gramática de base filológica, la dominante en muchas instancias de la sociedad, impone una visión rígida de las lenguas humanas en la que priman las reglas fijas y constantes sobre las variables, y en la que las fluctuaciones se consideran un fenómeno marginal, derivado e incluso aberrante [...].

[...]

Una de las gramáticas más influyentes en la historia reciente de la filología española ha sido la del venezolano Andrés Bello, que data de 1847. Según ha mostrado Moré (2004, 68), aunque Bello es perfectamente consciente de la diversidad lingüística del español en América, considera que gran parte de dicha diversidad surge de la incultura y el descuido de la gente vulgar. Bello hace su gramática con el propósito [...] de uniformar o unificar los hábitos lingüísticos y garantizar la unidad del código de comunicación (Moré, 2004, 69). La variedad lingüística que para Bello más se acerca al ideal de perfección lingüística del español es la que se usa en Toledo y Valladolid (Moré, 2004, 75), es decir, la castellana. Esta es una de las piedras angulares de la elección del modelo de lengua que va a describirse. Las otras dos son la lengua de los textos escritos que tienen excelencia literaria y los usos de la gente educada (Moré, 2004, 89). Aquí hay una serie de decisiones personales de Bello, en su papel de gramático, que se presentan, sin embargo, como instancias concretas de unas realidades objetivas que se imponen de modo natural [...].

S. Fernández Ramírez es autor de una de las gramáticas descriptivas del español más importantes e influyentes en el quehacer gramatical y filológico posterior. En el prólogo a la edición de 1951 de su Gramática Española (Fernández Ramírez, 1985, 297-310) el autor reconoce que ha utilizado un material exclusivamente literario, en concreto, escrito y afirma que “pocas veces he manejado testimonios orales” (Fernández Ramírez, 1985, 306). Como consecuencia de esto, razona de la siguiente manera: “Este hecho hará pensar, probablemente, que me alejo de la fuente viva del decir y que mi Gramática toma una dirección filológica más que lingüística. Es posible que así sea. En ella he tratado también algunas veces de caracterizar los estilos de los escritores. Rehúyo, por otra parte, la anotación de los hechos más aberrantes de la norma común, especialmente en la fonética y en la morfología. [...] [N]o debe perderse de vista que mi objetivo es el español común, el español cuidado que hablan las gentes cultas y universitarias de Madrid. Y entre ese español hablado y el literario no existe, sobre todo en nuestros días, una distancia considerable. Las diferencias son más de léxico que de gramática. [...] Estimo, además, poseer un criterio bastante seguro, pues yo soy natural de Madrid, de antepasados madrileños por la rama materna y sólo muy breves temporadas he residido fuera de la capital de España” (Fernández Ramírez, 1985, 306-308).

Queda claro, entonces, que [para Fernández Ramírez] la labor del gramático es describir la lengua más cercana a la literaria escrita, es decir, la de aquellos que durante años han estado en contacto con la literatura escrita y que, por tanto, tienen una mayor posibilidad de realizar en su lengua oral esos modelos escritos. Lo que no se atiene a ellos es calificado de aberrante, pero lo que se denomina aberración no es más que el resultado de la actuación de las leyes inexorables de la evolución lingüística, que se intentan eliminar en la concepción filológica de la gramática y del léxico.

Más recientemente, en el prólogo de su Gramática de la Lengua Española, [gramática descriptiva auspiciada por la Real Academia Española] Emilio Alarcos (Alarcos, 1994) declara su propósito en los siguientes términos: “Mi propósito consistía en exponer los rasgos de la gramática del español que se descubren en los actos orales y escritos de los usuarios de la lengua en este siglo XX. Hoy día concurren normas cultas diversas en los vastos territorios donde se practica el español como lengua materna. [...] La Academia, [...] ha defendido criterios de corrección basados en el uso de los varones más doctos, según decía Nebrija. El redactor ha procurado la imparcialidad en los casos de conflictos normativos, si bien se reflejan a veces sus preferencias personales” (Alarcos, 1994, 18).

La declaración es cristalina: [Alarcos] se propone describir los actos escritos característicos de las normas cultas y adoptar una posición imparcial en los casos de conflicto normativo: es decir, entre dos normas cultas escritas. Se trata, como dice el autor más adelante, de la norma centro-norteña peninsular y de la norma americana (Alarcos, 1994, 19).

Alarcos, sin embargo, expresa una cautela escéptica, según sus propias palabras (Alarcos, 1994, 18), hacia el normativismo, que podría considerarse como la doctrina según la cual lo correcto es lo que la norma establece y todo lo demás es incorrecto o aberrante, como señalaba Fernández Ramírez: “Ya no sería gramática el resultado de reducir la exposición de los hechos a un seco repertorio de usos correctos e incorrectos, sin dar ninguna explicación, como el viejísimo Appendix Probi. Y ya sabemos los hablantes neolatinos el brillante éxito práctico de los esfuerzos normativos del Pseudoprobo: casi todo lo que condenaba ha triunfado en los romances” (Alarcos, 1994, 18).

Tiene razón Alarcos que, como lingüista experto que era, reconocía que las aberraciones señaladas en el Appendix Probi, eran el resultado de las leyes lingüísticas cuyo funcionamiento dio como resultado las lenguas romances. [Sin embargo] si la gramática no debe ser un repertorio de formas correctas e incorrectas y debe centrarse sólo en aquellas consideradas normativas, entonces ocurrirá lo mismo que lo que el autor critica con ironía respecto del Pseudoprobo: la gramática habrá renunciado a dar cuenta de la lengua natural, para quedarse con una descripción de una lengua artificial filológicamente aquilatada

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Las normas para autores y traductores, y los acelerados procesos de producción editorial

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Dado que mi editor hace y deshace si previo aviso con relación a mi —por el momento— único libro en el mercado como autora —no como “negra”—, he tropezado casualmente con un extracto de él (el prólogo y un índice ultraabreviado) en Primera Vista, cuyo contenido crítico es plenamente vigente.

(Y, ya puestos, vaya una adaptación de la parte de esta obra dedicada a los traductores, en abierto y descargable en Panace@.)

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El frau de l’Espanya plural i l’Europa multilingüe, I

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Els responsables dels dos principals organismes de política lingüística i cultural exterior de l’Estat espanyol (el Seacex i l’Instituto Cervantes) no perdem cap oportunitat per mirar d’entabanar els ciutadans amb la cantarella de l’Espanya plural, fins i tot en els mitjans de la Brunete. Però vendre aquest sopar de duro no és tan fàcil quan d’una banda prediquen —l’evident falsedat; vegeu només 1 i 2— que la imatge de marca-país d’Espanya es fonamenta en la seva pluralitat cultural, i d’altra no s’estan de reconèixer que l’acció político-lingüística exterior de l’Estat en la Unió Europea es centrarà en assolir la fita que el castellà s’hi afermi com a llengua de treball (oficial ja n’és). Mentre, segueixen sense bellugar un dit perquè la resta de llengües que es parlen a Espanya hi siguin declarades oficials amb plens drets per als seus parlants.

Recordem que, de les quatre llengües cooficials d’Espanya (l’aranès, el basc, el català/valencià i el gallec), parlades també a altres estats membres, només les tres darreres tenen un reconeixement parcial  com a llengües de comunicació amb la ciutadania. Perquè fossin oficials de ple dret a la Unió Europea caldria que el govern de l’Estat espanyol, com a estat membre, ho sol·licités de forma expressa i que aquesta sol·licitud fos aprovada pel Consell de la UE per unanimitat. I no hi ha cap intenció de fer-ho, perquè, com ara veurem, les prioritats de la política lingüística exterior del Govern espanyol en són unes altres. Com deia en Josep Bargalló a l’Avui temps enrere, «És una llàstima que el Govern espanyol no hagi reeixit a defensar el gallec, el basc i el català, amb la mateixa energia i la mateixa eficàcia amb què el govern d’Irlanda ha defensat el gaèlic irlandès, una llengua que, tot i ser llengua oficial de l’Estat, té un ús efectiu gairebé testimonial».

 

Val a dir que això no només és culpa de l’Estat espanyol. La pròpia política lingüística de la UE segueix criteris erràtics i sovint conflictius.

D’una banda existeix una voluntat efectiva de protecció del patrimoni cultural i lingüístic europeu, reflectida en la Carta Europea de les Llengües Regionals i Minoritàries i en la Carta de Drets Fonamentals de la Unió Europea. El primer document reconeix les llengües minoritzades (siguin o no minoritàries) com a expressió de riquesa cultural i compromet els estats signants a fer-ne possible l’ensenyament i també a poder usar-les a l’administració, la justícia i els mitjans de comunicació, entre d’altres àmbits. La Carta de Drets Fonamentals va ser proclamada l’any 2000 a Niça per tots els caps d’Estat i de govern de la UE.  En l’article 21 d’aquesta mateixa carta es prohibeix tota discriminació exercida en raó d’un seguit de motius, entre els quals hi figura la llengua. Aquest principi no només s’aplica a les 23 llengües oficials de la UE, sinó també a la resta de llengües que es parlen al territori de la Unió. A més, des del gener del 2007, la Comissió Europea té una cartera i un comissari de Multilingüisme. L’objectiu d’aquesta nova àrea d’actuació és preservar i promoure la diversitat lingüística d’Europa, fomentar l’aprenentatge de llengües i aprofitar les oportunitats del multilingüisme com a estímul per a la competitivitat. 

En canvi, quan es tracta de l’atorgament d’un estatus legal d’oficialitat a les llengües dels estats membres, s’abandona el criteri «ecolingüístic» i s’adopta un procediment polític-administratiu que bandeja totes les llengües dels estats membres no oficials al seu territori i fins i totes aquelles per a les quals —tot i ser oficials en el seu territori i plenament funcionals com a llengües d’ús— l’Estat que les acull no en reclama la plena oficialitat a la Unió, com és el cas de l’Estat espanyol amb l’aranès, el basc, el català i el gallec. Aquesta política s’allunya completament de la perspectiva multilingüe i oberta que les dues Cartes esmentades defensen, i comporta l’aval europeu de la prepotència històrica d’uns certs territoris sobre d’altres i de models d’Estat basats en el nacionalisme unitarista i centralista, evidentment caducs en aquests temps «globals», que demanen una reestructuració geopolítica i econòmica dels territoris amb interessos o arrels comuns, necessitat que la creació de la pròpia Unió Europea palesa. Aquesta política dóna peu a veritables anomalies representatives, com ara que el web en català/valencià del Parlament europeu sigui una pàgina no oficial feta per un particular i perseguida per la Unió, que els eurodiputats catalans no s’hi puguin expressar en català, o que  llengües de comunitats lingüístiques àmplies (com és el cas del català/valencià, amb més de 9 milions de parlants a tots els territoris europeus) no siguin oficials, mentre llengües com el maltès (amb una comunitat de menys de mig milió de parlants), que sí té un Estat darrere, ho siguin. Per passar d’aquesta evidència a concloure que una comunitat històrica i cultural no té drets reconeguts si no es converteix en Estat no cal barrinar molt.

Finalment, l’establiment de llengües d’ús en l’activitat de la UE és encara un problema irresolt i causa d’un conflicte permanent, que alhora reflecteix l’actual lluita mundial entre les comunitats lingüístiques majoritàries a la Unió o al món (sovint com a conseqüència d’un passat imperial i colonial) per assolir un lloc preeminent en l’escena internacional. En el Tractat de Roma pel qual es va crear la Comunitat Econòmica Europea, antecedent de l’actual Unió, es van haver d’adoptar decisions sobre el funcionament lingüístic intern de la nova integració. En comptes de la pràctica habitual en les organitzacions internacionals de distingir entre llengües oficials i llengües de treball, es va decidir que totes les llengües oficials dels països firmants (és a dir, el francès, l’alemany, el neerlandès i l’italià) fossin alhora oficials i de treball a la nova organització. Hores d’ara, el règim lingüístic  de la Unió sosté que totes les llengües oficials són també llengües de treball en igualtat de condicions, però a la pràctica, per evidents problemes de funcionalitat no econòmics: el multilingüisme intern de la UE li costa a cada ciutadà menys de 2 euros l’any (vegeu 1 i 2)—, la situació és la següent:

1) tots els discursos orals dels representants dels ciutadans, diputats en el Parlament o membres dels governs en el Consell de Ministres es fan i es tradueixen a totes les llengües oficials;

2) tots els documents escrits que recullen decisions de qualsevol organisme de la Unió, ensems amb tots els documents on es fonamenten aquestes decisions, es tradueixen a totes les llengües oficials;

3) tant els estats membres com els ciutadans poden relacionar-se amb les institucions de la Unió en la seva llengua oficial i la informació general sobre el funcionament de la Unió s’ofereix al públic en totes les llengües oficials.

4) Al marge d’aquests usos de les llengües oficials —que, com ja sabem, hores d’ara són molt parcials per al català/valencià, el gallec i el basc, i inexistents per a l’aranès—, les llengües d’intercanvi (de treball) en certes àrees de l’activitat quotidiana de las institucions de la Unió són bàsicament l’anglès, el francès i, molt per darrera, l’alemany.

En el moment de debatre’n possibles modificacions, hi ha acord general en què cal mantenir l’ús de totes les llengües oficials en certes situacions (les 1-3), mentre que en la resta d’activitats institucionals europees, per raons funcionals, caldria decantar-se per la selecció d’un nombre reduït de llengües, que són les anomenades «llengües de treball». El problema arriba quan cal determinar-ne quines han de ser. Els principals punts de vista en litigi són aquests:

1) La postura políticament correcte de rebutjar l’adopció d’una única llengua de treball, que sens dubte hauria de ser l’anglès, l’única llengua franca mundial i la més parlada (com a llengua materna i estrangera) a la UE, amb un 51 % d’ús entre els ciutadans europeus, segons l’especial 243 (2006) de l’Eurobaròmetre, dedicat als europeus i les seves llengües.

2) La postura freakie de proposar com a llengua única l’esperanto.

3) La postura bilingüe d’adoptar com a llengües de treball úniques l’anglès i també el francès (que pertany a un dels països fundadors, és la tercera més parlada a Europa, i és oficial en totes les seus territorials de la Unió Europea: Estrasburg, Brussel·les i Luxemburg).

4) La postura trilingüe, que sembla la més realista, d’adoptar l’alemany (llengua d’un dels països fundadors, segona llengua d’ús d’Europa i primera en nombre de parlants materns), a més de l’anglès i el francès, que de fet segueixen sent les que més es fan servir quotidianament, com a llengües de treball.

Sembla, però, que els auguris per a una reducció pragmàtica de les llengües de treball a la UE no són bons: diversos països ja han fet palesa la seva oposició a aquest parcial trilingüisme funcional, basant-se en criteris diversos, que poden anar des del nombre de parlants de la seva llengua oficial fins a la seva antiguitat en la integració europea (l’italià n’és la quarta llengua en l’ús europeu, i és llengua d’un dels països constituents), o que poden fonamentar-se en criteris absolutament extraeuropeus —la pertinença dels quals és ben dubtosa—, com és el cas d’Espanya pel que fa a la defensa del castellà com a llengua de treball de la UE sobre la base de la seva extensió a Amèrica Llatina (una evident herència imperial). Cal recordar, a més, que, segons l’Eurobaròmetre, com a llengua d’ús europeu el castellà es situa en cinquè lloc i comparteix amb el polonès el nombre de parlants materns; en la percepció com a llengua estrangera preferent en l’educació obligatòria només dos països membres (França i el Regne Unit) el seleccionen com a segona llengua estrangera, i cap país es decanta pel castellà en cap altre ordre de preferència.

Tanmateix, sovint hem de llegir pamflets periodístics tan triomfalistes com obnubilats, i les responsables del Seacex i l’Instituto Cervantes no ens estalvien discursos bel·licosos com aquest:

 

– En 2010 España asumirá la presidencia de la UE. ¿Cuál será la apuesta en materia cultural?
– Caffarel (IC): El Cervantes va a dar la batalla –mediante varios proyectos que estamos preparando– para que el español sea reconocido como idioma de trabajo en el seno de la Unión Europea, como ya lo es en otros organismos internacionales. Habrá una ofensiva diplomática y desde todos los frentes para demostrar la necesidad de que el español, que ya es el segundo idioma de comunicación internacional, sea la cuarta lengua de trabajo junto al inglés, francés y alemán.
– Otegui (Seacex): Estamos trabajando muchas instituciones bajo la presidencia del embajador especial, Nicolás Martínez Fresno, en una doble dirección: se quiere potenciar  la presencia de España en Europa  y también la presencia de Europa en España. Haremos seminarios y exposiciones: una colectiva de artistas españoles y europeos que manejan los mismos discursos, otra sobre la arquitectura contemporánea española, otra muy importante llamada «España, encrucijada de civilizaciones», y otra sobre tapices, entre otras muchas.

 

Les raons d’aquesta campanya ens les va donar clarament Juan Vicente Herrera (president de la Junta de Castilla y León) en la inauguració del darrer Congreso Internacional sobre el Valor Económico del Español que va tenir lloc a Salamanca el novembre passat:

 

Juan Vicente Herrera [...] reclamó en su discurso el uso del español como lengua de trabajo en la Unión Europea «al mismo nivel que el inglés, el francés o el alemán», al tiempo que consideró inaceptable el hecho de que las delegaciones españolas no puedan exponer sus propuestas en nuestra lengua en el seno de las instituciones europeas.

Además, agregó el presidente autonómico, «debemos luchar» por posicionar al español como la segunda lengua científica en el mundo, ya que recordó que en la actualidad es hablada por más de 450 millones de personas. Así, Herrera defendió la importancia de que nuestro idioma «se mantenga como una de las grandes lenguas de comunicación internacional», ya que si se consigue este reto «vendrá todo lo demás», apuntó. Para lograr estos retos, el presidente de la Junta no se olvidó de la importancia de Internet señalando la necesidad de conseguir «llenar la red con el español». Avanzar en la enseñanza de este idioma es otro de los objetivos aludidos ayer en Salamanca por Herrera quien señaló que Castilla y León aspira a conseguir los 60.000 alumnos de español al año.

Como cuarta lengua más hablada del mundo es «un activo de indudable interés» en todos los ámbitos, según Herrera. Una opinión compartida por la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, quien propuso la creación de un foro estable «que aúne todas las iniciativas para no perder eficacia en políticas particulares».

 

I heus aquí la cirereta d’aquesta política lingüística exterior de l’Estat espanyol i d’algunes comunitats autònomes, que no amaga les seves arrels ideològiques i posa en evidència el frau de l’Espanya plural:

Herrera se sumó a esta petición de continuidad por parte de la directora del Cervantes, ya que en su opinión el «español es un idioma que nos une y a la vez nos libera», y aprovechó este circunstancia para reprochar que esta unión es «a menudo» olvidada por «algunos territorios españoles».

 

 

Actualització (16/01/2009): Avui, el Cercle d’Estudis Sobiranistes presenta l’Estudi sobre l’estat de compliment dels acords sobre l’ús de la llengua catalana a la Unió Europea, que denuncia l’incompliment per part del govern espanyol dels acords que va signar, fa més de tres anys, amb la majoria d’institucions de la Unió Europea amb l’objectiu de permetre-hi l’ús del català, el basc i el gallec en el seu si.

 

 

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