¿Por qué la dieta?

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Cerca del noventa por ciento de mis pacientes adultas obesas han sido adolescentes obesas. Tras quince años de observar sus esfuerzos por perder peso, y después de escribir el libro Cómo aplicar una dieta femenina, decidí que mi siguiente proyecto sería un blog destinado a las adolescentes. Gracias www.comoperderpeso.es que me sirvió de inspiración.

super dietas para perder peso

Al pasar de cierta edad (hacia los veinticinco años) resulta muy difícil controlar el exceso de peso, por eso he escrito este blog, a fin de ayudar a prevenir ese exceso.
Mi intención es aconsejar y animar a las chicas que tienen problemas de obesidad. Yo misma fui una adolescente obesa, y sé lo difícil que es superar todo lo que se le viene a una encima entre los doce y los veinte años.

Desde luego, yo me crié en una época en que no se daba tanta importancia como ahora al hecho de estar delgado, pero, aun así, ser obesa no era agradable en absoluto.
Entonces no había vestidos amplios, cinturones elásticos ni salsas de dieta. Cómo odiaba esos vestidos estilo princesa y esas ensaladas con vinagre o zumo de limón. Y cómo odiaba oír decir a la gente, especialmente a mi madre:

Qué bonita estarías con sólo que perdieras cinco kilos.

(Medía 1,60 metros y pesaba unos 60 kilos.)
Igual que muchas de mis pacientes, intenté vanos métodos para adelgazar, normalmente dietas drásticas y poco racionales. Siempre terminaba con las mejillas hundidas y con ojeras, pero las rodillas seguían igual de rechonchas y las piernas igual de gruesas.

Mi primera dieta consistió en tomar únicamente huevos y leche descremada, mezclados. Era horrible. Con la segunda dieta podía comer doce naranjas al día y una sopa hecha de col, tomates y zanahorias, sin sal. Sólo conseguí debilitarme. Entonces probé una «dieta equilibrada» envasada, liquida, preparada con leche. Me provocó terribles dolores de estómago por la formación de gases, y quedé inutilizada durante dos semanas. Finalmente asumí que hacer régimen significaba una agonía.

Todo habría sido diferente si…

  • 1) ¿Por qué yo? ¿Qué hice para merecer mi peso? En realidad, no como tanto.
  • 2) ¿Todas las dietas son iguales? ¿Cuál es la mejor a mi edad (entre doce y veinte años)? ¿Necesitaré otra distinta dentro de cinco años?
  • 3) ¿Qué conocimientos debería tener acerca de nutrición y ejercicio físico para poder tomar decisiones sobre la forma en que he de adelgazar?
  • 4) ¿Cómo puedo hacer régimen sin matarme?
  • 5) ¿Qué me va a pasar cuando haga régimen? Y ami cuerpo? ¿Ya mi mente?
  • 6) ¿Cómo será mi vida si adelgazo? ¿Cómo reaccionará la gente? ¿Tendré que hacer régimen durante toda mi vida?

Hoy en día, muchas jóvenes todavía se hacen las mismas preguntas. Pero ahora, en lugar de no haber información, hay una increíble cantidad de mala información, y ser delgado ya no se considera conveniente, sino una necesidad, una forma de vida.

Las madres se debaten constantemente entre el deseo de que sus hijas sean superdelgadas y la preocupación de que estén bien alimentadas. Así, en un extremo nos encontramos con padres que obligan a sus hijas a llevar a cabo dietas que no tienen en cuenta los requerimientos nutricios adecuados para una adolescente en edad de crecimiento. En el otro extremo existen padres que se encuentran ante un grave dilema: ¿cómo negar el alimento a su hija? ¿Cómo pueden animarla a que deje de comer cuando han trabajado tanto para darle todo lo que quiera?

Claro que quieren sentirse orgullosos de I’ figura de su hija, pero sienten pánico de que una dieta ponga en peligro la salud de su hija o de que ésta sufra demasiado. Tienen buenas intenciones, pero suelen estar confundidos y mal informados.

Come mucho pero no engordes

Si una tiene tendencia a engordar, eso es imposible.
Estamos rodeadas de presiones. Todas las revistas publican nuevas dietas, y muchos periódicos tienen una sección dedicada al control del peso.

Pero con el aluvión de dietas locas y de propaganda sobre dietética que se da en nuestra sociedad, es vital para una chica aprender a hacer elecciones inteligentes, estar bien informada sobre cómo perder peso, cuándo interrumpir una dieta, y cómo afrontar los problemas que surgirán inevitablemente en casa, en la escuela, con los amigos y, sobre todo, en su propio cuerpo.

Tiene que entender por qué engorda y cómo puede prevenir esta tendencia que puede interponerse en su felicidad y su éxito en años venideros.
Las chicas adolescentes necesitan su propio blog sobre dietética. Hemos de recordar:
Las chicas no pueden seguir la misma dieta que su madre, porque el cuerpo de la adolescente todavía está cambiando y tiene distintas necesidades.

Las chicas no pueden seguir la misma dieta que los chicos, porque ellos pueden adelgazar mucho más fácilmente. En efecto, los chicos lo tienen fácil.
Los chicos pueden perder su grasa de niños. Las chicas no.
¿Recuerdas a aquel niño rechoncho que se sentaba a tu lado? A los diez años era el doble de gordo que tú. Pero a los catorce se ha vuelto alto y delgado. Mide 1,70 metros, mientras que tú, por algún motivo, te quedaste en 1,62.

Quizá te has dicho a ti misma:

No estoy demasiado gorda, sólo soy baja.

Lo más probable es que ya no crezcas mucho más. Y no sólo no podrás librarte de la grasa que adquiriste de niña, sino que además verás cómo afea ciertas partes de tu cuerpo. Quizá si te hubieras dado cuenta a los once o doce años no hubieras tomado tantos pastelitos de chocolate, helados y batidos de vainilla.

Los chicos pueden comer el doble que las chicas, quemar el doble de energía al hacer las mismas cosas, y perder peso con rapidez. ¿Quién no ha visto a su padre y sus hermanos devorando enormes cantidades de comida sin ganar ni un kilo? También se les ve perder fácilmente cuatro o cinco kilos con sólo dejar de comer postre.
Los chicos pueden arreglárselas siendo gordos.

Las chicas no. Las chicas tienen muchas más dificultades sociales si son obesas. ¿Te has fijado alguna vez en algún jugador de rugby? Tienen las piernas macizas, gruesas cinturas y enormes traseros. Me gustaría ver una chica que fuera tan popular con un trasero como ésos.

La naturaleza no siempre es justa. Es excitante ser mujer en unos tiempos en que hay mayor libertad e igualdad de oportunidades, pero en términos de adelgazamiento siempre nos encontraremos con muchas más dificultades que los hombres. Las chicas tienen por naturaleza el doble de grasa corporal; y en lugar de quemar el exceso de calorías como hacen las hormonas masculinas, las femeninas se dedican a acumularlo. Las normas sociales exigen todavía que las mujeres compren y preparen comida para alimentar a la familia.

Cuando a un niño le regalan un camión, a su hermana le regalan una cocina de juguete. La asociación de la mujer con la comida es larga y traicionera.

Cuando se es significativamente obesa, los años de adolescencia y juventud pueden ser los más críticos de la vida; o se cambian los hábitos alimenticios y se hace un esfuerzo por crear nuevas prioridades y una nueva imagen en un mundo de alimentos irresistibles pero que engordan, o bien se sigue igual hasta que se sea adulta, con distintos y más difíciles problemas dietéticos.

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