Ninguna novela es ajena a su tiempo. Todas se pueden leer en clave histórica. Pero algunas utilizan más directamente el material del entorno social y político que los rodea o condensan hasta adquirir carácter icónico las pulsiones y las ideas que configuran una época determinada. A la relación entre la obra literaria y algunos momentos o períodos históricos destacados del siglo XX dedicamos este nuevo Ciclo de Humanidades del Círculo de Economía. Una invitación a la lectura de obras que son reveladoras de momentos determinantes en la construcción de nuestro mundo de hoy: desde la gran guerra hasta el derrumbamiento de los regímenes de tipo soviético (el siglo corto, como decía Eric Hobsvawn, 1914-1989); desde la tormenta de acero hitleriana hasta Hiroshima; desde la guerra y posguerra española hasta el despertar poscolonial (Egipto, por ejemplo); desde las crisis morales de lo que se ha llamado el siglo de América hasta el 11 de Septiembre de 2001, episodio que cierra el entremés (1989 a 2001) de tráfico entre los dos siglos y pone fin al efímero mito del fin de la historia.

Recientemente, el historiador francés Patrick Boucheron, en la Lección inaugural de su cátedra del Collège de France, apelaba a reconciliar la erudición y la imaginación. La erudición porque “permite hacer frente a la empresa perniciosa de todo poder injusto, que consiste en liquidar lo real en nombre de la realidad”. La imaginación, “porque es una forma de hospitalidad”, nos permite incorporar miradas diversas y “salvarnos del frenesí del presente”. Como dice Boris Groys: “la ficción del escritor nos llama la atención sobre lo que nos pasaría desapercibido”. Y, al mismo tiempo, gracias a la fuerza creativa del lenguaje, interpela nuestro presente regalándonos chispas del pasado. Y, por tanto, nos da perspectiva y distancia para afrontar con serenidad las fracturas del presente. A menudo las lecturas del pasado pretenden legitimar la sociedad actual como continuidad, pero si en algo nos puede ayudar la mirada penetrante del escritor es precisamente a entender las discontinuidades que configuran la experiencia humana: en lo colectivo y en lo personal.

Josep Ramoneda, Coordinador del Programa de Cultura Humanística