Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en eldiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas.

La pandemia y la incertidumbre arrasan la economía

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en eldiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas.

Los malos datos sobre la economía en tiempos de pandemia caen uno tras otro sobre nosotros como una tormenta permanente de piedras. Este lunes, los de llegada de turistas extranjeros a España: durante el reciente mes de junio, no alcanzó los 205.000, frente a los 8,834 millones de junio del año pasado. Una caída del 97,7%. Del 97,7%, no es una errata. Los datos acumulados del primer semestre del año son escalofriantes. Tras un enero y un febrero normales, un marzo ya pandémico con desplome, un abril y un mayo a cero por las fronteras cerradas y un junio con la minúscula cifra de arriba, hemos pasado de recibir 38,125 millones de turistas extranjeros en la primera mitad de 2019 a 10,785 millones este año. Hemos perdido 27,3 millones de visitantes y unos 28.400 millones de euros de gasto.

Los datos económicos generales son aún más alarmantes. El viernes pasado, el INE hizo públicos los de Contabilidad Nacional del segundo trimestre del año: nuestro PIB cayó un 18,5% respecto al trimestre anterior. Es un socavón sideral. Muy superior al que también por la pandemia se les ha abierto a nuestros socios más cercanos, Portugal (-14,1%), Francia (-13,8%), Italia (-12,4%) Alemania (-10,1%), o a Estados Unidos (-9,5%).

¿Por qué esa diferencia de España tan notable, a peor, respecto a las economías de nuestros principales socios? Vistos los detalles del INE, porque la pandemia ha gripado gravemente a nuestros dos motores económicos, tanto el del sector exterior (turismo, exportaciones -con las del automóvil muy dañadas-) como el de la demanda interna. En esta última, somos muy dependientes de la situación del empleo. Cuando los españoles vemos incertidumbres sobre el futuro de nuestro empleo, el consumo se retrae. Solo gastamos en lo imprescindible, y el gasto en bienes duraderos –una casa, un coche, una nevera...– se aplaza, se deja para cuando la niebla de la incertidumbre se despeje. Nadie se mete en un gasto que pueda lamentar poco después haberlo hecho.

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