El Estado Constitucional opera con base en la presunción de legitimidad. Sin dicha presunción quedaría paralizado. Si todos los poderes públicos tuvieran que acreditar cada vez que toman una decisión que dicha decisión es legítima, no podrían dar un paso. Todos estarían permanentemente inmovilizados. Pueden actuar porque sus actos "se presumen" legítimos.