Está más que comprobado: la externalización de servicios resulta siempre en peor calidad, insatisfacción del cliente, y finalmente un coste mayor del que se quería ahorrar. Pasa cuando una gran empresa subcontrata el servicio técnico, el call center, el reparto o la cafetería: al principio todo es estupendo, el servicio se presta con normalidad, los clientes no notan nada y sale más barato. Pero con el tiempo, la subcontrata ajusta demasiado sus costes, reduce personal o busca telefonistas en otros países. El servicio se resiente, aumentan las quejas y empeora la imagen de la empresa, que pierde clientes.