Sobre este blog

Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Acusación de falta de legitimidad hasta el final

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Desde 1993 el PP, que entonces era como decir toda la derecha española, no ha aceptado la "legitimidad" de su derrota en las urnas. En la noche electoral de 1993, Javier Arenas y Alberto Ruiz Gallardón denunciaron en televisión, cuando todavía se estaban contando los votos, el fraude que se estaba perpetrando con la finalidad de atribuir la victoria al PSOE dirigido por Felipe González. Muchos de los lectores, que no serían ni siquiera adolescentes en ese 1993, no tendrán recuerdo del incidente. Los que tengan más edad seguro que no lo han olvidado.

Ante la evidencia empírica que arrojaría el escrutinio general por la Administración Electoral y la ausencia de recursos, el PP tendría que acabar aceptando el resultado. Pero dicha aceptación no fue genuina. Vendría acompañada de una operación de asalto al poder en la que confluirían periodistas, jueces, banqueros, agentes de los servicios secretos... Como reconocería algunos años después uno de los protagonistas destacados del llamado "sindicato del crimen", Luis María Anson, para sacar a Felipe González de La Moncloa se tuvo que llegar hasta el límite de poner en riesgo la propia estabilidad del Estado. Pero se llegó.

El PP no ha abandonado esa tesis de la falta de legitimidad de los gobiernos con presidente socialista desde entonces. A José Luis Rodríguez Zapatero se le reprochó que solo fue presidente en 2004 por la manipulación del atentado del 11M. El PP no dudó un segundo en atribuirle una falta de "legitimidad de origen" por haber llegado al poder de la forma en que lo hizo. Y no lo reconoció como presidente legítimo ni siquiera tras la revalidación del mandato en las elecciones de 2008.

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