Un grupo de unos diez independentistas agredieron ayer verbalmente a un militante de Ciutadans – Partido de la Ciudadanía en Terrassa. Los agresores, que iban en bicicleta luciendo distintivos del partido nacionalista CUP (Candidatura d’Unitat Popular), se cruzaron con un coche publicitario de Ciutadans y, sin mediar palabra, comenzaron a insultar a gritos a su conductor. Horas después la CUP vertía graves acusaciones contra el agredido en su página Web, por lo que el próximo lunes se cursará una denuncia por calumnias contra este partido radical.

Isaac Albert es la figura que ERC propone para encabezar el ayuntamiento de Terrassa. Con eso debería estar ya todo dicho, porque todos los que nos enfrentamos a la acción política y social de cualquier gobierno de corte nacionalista, en Cataluña, en España o en cualquier otro país del mundo, sabemos cuál es la idiosincrasia del nacionalismo, cuánto es su desprecio por la libertad de expresión, y a qué niveles es capaz de llegar, si se lo abona de la forma conveniente y durante el tiempo adecuado, su fanatismo radical. En España se vienen arando esos campos desde hace casi 30 años, así que algo sabemos ya sobre tierra y estiércol.