En el Diario de Sant Cugat de 5 de diciembre último, se ha publicado por Víctor Alexandre una columna de opinión bajo el título “El odio de PP al catalán”. El solo título ya revela hasta qué punto el contenido de todo el artículo es inexacto. No voy a entrar en el terreno de los insultos y descalificaciones que se contienen en ese texto. Tampoco voy a señalar los prejuicios, lugares comunes y afirmaciones gratuitas y sin rigor que vierte el columnista. Cualquier persona mínimamente informada y formada puede valorar ese contenido sin especial esfuerzo.
Sí quiero en cambio exponer cual es la posición real del Partido Popular de Cataluña, en general, la del PP de Sant Cugat, en particular, y la mía propia, en relación con la defensa, el respeto y el amor a nuestra lengua. Una lengua en la que a mí en concreto, me enseñó mi madre a hablar. En este sentido he de agradecer al columnista la oportunidad que me brinda.
El Partido Popular defiende el bilingüismo y la libertad. Dos aspectos fundamentales de la política de nuestro partido en esta materia.
Defendemos el bilingüismo porque creemos que el uso de dos lenguas desde la infancia es una riqueza cultural para todos los catalanes, y para todos aquellos que viven en Cataluña, que no tenemos por qué arrojar por la borda. No tenemos por qué renunciar al castellano, del mismo modo que no tenemos por qué renunciar a seguir siendo españoles. No tenemos por qué renunciar al catalán, de mismo modo que no tenemos por qué dejar de ser catalanes.
No se puede afirmar con carácter general que el castellano esté discriminado en Cataluña (yo no lo he dicho nunca). Pero es evidente que sí hay quienes desearían hacerlo, y de hecho lo hacen en algunos ámbitos. Y es igualmente cierto que hay lugares en los que efectivamente se renuncia al bilingüismo y se pretende el uso exclusivo del catalán. Hay colegios en Cataluña en los que el castellano no se usa, o sólo se enseña como si fuera una asignatura más, pero en los que el predominio del catalán es total. Si en la enseñanza se reduce o se anula el catalán muy en detrimento del castellano, lo mismo cabe decir de la administración pública, en la que frecuentemente se usa exclusivamente el catalán, o de algunos medios de comunicación.
Esto supone, a mi juicio, un empobrecimiento de quienes se forman así. Un empobrecimiento cultural que les afectará a ellos personalmente, cuando llegue el momento de incorporarse al mundo profesional, y a toda Cataluña, que contará con algunos ciudadanos formados deficientemente.
Amar a Cataluña es amar a sus ciudadanos, es querer lo mejor para nuestra tierra, es defender nuestra lengua. Pero nuestra es también la lengua castellana, y no se entiende por qué razón algunos se empeñan en ponerla en un plano inferior, como si fuera algo ajeno. Ciertamente cualquiera es libre de no usar el castellano, de no leer el castellano, de no escuchar los medios de comunicación que usan el castellano, de desempeñar su profesión sin utilizar el castellano. Pero esa conducta, lejos de ser una defensa del catalán y de Cataluña, nos parecería una cerrazón sin sentido.
Por lo demás defendemos la libertad. Libertad de todos a hablar la lengua que deseemos; libertad de ser catalanes; libertad de respetar y amar a Cataluña y a España, al catalán y al castellano; libertad de sentirnos hermanos de las demás comunidades españolas, y de sentirnos hijos de España, precisamente por ser catalanes. Porque ciertamente hemos dado mucho a España los catalanes, pero también es mucho lo que de ella hemos recibido. Defender el catalán no significa excluir el castellano, igual que defender el castellano no tiene por qué convertirse en un ataque al catalán.
Jordi Carreras.