Horta de Sant Joan (Terra Alta) es un pueblo tranquilo, limpio, ordenado, con jardines y céspedes bien cortados y casas rústicas salpicadas de huertos. La mayoría de lugareños reparte el tiempo entre el cultivo de su pequeño parterre y largas charlas en los bares, todos ellos concentrados en la plaza del pueblo. Bocadillos de barra de cuarto, aceitunas, vino, carajillos y licor. Siempre se ha desayunado fuerte en Horta de Sant Joan. El ambiente electoral también es tradicional: la gente suele acudir a votar con la papeleta ya sellada desde casa, la gran mayoría con las siglas de CiU dentro del sobre. La campaña ni se sigue ni altera los votos. En este páramo de fieles electores también se cuecen revolucionarios. Salvador Asens, vecino de 70 años, ha decidido que nunca es tarde para nadar a contracorriente. Está convencido de que estas elecciones son las últimas autonómicas de su vida. La conclusión del veterano votante, entre otros insultos y sandeces: "Esta vez a los políticos les va a votar su madre".
En Horta de Sant Joan los partidos ignoran la lucha del pueblo contra los molinos eólicos.