Los pueblos siempre han tenido redes de apoyo, sobre todo en los momentos más complicados, como puede ser el invierno o la cuarentena decretada en el estado de alarma. Las localidades más pequeñas quedan todavía más aisladas e incomunicadas ante cualquier adversidad. Ante esta situación, surgen grupos de vecinos que están vigilantes ante cualquier necesidad que pueda surgir, o incluso hasta para repartir un trozo de bizcocho. Como otras muchas veces ha pasado en los pueblos, las mujeres jóvenes han liderado esta iniciativa.
"El otro día fue el cumpleaños de mi marido y mis hijas hicieron un bizcocho súper grande. Me dije: 'Vamos a echar unos culos... Esto se arregla ahora mismo'. Y salí a llevarles un trozo a José y Conce". José estaba en casa, tranquilo, y Conce, octogenaria, hacía una sopa de letras. "Vamos a darles también un poquito de compañía. Conce me decía: 'Está todo esto muy malo y lo que tenemos que hacer es quedarnos en casa'. Está muy informada, ve la tele y está leyendo libros sobre los maragatos, las escuelas rurales de antes...".
Es lo que hacen Carmen, Dolores, Esther, Maricarmen, Fe, Patricia, Zaira, Belén y Toñi. Nueve mujeres que viven en Valdespino de Somoza, una localidad maragata de apenas cincuenta habitantes a 10 kilómetros de Astorga (León). A través de Whatsapp se organizan para estar pendientes de los más mayores del pueblo y, sobre todo, aquellos que viven solos, para "dar solución ante los posibles problemas".
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Informa Alba Camazón