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Sabado, 4 de Noviembre de 2006
 
Resultados del POSI en las elecciones al Parlamento de Cataluña
2006 2003 1999
5.431 4.226 2.784

Actualizado: 3 de noviembre de 2006


Primer balance de las elecciones al Parlamento de Cataluña


Todos los trabajadores, jóvenes, desempleados y ciudadanos en general de Cataluña y del resto de los pueblos y naciones del Estado han seguido con extraordinaria atención estas elecciones, así como las valoraciones que de ellas han hecho los diferentes partidos políticos. Se preguntan por las consecuencias que van a tener para el futuro de los trabajadores, hermanos de clase de todo el país, y de los pueblos de España.

El POSI ha promovido la presentación en las cuatro provincias de candidaturas que reunieron a 146 responsables sindicales, trabajadores, jóvenes, parados. Ha señalado a lo largo de toda la campaña, en continuidad con su actividad política, que no hay salida que satisfaga los derechos nacionales de Cataluña y responda a las aspiraciones de los trabajadores sin avanzar hacia la constitución de una unión libre de Repúblicas del Estado español, en el marco de la cual pueda formarse una República Catalana.

Evidentemente, el combate por esta perspectiva exige plantear de forma decidida en la acción de cada día que es incompatible con la pervivencia del aparato heredado del franquismo –que el Rey encabeza–, con el poder y los privilegios de los grandes bancos, de las multinacionales que obtienen fabulosos beneficios a costa de los trabajadores. Que esta perspectiva real de progreso, de democracia y de paz es contradictoria con la sumisión al poder tecnocrático de Bruselas, a las instituciones de la Unión Europea que buscan destruir todas las conquistas democráticas y sociales así como la economía productiva en nombre de los intereses del gran capital, de las multinacionales.

Desde esta perspectiva, el POSI ha combatido y combate para que los partidos que se reclaman de los intereses de los trabajadores, en particular el Partido Socialista, gobiernen a favor de la mayoría, lo que implica romper con los dictados de Bruselas y con los privilegios del aparato franquista.

Esta es la exigencia que se expresó en las urnas el 14 de marzo de 2004 barriendo a Aznar y antes, en noviembre de 2003 con la derrota electoral de CiU y la victoria de los partidos que formaron después el tripartito.

Por qué han sido defraudadas las aspiraciones de la mayoría

Hoy todos los comentaristas, todos los dirigentes políticos de Cataluña y de todo el Estado se lamentan de la elevada abstención, del despego creciente, particularmente de los trabajadores y de amplios sectores de lo que llaman capas medias, respecto de los que dicen representarlos. Esto contrasta con la elevadísima participación electoral el 14 de marzo de 2004, cuando la mayoría de trabajadores y pueblos de toda España votaron por el Partido Socialista y por Zapatero para acabar con Aznar, para que volviesen las tropas, para anular todas las contrarreformas sociales que Aznar había impuesto y para hacer posible una solución democrática de la cuestión vasca y de todas las cuestiones nacionales.

Hay que hacer una constatación: el Gobierno ZP y el tripartito han gobernado tomando una inmensa mayoría de decisiones –salvando la retirada de las tropas y alguna más– contra los intereses de la mayoría electoral que los llevó al poder.

Han preferido seguir los dictados de la Unión Europea, facilitando las deslocalizaciones, los cierres de empresas, profundizando las contrarreformas de las pensiones y el mercado de trabajo –lo que sólo ha provocado más precariedad–, creando un Estatuto Básico del Empleado Público que disgrega y desestabiliza la función pública y a los trabajadores públicos. Todo ello a las órdenes de Bruselas, o sea de los intereses de las grandes empresas.

En la propia Cataluña, el tripartito promovió el llamado Acuerdo para la Competitividad, cuyo resultado ha sido promover las deslocalizaciones. En los últimos diez años sólo en la provincia de Barcelona se han perdido 45.000 empleos industriales y el tripartito, en continuidad con el anterior gobierno de CIU, promovió esta política de desindustrialización (...) Por no hablar de la sanidad y la educación, entregada cada vez más a los banqueros y a la Iglesia.

Si, para la mayoría de los trabajadores de Cataluña y de todo el Estado, el Gobierno de ZP y el tripartito no han gobernado como correspondía a los intereses de los trabajadores. Y, también por su negativa a romper con los privilegios y el poder de las instituciones franquistas, se negaron a resolver la cuestión vasca asegurando la convivencia libre y fraterna entre los pueblos de España, cosa que no sólo esta al alcance de la mano sino que es el deseo mayoritario de los ciudadanos de todos los pueblos de este país.

¿Acaso se puede asegurar la paz en el País Vasco manteniendo la ilegalidad de partidos, sin amnistía, sin resolver el problema de los presos? Todo trabajador consciente, todo demócrata dirá que no, que no es posible. El deseo de la mayoría es que se resuelva esa cuestión, para eso fue votado ZP, y el tripartito tenía la responsabilidad de contribuir a eso.

En contra de estas exigencias de la mayoría, los diferentes estatutos de autonomía, empezando por el de Cataluña, han sido o están siendo reformados para introducir en su articulado la relación directa entre las regiones y la Unión Europea.

Así el nuevo estatuto de Cataluña dice que las instituciones catalanas aplicarán la normativa de Bruselas en todas las cuestiones en que tiene competencias. Poco antes de las elecciones, el mismo Pascual Maragall visitó Bruselas para inaugurar la delegacion diplomática y allí declaro que Cataluña está al servicio de Europa.

Y luego los políticos se preguntan porque ha habido tanta abstención.

La realidad de los resultados

Estas elecciones son las octavas al parlamento de Cataluña desde que en 1980 se erigió de nuevo el Parlament en el marco del estatuto de autonomía de 1979, basado en la Constitución monárquica que niega el derecho de autodeterminación.

Si sumamos el 43% de abstención más el 2% de voto blanco, en estas elecciones de ahora ha habido más rechazo a los partidos representados que en ninguna convocatoria anterior. Y sin embargo querían presentar estas nuevas elecciones como una oportunidad para dar nuevo brío y credibilidad a las instituciones regionales gracias al nuevo Estatuto impuesto tras el referéndum del 18 de junio de 2006.

¿Podemos olvidar que en ese referéndum sólo participó el 45% del electorado y casi un tercio de los votantes se pronunciaron contra el nuevo estatuto? ¿Podemos olvidar que esta “desafección” es la continuidad de la inmensa abstención y voto no, que sumados llegaban al 70%, en el referéndum de la Constitución Europea en febrero de 2005? Y todo ello en contradicción con la masiva participación en marzo del 2004 y la notable participación en noviembre de 2003 cuando el objetivo era claro: echar a Aznar en un caso y a CIU en el otro.

No hay ningún cansancio ni indiferencia en la mayoría, lo que hay es un rechazo a los dirigentes políticos que gobiernan sometidos a Bruselas y la Monarquía, despreciando el mandato de su electores. No hay vuelta de hoja.

Así se entiende que el PSC pierda 241.697 votos, particularmente en las poblaciones obreras que rige como poder municipal, en Cornellá, Sant Boi, Hospitalet, Santa Coloma, Sabadell, Tarrasa, Rubí, en la propia Barcelona, en el Prat. O sea, en el corazón industrial de Cataluña. Los trabajadores del Baix Llobregat y del Vallés han visto cómo los candidatos de la izquierda ignoraban el combate de los trabajadores de Domar, de Nacam contra el cierre de sus empresas.

Pero ERC pierde 130.257 votos. Por más que Carod se haga la víctima (instalado en el limbo de la política, como decía un comentarista), algo tendrán que ver sus opciones políticas. Han aplicado desde el Gobierno las políticas de Bruselas y han proclamado que su máxima aspiración es que Cataluña se convierta en un protectorado de Bruselas como Montenegro. Si Lluís Companys levantara la cabeza…

Y el propio Artur Mas y CIU, que pierden 95.914 votos, no pueden conciliar lo que es inconciliable, defender a machamartillo las exigencias de las multinacionales y responder a la mayoría del electorado popular de este partido.

También el PP pretende ocultar la perdida de 80.020 votos que sin duda pasaron en buena parte a un supuesto nuevo partido que no es más que una reedición de lo más rancio y cutre del españolismo con acentos lerrouxistas (por el nombre de un demagogo de los años 20 y 30) promovido directamente por una fracción del aparato de Estado franquista y su división Brunete mediática (El Mundo, la Cope y La Razón).

Es verdad, la candidatura de Iniciativa por Cataluña-Verdes-Izquierda Unida y Alternativa ha recuperado una miaja del esplendor del antiguo PSUC, particularmente entre las capas medias. Pero el mero análisis sociológico alcanza a constatar lo que un lúcido comentarista fue capaz de decir el 30 de octubre, que Cataluña sufría “un enorme vacío político”: “el vacío más evidente y más grave es de propuesta política… las diferencias entre las opciones políticas parece de detalle y de estilo” (Jordi Borja, El País 30 de octubre).

En efecto, todos estos grandes candidatos parecen salidos del mismo molde, el de la Unión Europea, pasado por el tamiz de la Monarquía. Todos son respetuosos del orden de Bruselas, del poder de las multinacionales, de la conservación de los privilegios de las instituciones franquistas, todos sufren el rechazo de la mayoría que los ve con indiferencia y que por el momento no encuentra cómo expresarse.

Ayudar a abrir una salida politica

La inmensa mayoria que se identifican con el socialismo, con los partidos que dicen defender los intereses de la clase obrera y los intereses nacionales del pueblo de Cataluña, de forma natural se dirigían a ellos, particularmente al PSC, para que dieran respuesta al conjunto de aspiraciones y reivindicaciones frustradas durante estos treinta años, desde la transición pactada tras la muerte de Franco.

Partiendo de este sentimiento profundo, los candidatos del POSI dirigieron una carta abierta a Montilla que decía:

“…hace falta un gobierno que se apoye en la voluntad de cambio de la mayoría para cerrar el camino a la derecha en Barcelona y en Madrid, que se proponga:

- Poner freno al desmantelamiento industrial y el chantaje de las multinacionales. (…)

- Acabar con la privatización de los servicios públicos. (…)

- Levantar unas instituciones catalanas soberanas que estén al servicio de la mayoría (…)

- Establecer relaciones fraternales con los demás pueblos del estado español basadas en la defensa de las libertades y la lucha común contra las políticas destructivas de la Comisión de Bruselas.”

En efecto, la soberanía de Cataluña no tiene nada que ver con gestionar las 4/5 partes del presupuesto que antes competía al Estado, si se trata de gestionarlo aplicando la ley de hierro del tratado de Maastricht y del Pacto de Estabilidad. Soberanía no es el traslado de competencias, es la posibilidad de decidir con plena independencia, en función de los intereses de los trabajadores y el pueblo de Cataluña y de todos los pueblos del Estado español y no gestionar lo decidido en Bruselas por las multinacionales. Esto es “subsidiariedad”, una fórmula feudal preservada por el Vaticano. Soberanía exige romper con Bruselas, romper con la Monarquía, en Barcelona y en Madrid.

Ninguna medida puede tomarse favorable a los intereses de la mayoría sin emanciparse del dictado de Bruselas y la Monarquía. Los trabajadores de decenas de empresas amenazadas de cierre se han dirigido a los gobernantes para que salven las fábricas y los puestos de trabajo, como los de UH, o los de Braun, y últimamente Domar, Nacam, Eaton, como Autotex en Asturias, o Reckitt en Valmaseda. Como los doscientos jóvenes amenazados de despido en CASA a causa del desastre de Airbus provocado por la Unión Europea. Pero los gobiernos sometidos a Bruselas no pueden mover ni un dedo para defender esas fábricas. ¿De dónde ha venido el conflicto del Prat? De que Bruselas decidió privatizar Iberia, rifar los aeropuertos entre especuladores. La huelga de los de Iberia, al defender sus puestos de trabajo, reclamaba a los gobernantes que defiendan el servicio público. Para responder a las exigencias de los trabajadores, y del país, que nacionalicen si es necesario para salvar el tejido y los empleos. Pero eso choca con la Ley de Hierro de Bruselas que impone la supuesta “libre competencia”

Pero ¿hay otra salida, favorable a la mayoria? ¿Otra salida que asegure el pan, el trabajo, los derechos y la libertad?

El POSI, con otros compañeros, participa y promueve un manifiesto por la Unión de Repúblicas Libres del Estado español y un Encuentro de Trabajadores y Jóvenes por la democracia, por la República, el 20 de enero próximo, para agrupar la fuerza de todos los militantes que quieren combatir por liberar a las organizaciones del sometimiento a las exigencias de las instituciones de la Unión Europea y de la Monarquía.

Porque República no es cambiar un rey por un presidente. Para los trabajadores y los pueblos, República significa barrer el aparato franquista, la Monarquía, su corte, sus oropeles y su corrupción. Barrer el poder judicial, acabar con los privilegios de la gran banca y sus fabulosas ganancias especulativas, con el chollo de las inmobiliarias que ahogan a millones de familias obreras y a la juventud.

República es separación de la Iglesia y el Estado. La religión en las iglesias, la instrucción en las escuelas. República es recuperar todas las conquistas del Estatuto de los Trabajadores eliminadas por las reformas laborales, dictadas por la Unión Europea e impuestas por los sucesivos gobiernos. República es reconocer la autonomía de los sindicatos, todas sus atribuciones para defender a los trabajadores. República es libertad y democracia. República es reconocer plenos derechos a la clase obrera y los pueblos.

Esta es la perspectiva por la que combate el POSI y desde ella nos dirigimos a todos los partidos que hablan en nombre de los trabajadores para decirles: defender los intereses de la mayoria exige acabar con los dictados de Bruselas y los privilegios de la Monarquía. Apoyaremos cualquier paso por ese camino aunque sea parcial.