Hemos estado, todo el mundo lo sabe ya, en campaña electoral. Hemos oído ofertas variadas, copiadas, novedosas, arcaicas, inauditas, imposibles, absurdas; métodos de penetración agresivos, afectuosos, evanescentes…
Hasta aquí, nada que no hayamos visto antes, en campañas anteriores; aunque, en mi caso, siempre desde fuera, salvo en las últimas municipales.
Ahora, por vez primera en mi combativa vida, tengo plena conciencia de ciertos abusos encuadrables bajo el global título de “Todo vale en campaña”.
Veamos algunos excesos, a mi entender, imperdonables.
1.- Conozco de cerca, por razones de simpatía personal, profesional o política, -fui votante del PSUC hasta que empezó a diluirse en las opciones variadas y confusas que han acabado por darle una entidad de alfabeto, icv-euia, a algunos candidatos de esa opción; sé que, por razones obvias, la mayoría son ateos o agnósticos y un pelín anticlericales. Pues bien, he leído que una de sus propuestas es ceder el edificio del Banco de España para la creación de una mezquita; con ello, dicen, pretenden sacar a la luz una islamofobia que, al parecer, todos los demás padecen salvo, claro está, ellos. Con esa propuesta arriesgada, sin más finalidad, creo yo, que la de captar los posibles votos de los islamistas con ese derecho, al menos en nuestro país, y su unión a los verdes nos acercan a su verdadera faz, la del puro oportunismo electoral. No importa el absurdo ni la negación de sus principios básicos de laicismo; tampoco, que no se les conozcan propuestas firmes y oposiciones frontales a la destrucción de la naturaleza en ayuntamientos e instituciones donde, al menos, han tenido voz - salvo, claro está, si el calentamiento global es achacable a su monstruo preferido, EEUU-. Supongo que cuentan con el aplauso de buenistas e ignorantes que son muchos después de tantos años de LOGSE, LOCE o lo que quiera que se llame a la falta de instrucción generalizada. ¡Qué evolución, señores! Desde el menosprecio de la religión de nuestros mayores, de la mayoría de sus votantes de los barrios, -siquiera sea folklóricamente- de nuestra cultura y hasta de nuestra incultura, hasta el enaltecimiento de una religión que nos conecta con el medievo: bonito viaje hacia ninguna parte.
2.- Conozco, también por las mismas razones que en el caso anterior, a gran parte de los candidatos del PSC-PSOE, a quienes no por casualidad comencé a votar cuando me alejé de los otros, por mor del voto útil y porque llevo la tira de años, tengo 61, en todos los fregados reivindicativos antifranquistas de esta ciudad, desde grupos feministas, asociaciones de vecinos, desde su universidad en la que estudié …; y me parece sencillamente obsceno que un partido socialista invierta tantos medios económicos para entronizar a un señor que debiera prepararse, ni más ni menos, para servir a la sociedad y no para auparse sobre ella. No sé cómo podrá adaptarse, cuando pase todo este desfile de vanidades que a su gloria se han montado, al contacto con la realidad de la calle y con los problemas diarios de las personas, sean éstas socialistas o no; pero, no sé por qué, imagino que los nuevos señores feudales, con su excedente de pendones con su efigie, no van a palpitar mucho con la realidad de sus bases de votantes, que aún son fieles a la fe política de sus mayores.
3.- En el caso de los dirigentes de CiU, nada me une ni me ha unido jamás a ellos, salvo una querencia política con el padre del, aún, alcalde de la ciudad, cuando éste, que militaba, creo, en el PSUC, sufrió una agresión, en plena Rambla, a manos de los grises en aquellas manifestaciones en las que unos pocos ilusos, charnegos los más, reclamábamos respeto para el catalán en las escuelas además de aprenderlo con orgullo; pero, me parece escandaloso que quienes han promovido, como nadie, el ninguneo a lo español que hay en la sociedad catalana, se vayan a los barrios con la indignidad de las meriendas para viejitos como en su día hiciera el ministro de Franco Girón de Velasco; es decir, me escandaliza -”tanto nadar para quedarse en la orilla”-, que diría mi sabia madre, ese insulto a la dignidad de la gente a la que han estado ignorando o directamente insultando durante tantos años, no sólo desde el gobierno local, sino desde todas las instituciones del que dicen es su territorio: Cataluña.
4.- A los dirigentes del PP me une su aparente defensa de mi lengua familiar, el castellano y algún conocimiento personal con personas concretas, excelentes personas concretas, votantes habituales del PP ( no en vano ésta es una ciudad chiquita donde es fácil conocer a casi todos); pero, me parece obsceno que ya ignoren o minimicen la visita al “notari” del otro, porque están intuyendo que necesitarán dar pasos cortos, o no, hacia la coalición con CiU, el principal artífice de nuestro actual abandono como comunidad que sigue reivindicando la suma lingüística y la normalización del uso del castellano por parte de las instituciones locales. También andan repartiendo chocolates del loro a quienes han olvidado su hambre y sed de justicia, quizá porque les pilla un poco mayores para volver a reivindicar lo que tendría que habérseles dado por añadidura.
5.- Y, qué decir del señor de los Rios, que debe ser Ríos porque procede de El Rincón de Ademuz, que se permite ironizar con la catalanidad de nuestro candidato, Jaime Climent, porque, según él, no sabe si es Jaime o Jaume. También me parece obscena esa actitud en quien ignora que los catalanes “de debò” que hemos conocido, se nombran indistintamente a sí mismos con su nombre de pila en catalán o castellano, según que su interlocutor sea lo uno o lo otro, con un respeto bien entendido que no ve servilismo ni dejación donde no hay sino acercamiento al otro, para, incluso, mejor hacerlo tuyo.
De los demás partidos y sus figuras más o menos emergentes, prefiero no hablar porque, qué podría decir de una señora que estuvo en un PP que dicidió remodelarse sin ella, y se ha montado un grupo, a su mayor honra y gloria con hombres anuncio y chocolatadas callejeras; o de otra que se apunta a defender los barrios, “con un par”, de no sé qué; pero, muy bien financiada pues que se aparece desde cada farola de barrio, con lo que esos pendones cuestan.
¿Estamos “Ciutadans, partit de la ciutadania” por encima del bien y del mal? Sin duda, no. Pero, quiero que se sepa que ni somos falangistas, como algunos propagan, ni fascistas, como otros -quizá los mismos- nos adjetivan sino personas hartas de asentir en democracia cuando no lo hicimos en dictadura, los mayores del grupo; también estamos ahítos de que atenten contra nuestra capacidad para razonar a partir de lo que llevamos varios años viendo que sucede ante nuestros asombrados y abochornados ojos.
Y hemos criticado “hazañas urbanísticas” del consistorio saliente y hemos hecho propuestas que otros han hecho suyas. “Bien está, si bien parece”: que al fin hemos salido a la palestra política con espíritu espoleador de las conciencias y los usos públicos.
Ahora, el pueblo soberano tiene la palabra.
Mª Jesús González