Actualizado: 20 de mayo de 2011
¡Hay fuerzas para salvar a los trabajadores y al país!
El sábado 14 recorría Barcelona una gran manifestación contra los recortes de gasto en los servicios públicos propuestos por el gobierno catalán, continuando el estallido de indignación de masas de otra concentración celebrada el 14 de abril. Hasta el periódico Avui, muy afín al gobierno Mas, tenía que hablar en primera página de “multitudinaria manifestación”. Como siempre que una protesta surge de las entrañas de la clase trabajadora, abundaba la gente que no suele salir a manifestarse, familias enteras. Aunque el factor distintivo eran las numerosas pancartas de tal instituto –con las camisetas amarillas “por una escuela pública de calidad”– o los colectivos de sanitarios (“Artur Mas, ¿a qué mutua vas?”) o reivindicando un hospital. Estamos ante un levantamiento de los trabajadores y del pueblo de Cataluña que busca imponer un cambio de rumbo contra todo lo que representan los gobiernos de Zapatero y de Mas. Doscientas nueve entidades habían suscrito la convocatoria.
Las movilizaciones de Cataluña prefiguran la situación a que habrán de enfrentarse los trabajadores de todo el Estado tras el 22 de mayo, cuando se destapen en Ayuntamientos y Autonomías los recortes sociales que exige la aplicación del Plan de Ajuste impuesto por Bruselas en nombre de los “mercados”, es decir, de las multinacionales y los especuladores que dominan esos mercados.
La clase obrera y sus organizaciones tienen fuerza para movilizar…
Las confederaciones de UGT y CCOO de Cataluña eran las promotoras de la iniciativa, pero en la manifestación, la fuerza de CCOO y UGT no se hacía muy visible. Los compañeros de Información Obrera y del Movimiento por el Socialismo que difundían su llamamiento encontraron a más de un compañero que preguntaba por su sindicato: no había banderas rojas de UGT, sólo unas pocas cuatribarradas con el logotipo en un recuadro blanco. Sí se veía cierto número de las habituales banderas de CCOO, algunas pancartas de ambos sindicatos, pero en vano se podía buscar la gran fuerza organizada, con su servicio de orden, garantía de que la reivindicación contra los recortes tenía un firme soporte. Incluso a mitad del recorrido CCOO y UGT decidieron retirar sus emblemas más visibles, las grandes pancartas verticales con las siglas.
Este contraste entre el impulso que viene de abajo y la disposición de arriba refleja la contradicción política de la movilización emprendida contra el recorte de presupuestos sociales. El manifiesto leído señalaba: “todos los gobernantes hablan de ajustes presupuestarios, recortes sociales y fondos de rescate […] todas las medidas impulsadas por la Unión Europea van dirigidas exclusivamente a garantizar la remuneración de los mercados financieros y bancarios, y a desmantelar el modelo social europeo”. Lo cual señala el papel destructivo de la UE pero da a entender que se puede combinar el apoyo (no exclusivo) a los banqueros con la defensa de los servicios públicos.
… pero hay que tener voluntad de hacerla valer
Recogiendo el sentir de la mayoría trabajadora dice que “no podemos aceptar ni aceptaremos la inevitabilidad de las medidas que quieren imponernos […] La salida de la crisis no puede hacerse a costa de los servicios públicos […] No toleramos los recortes de la enseñanza pública […] Exigimos que se mantenga el sistema de salud público, universal y de calidad”.
En cambio, rechaza “un recorte indiscriminado del gasto”. La negociación que los dirigentes de CCOO y UGT reclaman ¿sería entonces para establecer unos buenos recortes? ¿En qué quedamos? “Una salida social de la crisis es posible. Una sociedad democrática es capaz de repartir sus costes en términos de justicia, equidad y solvencia”. Esta formulación se acerca a dos lamentables pancartas que iban hacia el final de la manifestación: los curas de la “pastoral obrera” reclamaban “menos recortes” y “repartir entre todos y para todos”. Tras ellos, los dirigentes de ERC, acoplados ahora a gente como Laporta que votan a favor de los recortes, blandían el “déficit fiscal” como justificación de los recortes, como si el sistema autonómico que ellos han impulsado sirviese para otra cosa que para recortar y desmantelar los servicios públicos.
“Repartir los costes de la crisis con equidad y solvencia” permite justificar todos los recortes que puedan venir. La “solvencia” significa que el gobierno Zapatero, las autonomías y todas las administraciones sacrifiquen nuestros derechos para contentar a los “mercados”. Bomberos barceloneses desfilaban rechazando los recortes del alcalde –y candidato del PSOE– Hereu. En cuanto a la “equidad”... cuando se han regalado a los banqueros cientos de miles de millones de euros, dos millones y medio de puestos de trabajo, buena parte de los servicios públicos, de las pensiones... ¿todavía tenemos que estar dispuestos a sacrificarnos para “repartir los costes de la crisis”?
Una política que ha expulsado a la juventud de las organizaciones obreras
Un par de días antes de que esas decenas de miles se manifestaran en Barcelona, los órganos de dirección de UGT y CCOO daban carta blanca a los dirigentes para firmar un acuerdo que reforma la negociación colectiva en función de los intereses de las empresas. En esas reuniones, los dirigentes justificaban este nuevo recorte de derechos escudándose en “la crisis” y “la correlación de fuerzas”.
Pero está la manifestación de Barcelona, a la que va a seguir la resistencia de los trabajadores y jóvenes cuando el 23 de mayo todas las administraciones se pongan a multiplicar los recortes.
Por otra parte el día 15, en todo el Estado, decenas de miles de jóvenes acudían a una convocatoria que en medio de objetivos confusos se rebelaba contra la banca, el capital y los políticos.
Quienes organizaban las manifestaciones del 15 se cuidaron muy mucho de hacerlo al margen y contra las organizaciones de los trabajadores. En el caso de Cataluña, se negaron a participar en la manifestación del 14 contra los recortes, alegando que era una movilización “institucional”. Como si a los jóvenes la destrucción de la enseñanza pública (y de la sanidad) no les afectara ni interesara
Los jóvenes que se manifestaron el 15 rechazan en buena medida a los dirigentes de UGT y CCOO, del PSOE, que han aplicado, pactado y consentido los recortes, que han traicionado la huelga general en cuyos piquetes y manifestaciones los jóvenes tuvieron un papel destacado, cuya política expulsa a los jóvenes del sindicato. Todos los acuerdos firmados no son solo un ataque a los trabajadores; significan decir que no hay ningun futuro para la juventud.
La responsable de Juventud de CCOO decía en el Consejo Confederal de esa organización que “los jóvenes se movilizan, y no es con nosotros. La mayoría de la juventud no está en nuestra órbita”. Sólo 75.000 de los 1.120.000 afiliados a CCOO tienen menos de 30 años, y el 50% de la afiliación que ha perdido CCOO en el último año es de menores de 30. La situación de UGT no es distinta. Los que convocaban las manifestaciones del 15 han utilizado ese rechazo para oponer la movilización de la juventud a las organizaciones obreras. Pero la juventud no puede ganar sus reivindicaciones si no es en alianza con la clase obrera y sus organizaciones. Como en Túnez, como en Egipto.
¿Y ahora?
El manifiesto repartido en la manifestación de Barcelona terminaba llamando a la sociedad a rebelarse y anunciando que “seguiremos movilizándonos” ¿hasta que la gente se canse? Los secretarios nacionales de CCOO y UGT reclaman negociar con Mas. Éste anuncia que “hará los deberes que le tocan”, y espera al día 23 para concretar su plan de recortes. Gallego y Álvarez no han tomado la palabra para anunciar a los manifestantes que no aceptan ningún recorte y van a ir hasta el final. Toxo y Méndez, ocupados en llegar a acuerdos con Zapatero, vuelven la espalda a esta movilización de los trabajadores en Cataluña. Como dejaron aislados a los trabajadores públicos de Murcia.
La clase trabajadora tiene fuerza para cambiar las cosas. Y tiene organizaciones que pueden canalizar y organizar la movilización, uniendo a ella a los jóvenes, como pasó el 29 de septiembre. Lo único que falta es la voluntad de los dirigentes de ponerse al frente y llegar hasta el final. Y esa falta de voluntad no viene del cielo. Es el resultado de su sumisión a las políticas de diálogo social que impone la mal llamada Confederación Europea de Sindicatos, de su sumisión a la construcción europea basada en los intereses de las multinacionales y los especuladores. Se trata de una cuestión política.
La necesaria unidad de la lucha de la juventud con la de los trabajadores sólo es posible si se soluciona el vacío total de una representacion genuina de la clase obrera que plantee la alianza con la juventud.
Por eso, hoy, más que nunca, hay que agrupar fuerzas para luchar por otra política. De ahí la importancia del llamamiento de 100 responsables a un encuentro estatal de delegados de trabajadores para levantar un movimiento político en defensa de los derechos de trabajadores y pueblos, por una política verdaderamente socialista. Y la convocatoria para el 2 de julio de una reunión en la que se constituya el comité organizador de tal Encuentro.
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