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La IV Internacional hace un llamamiento para suscribir un "Fondo Revolución Tunecina"

70 aniversario del asesinato de León Trotsky

El pasado 25 de septiembre se celebró en Getafe un acto debate con la presencia de Jean-Jacques Marie, historiador, autor de una biografía de León Trotsky, y militante de la IV Internacional.

En el video anexo podéis ver la intervención íntegra de este historiador, en la que resaltó la actualidad del combate de Trotsky y de la IV Internacional, ante la crisis aguda del capitalismo.

También, el último número publicado de La Verdad está dedicado íntegramente a la figura de León Trotsky.

Aquí puedes ver el sumario y descargar la presentación


 Actualizado: 7 de junio de 2011 

La 100ª Conferencia de la OIT pone sobre la mesa un dilema:
¿Deben los sindicatos convertirse en agentes de la Mundialización?


Del 1 al 17 de junio se reúne en Ginebra la 100ª sesión de la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT (organización tripartita que reúne a gobiernos, patronos y sindicatos).

Esta 100ª sesión se desarrolla cuando en todas partes los “planes de ajuste” golpean con enorme dureza a los trabajadores y los pueblos de todo el mundo. El propio presidente de la OIT, Juan Somavia, explicaba el pasado 17 de febrero que “hoy el mundo del trabajo está devastado. Más de 200 millones de personas en todo el mundo han perdido su empleo, incluyendo 80 millones de jóvenes, cifras que alcanzan niveles históricos. Sin contar el número de trabajadores en situación de empleo vulnerable –1500 millones– y los 630 millones de trabajadores pobres que viven, junto con sus familias, con 1,25 dólares o menos al día. Al mismo tiempo, las desigualdades sociales crecen. La crisis ha reducido a la mitad el aumento de los salarios, ha reducido la movilidad social por el trabajo, y confinado a cada vez más personas en empleos mal remunerados. Las disparidades de rentas se acentúan en muchos países. Los jóvenes se ven confrontados cada vez con más frecuencia a la probabilidad de no encontrar jamás un empleo decente. La perspectiva de una generación perdida amenaza...”. Palabras sin duda justas. ¿Pero a dónde llevan al Sr. Somavia?


La declaración de Oslo

En septiembre de 2010, tras una reunión conjunta, la OIT y el FMI hicieron pública una declaración común. En ella, las dos instituciones se ponían de acuerdo sobre “el papel central de un diálogo social fecundo para lograr un consenso necesario para acometer el delicado reto del ajuste que generó la crisis”, y se comprometieron “a proseguir y profundizar en su colaboración con el G-20 y su proceso de evaluación mutua encaminado a mantener un crecimiento mundial riguroso, duradero y equilibrado”. Según el boletín electrónico del FMI, ambas instituciones se han reunido de nuevo en Viena en marzo junto con los dirigentes de la CSI, la CES y algunos sindicatos nacionales para insistir en el reforzamiento de la cooperación de amabas instituciones internacionales en los 6 meses transcurridos desde Oslo.

Como puede verse, en el centro de esa orientación está el papel central del diálogo social para acometer el delicado reto del ajuste. Pero ni a los trabajadores griegos, ni a los portugueses, ni a los del estado español, ni a los del resto de Europa les parecen nada “delicados” los planes de ajuste que, como dice João Marcelino, director del luso Diário de Noticias, traerá “un ajuste dramático de los ingresos anuales de todas las familias, por la subida de impuestos, las deducciones, las actualizaciones de los salarios, las prestaciones sociales perdidas, la subida de los transportes...”, a las que hay que añadir la rebaja de las pensiones, las privatizaciones, los despidos de empleados públicos... Lo que parece delicado al FMI y a Somavia es, en efecto, dramático para los trabajadores y los afiliados de los sindicatos.

Y sin embargo, la línea que impulsan Somavia y los dirigentes de la CSI y la CES pretende llevar a los sindicatos a colaborar en los planes de ajuste. Línea que se traduce en la firma de acuerdos como el ASE, en cuyo preámbulo se decía que es imprescindible “la colaboración de todos para mejorar la capacidad de crecimiento y recuperar la credibilidad de los inversores nacionales e internacionales”. Línea en la que se insistía en el texto de propuesta de acuerdo sobre reforma de la negociación colectiva que los dirigentes de UGT y CCOO presentaron a la patronal el 30 de mayo, donde se decía que “en el difícil contexto actual, donde el cumplimiento del plan de saneamiento de las cuentas públicas limita los márgenes de política fiscal, la mejora y profundización del sistema de negociación colectiva de nuestro país se convierte en un instrumento capaz de dinamizar la economía y el empleo”, es decir, se partía de nuevo de la necesidad de recortar el derecho a la negociación colectiva para cumplir el “saneamiento” de las cuentas públicas que impone Bruselas.


¿Emancipación del trabajo o doctrina social de la Iglesia?

Las confederaciones sindicales obreras se fundaron con el objetivo de luchar por la emancipación de la clase trabajadora, como puede comprobar cualquiera que aún hoy día lea las declaraciones de principios de UGT o de CCOO. Frente a ellas, la Iglesia Católica elaboró su famosa “doctrina social”, que negaba la existencia de todo antagonismo entre capital y trabajo y llamaba a la cooperación de obreros y patronos por el bien común. Cualquiera puede ver que lo que nos proponen Somavia, los dirigentes de la CSI o los de la CES está más cerca de Pío IX que de la I Internacional. No es casualidad que en la fundación de la CSI hayan confluido los sindicatos obreros tradicionales con los de origen cristiano.

No es una cuestión ideológica. La clase trabajadora vive de vender su fuerza de trabajo, y la clase capitalista, de apropiarse la plusvalía generada por el trabajo de los obreros. La lucha de clases se basa en esa situación objetiva, por mucho que pretendan negarla los que proclaman que “el trabajo no debe ser una mercancía” (El mismo Somavia acaba de repetirlo). La cuestión es si la mercancía trabajo debe ser pagada al precio del caviar o a precio de saldo. Y aquí hay que citar al Sr. Trichet, gobernador del Banco Central Europeo, que afirma que actualmente “el mayor error sería aumentar los salarios”

Esa cuestión “teórica” se traduce en hechos concretos. La 100ª Conferencia de la OIT tenía en su agenda el debate sobre “Seguridad social para la justicia social y una globalización equitativa”. En ese punto, un dirigente de un sindicato belga de origen cristiano ha presentado una propuesta “consensuada con los representantes de los patronos”: reducir los requisitos “demasiado exigentes” del convenio 102 de la OIT sobre protección social, para sustituirlo por una “protección social mínima universal”. Al mismo tiempo, el secretario general de la UGT de Argelia, Sidi Said, era destituido como miembro de la Oficina Internacional del Trabajo, cuando la UGTA lleva a cabo una intensa campaña por subidas salariales y contra las privatizaciones, sin aceptar las exigencias del FMI.


Más que nunca, defender la independencia de los sindicatos

Como dice la declaración final distribuida en el encuentro celebrado en Ginebra por iniciativa del Acuerdo Internacional de los Trabajadores y de los Pueblos, este fin de semana, y en el que han participado delegados que asistían a la Conferencia de la OIT, “En todo el mundo se ordena a las organizaciones sindicales que se integren en la 'buena gobernabilidad', y que renuncien a su naturaleza: la defensa de los intereses particulares de la clase obrera (...) la libertad sindical, la existencia de organizaciones independientes de los trabajadores y el derecho a la negociación colectiva son las condiciones indispensables para defender y garantizar los derechos adquiridos en duros combates y que están hoy en el punto de mira de los gobiernos, los patronos y las organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.)”.