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Viernes, 12 de Noviembre de 2010
 


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70 aniversario del asesinato de León Trotsky

El pasado 25 de septiembre se celebró en Getafe un acto debate con la presencia de Jean-Jacques Marie, historiador, autor de una biografía de León Trotsky, y militante de la IV Internacional.

En el video anexo podéis ver la intervención íntegra de este historiador, en la que resaltó la actualidad del combate de Trotsky y de la IV Internacional, ante la crisis aguda del capitalismo.

También, el último número publicado de La Verdad está dedicado íntegramente a la figura de León Trotsky.

Aquí puedes ver el sumario y descargar la presentación


 Actualizado: 2 de noviembre de 2010 

Los días 27, 28 y 29 de noviembre,
se celebrará en Argel la Conferencia Mundial Abierta
contra la guerra y la explotación


La Conferencia Mundial de Argel ha sido convocada conjuntamente por el Acuerdo Internacional de los Trabajadores y de los Pueblos y el Comité de organización argelino que incluye a Luisa Hanune, Secretaria General del Partido de los Trabajadores de Argelia, Sidi Said, Secretario General de la central sindical UGTA.

El Acuerdo Internacional de los Trabajadores y de los Pueblos se fundó en una conferencia mundial que se celebró en Barcelona en enero de 1991 con delegaciones venidas de 56 países. La constitución de este Acuerdo Internacional de los Trabajadores y de los Pueblos tuvo lugar inspirándose en los métodos de la Primera Internacional, la Asociación Internacional de los Trabajadores, fundada en 1864 en Londres, y en la que participaban todas las corrientes del movimiento obrero.

La conferencia se realizó en visperas de la primera guerra contra Irak, el Acuerdo se constituyo en torno a un manifiesto contra la guerra y la explotación.


La actualidad del combate contra la guerra y la explotación

La lucha contra la guerra y la explotación no puede ser más actual. El régimen basado en la propiedad privada de los medios de producción sólo puede mantenerse recortando todos los derechos, multiplicando las guerras, ya sea en sus variantes “étnicas” o por medio de la intervención militar directa, como en Irak y Afganistán. El creciente dominio de los gastos militares, de la industria militar dentro del presupuesto de la mayor nación imperialista, los Estados Unidos, es una muestra de esta situación. Como lo es la imposición a las demás potencias imperialistas de que participen en las guerras del imperio, como en Afganistán. Guerras que la ONU disfraza de “intervenciones humanitarias” o de “lucha contra el terrorismo”.

Ahora bien, este combate contra la guerra, contra la explotación, que toma formas diversas en los distintos países, que se expresa como luchas contra las privatizaciones, por las renacionalizaciones, por la defensa o el retorno de la propiedad social, plantea dos importantes cuestiones: la soberanía de las naciones y la independencia del movimiento obrero.

El poder sin límites que quieren imponer las multinacionales, las liberalizaciones y el “libre comercio”, basado en la “competencia no falseada” exige que las necesidades del capital financiero se coloquen por encima de cualquier asomo de soberanía. En ocasiones, de manera directa, cuando guerras y privatizaciones se combinan con saqueo y ocupación militar.

Pero la cuestión de la soberanía de las naciones y de su independencia no se plantea sólo en los continentes y países saqueados por las grandes potencias imperialistas. Comienza a plantearse en todos los países. Hoy día, y hasta en el corazón de la “Vieja Europa”, las instituciones internacionales del capitalismo, como la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, no solamente ponen a punto los planes de privatización, destrucción, desregulación que, por cuenta de la clase capitalista, golpean a los trabajadores y a los pueblos del mundo entero, sino que se dotan de mecanismos para imponerlos por encima de toda ficción de soberanía nacional.


La independencia del movimiento obrero, la cuestión central

Para imponer esos planes, esos “organismos internacionales” del capital colocan en el centro de su política la voluntad de integrar a las organizaciones de los trabajadores. Cuentan para ello con la extrecha colaboración de la llamada Internacional Socialista, convertida en una mera institución de la “mundialización”, así como el apoyo creciente, a veces “crítico”, de los partidos resultantes del estallido del aparato estalinista internacional, tras la desaparición de la URSS. Y buscan, en primer lugar a las organizaciones sindicales, en los mecanismos de los planes contra la clase obrera y de transformar finalmente a las organizaciones sindicales, herramientas de defensa de la clase obrera, en herramientas de puesta en entredicho del conjunto de sus conquistas. Es la política de “diálogo social” en sus diversas formas. Política que está en el centro de organizaciones como la CES o la nueva Confederación Sindical Internacional, en cuyo reciente congreso los invitados de honor eran ni más ni menos que el Director General del FMI, Dominique Strauss-Kahn (presentado como un “amigo de los trabajadores”), Pascal Lamy, de la OMC, un director del Foro Económico de Davos (que reúne a las multinacionales que controlan la economía mundial y a los gobiernos).

Ese mismo congreso se abrió con un invitado especial. Para estupefacción de muchos delegados, Georges Papandreu, Primer Ministro de Grecia (y Presidente de la Internacional Socialista) se dirigió al congreso por vídeo desde Bruselas. Presentado por la tribuna que dirigía los trabajos del congreso como “un viejo amigo de los trabajadores”, Papandreu explicó que estaba obligado, porque “la derecha condujo a Grecia a la quiebra”, a aplicar los brutales recortes sociales contra los que se ha levantado la clase obrera griega en 6 huelgas generales. Esta cuestión de la independencia de las organizaciones sindicales, de la resistencia a todas las trampas de la integración se plantea en muchas contribuciones a la conferencia.

La declaración de la Conferencia Obrera Europea de Berlín (junio de 2010) plantea igualmente el problema de la actitud de los dirigentes de las confederaciones sindicales de los distintos países de Europa que, en numerosos casos, lejos de realizar una “condena clara y neta de estos planes”, lejos de hacer un “llamamiento a la acción inmediata para deshacer estos planes”, optan, contrariamente por oponer “supuestas acciones coordinadas a escala europea, en el marco de una CES que reivindica revisar, y en caso necesario ajustar, la concepción del trabajo, los sistemas de protección del empleo (…) y, para garantizar el éxito de los mecanismos de esta nueva gobernanza, asociar de manera más estrecha los interlocutores sociales a todos los niveles a la concepción y al seguimiento de las estrategias de reforma nacionales y europeas”.

Para los militantes obreros se plantea una pregunta vital: el movimiento obrero —y singularmente las organizaciones sindicales— ¿pueden renunciar a las reivindicaciones que han recibido el mandato de defender, para preservar su relaciones con los representantes gubernamentales?


Frente a la corporativista gobernanza

El capital y los dirigentes de la CSI y la CES lo tienen claro: el papel de las organizaciones sindicales no debe ser ya la defensa de los intereses específicos de los trabajadores, sino la cooperación con los gobiernos en la aplicación de las políticas dictadas por el capital. Como mucho, para suavizar algunos recortes. Es la llamada gobernanza, versión actualizada de la doctrina social de la Iglesia, el corporativismo basado en la integración de los sindicatos en el estado burgués.

La cuestión del combate por la independencia del movimiento obrero es, pues, uno de los temas centrales que deberán discutirse en la Conferencia de Argel.


Los boletines de preparación de la Conferencia
pueden descargarse en la Web de Información Obrera