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Miercoles, 15 de Noviembre de 2006
 
Este lunes, día 13 de noviembre, delegaciones de sindicalistas han sido recibidos por el Embajador de México en Madrid y por el Cónsul honorario de ese país en Bilbao, dentro de la Jornada Internacional de apoyo a la Convención Nacional Democrática y en defensa de Oaxaca.

Enviad mensajes exigiendo la destitución del gobernador de Oaxaca y el fin de la represión:
  • Vicente Fox Quesada, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
  • Carlos Abascal, Secretario de Gobernación


  • Enviad copia a Fernando Mendoza Pérez, coordinador internacional del sindicato de profesores - sección 22 del SNTE-CNTE y a la dirección de nuestra Web para poder informar de los correos enviados

    Actualizado: 13 de noviembre de 2006

    Ver la nota: Los jueces, contra la paz en el País Vasco


    Acerca de la derrota de Bush


    Las recientes elecciones legislativas de los Estados Unidos han supuesto una grave derrota para la política de Bush, que se ve privado de mayoría en las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos (Senado y Cámara de Representantes). Más que una victoria del Partido Demócrata, todos los comentaristas coinciden en que se trata de una derrota de Bush y su política.

    Así, el senador republicano Lincoln Chaffee, que acaba de perder su escaño por Rhode Island, explica su negativa a aprobar en los pocos meses que le quedan de mandato algunas propuestas que Bush pretende colar antes de que se constituya el nuevo Congreso, que “el pueblo norteamericano se ha pronunciado contra la agenda de la Casa Blanca en muchos frentes”.

    La derrota ha sido muy importante. Los republicanos han perdido 6 escaños en el Senado (los justos para perder la mayoría), 28 asientos en la Cámara de Representantes, un buen número de gobernadores de Estados.

    De lado de los “vencedores”, el senador Schumer, considerado el artífice de la campaña electoral demócrata, declaraba “yo diría que el resultado se debe en un 65% a los errores republicanos, y en un 35% a los aciertos demócratas”.

    Peter Beinart, analista demócrata y director del semanario The New Republic, ha dicho que “los norteamericanos no han dado a los demócratas un mandato para gobernar, sino para frenar a Bush”.

    Simon Rosenberg, analista demócrata, declaraba que “todo tipo de demócrata venció, los del norte, los del sur, los izquierdistas, los conservadores, los moderados, y otros cuya ideología se escapa a cualquier definición”. Todos han ganado. Esta inmensa marea de rechazo a la política de Bush ha dado a los demócratas la victoria en las dos cámaras y en la mayoría de las elecciones a gobernadores. En la última fase de la campaña, los candidatos republicanos, temerosos de que el electorado les echara si los asociaba a Bush, huían como del diablo de la posibilidad de que Bush apareciera en sus actos electorales.

    Ciertamente, el sistema electoral norteamericano ofrece pocas opciones: no existiendo un partido obrero, los electores sólo pueden elegir entre dos opciones muy similares: los dos partidos burgueses, Demócrata y Republicano, con políticas muy similares, lo que algunos llaman los “republócratas”. De ahí la bajísima participación tradicional. Pero, aunque los electores no tengan mucho margen, pueden utilizar las urnas para rechazar una política o echar a un determinado representante. Como hemos visto, hasta los propios demócratas admiten que no es un apoyo a sus candidatos, sino un rechazo a Bush lo que se ha expresado en las urnas.

    Bárbara Probst Solomon, escritora norteamericana, publicaba un artículo en El País en el que explicaba que el rechazo a Bush, que era, como todos los analistas reconocen, un rechazo a la guerra de Iraq, era también un rechazo a otros aspectos de la política de Bush, en particular a la actuación ante la destrucción de Nueva Orleáns por el huracán Katrina, ante la masiva pérdida de empleos en los estados industriales (clave de la derrota republicana en el medio oeste), ante la política de persecución a los inmigrantes…

    Como explica esta escritora, la derrota de Bush es la derrota de la política de guerra, de la guerra de Iraq, pero también de la guerra de las multinacionales contra el pueblo norteamericano y contra su clase trabajadora, autóctona e inmigrante.

    El rechazo a Bush ha sido básicamente el rechazo de los trabajadores, de la juventud, de los oprimidos. La prensa explica que han votado contra Bush el 61 % de los votantes jóvenes (con una participación que aumentó un 4%), el 73 % de los hispanos (que también tuvieron una participación alta en las elecciones), el 89% de los negros, el 56% de las mujeres. Incluso el 52% de los varones blancos (según los analistas, por la situación económica, “que los ha empobrecido con los altos precios de los carburantes y los seguros médicos”). Sólo han apoyado firmemente a Bush los sectores más ultrarreaccionarios de las iglesias “evangélicas”.

    La derrota de Bush no es una cuestión “norteamericana”. Por el contrario, tiene una clara importancia internacional. Es la derrota de los que destruyen Líbano para imponer el “nuevo orden” de las multinacionales del petróleo. Y también la derrota de los que organizan el fraude electoral para imponer en México el candidato de los especuladores, de la privatización de las empresas y servicios públicos, de las multinacionales norteamericanas. En última instancia, es una derrota del imperialismo, y por tanto, también de los demócratas (que representan de hecho los mismos intereses que los republicanos)

    No es casualidad que al día siguiente de las elecciones la Asamblea General de la ONU (¡hasta en ese baluarte del imperialismo pierde!) rechazara el embargo a Cuba en una votación abrumadora: 183 votos a la moción que lo condena, 4 en contra (los propios Estados Unidos, Israel, las Islas Marshall y Palau), y una abstención (Micronesia).



    Los jueces, contra la paz en el País Vasco


    Una tras otra, llueven las resoluciones judiciales que suponen poner palos en la rueda de cualquier paso hacia la paz en el País Vasco. Así, se ordena el procesamiento del secretario general del Partido Socialista de Euskadi, Patxi López, por haberse reunido con representantes de Batasuna. El lehendakari Ibarretxe es igualmente procesado, por haberse reunido el 19 de abril con Arnaldo Otegi y dos representantes de Batasuna. El Tribunal Supremo obliga al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco a procesar a tres miembros de la Mesa del anterior Parlamento Vasco –incluido el propio presidente del Parlamento– por “desobediencia”, por negarse a disolver el grupo parlamentario Socialista Abertzaleak, formado por los parlamentarios de Batasuna. Garzón ordena el registro de todas las Herriko Tabernas del País Vasco.

    A esto se suma la condena de 12 años de prisión contra Iñaki de Juana. Merece la pena detenerse un poco a analizar esa condena. De Juana es condenado por haber publicado hace tiempo dos artículos en el diario Gara como respuesta a la prolongación de su condena por modificar el tribunal los criterios de cómputo de los beneficios penitenciarios. En el primero de esos artículos, titulado “el escudo”, De Juana escribe: “Hace años le escuché a un muy apreciado compañero chillar con fuerza ‘Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria’. Sí, sacadlas, porque otro camino sólo implica más sufrimiento. O el futuro terminará demostrando, sin duda, que os quedasteis sin ellas”. En el segundo, titulado “Gallizo” (por la directora de Instituciones Penitenciarias), tras explicar con nombre y apellidos el pasado y las “hazañas” de varios directores de prisiones, De Juana concluye: “La nueva política penitenciaria del nuevo Gobierno del señor Rodríguez Zapatero consiste en recuperar o promocionar a los personajes de más triste recuerdo para los presos en general y para el Colectivo de presos políticos vascos en particular. O en mantener en su cargo a quienes ya cumplen aquellos requisitos”.

    La Audiencia Nacional ha considerado que esos dos artículos constituyen un delito de “amenazas terroristas”. Y lo justifica así: como según ellos es público y notorio que De Juana es militante de ETA (aunque él lo niegue y el tribunal no se moleste en probarlo), el primer artículo es una amenaza (aunque no se sepa quién es el amenazado) y el segundo, al mencionar nombres y apellidos de los directores de prisiones, los “señala como objetivos” (parece que ETA necesita enterarse por el periódico de quienes son los directores de prisiones, cuyos nombramientos son públicos). A de Juana le caen doce años por publicar dos artículos en la prensa. Y la cuestión de los presos vascos se encona. ¡Qué poco les cuesta a los jueces sabotear cualquier intento de solución democrática!

    ¿Qué hace el Gobierno ante este sabotaje? Lanza veladas críticas a los jueces, pero a la vez da cancha a la reacción aceptando sus postulados (ley de Partidos, mantener las discriminaciones carcelarias). Los dirigentes del PSOE siguen así presos del aparato de Estado franquista, y el “Pacto Antiterrorista” se desvela como un pacto contra el propio partido socialista. Le llueven palos desde el PP, ABC, El Mundo, la COPE, los obispos… Todas las asociaciones judiciales, incluyendo las consideradas “progresistas”, han salido en defensa de las provocaciones judiciales. En un comunicado conjunto, Jueces para la Democracia y la Unión Progresista de Fiscales han rechazado las críticas a estas actuaciones. Lo que demuestra qué “progresismo” cabe dentro del podrido aparato judicial heredado sin depuración alguna de la dictadura y perpetuado desde entonces.