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24/07/2009

Perquè Amèrica no parla català

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Més que no pas l’exclusió de colonitzadors catalans de la conquesta d’Amèrica, mite bastit pel nacionalisme català d’inicis del XX i no desmentit fins dates recents, va ser la cojuntural presència majoritària de castellanoparlants a Amèrica, l’evangelització i, per damunt de tot, els processos d’unificació nacional posteriors a l’emancipació de les colònies, els que van establir el castellà com a llengua hegemònica a Amèrica.

De José María Sevilla Marcos: «El Lulismo en España a la muerte de Cristóbal Colón» (Memòries de l’Acadèmia Mallorquina d’Estudis Genealògics, n.º 18, 2008 , pp. 17-27), citant les conclusions de l’estudi de R. Pinya i Homs: La debatuda exclusió catalano-aragonesa de la conquesta (Barcelona: Generalitat de Catalunya. Comissió Amèrica i Catalunya,1992.):

 

La “debatida exclusión catalano-aragonesa de la conquista de América” ha sido y sigue siendo un tema candente entre las reivindicaciones de Cataluña respecto de Castilla y que dio lugar a un importante trabajo realizado por el Prof. Romà Pinya i Homs, por encargo de la Generalitat de Catalunya en la “Comissió Amèrica i Catalunya, de 1992” .

Los resultados a los que llegó el Prof. Pinya Homs en sus conclusiones fueron que, por una serie de motivos, se tuvo que encargar el reino de Castilla-León de la progresión inicial de la conquista y evangelización de aquellos territorios de ultramar. Estos motivos fueron:

 

1)Predominio atlantista del reino de Castilla, que estaba en proceso de colonización de las Islas Canarias. Argumento esgrimible ante la rivalidad con Portugal, sancionado por el Papa Alejandro VI.

2) Ausencia de atractivo para ambos reinos de la repoblación demográfica hacia los nuevos territorios descubiertos. Fue necesario hacer fuertes concesiones a los colonos para que se establecieran en las Indias, siendo menos atendida esta llamada por los catalanes y aragoneses, ya que padecían un déficit demográfico mayor que en Castilla.

3) Si bien existió la contribución de catalanes y mallorquines a la conquista y evangelización de las Islas Canarias en el siglo XIV, fue Castilla en el siglo siguiente, al disponer de naves más avanzadas, las carabelas, la que se hizo cargo de forma exclusiva de la ocupación y culturización de las mismas.

4) A pesar del importante despliegue de catalanes en el  segundo viaje de Colón, va a resultar discontinua su presencia en el nuevo mundo, debido a dos razones: una, la decepción que produjo la experiencia antillana, y, en segundo lugar, la conquista del reino de Nápoles y de las plazas del norte de África que trajo consigo una importante atracción de los catalanes hacia aquellas tradicionales zonas de interés en su historia.

5) A pesar de existir una cierta “leyenda negra” de algunos cronistas castellanos hacia los catalanes, que tenía por finalidad alimentar el exclusivismo castellano, enalteciendo las hazañas de sus conquistadores, nunca Cataluña quedó excluida de la colonización.

6) La colonización catalana en América se incrementó en la medida que aumentara la presión turca en el Mediterráneo.

7) La “Ordenanza” que, según el cronista Herrera,  “prohíbe que no puedan pasar a las Indias sino los naturales de la Corona de Castilla”, el mismo Herrera reconoce que este exclusivismo nunca fue dirigido a los catalanes. Los “privilegios” castellanos desaparecieron a mediados del siglo XVI por la consideración de “españoles” a todos los que ahora ampara la actual Constitución Española. La consolidación del “estatus de español”, desconocido en los diversos ordenamientos jurídicos hispánicos de origen medieval, aparecerá en 1534 y definitivamente en la Cédula Real de 1564, al considerar como extranjeros en las Indias a los que “han ydo de fuera de estos Reynos de Castilla y de Aragón”.

8) Los “privilegios” castellanos desaparecieron a mediados del siglo XVI por la consideración de “españoles” a todos los que ahora ampara la actual Constitución Española. La consolidación del “estatus de español”, desconocido en los diversos ordenamientos jurídicos hispánicos de origen medieval, aparecerá en 1534 y definitivamente en la Cédula Real de 1564, al considerar como extranjeros en las Indias a los que “han ydo de fuera de estos Reynos de Castilla y de Aragón”.

 

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24/07/2009 11:04 Autor: addendaetcorrigenda. Enlace permanente. Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura. No hay comentarios. Comentar.

19/07/2009

La riquesa de les llengües, 10: variació, dret i criminalística

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Els trets lingüístics que aplega una persona són tan definitoris de la seva idiosincràsia com qualsevol altra característica individual. Per la seva aportació a la definició del perfil d’un subjecte, l’estudi de la variació lingüística s’ha convertit en una eina utilíssima per a la criminalística, fins al punt d’arribar a desenvolupar-se’n una especialitat específica de peritatge lingüístic amb aplicacions forenses: la lingüística forense, una jove disciplina lingüística que, com diu l’equip del Laboratori de Lingüística Forense (ForensicLab) de l’Institut Universitari de Lingüística Aplicada (IULA-Universitat Pompeu Fabra) «inclou tota una sèrie d’àrees de recerca i estudi que tenen a veure amb l’ús de l’evidència lingüística en diferents àmbits», entre els quals destaquem els següents:

    * L’ús d’evidència fonològica, morfològica, sintàctica, discursiva, terminològica per identificar parlants d’una determinada varietat lingüística, estil o registre.

    * L’anàlisi de la imitació en la producció de textos amb finalitats criminals.

    * La determinació/atribució d’autoria, tant de textos orals com escrits, i la detecció de plagi.

Des de fa uns anys, l’Idec de la Universitat Pompeu Fabra convoca un Diploma de postgrau en Lingüística Forense (Peritatge Lingüístic Forense).

Per saber-ne més d’aquest camp d’intersecció entre el dret i la lingüística, podeu llegir a Googe Books el manual introductori Lingüística forense, lengua y derecho. Conceptos, métodos y aplicaciones, d’autoria diversa, editat per la directora d’aquest postgrau i del ForensicLab, la M. Teresa Turell.

Els que busqueu més morbo, al web Criminalística teniu la descripció de diversos casos reals d’aplicació forense de la lingüística.

 

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19/07/2009 12:46 Autor: addendaetcorrigenda. Enlace permanente. Tema: Lengua y cultura/Llengua i cultura. No hay comentarios. Comentar.

08/07/2009

07/07/2009

29/06/2009

La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 5: la versión «indi» del DPD en línea

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Para los lectores veteranos de este blog, la polémica sobre la diferida publicación en línea del Diccionario panhispánico de dudas es ya un clásico. Lo cierto es que, desde su aparición, este «panhispánico nuestro de cada duda», como lo bautizó Ricardo Bada, no ha dejado de darnos de que hablar. Y no sólo a nosotros, por supuesto. Desde la primera reseña, se han sucedido enfoques críticos diversos (1, 2...), que han ido poniendo en solfa diversos aspectos de este diccionario académico. Su deficiente versión en línea no se ha salvado de la quema. Ya al poco de su aparición, José Antonio Millán señalaba:

[...] el sitio como tal merece algunas mejoras; entre otras cuestiones: mantiene siempre la URL o dirección de la portada, lo que a alguien poco versado le puede impedir enlazar directamente a las páginas donde se encuentran los distintos materiales que contiene. Para acceder a la lista de artículos temáticos del DPD, por ejemplo, alguien sin mucho dominio del medio tendría que dar las siguientes instrucciones:

«Vaya a http://www.rae.es/, haga clic en la columna de la izquierda, en “Diccionario panhispánico de dudas”; en la página que aparezca, debajo de la caja de búsquedas, haga clic en la columna de la derecha en “Articulos temáticos”.»

Naturalmente, se puede hacer trampa (mirando en la propiedades de la página con el botón derecho), como yo he hecho para remitir a la lista completa, pero ¿por qué no facilitar las cosas?

La Academia ha dado grandes pasos adelante poniendo en la Web a disposición del público hispanohablante sus materiales (lo que es de estricta justicia en una institución sin ánimo de lucro, que recibe tantos apoyos públicos —por no hablar de los privados— y que se propone difundir instrumentos para mayor bien de nuestra lengua). Sin embargo, le faltan pasos por dar. Por ejemplo: hoy en día es posible hacer directamente búsquedas en el Diccionario panhispánico y en el Diccionario de la RAE, pero ¿por qué no tener además un lemario de ambos en línea? (un lemario es la lista de las palabras o temas que tiene el diccionario). En la consulta del DPD, por ejemplo, se lee la siguiente nota:

«Para obtener resultados, la palabra o tema buscados deben coincidir con el lema de alguno de los artículos contenidos en el diccionario, por lo que se recomienda seguir al máximo las orientaciones para la búsqueda

¿No sería más sencillo tener en línea el lemario que fuera enlazando a cada una de las palabras? Por ejemplo:

a
ab initio
ab intestato
ab ovo

y así sucesivamente, hasta
zum

Y lo mismo para el DRAE...

a
aba
ababol

y así sucesivamente, hasta
zuzo

Supongo que no pasará mucho tiempo sin que algún grupo de esforzados voluntarios amantes de su lengua, de los muchos que pueblan la Web, preste al público hispanohablante el buen servicio de preparar estos lemarios enlazados.

 

Las palabras de Millán han resultado casi proféticas. No sabemos exactamente desde cuándo (aunque muy pronto lo averiguaremos), el hispanista Franz Mayrhofer (y no un esforzado hablante nativo de español, como esperaba Millán), docente del californiano Gavilan College, mantiene entre los recursos en línea de su departamento una versión propia del DPD en línea francamente muy mejorada. Además de restituir partes del pliego de principios de la versión impresa que no figuraban en la versión en línea, ofrece un lemario completo y la posibilidad de realizar búsquedas avanzadas. Un eficiente trabajo de servicio al usuario (particularmente a sus alumnos) que Mayrhofer ha realizado motu proprio y de manera independiente, porque si tenía que aguardar a que lo hicieran las propias Academias, habría tenido que esperar a que las ranas críen pelo.

Eso sí, sigue faltando lo que mayor oprobio debería causar a la RAE y Academias asociadas: la nómina de los autores consultados para el desarrollo teórico de esta obra. Pero es que ni el más esforzado voluntario puede subsanar semejante falta de ética intelectual.

 

Montse Alberte y Silvia Senz

 

 

 

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20/04/2009

Primo de Rivera i la història de la Diada del Llibre i el Día del Idioma Español/Primo de Rivera y la historia del Día del Libro y el Día del Idioma Español

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[Versió en català:]

El 1976, en ple post-franquisme,  Josep M. Ainaud de Lasarte va escriure un opuscle sobre les circumstàncies i el rerefons polític de la institució del Dia del Llibre (fiesta del Libro Español en el seu origen, també declarada en alguns països llatinoamericans —sembla ser que a instàncies acadèmiques— com a Día del Idioma Español). Aquí teniu l’extracte que l’any 1997 en va fer la revista El Temps.

 

[Versión en castellano:]

En 1976, un año después de la muerte del dictador Francisco Franco, Josep Maria Ainaud de Lasarte escribió un opúsculo sobre las ciscunstancias y el trasfondo político de la institución del Día del Libro (fiesta del Libro Español en sus orígenes, también declarada Día del Idioma Español en algunos países latinoamericanos, parece ser que a instancias académicas).

Creemos que merece la pena ofrecer una traducción al castellano del extracto de la obra de Ainaud de Lasarte que la revista El Temps publicó en 1997, para que nuestros lectores hispanohablantes tomen consciencia de sobre qué procesos de represión y sustitución cultural y qué clase de proyectos nacionales —no sólo en España, sino también en la propia América Latina, en alguno de cuyos países se ha puesto en tela de juicio la constitucionalidad del Día del Idioma Español— se construyen los hitos simbólicos del nacionalismo (pan)hispánico:

 

Como nació el Día del Libro

Todas las cosas tienen un creador o al menos un espíritu que las inspira. Y en el caso de la Fiesta del Libro, el animador fue una persona inquieta y entusiasta que muchos de nosotros todavía hemos conocido y tratado en sus últimos años. Hablamos de don Vicent Clavel Andrés, escritor y editor valenciano, amigo y correligionario de Blasco Ibáñez, establecido desde el año 1920 en Barcelona, donde rigió durante mucho tiempo la Editorial Cervantes y donde murió en 1967. Gran enamorado de la figura ilustre del creador del Quijote, el editorial Clavel hizo de Miguel de Cervantes el ejemplo de escritor, y del Don Quijote, el modelo de libro. No nos tiene que sorprender, pues, que su editorial —fundada en Valencia en el año l9l6— se cobijara bajo aquel nombre prestigioso, y que para honrar el «Príncipe de los Ingenios» quisiera instituir un día especialmente dedicado a homenajearlo. Vicent Clavel creyó que la fecha más apropiada para celebrarlo sería la del día del nacimiento de Miguel de Cervantes y, de una manera aproximada, determinó que debió de ser el 7 de octubre. Hay que decir que la fecha del nacimiento no consta documentalmente como es frecuente en aquella época, pero sí la de su bautizo, que fue el día 9 de octubre de 1547. Como en Castilla era normal que los recién nacidos recibieran las aguas bautismales poco después del nacimiento, algunos autores habían propuesto la fecha del 7 de octubre como la del nacimiento de Cervantes, y así lo aceptó también Vicent Clavel. Este, desde el año 1922, era vocal de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, entidad eficiente y prestigiosa que había sido fundada el año 1920 por el editor Gustau Gili, y que prestaba atención a todo lo que representara difusión o enaltecimiento del libro. Y así, encontramos que la Memoria de la Cámara Oficial de Barcelona registra la propuesta de Vicent Clavel en los términos siguientes:

«Día del Libro Español. Otra iniciativa de nuestro celoso compañero don Vicente Clavel: dedicar un día de cada año a celebrar la Fiesta del Libro Español. Este modélico proyecto pasó a estudio de la correspondiente ponencia y está pendiente de decisión.»


En la Memoria correspondiente al año 1924 no encontremos ninguna referencia, sin embargo, el año 1925, el día 2 de febrero, Clavel volvió a proponer la celebración de la fiesta e inició las gestiones en Madrid. Finalmente, el día 6 de febrero de 1926, el rey Alfonso XIII firmaba el Real Decreto por el cual se instituía, oficialmente, la «Fiesta del Libro Español». En aquel tiempo ocupaba el poder el Directorio presidido por el general Primo de Rivera, y a uno de sus ministros se había dirigido la Cámara Oficial del Libro con la confianza de que serían atendidos, y no se habían equivocado. El ministro de Trabajo, Comercio e Industria era un catalán, Eduard Aunós —un inquieto leridano hasta entonces estrechamente vinculado con Francesc Cambó y con la política regionalista, pero que por sus vínculos con otras personalidades militares ahora colaboraba con el Directorio—. Don Eduard Aunós acogió con entusiasmo la propuesta de Clavel, hecha a través del Comité Oficial del Libro del Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria «a fin de que se instaure en España la fiesta anual del libro español en la perdurable fecha del natalicio del inmortal Cervantes». Hacía falta dedicar esta festividad a enaltecer y difundir el libro, básicamente con el aliciente de su venta en la calle, con el descuento del 10 % (el espíritu de aprovechar rebajas y oportunidades económicas tiene mucho cartel entre cierta gente), y ofreciendo protección oficial y económica a la creación de bibliotecas populares. Determinaba, además, que aquel día en todas las escuelas y centros de enseñanza, incluso en los militares, se dedicara una hora a la lectura de fragmentos escogidos de obras literarias que exaltaran «la Patria y el libro español». Creaba, también, unos premios de mil pesetas que otorgarían las Cámaras Oficiales del Libro de Madrid y de Barcelona a los mejores artículos periodísticos «que se publican en idioma español». La idea era ambiciosa: llegaba a precisar que los municipios destinarían hasta el 3% de sus presupuestos a la creación de bibliotecas al reparto de lotes de libros; sin embargo, como tantas otras ideas y proyectos echados a volar, no enraizó con bastante fuerza.
Hay que decir que tanto el rey Alfons XIII como el general Primo de Rivera no contaban con mucha simpatía en los medios intelectuales y que, por otra parte, la trayectoria republicana de Vicent Clavel tampoco era demasiado bien vista en determinados ambientes. Pero todo el mundo admitía que un buen nivel cultural era indispensable para dar, en los medios internacionales, una imagen prestigiosa del Estado.[...]
Hay que reconocer; de entrada, la buena intención del Día del Libro de promover el libro y la lectura. Pero no tenemos que olvidar unos errores que tuvo ya en sus inicios. Por una parte, la discriminación evidente hacia los libros escritos en otras lenguas distintas de la castellana: se habla siempre y de una manera expresa de «lengua castellana» de «la lengua de Cervantes». Una discriminación que cuesta mucho superar, y que de una manera oficial, podemos decir que no fue derogada hasta la reciente promulgación de la vigente Ley del Libro, del día 2 de marzo de 1975, que en su artículo 1.º afirma:

«La presente ley tiene por objeto establecer un régimen especial encaminado a promover el libro español, en sus diversas expresiones lingüísticas, y a fomentar su producción y difusión.»

Aquella discriminación inicial podía alejar de la conmemoración oficial a muchas personas e instituciones que se mantenían fieles a la lengua del pueblo; en el caso concreto de Cataluña, las más prestigiosas y más populares. Por otra parte, el tono que tomó la conmemoración oficial fue a menudo el del tópico, de escasa elevación cultural. Así, las expresiones «sagrario imperecedero» refiriéndose al libro, o «genios de la Raza» para hablar de los clásicos castellanos, no eran las más adecuadas para actos de un cierto nivel literario o para medios de probado espíritu crítico.
Tenemos un ejemplo bien típico en aquel inefable Himno al Libro del mismo año 1926, una de las estrofas del cual decía:

«En himnos fervientes cantemos en el Libro / loor en Cervantes, ingenio español, y miedo la alta cultura constantes velemos y vibre en nuestra alma de España el honor.»

Ciertamente, no todas las celebraciones caían en este defecto: la Asociación Cervantina, de Madrid, o las sesiones de la Real Academia de la Lengua, sabían mantener el tono académico, pero no llegaban al pueblo.
Dentro de esta tónica transcurrieron las conmemoraciones de los años siguientes (1927, 1928, 1929), alternando con las famosas celebraciones de la Exposición Internacional de Barcelona y con la Exposición Iberoamericana de Sevilla, hasta llegar a 1930. Este año, después de una polémica de si sería preferible seguir conmemorando la supuesta fecha del nacimiento de Cervantes (el 7 de octubre) o la de su muerte (el día 23 de abril, comprobada documentalmente), se acuerda celebrar esta última, considerando que el mes de abril era más indicado para actos al aire libre que el de octubre, donde el tiempo no acompañaba. Además, la coincidencia con el inicio del año escolar perturbaba la venta de libros de texto en las librerías del ramo. Pero los hechos políticos darían un nuevo cariz a la fiesta: el día 14 de abril de 1931 la República era proclamada en toda España y el rey Alfonso XIII se marchaba camino del exilio. De aquellos años, hay que remarcar la diferencia que se observa entre su celebración en Barcelona y en Madrid. En Barcelona, la fiesta va tomando un cariz más popular y comercial —tenderetes de libros en la calle, de todo tipo; circulares de la Cámara Oficial del Libro a libreros y maestros, recordándoles celebrar la festividad—, mientras que en Madrid priman los actos académicos de mayor solemnidad.[...]
En el año 1930, la fiesta alcanza en Barcelona un éxito extraordinario al cual contribuye la edición de diversas novedades literarias catalanas de una gran aceptación popular. Es en este periodo cuando los editores deciden publicar las novedades coincidiendo con el Día del Libro y organizan actos de firmas de ejemplares para los autores. En Barcelona, la venta de aquel día sobrepasó los 5000 volúmenes, y se publicaron dos opúsculos interesantes para la historia de la fiesta. El uno, titulado La Diada del Llibre, es una breve y ágil descripción de los puestos de libros que ocupan las calles barcelonesas, firmada por Carles Orgilés i Sánchez. El otro, escrito por el impresor Víctor Oliva, El libro español, fue editado por la Cámara Oficial del Libro barcelonesa y se repartieron más de 40 000 ejemplares gratuitamente entre los compradores de libros.

Cervantes y Sant Jordi: una rosa y un libro

Al día siguiente de aquel Día del Libro, un periodista barcelonés escribía:

«Es de esperar que la próxima festividad se celebrará el 23 de abril coincidiendo con la de Sant Jordi; alcanzará todavía mayor esplendor y será una verdadera fiesta del libro catalán.»


El periodista resultó un buen profeta y, desde 1931, la fiesta del libro se convirtió en auténticamente popular. Y no sólo en Barcelona: en Gerona, en Sabadell, en Arenys de Mar, en Badalona, en muchas poblaciones catalanas, el Día del Libro arraigaba sólidamente. La Cámara Oficial del Libro publicó, en 1931, un estudio de Manuel de Montoliu sobre el Quijote: Lo que España debe a un libro, y en 1932, un pequeño y modélico volumen de Jordi Rubió i Balaguer, director de la Biblioteca de Cataluña, que ponía sus conocimientos al alcance de todos:
Com s’ordena i cataloga una biblioteca, de una utilidad notabilísima. Realmente, la coincidencia de la fiesta del libro y la de Sant Jordi daba un cariz nuevo y popular a la festividad. Otro periodista barcelonés lo confirmaba al comentarlo:

«Hemos acertado. La fecha del 23 de abril, en el que la muerte de Cervantes coincide con la fiesta de Sant Jordi: rosas, libros y Santo...»


El Día del libro, desde entonces, tiene en Barcelona —y por extensión en muchos de otros lugares de los Países Catalanes— un carácter peculiar. Si bien no es fiesta oficial, la calle entera tiene un aire festivo: hombres y mujeres, chicos y chicas, todo el mundo lleva en la mano la rosa y el libro. La festividad del Patrón de Cataluña y la feria de rosas que la conmemora tienen uno nuevo atractivo literario.
Y no es en absoluto que Barcelona no tuviera afecto por la figura y la obra de Cervantes, todo lo contrario. El escritor castellano había dedicado a Barcelona aquel elogio que siempre es apropiado transcribir:

«Y así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y belleza, única.» [Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, cap. LXXII.]

 

[...] Incluso ha habido escritores que han querido establecer una cierta semblanza entre Sant Jordi, caballero de un ideal, rescatador de doncellas, y Don Quijote. Joan Estelrich escribía:

«Don Quixot és la melangiosa caricatura de Sant Jordi, lluitant amb els molins de vent, entabanat per una justa i noble demència.»


Y en un fragmento poco citado del Quijote, el caballero exclama delante de una imagen de Sant Jordi, elogiándolo:

«Y, levantándose, dejó de comer, y fue a quitar la cubierta de la primera imagen, que mostró ser la de San Jorge puesto a caballo, con una serpiente enroscada a los pies, y la lanza atravesada por la boca, con la fiereza que suele pintarse. Toda la imagen parecía una ascua de oro, como suele decirse. Viéndola don Quijote, dijo: “Este caballero fue uno de los mejores andantes que tuvo la milicia divina; llamóse don San Jorge, y fue, además, defendedor de doncellas. Veamos esta otra”.» [Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, cap. LVIII.]


Entretanto, en Madrid la fiesta tomaba un cariz diferente. Ya en 1932 se había intentado celebrar «la Feria del Libro de Madrid», de una duración de más días, con unas casetas de venta situadas en el Paseo de Recoletos que más adelante se trasladaron a la zona del Parque del Retiro y, después de la guerra civil, proliferaron por diferentes ciudades españolas. Sin embargo, el Día del Libro, a pesar de haber sido trasladado al 23 de abril, no arraiga en Madrid ni en las poblaciones de fuera del ámbito catalán. En Valencia, en esta época, hay que remarcar la acción cultural del Ayuntamiento, que en 1932 publicó y difundió unos pequeños volúmenes del historiador valenciano Francesc Almela i Vives sobre El libro valenciano y La llengua valenciana, Normes d’Ortografia Valenciana el año 1933. En Sabadell, la popularidad de la fiesta del libro se debió, en buena parte, a la Acción Municipal Docente, organizada al estilo de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, que dedicó uno interés especial al libro. [...]
El estallido de la guerra civil dificulta seriamente la producción editorial: escasez de papel, de materias primas, inseguridad general. El Día del Libro del año 1937 se celebró aún con la aparición de algunas novedades literarias, y en 1938 el Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya intentó dar una sensación de normalidad celebrando de una manera relevante la Diada del Llibre que, por excepción, fue el día 15 de junio. [...]
Pero la guerra seguía su curso inexorable, y antes de un año, el 1.º de abril de 1939, acababan las hostilidades. Un país deshecho intentaba celebrar el Día del Libro de 1939, quizás el más gris de los repasamos en esta historia. Los años que siguieron al final de la guerra se resintieron de las limitaciones impuestas. Además de las dificultades materiales —papeles de mala calidad, encuadernaciones deficientes—, sorprendía la ausencia absoluta de libros catalanes, impuesta por la rigurosa censura. Hasta 1950, prácticamente, el libro en catalán no se volvió a publicar y, poco a poco, reanudó su lugar en los puestos callejeros del Día del Libro. De aquellos años hay que recordar el tenderete que l’Obra del Diccionari, del Diccionari català-valencià-balear que dirigía a Francesc de B. Moll, instalaba en Barcelona, en lo alto de la Rambla, gracias a la tenacidad y al esfuerzo de Joan Ballester.
Poco a poco, la vida editorial recuperaba el impulso de los años anteriores a la guerra, y muy pronto el número de volúmenes editados —la mayoría de producción editorial, en lengua castellana— superaba, de mucho, la de 1936. Las Cámaras Oficiales del Libro habían sido englobadas en 1941 en una nueva entidad: Instituto Nacional del Libro Español, centralizado en Madrid, pero que en Barcelona mantuvo una activa y eficiente delegación dirigida por August Matons, con la colaboración de Santiago Olives. Los Gremios de Libreros y de Editores aportaron su colaboración, y consiguieron publicar algunos opúsculos dentro de la línea de los editados por la Cámara Oficial del Libro antes de la guerra. [...]
Desde 1950, la Fiesta del Libro vuelve a ser popular. Los Gremios de Libreros y de Editores, con la colaboración del INLE, editan carteles, sellos publicitarios, organizan exposiciones, sortean lotes de libros entre los compradores y dan nacimiento, el año siguiente, a la Feria del Libro de Ocasión Antiguo y Moderno, que a partir de entonces se celebra en Barcelona, con gran afluencia de público, coincidiendo con las fiestas de la Virgen de la Mercè, patrona de la ciudad. La Feria, que este año conmemora el XXV.º aniversario, concentra la venta del libro viejo y ha permitido reservar el Día del Libro exclusivamente para los libros nuevos. Cada año, con ocasión del Día del Libro, se encarga el pregón o conferencia inaugural a una personalidad del mundo de la política o de las letras. Una de las que alcanzó más resonancia fue la del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, en el año 1963, defendiendo la licitud del libro en catalán y la promoción de la lengua y la literatura catalana. El año 1967, por iniciativa de un grupo de editores catalanes, el INLE editaba el primer catálogo de libros en catalán, que hasta hoy ha ido apareciendo alrededor del Día del Libro.
La fiesta se ha continuado celebrando el día de Sant Jordi, con la excepción de algunos años en que, por coincidir con alguna fecha litúrgica (Viernes Santo, Lunes de Pascua), ha sido trasladada a una fecha diferente. Así, en 1962, cuando se celebró en Barcelona el XVI Congreso de la Unión Internacional de Editores, al cuidado del INLE, el Día del Libro tuvo lugar el 12 de mayo, coincidiendo con la jornada de clausura del Congreso y (dicho sea de paso) llovió a cántaros. [...]
© 1997 El Temps / Josep M. Ainaud de Lasarte

 

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20/04/2009 14:48 Autor: addendaetcorrigenda. Enlace permanente. Tema: Lengua y edición/Llengua i edició. No hay comentarios. Comentar.

14/04/2009

La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 4: ideología, geoestrategia y falacias lingüísticas subyacentes a la nueva norma panhispánica

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De José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez: Economía del español (Barcelona, Ariel, col. Fundación Telefónica, 2007; cita de «Introducción: razones de oportunidad», pp. 11-20), sobre las circunstancias coyunturales que en el año de publicación de esta obra animaron el desarrollo de estudios econométricos sobre el valor del español en los mercados lingüísticos:

 

Otro hecho concurrente: el renovado papel del español como elemento vertebrador de la comunidad hispánica de naciones. No es algo nuevo ni tampoco aislado, pero hoy adquiere contornos mejor perfilados y más vigor.

Hay que situarlo, enseguida, dentro de lo que acertadamente se ha llamado «reencuentro del mundo iberoamericano» (SANGUINETTI, 2007). Un reencuentro con componentes económicos, sociales y políticos bien definidos: principalmente, la masiva irrupción de multinacionales españolas en las economías de América Latina –escuela de estrategias de internacionalización para aquellas gracias, entre otras cosas, a la lengua compartida–; los flujos migratorios de iberoamericanos hacia España; los reforzados programas españoles de cooperación para el desarrollo; en fin, las anuales Cumbres Iberoamericanas de jefes de Estado y de Gobierno, ya cerca de su vigésima convocatoria, y la creación, todavía reciente, de la Secretaria General Iberoamericana. Todo ello, es verdad, conforma una especie de agrandada base material del actual acercamiento, de la revitalizada afinidad, de la multiplicación de intercambios que evoca el término reencuentro.

Donde este, sin embargo, se está produciendo más plenamente es en el terreno del idioma, merced a toda una serie de actuaciones que han ampliado y hecho más consistente el repertorio de normas e intereses compartidos en y sobre la lengua común. Suman aportes públicos y privados, iniciativas académicas y patrocinios de grandes empresas, trabajo especializado de lingüistas de alta cualificación y capacidad gestora. Todo ello al servicio de lo que es un verdadero programa de política lingüística panhispánica, cuyo cometido es fácilmente enunciable: la elaboración compartida –por las veintidós Academias de la Lengua Española de los tres grandes códigos que sustentan e ilustran la unidad del español: el código léxico del diccionario, el código gramatical y el código ortográfico (GARCÍA DE LA CONCHA, 2006).

Fundamental, mas aún, determinante para llevarlo a buen puerto está resultando la fuerza emprendedora y el indiscutido liderazgo de la Real Academia Española, que ha revitalizado de paso la Asociación, creada en 1951, de las correspondientes corporaciones académicas nacionales. Asociación que, a su vez y en colaboración con el Instituto Cervantes, ha encontrado en los Congresos Internacionales de la Lengua Española –en Zacatecas, 1998; en Valladolid, 2001; en Rosario, 2004; en Cartagena de Indias, 2007– un escaparate excepcional para proyectar socialmente su voluntad de preservar la «unidad en la variedad» del condominio lingüístico que es el español.

Los resultados de ese compartido empeño de quienes corporativamente son los valedores de la lengua, los logros de esa suerte de ambiciosa empresa intelectual transoceánica van mucho mas allá de lo estrictamente académico, siendo lo ahí conseguido de la máxima importancia.

La tiene, desde luego, consensuar diccionario, gramática y ortografía, partiendo de las variantes léxicas, morfológicas y sintácticas de una lengua desparramada por doce millones de kilómetros cuadrados y que es lengua de países, no solo de administraciones o de élites, al contrario, pues, que el francés o el inglés en naciones que otrora fueron colonias [sic]. Algo de extraordinaria importancia, en efecto, en tanto que de algún modo institucionaliza la cualidad policéntrica de la norma lingüística que rige para todos y que todos aceptan. Un excepcional apoyo para la homogeneidad idiomática del orbe hispanohablante, ya caracterizado de antiguo por su cohesión, frente al panorama fuertemente dialectizado de otros territorios lingüísticos [sic], y una contribución de primer orden para facilitar el aprendizaje del español por doquier, tarea que siempre han hecho comparativamente accesible su nitidez fónica, su simplicidad ortográfica y la adecuación entre lengua hablada y escrita (SALVADOR, 2007).

 

Breves muestras de variación del español:

Fernández-Ordóñez, Inés (UAM): «Leísmo, laísmo y loísmo: estado de la cuestión», en Olga M. Fernández Soriano (coord.): Los pronombres átonos, Madrid, Taurus Ediciones, 1993, pp. 63-96.

Fernández-Ordóñez, Inés (UAM): «Leísmo, laísmo y loísmo», en Violeta Demonte Barreto, Ignacio Bosque (coord.): Gramática descriptiva de la lengua española, vol. 1 (Sintaxis básica de las clases de palabras), Madrid, Espasa Calpe, 1999, pp. 1317-1398.

Koike, K. (Proyecto Varilex): «Variación fraseológica del español», InformeVarilex 9 (2001), 77-92.

Llisterri, J. (UAB): «La descripción fonética y fonológica del español: la variación».

Moreno Cabrera, Juan Carlos: El universo de las lenguas. Clasificación, denominación, situación, tipología, historia y bibliografía de las lenguas, Madrid, Castalia (Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 23), 2003, pp. 188-189.

Ueda, H. (Proyecto Varilex):  «Resultados y proyectos en las investigaciones sobre variación léxica del español», Dialectología, 2 (2009), pp. 51-80.

 

Artículos relacionados:

«¿Es la nueva norma panhispánica una norma pluricéntrica y multipolar? I: Qué y cómo es la lengua española y qué y cómo es un estándar lingüístico»

«Pistas para seguirle la huella a la política lingüística y cultural (neoliberal) del español»

 

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12/04/2009

El DEA y la visión del mundo de Manuel Seco

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Extracto de Esther Forgas Berdet: «Siguiendo pistas: la emergencia de la mujer en el diccionario», en A. M.ª Vigara Tauste (dir.): De igualdad y diferencias: diez estudios de género, Madrid, Huerga Fierro Editores, 2009, pp. 77-96 (cit. de pp. 94-95; los enlaces son nuestros).

[...] El Diccionario del Español Actual, uno de los últimos y prestigiosos diccionarios del español, dirigido por Manuel Seco [M. Seco, O. Andrés y G. Ramos, 1999], se presenta como el reflejo de la lengua viva actual, la lengua hablada en el último tercio del siglo XX, y se basa, para ello, en un corpus propio creado a partir del acopio y selección de textos de todas clases. Es, en ese sentido, un posible heredero del primigenio diccionario de Autoridades, aunque, como aclaran sus autores en la introducción («Características del diccionario», p. XIII), «las citas con que está constituido nuestra fichero de medio siglo fueron tomadas selectivamente [el subrayado es nuestro] de las publicaciones más variadas aparecidas a lo largo de todo ese periodo», ya que «el [diccionario] nuestro, sin dejar de reconocer el peso de la literatura en la cultura y en la lengua de toda comunidad hablante, presta la debida atención a otros factores». Este diccionario, pues, contiene fuentes documentales escritas obtenidas de periódicos, folletos publicitarios, etc., y, especialmente, de textos de padre y madre conocidos, sean literarios o no. Así, en el apéndice II se da cuenta de la base documental empleada y se transcriben 926 fuentes de citaciones, la inmensa mayoría de las cuales son de autores conocidos (y algunas, de más de una firma), presuntas autoridades en el ámbito del lenguaje, personas cuya competencia de uso se supone modélica, tanto en el campo de la novela, la poesía y la dramaturgia, como en el del ensayo, la política y la filosofía.

Pues bien, de esos casi mil autores representados, mil apariciones de personas reales como fuentes documentales, no llega a noventa el número de autoras citadas, no llegan a noventa las voces de mujeres escritoras que emergen en las 4638 páginas del diccionario, en definitiva. O sea, que nos encontramos de nuevo que todo un diccionario «actual», elaborado a lo largo de casi treinta años y que se presenta como reflejo del uso real de la lengua por parte de nuestros y nuestras compatriotas, se elabora a partir de unos datos casi exclusivamente centrado en la escritura masculina. Las cifras son apabullantes: de las 89 presencias femeninas como generadoras de sentido léxico y de norma lingüística ―menos de una décima parte del total de citaciones― solamente encontramos a 27 escritoras; el resto son voces femeninas que provienen de manuales escolares o académicos, de artículos especializados, de prólogos o biografías, de libros de música, ¡de cocina! o, incluso, de panfletos políticos.

Pero hay algo todavía peor, porque si bien es cierto que la proporción entre escritoras de creación y escritores de creación es alarmante, al fin y al cabo las escasas novelistas que aparecen no hablan por sí mismas, sino que lo hacen con la voz de sus personajes, ya que la novela es por naturaleza polifónica y por ello el texto seleccionado en cada lema para su citación no tiene por qué ser representativo del pensamiento de la autora de la obra. En cambio, lo verdaderamente alarmante es que no aparece en parte alguna el reflejo del pensamiento femenino en estado puro, eso es, la filosofía escrita por mujeres o el ensayo femenino, que sería una oportunidad de oro para seguir la pista ―ahora sí― verdadera de nuestras opiniones sobre el mundo y del sentido que las mujeres damos a los distintos vocablos de la lengua. Para ilustrar esta carencia con dos ejemplos paradigmáticos, digamos solamente que Antonio Tovar es considerado «autoridad» en cinco citaciones, mientras que María Moliner solamente lo es en una, y que Pedro Laín Entralgo aparece como generador de citas (o sea, de sentido) en doce ocasiones, mientras que María Zambrano ¡no aparece en ninguna!

 

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